Mi vecino adolescente 3
Después de que me jodiera el polvo y me pagase por ello, las cosas siguen avanzando (contado desde el punto de vista de Leo).
(Leo)
Antes siquiera de abrir los ojos, sentí el reconfortante calor que del cuerpo de Samuel. Mi mejilla se apoyaba en su pecho depilado y podía sentir su vientre bajo mi pierna derecha. Leo se movió cautelosamente y apoyó mi cabeza sobre la almohada. Entreabrí los ojos y vi cómo salía de la habitación totalmente desnudo y fijarme en su culo provocó en mí una erección matutina. Mi cabeza estaba hecha un embrollo después de todo lo que pasó la última noche. Tenía claro que me gustaban las chicas, pero chupársela a Samuel me había puesto muy cachondo y… me gustó. No pude evitar tampoco, al verlo desnudo en la cama, tocarle el culo mientras me pajeaba. No creí que tocarle el ano me gustase tanto, y si por mí fuera se la hubiese metido entera después de correrme, pero me daba miedo que se despertara y me gritase o incluso me pegara. Aunque lo que más miedo me daba realmente es perder a Samuel, ya que él es para mí como el hermano mayor que nunca he tenido y me encantaba pasar tiempo con él. También sentía mucho afecto por Daniel, su hermano, y es que éramos muy parecidos.
Escuché el grifo de la ducha abrirse y cogí mi móvil para ver la hora que era. Eran cerca de las 11 de la mañana y de pronto la puerta se entreabrió un palmo. No vi quién abrió la puerta y me extrañé, pero al instante Deku saltó a la cama y vino hacia mí para lamerme la cara muy contento.
Lo acaricié un rato, me levanté, me puse los calzoncillos y me fui hacia la cocina para echarle algo de pienso. Cuando Deku ya estaba comiendo, Samuel salió de la ducha con una toalla envuelta en la cintura, me sonrió y me dió los buenos días alegremente. Le devolví el saludo y me sonrojé sin saber muy bien por qué, aunque contento porque parecía que nada había cambiado. Se fue a su cuarto a vestirse y me senté en el sofá para ver el móvil. Samu volvió, pero solo llevaba unos calzoncillos puestos al igual que yo y se sentó a mi lado. Estuvimos un rato en silencio, cada uno viendo su móvil hasta que dijo:
– ¿Tienes hambre?
– Un poco, pero no mucha. – le contesté.
– ¿Qué te parece si preparo un par de boles de cereales y mientras vas encendiendo la play y nos echamos un Fifa después de desayunar? – me dijo.
– Sí, vale. – le dije.
Samu se levantó y fue hacia la cocina. Yo también me acerqué a por los mandos de la play y me volví a sentar mientras esta se encendía. Un minuto después, mientras seleccionaba los equipos, Samuel volvió con dos boles llenos de cereales de chocolate con leche y un par de cucharas. Tras comer el desayuno, empezamos a jugar a la consola. El primer partido lo gané yo y el segundo lo ganó él con una abultada victoria.
– Pff, eres malísimo. – me dijo con sorna, riéndose de mí.
– ¿Qué dices? Si te he ganado antes. – le contesté.
– Pero si te acabo de meter una paliza. – siguió riéndose de mí.
– Venga, vamos a echar la de desempate, me juego lo que sea a que te gano. – le dije, algo picado.
– ¿Lo que sea? – me preguntó, aunque ya no se reía tanto. – Venga, el que pierda se la chupa al otro.
Aquello me desconcertó mucho, pero no negaré que mi miembro dió un respingo al escuchar aquello. En parte quería porque me excitó lo de ayer y nunca me la habían chupado a mí, pero por otro lado, me daba un poco de apuro de que Samuel pensase que era gay.
– No sé, eso es mucho. – le dije, intentando hacerme el duro.
– Bueno, has dicho lo que sea, ¿no? ¿O te cagas? – me dijo, desafiante.
– Entonces, si pierdes, ¿me la vas a chupar? – le dije.
