Mi vecino el cachas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por BulletsnHearts.
Hace dos años, residia en un conjunto de apartamentos, donde de vez en cuando me encontraba con un hombre de alrededor 26 años, teniendo en cuenta que yo tenía 22, ni siquiera me dirigía la mirada.
Con los días me di cuenta que la ventana de mi habitación tenía vista panorámica a la cocina de su apartamento. Muchas veces le veia pasear sin camisa alguna, observando su torso musculoso y tonificado.
Una noche, estaba tan cachondo que comencé a masturbarme viendo una porno en internet, sin darme cuenta había dejado las cortinas abiertas, y para lo que pensé sería mala suerte, él me estaba mirando desde su apartamento.
Para mí se cortó el rollo y dejé de masturbarme, subí rapidamente mi pantalón y me quedé frío. Pero en un instante se abrió la cremallera de su chaqueta dejandome ver que no tenía ninguna camisa debajo y me miró deseandome. Yo, un hombre blanco de 1, 75 de altura y algo guapo (al parecer de mucha gente), sentí que quería decirme algo, así que me bajé muy despacio la cremallera del pantalon y saqué mi polla, erecta y mojada.
Él sonrió y comenzó a tocarse la entrepierna, se masturbaba sin necesidad de quitarse su sudadera.
Se sacó su polla, blanca, dura y larga.. se veía deliciosa y me provocaba serios deseos de deborarla, lamerla hasta sacar todo su delicioso jugo. Volví a cerrarme la cremallera y salí de mi apartamento hacia el de él.
No me demoré nada, estabamos muy cerca.
Cuando entré me recibió desnudo, su cuerpo era mejor de lo que me había imaginado.
Comencé a besarle la boca rápido pero disfrutando cada mordida de labios, mis manos se movieron por sí solas y llegaron hasta su polla, se sentía caliente y gorda.
Dejé de besarlo, mi lengua sabía lo que quería, y sin dudarlo hinqué el pié en el piso alfombrado de su casa.
Comencé a chuparsela hasta mas no poder, era salada pero dulce, entre blanca y rosada. Sabía como la mismisima gloria.
Él gimió incontables veces, cada expresion de placer me la ponía más dura, él no resistió más y comenzó a susurrarme entre gemidos "Ya… para… para!". Sabía que se iba a correr pero quería resibir todo lo que tenía para darme, y se la chupé con más ganas, hasta que se corrió en mi boca entregandome un gemido de placer máximo.
Me tomó del cuello de la camisa y me puso de pié, me comió la boca a besos con todo y semen incluido. Luego me empujó contra la pared más cercana e hizo lo mismo que yo.
No solo tenía la polla más deliciosa que había probado, sino que además sabía comerme la polla de muerte!
Despues de que me la comiera por cinco o seis minutos que me resultaron eternamente exitantes, ya tenía la polla lo suficientemente dura como para tumbarme al suelo y petarme el culo.
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