Mi Vecino argentino
Quien diría que me vecino argentino estrenaría mi culo venezolano.
Hola a todos. Es mi primer relato que escribo en la página y trata sobre la experiencia más caliente que he tenido hasta ahora. Mi nombre es Juan y tengo 30 años, esto que les voy a contar sucedió en noviembre del 2021.
Empezaré diciendo que soy un hombre felizmente casado, amo a mi esposa y sigo disfrutando del sexo con ella. Pero desde niño siempre me gustó ver los bultos de otros hombres y meterme cosas es mi culo mientras me masturbaba. Aún después de casado usaba los vibradores y dildos de mi esposa (a escondidas por supuesto) para darme placer analmente de vez en cuando.
Mi Nombre es Juan, tengo 30 años, soy delgado de piel blanca y lampiño.en pocas palabras soy un hombre común aunque si algo siempre me elogiaron las mujeres (y mis amigos cuando hacían chistes) fue mi culo que siempre fue grande. Soy venezolano pero desde el 2016 vivo en Argentina debido a la situación de mi país. Desde que llegué amé la cultura y comida, y aunque nunca lo comenté con nadie, me gusta contemplar las nalgas y bultos de los argentinos, se nota que aman y practican el fútbol porque ¡Que nalgas tan paraditas tienen por Dios!. En fin, no me quiero seguir desviando por las ramas.
Cuando llegamos a Buenos Aires, rentamos una casa en los suburbios, en una zona tranquila de la localidad de Adrogué. Yo siempre he sido bueno socializando y al poco tiempo ya trataba a todos los vecinos, especialmente a Walter mi vecino de al lado.
Walter tiene 40 años, pero como toda su vida ha trabajado en el área de la construcción, su cuerpo es fornido, brazos músculosos, es velludo y tiene un paquete que hace juego con el gran culo que se gasta jugando fútbol desde niño.
Al igual que yo, está casado y con hijos aunque no viven con él. Mi Vecino siempre se mostró como el macho alfa, que hacía chistes sobre los homosexuales y que les gustaba hablar de las jovencitas que se cogía a diario. Por eso ni en mi sueño más remoto se me hubiera ocurrido lo que pasaría unos años después.
Vivir cerca y compartir casi los mismos gustos en cuanto al fútbol, mujeres y música hacía que cada vez que nos veiamos Walter y yo siempre teníamos algo para charlar y con el tiempo nos volviamos más cercanos.
Una noche nos reunimos a tomar unas cervezas en mi casa, da la casualidad que nuestras parejas ambas trabajan en el área de la salud y algunas veces coincidían con el turno noche, cómo ellas llegaban tan casadas nosotros no teníamos tiempo de tomar una cerveza o poner música con frecuencia. Por este motivo aprovechamos cuando ambas coincidían en un turno nocturno y formabamos la rumba.
Esa noche estábamos muy borrachos y mientras conversabamos de cualquier tema no pude evitar quitarle los ojos de encima al paquete que sobresalía entre las piernas de Walter. En ese momento usaba unos shorts deportivos muy cortos y podía contemplar las piernas marcadas que tenía. Me quedé por varios segundos mirando la zona sin darme cuenta que Walter ya lo había notado, él tomó su mano y se tapó mientras me decía:
-«Che, sos puto vos qué no paras de verme la pija?». Me decía con un tono incómodo
-No amigo, discúlpame es que me sorprende lo grande que es jajaja ojalá Dios hubiera sido más generoso conmigo.
Tomé mi mano y me agarre el pene sobre el pantalón para que se hiciera una idea y ambos reímos. Retiro su mano y tomo un sorbo de cerveza.
-Tampoco estás tan mal boludo, además debes comerte a una que otra minita de vez en cuando porque veo como te miran las vecinas de acá a la vuelta.
-No chamo, con el trabajo no me quedan fuerzas de nada aunque si tengo unas ganas de dar una culiada que me deshidrate jaja.
Al poco tiempo se terminaron las cervezas y él se fue a su casa. Yo me quedé muy cachondo imaginando su verga y pensando cómo me lo cogía. Esa noche me masturbé pensando en él y me quedé dormido casi que al instante.
Pasaron los meses y seguíamos conversando y nuestras esposas también se llevaban bien así que nos reuniamos con frecuencia.
El 8 de noviembre de 2021 fue la fecha que no olvidaré jamás. Ese día mi esposa tenía turno temprano y fui a acompañarla a la parada de colectivos (cómo llaman a los autobuses en Argentina) y a mi regreso vi Walter que estaba reparando su bicicleta en el frente de su casa, nos saludamos y entré a la casa.
Aproveché que estaba solo y que no trabajaba ese día y puse una película de porno gay, desde mi joven siempre he consumido porno gay y nadie lo sabía hasta ese día. No sé por qué pero me excita mucho ver a un musculoso cogiendo a un jovencito. Mientras me desvestía me imaginaba a Walter y me ponía aún más caliente. En ese momento tomé un dildo de mi esposa y empece a jugar con mi culo, tantos años jugando a escondidas con este que no era difícil meterlo al tiempo que miraba el vídeo y gemía de placer. Yo estaba seguro de que el punto G masculino no era un mito y que en el ano se concentra el cielo.