Aquello pareció hacer que se replantease la propuesta, ya que dudó un poco, pero luego me dijo confiante:
– Es que no voy a perder.
– Bueno, pero si pierdes, ¿cumples o no? – le volví a preguntar.
– En el remoto caso de que eso pase, me tocará cumplir. – me dijo, dándome la mano para cerrar el trato.
– Vale. – le dije, estrechándole la mano.
Él eligió al Real Madrid y yo opté por la selección francesa. Samu se quejó porque él eligió un club, pero aún así me dijo que me iba a ganar de todas formas. Me tomé el partido como si fuese el mundial, pero en el descanso íbamos 1-0 para él. Estuvo riéndose de cada ocasión que fallaba, pero no se rió tanto cuando en el minuto 84, Mbappé se fue a la contra de un córner y estaba mano a mano con el portero. Iba a chutar cuando Rudiguer apareció por detrás y me hizo una entrada de penalti que le costó una roja. Yo estallé en cólera al ver cómo de sucio había jugado mientras él se partía de risa. Afortunadamente, Mbappé marcó gol. Casi marco uno más antes de que el árbitro pitase, pero el portero la paró. Él contaba con un jugador menos, pero aún así llegamos a los penalties. El corazón me latía a mil y los dos estábamos de pie, expectantes. Yo empecé chutando y anoté el primero, aunque Samuel me igualó. Toda la tanda fue igual, ambos metiendo todos los goles hasta que llegamos a la muerte súbita. Podía notar sus nervios cada vez que chutaba y yo estaba igual. Sinceramente no sabía si prefería chupársela o que me la chupase, aunque mi gen competitivo me hizo querer ganarle a toda costa. Anoté mi gol y… Maignan atajó el tiro al palo derecho de Valverde, dándome la victoria.
Estallé de alegría y empecé a celebrar en la cara de Samuel, que se dejó caer en el sofá con las manos en la cara.
– No me lo puedo creer. – comentó.
– Bueno, ahora te toca cumplir con la apuesta. – le recordé.
– ¿Tiene que ser ahora? – dijo, intentando escaquearse.
-Y tanto. – le respondí, sentándome a su lado y bajándome los calzoncillos.
Samu me miró con sorpresa y soltó una risita al ver que mi pene ya estaba completamente duro.
– ¿No prefieres que te invite a comer fuera? – me preguntó con voz de pena.
– ¡No! Además, fuiste tú el que sugirió la apuesta. – le dije, cruzando mis brazos sobre mi pecho.
– Vale, vale. – suspiró.
Se levantó y se colocó de rodillas entre mis piernas, tal y como hice yo la noche anterior. Mi corazón comenzó a latir con velocidad cuando Samu me quitó los calzoncillos y ver que la cosa iba en serio. Cerró sus dedos con firmeza sobre mi pene, que dió un respingo al notar el contacto. No pude evitar soltar un suspiro de placer cuando su mano empezó a subir y bajar la piel sobre mi glande, que cada vez estaba más mojado por la excitación.
Miré a Samu a los ojos y este me sonrió y me guiñó un ojo antes de inclinarse hacia mi pelvis. Sentí sus labios apretar la punta de mi rabo y cómo, centímetro a centímetro, este se introducía en su boca. Me retorcí de placer y un sonoro gemido salió de mi boca. Lentamente, Samu comenzó a meter y sacar mi polla de su boca y mis manos se posaron en su cabeza instintivamente.
Al rato, comencé a apretar su cabeza contra mi pelvis para que tragara más y me la chupara más rápido, cosa que le causó un par de arcadas, pero pareció no importarle mucho. Estaba a punto de correrme cuando se la sacó de la boca y, abriendo mis piernas con ambas manos, comenzó a lamer mis huevos mientras me pajeaba, cosa que me volvió loco.
– Uff, eso me pone mucho. – le dije.
Samu siguió haciéndolo durante un par de minutos, con su respiración cada vez más agitada mientras que yo gemía como loco hasta que sentí que no aguantaba más.
