Mi vecino el estilista
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por morochouruguayo.
Me llamo Luis.
Siempre era muy común ver a aquel chico (Diego) de nalgas hermosas y de buen cuerpo ejercitarse en una pequeña playa de Montevideo donde yo vivo. También escuche que era estilista y gay.
A pesar de que me sentía atraído por el internamente me moría por poseerlo pero mis prejuicios eran más fuerte, el es un vecino y todos saben que es gay, por lo cual solo conversaba cuando había oportunidad de hacerlo con el y un día sin proponerlo coincidimos en una fiesta algo lejos de donde vivimos. Ahí conversamos, me dijo sus gustos e incluso su atracción por los hombres, hasta finalizar diciendo:
– Tú por ejemplo, me gustas mucho, y agrego que no estaría en paz hasta lograr tenerme en su cama.
Yo había ido con una pareja de amigos, al final de la fiesta se fueron hacer sus cositas y me quede solo y sin locomoción para regresar a casa.
Pero amigo en común entre Diego y yo, iba cerca de donde vivamos solo que nos explico que nos dejaría en el acceso al balneario, pues tenía un poco de prisa por llegar, a lo que dijimos ambos que estaba bien.
Al decender del auto, empezamos a caminar por la calle desierta y pasamos por una casa que tenia mucho tiempo abandonada, estaba en ruinas y en interior ya había hasta árboles y maleza. Poco antes de llegar a la puerta, me tomo la mano y me llevo suavemente al interior de esta.
Estando dentro, bajo el cierre de mi pantalón y sin que yo opusiera resistencia saco de entre mi ropa interior mi aun flácido pene y empezó a acariciarlo, luego a lamerlo lentamente y a saborear el líquido pre seminal que salía como miel de la punta de mi ya bien parada verga.
Posteriormente bajo su pantalón ajustado y dejo ver sus ricas nalgas que tantos suspiros secretos me habían arrancado. Coloco el condón en la punta de mi verga y empezó a ensalivar su culito poco a poco, me chupo un dedo hasta dejarlo también ensalivado y lo puso en su ano para que yo mismo empezara a dilatarlo y para entonces yo estaba hirviendo de caliente.
Cuando sintió que era el momento apropiado paro su culo y me lo ofreció:
-Ahora, entra, poco a poco, después cuando sientas que estoy acostumbrado a tu verga, porque la tienes muy grande y gruesa, haces lo que quieras, me la metes fuerte, hasta los huevos si quieres, ven, dámela.
Sumiso, como un esclavo le hice caso, se la deje ir despacio, y después fuerte, hasta arrancarle quejidos, como queriendo protestar pero a la vez agradecer de lo que le estaba haciendo.
Cuando sintió que faltaba poco para que me acabara, se desmonto de mi palo, le quito el preservativo, para empezar a darme la mamada mas rica, pues me chupo desde el culo, paso por mis huevos y disfruto como nadie de toda mi verga de 20 centímetros y que después le lleno de leche la garganta, pero no por mucho tiempo, porque de un solo trago, acabo con ella. Acomodo mi ropa, la suya, salimos del lugar sin pronunciar palabra y sin volver a tocarnos ni a mirarnos, cuando estaba cerca de mi casa solo le dije adiós y el contesto con un hasta luego.
Este encuentro hasta ahora no se repitió, pero no pierdo la esperanza de volver a tenerlo, abrazando mi verga con su culo, con su boca, con la mano y acabarme dentro de el, aunque sea también dentro del condón.
Es evidente que me quede con muchas ganas de ese hermoso culito, lo veo en el barrio, haciendo mandados o en el ómnibus y siento que mi verga reacciona.
Estoy dispuesto a encararlo en cualquier momento, deseo con muchas ganas volver a cojerlo.
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