Una sombra en la ventana me trajo a tierra y cuando miré detalladamente no había nadie. Al poco tiempo, tocan la puerta. Yo me puse un bóxer y me cubrí con una toalla y fui a abrir. Era Walter y me venía a avisar que había dejado la reja de la casa abierta. En eso antes de despedirse me dice en vos baja señalando mi verga:
-«¿Necesitás ayuda?»
Esa pregunta me descolocó y me asuste un poco. Yo le respondí:
-¿Es broma no?
-Para nada, te vi por la ventana y veo que tu ojete quiere pija. El otro día no dejabas de mirar la mía así que para estamos los amigos, para ayudarnos.
Seguía en stock pero le dije que pasara, finalmente una de mis fantasías se iba a hacer realidad y no lo podía creer. Pasamos al cuarto y la película seguía reproduciéndose, vi la ventana abierta y comprendí que había sido espiado. En eso la escena de la Película muestra al musculoso dando una buena chupada de culo al jovencito y Walter me sorprende quitándome la toalla y el boxer de forma brusca. Estaba igual de caliente que yo, me puso de espalda y me chupo el culo. No tenía ni la más remota idea de cuánto placer podía sentir, cada vez metía más su lengua en mi agujero y yo temblaba como perra en celo. Inmediatamente, siento su dedo grueso moviéndose dentro de mi mientras que apretaba una de mis nalgas con su otra mano. Sacaba el dedo y se lo saboreaba mientras comenzaba a tocarse su pene que ha estaba duro como un piedra.
-¡Cógeme ya por favor!. Le supliqué a Walter. Lo único que quería era sentirlo dentro. Lo desvestir, me puse de rodillas y le abrí mis nalgas con mis manos para que pudiera ver mi culo lubricado.
No lo dudó y sin previo aviso me metió todo su pene grueso en un solo movimiento. Que dolor tan fuerte pero después de cada embestida se convertía en placer. Sin saberlo, tantos años estimulando mi ano que ya lo había preparado para ese momento. Así que el dolor duro muy poco.
-«¿Querías mi pija putito?». Me decía Walter mientras me cogía
-Sí muchísimo, y ahora quiero tu leche dentro de mí.
Ambos estábamos tan pero tan calientes que no practicamos varias posiciones como haría una pareja normal. Era como si teníamos miedo de cortar ese placer inexplicable que estábamos teniendo y que al ser prohibido nos daba más morbo.
Al poco tiempo siento que chorros de leche empiezan a salir de mi verga: estaba teniendo un orgasmo sin ni siquiera tocarme el pene. Manché toda la cama mientras gemía y le pedía a Walter que no se detuvoera. Él se dio cuenta de que me había hecho acabar y se puso aún más caliente de lo que ya estaba y empezó a cogerme con más fuerzas, cada embestida sentía como perforaba mis entrañas y como lo estaba disfrutando. Un minuto después ya tenía todo mi agujero lleno de leche y ambos estábamos sudados y jadeando.
Al sacar su pene dentro de mí la leche de Walter no dejaba de salir y mis piernas seguían temblando.
-Listo compa, te llene el orto de leche.
-Gracias amigo. Le dije mientras sonreía, estaba en las nubes.
Él seguía acostado en la misma cama conmigo, agarró un cigarro y empezó a fumar mientras me decía:
-Yo también veo videos de putos, lo disfruto. Nadie lo sabe claro. Siempre he querido tener sexo anal con mi esposa pero la conchuda no quiere. Cuando te vi por la ventana metiéndote el coso ese en el orto me puse caliente amigo. Nunca me había sentido así.
-Yo tampoco y no creo que signifique que seamos putos, simplemente disfrutamos juntos como cualquier juego o comida entre amigos.
Nos levantamos sin ningún arrepentimiento y nos fuimos a duchar juntos. El me apretaba las nalgas y yo tocaba sus brazos. Nunca nos besamos no nos dimos muestras de cariño, solo era sexo pero me pidió que se la chupara, como nunca lo había hecho antes me parece que no fue la mejor mamada que tuvo pero terminó corriendose en mi boca y fue muy rico. No podía creer que estaba saboreando el semen de otro hombre.
Luego de vestirnos, Walter se fue y desde ese día tenemos sexo a escondidas cuando nuestras parejas no están. Las seguimos amando pero él necesita mi culo y mi culo su verga.
Desde ese día hasta hoy solo puedo pensar en cuántos hombres casados que aparentamos ser machotes y nos encanta el porno gay y la sodomía a escondidas. Que llamamos putos a otros pero a puertas cerradas sabemos que un orgasmo prostático es la gloria. Que disfrutamos coger con mujeres pero no desaprovechamos sacar nuestros más ocultos secretos con otro hombre.
Fin.
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Hola Juan, que buen relato me gustó mucho me hice una paja muy buena. Acá también venezolano viviendo en argentina.
Lo ultimo que comentas es cierto es la gloria.
Saludos.
Gracias chamo. Lo mejor fue vivir ese momento y poder contarlo acá.