– Me voy a correr. – le advertí.
Continuó chupándome los huevos y me pajeó aún más rápido, haciendo que mis piernas se tensaran a la vez que notaba cómo mi pene palpitaba fuertemente, escupiendo unos chorros de leche que se derramaron sobre mi pelvis y la mano de Samu.
Me eché en el respaldo del sofá, totalmente exhausto e intentando recuperar el aliento. Samu, por su parte, se levantó, se bajó los calzoncillos y comenzó a pajearse delante de mí. Miraba con asombro su miembro, que estaba grande e hinchado, lleno de líquido preseminal que se acabó mezclando con los restos de mi corrida en la mano de Samu, que jadeaba sonoramente.
Al minuto, Samu comenzó a gemir y a convulsionar. Unos rayos de semen caliente se estrellaron sobre mi torso desnudo y el suelo ante mi sorpresa.
– Oh, Dios. – dijo Samuel con voz queda antes de dejarse caer a mi lado. – Perdona por mancharte, pero no he podido evitarlo.
– No pasa nada, ya estaba manchado de mi corrida de todas formas. – le dije, quitándole importancia.
¿Te ha gustado? – me preguntó.
– Ha sido increíble. – le confesé. – No sabía que se sentía tan rico. Y lo de los huevos me ha vuelto loco.
– Sí, me he dado cuenta, jaja. – se rió.
Estuvimos unos segundos hasta que Samu me recomendó ducharme antes de que la leche se secase. Le hice caso y me di una ducha mientras él limpiaba el suelo. Al poco rato, mientras ambos estábamos en calzoncillos en el sofá y decidíamos una película que ver, mi madre me llamó, diciéndome que iríamos a comer a casa de mis abuelos. Me vestí y me despedí de Deku y de Samu, que me dijo que volviese luego si quería. Estuve pensando en todo lo que pasó anoche y hacía un rato durante toda la comida, preguntándome si debería de habérsela chupado de vuelta antes de que Samu se corriese sobre mí. Cuando llegué a mi casa, apenas eran las cinco de la tarde y mensajeé a Samu, pero no me respondió. Usé la llave que me dió para entrar en su casa y Deku comenzó a ladrar.
– Shh. – lo callé, agachándome para saludarlo, mientras que este pasó a lamerme la mano y mover la cola.
– ¿Leo? – preguntó Samu con voz somnolienta.
– Sí. – contesté, acercándome al salón.
Samu estaba echado en el sofá, con el ventilador del techo puesto y una fina manta sobre su cuerpo. Me sonrió al verme y me saludó moviendo la mano lentamente.
– Perdón por despertarte. – le dije.
– No pasa nada, Michi. – se desperezó un poco. – ¿Quieres echarte conmigo?
Movió con la mano la manta, destapando un hueco delante de él, dejando ver que estaba en calzoncillos. Asentí con la cabeza y me acerqué al sofá. Samu se incorporó y sacó un poco los asientos para hacer más grande el sofá mientras yo me quitaba la camiseta y los zapatos. Acto seguido, agarró el mando de la tele y se volvió a tumbar, pegando su espalda al fondo del sofá. Yo agarré a Deku y me tumbé a su lado, apoyando la cabeza en uno de los cojines.
– ¿Vemos Flash? – me preguntó mientras nos tapaba.
– Vale. – dije, mientras acariciaba al perrito.
Samu puso la serie y, al poco rato, echó su brazo por encima de mi torso, abrazándome. Sentí el calor de su cuerpo, que estaba pegado al mío, y su respiración lenta y profunda, dejándome claro que se había dormido de nuevo. Deku también estaba tranquilo y relajado, disfrutando de mis caricias. Yo estaba algo somnoliento y acabé cerrando los ojos, quedándome dormido poco después, con una extraña sensación de felicidad.
Al cabo de no sé cuánto tiempo, sentí cómo me zarandeaban lentamente mientras alguien susurraba mi nombre, pero fue un lametón sobre mis labios lo que verdaderamente me despertó.
– Ayy. – me quejé, alejando a Deku de mi cara.
Samu soltó una carcajada y me dijo que ya era tarde, que iba a pasear a Deku y que si quería acompañarlo. Le dije que sí y, después de desperezarse y vestirme, le pusimos el arnés a Deku y salimos a pasearlo a la playa. Estuvimos hablando animadamente de cualquier cosa, excepto de lo que había pasado anoche y antes de comer.
– Dani no para de insistir en que lleve a Deku a casa de mis padres. – me comentó. – Lo mismo voy el martes hasta el domingo. ¿Quieres venir?
Aquello me llenó de alegría, ya que me lo pasaba muy bien con Dani.
– ¡Sí! – exclamé.
– Perfecto, pues luego se lo comentamos a tu madre, a ver qué dice. – me dijo, sonriéndome.
Cuando volvimos al bloque de pisos, fui corriendo a mi casa para hablar con mi madre. Ella no puso pega y nos invitó a cenar los tres juntos. Echamos un rato agradable y, después de echar una partida al parchís, Samu y Deku se fueron a su piso. Pasé el día siguiente en casa de mi amigo Mario, que me avisó por la mañana para ir a la piscina con otros amigos. Volví casi por la noche y Samuel me había mandado un mensaje diciéndome que durmiera en su casa, ya que saldríamos por la mañana temprano del día siguiente a casa de sus padres. Preparé la mochila para los días siguientes, aunque metí más que nada calzoncillos, calcetines y bañadores, ya que Dani me solía dejar su ropa para no cargar mucho, al igual que hacía yo cuando él venía aquí.
Cuando llegué, Samu estaba metiendo una lasaña en el horno. Me saludó con alegría y me pidió que sacara a Deku rápidamente mientras se hacía la cena, que él quería hacer su maleta.
Cuando volví, la mesa ya estaba puesta y Samu estaba sirviendo la comida. Estuvimos viendo un video de YouTube mientras cenábamos y, cuando terminamos, nos echamos un par de partidas a la consola.
– Bueno, ya es hora de irse a dormir, que mañana hay que madrugar. – dijo, llevando los platos a la cocina.
– ¿Puedo dormir contigo? – le pregunté, algo nervioso mientras acariciaba a Deku, que ya estaba echado en su camita.
Samu levantó las cejas, algo perplejo, ya que normalmente yo solía dormir en el sofá.
– Sí, claro. – me sonrió finalmente.
Asentí con la cabeza, fui a su cuarto y me tumbé en la cama. Samu apareció a los pocos segundos por la puerta, quitándose la ropa y dejándola en una silla, dejándose solamente unos calzoncillos grises puestos.
– ¿Vas a dormir así? – me preguntó mientras se echaba a mi lado.
– ¿Así cómo? – le respondí, aunque ya sabía la respuesta.
– Con la camiseta y el bañador. – respondió él con un tono muy natural. – A ver, que puedes dormir como quieras, pero no me importa que te pongas cómodo.
– Bueno, es que no tengo calzoncillos puestos. – le respondí, quitándome la camiseta y echándola sobre la silla.
Samu soltó una carcajada sonora.
– Michi, literalmente nos la hemos chupado, ¿crees que me importa que estés desnudo?
– No sé… jaja. – le respondí, aunque más que nada lo decía para ocultar mi erección.
– Bueno, haz lo que quieras. Ya sabes que a mí no me importa. – me dijo, quitándole hierro al asunto y apagando la luz. – Buenas noches.
– Hasta mañana. – contesté, algo más tranquilo.
La luz de la luna entraba por la ventana, que estaba abierta y refrescaba la habitación. Samu cogió la sábana, que era bastante fina, y nos tapó. Ambos estábamos boca arriba y cerré los ojos para intentar dormirme, pero no era capaz. Por mi cabeza no paraban de repetirse las imágenes de anoche, de cómo se la chupé a Samu hasta que se corrió en mi garganta, de la sensación de tocar su culo suave y blando, de su ano apretando mi dedo, o de la maravillosa sensación de cuando le metí la punta después de correrme sobre sus nalgas. Mi pene estaba tan duro que me dolía un poco, por lo que me lo acomodé bajo el bañador. Más imágenes vinieron a mi mente: Samu tragándose mi polla hasta que su nariz chocaba contra mi pelvis, lamiendo mis huevos mientras me corría, su leche brotando de su rabo y cayendo sobre mi pecho…
La respiración de Samu volvía a ser pesada y acompasada, por lo que no me lo pensé mucho más antes de quitarme el bañador lentamente. Comencé a tocarme despacio mientras rememoraba cada escena hasta que la excitación me ganó. Me giré un poco y observé a Samu, que estaba cubierto hasta la cintura por la sábana.
Con algo de miedo, pero recordando que anoche no se despertó, llevé mi mano hasta su pecho y la posé con cuidado. Al ver que no hubo reacción, comencé a acariciar su piel suavemente, mientras me seguía apretando mi pene con mi otra mano. Me atreví un poco más y bajé mi mano por su vientre definido hasta llegar al filo de la sábana. Metí mi mano bajo esta y encontré el elástico de sus calzoncillos.
Mi respiración comenzó a acelerarse y mi corazón iba a mil. Miré su rostro para ver algún indicio de que se hubiese despertado, pero seguía respirando tranquilamente por sus labios. Me armé de valor y puse mi mano sobre su paquete, que estaba blando y emanaba mucho calor. La excitación fue tal que tuve que dejar de pajearme por miedo a correrme, ya que quería seguir explorando su cuerpo. Empecé a apretar suavemente su pene, que poco a poco comenzaba a ponerse morcillona. Antes de que se pusiese más dura, decidí sacarla por uno de los laterales de los calzoncillos, aprovechando que eran unos anchos.
Con mi mano libre, bajé un poco la sábana y me moví hacia abajo para poder apreciarla. Aún no estaba dura por completo, pero a mí me seguía pareciendo enorme. Sentía que me faltaba el aliento y notaba mi corazón latir en mis oídos, pero estaba demasiado caliente. Me apoyé en uno de mis codos y con la otra mano, le bajé el prepucio un poco y me la llevé a la boca, sintiendo la calidez y la suavidad de su miembro sobre mi lengua.
Moví mi cabeza lentamente para meter y sacar ese trozo de carne que cada vez estaba más grande y duro en mi boca.
El corazón casi me da un vuelco cuando sentí la mano de Samuel sobre mi nuca, que lejos de quitarme, presionó más para que me la tragara entera.
Aquello me provocó una arcada y comencé a toser, llenando de babas su polla. Levanté la cabeza y pude ver en su cara una sonrisa pícara que me pedía que siguiera. Le devolví el gesto y me la metí de nuevo en la boca, esta vez con más confianza y pajeándolo con una de mis manos a la vez.
Samu comenzó a gemir mientras se la chupaba y su mano sobre mi cabeza dirigía el ritmo. Yo también estaba muy caliente y, después de metérmela hasta la garganta y coger algo de aire, le dije:
– ¿Me la chupas tú también?
– Tengo una idea. – dijo, mordiéndose un labio.
Sin decir nada más, se quitó los calzoncillos y se tumbó de nuevo, esta vez en mitad de la cama ante mi mirada expectante.
– Vamos a hacer un 69. – sugirió.
– No sé qué es eso. – contesté, riéndome un poco.
– Ponte encima de mí del revés y así me la chupas mientras yo te la chupo también. – me explicó.
Trepé encima de él y apoyé ambas rodillas al lado de su cabeza para después inclinarme y quedarme a cuatro patas, justo con su polla a la altura de mi boca.
– ¿Así? – pregunté, empezando a pajearlo.
Perfecto. – me dijo, chupando uno de mis huevos mientras su mano apretaba mi pene, que ya estaba chorreando líquido seminal.
Solté un gemido y me metí de nuevo su herramienta en la boca, jugueteando con su glande con mi lengua. A los pocos segundos, Samu también comenzó a chupármela, provocándome olas de placer cada vez que mi rabo chocaba con su paladar. Continuamos así durante unos minutos y yo creía que iba a acabar, así que se lo dejé saber.
– Samu, me voy a correr ya mismo. – le dije, extasiado.
– Todavía no. – me dijo, sacándosela de la boca.
– ¿Por qué? – pregunté, confuso.
No respondió, pero cogió una de las almohadas y la puso bajo su cabeza.
– Tu sigue chupando. – me dijo.
– Pero… – quise rebatirle.
Samu abrió con sus dos manos mis nalgas, dejando al descubierto mi ano y, aprovechando el cojín, pasó su lengua sobre él. Un gemido se escapó de mis labios ante aquella nueva sensación, lo que le dió a Samu vía libre para hacerlo de nuevo. Sentía su lengua suave y caliente pasar por encima de mi hoyito, hasta que empezó a juguetear con él, lamiendo cada pliegue. Estaba inmerso en aquella sensación, hasta que Samu paró para recordarme:
– Sigue chupando.
Le hice caso y me la metí en la boca de nuevo, aunque estaba más pendiente de los movimientos de su lengua en mi culo. Una de sus manos comenzó a pajearme de nuevo y esta vez su lengua comenzó a intentar entrar en mi ano. No pude evitar gemir mientras se la chupaba y sentía cómo poco a poco su lengua entraba más y más dentro de mí. No pasó ni un minuto cuando sentí que me iba a correr, pero esta vez no dije nada.
Me saqué su rabo de mi boca y prácticamente me senté en su cara, permitiendo que su lengua se incrustara aún más profundamente dentro de mí. Me masturbé frenéticamente hasta que sentí el mayor y mejor orgasmo que había sentido nunca, haciéndome jadear de placer. Noté mi ano palpitar, apretando la lengua de Samuel, a la vez que mi polla soltaba chorros y chorros de leche que fueron a parar al vientre de Samu.
Este no perdió el tiempo y comenzó a pajearse violentamente mientras aún me comía el culo y segundos después, lo escuché gemir fuertemente, estrellando su respiración en mi raja a la vez que se corría de forma increíble sobre su pecho y mis piernas.
Me levanté como pude y me tiré a su lado, ambos intentando recuperar el aliento.
Ninguno de los dos dijo nada durante un par de minutos y me dió miedo lo que Samuel pudiese pensar ahora que la calentura se había ido. Pero la preocupación se fue cuando habló:
– Creo que necesitamos una ducha, Michi. – dijo en tono divertido.
Hasta aquí esta parte de la historia. Perdón de antemano por la tardanza, pero no he encontrado el momento hasta ahora. Me encantaría saber su opinión en los comentarios o por email ( [email protected] ), ya que es lo que más me motiva para escribir. También estoy abierto a nuevas ideas, tanto para esta historia como para alguna nueva. ¡Abrazos!
como sigue?
Me gusta muchísimo tu forma de escribir. Adoro las historias donde vas conociendo a los personajes, sus motivaciones, su vida… y no sólo llegas al sexo «nomás porque si». También me gusta que tienes una excelente redacción, puntuación y demás. ¡Felicidades! (Y si tienes tiempo, ojalá puedas leer mi primer historia (en varias partes) que ya tengo publicada en mi perfil (y ya estoy escribiendo otras).
De nuevo, ¡gracias por tus textos!
Excelente relato. como sigue?
Uufff…. Así da gusto masturbarse, me encanta el relato.
Como sigue…?
Necesito una continuación de «El Canguro» me he quedado con ganas de leer un libro entero acerca de esos personajes. El mejor escritor de lejos con el que me he topado en este sitio
Amo esta historia por favor no dejes de escribir