Mi vecino marroquí
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Teodoro, soy uruguayo, aunque vivo en España muchos años, vine cuando tenía 21 ahora tengo 34.
Vivo en una urbanización en Alcorcón.
Pegado a mi apartamento vive un matrimonio marroquí, muy buenos vecinos.
Al poco de llegar nos hicimos amigos con Tuffic, un hombre de mi edad, alto, fuerte y su mujer Nair, todo lo contrario a él.
Es de baja estatura, unos 28 años, bastante gordita por lo que se aprecia con sus ropas tradicionales.
Lo que más llama la atención son sus caderas anchas y sus nalgas redondas y grandes.
Muchas veces Tuffic me invitó a su casa a tomar te con dátiles, y nos pasamos un buen rato hablando de todo un poco.
Yo le he invitado con mate, le expliqué un poco su historia, y por lo que me dice no le desagrada.
La mujer de Tuffic varias veces me a invitado con Cus Cus, una comida tradicional de ellos.
Yo la miro a Nair y realmente es una mujer que a pesar de ser gordita, se le ve atractiva.
Una tarde me llama Tuffic a su casa y estaba sólo, me dijo que su mujer había ido a casa de unas amigas con su hijito de unos cinco años.
En el derrotero de la conversación me dijo que porque no estaba casado, y le dije que todavía no quería compromiso con ninguna mujer, que me sentía muy bien así sólo.
Y riendo le dije que me gustaría tener una mujer marroquí, «pero tienes que hacerte musulmán», me dijo.
Yo me reí y le dije que no me iba a meter en una religión para tener mujer, ya que yo no creo en nada.
Tuffic se rió y me dijo, «entonces un hombre», dijo entre sonriente y serio.
«Como un hombre, yo no soy maricon, me gustan las mujeres», le dije sin entender que me quería decir.
Hasta llegué a pensar que Tuffic creía que yo era maricon.
«No, tú no me entendiste, hay hombres en mi país, que aunque sean casados, les gustan los hombres también, y después de un tiempo de tener relaciones, le entrega la mujer a su amante», me dijo ya serio.
«A ver si te entendí bien.
Supongamos que vos sos esa clase de hombres, después de un tiempo que otro hombre te folla, le das a tú mujer para que la folle también?», le dije sin poder creer lo que Tuffic me decía.
«Exacto, has entendido muy bien», dijo mirándome fijo, sin decir más nada.
«Pero.
vos sos esa clase de hombre?», le dije con un poco de miedo que lo tome a mal lo que le dije.
«Dejarías de ser mi amigo si yo fuera así?», me dijo pasando su mano con timidez por mi pierna, subiendo hasta donde estaba mi pija.
«Bueno, si después me puedo follar a Nair, no, no me molesta», le dije dejando que Tuffic acaricie mi pija por sobre el pantalón.
Tuffic empezó a mordisquear mi pija siempre dentro del pantalón, «se está poniendo dura», me dijo y la siguió mordisqueando.
«Y esto ya lo hiciste antes, alguien más se folló a Nair?», le dije sacando mi pija y dejando que Tuffic la empiece a chupar.
La verdad que la chupaba muy bien, yo le acariciaba la cabeza a mi amigo mientras el pasaba su lengua por toda mi pija y la metía hasta su garganta.
«Vamos a mi dormitorio», me dijo dejando de chupar mi pija.
Nos levantamos del sillón y nos fuimos.
Yo le apretaba sus nalgas, «que rico culo se nota que tenes», le decía ya que sentía sus nalgas duras.
«Más te va a gustar cuando lo estés follando», me dijo y se sacó su pantalón, acomodandose en el borde de la cama, sacando bien su cola para afuera, bajando su cuerpo y abriendo sus piernas.
«Nunca nadie se folló a Nair?», le dije acomodando mi pija contra su ojete.
«Sí, haaaaaa, haaaaaaaaa», gemia Tuffic mientras le iba metiendo la pija en el culo.
«Si, cuando recién nos casamos, un amigo que me follaba a mí, luego la folló a ella, que la hizo sufrir mucho, ya que la pentro por su culo y su polla era el doble de grande que la tuya», decía entre gemidos Tuffic.
«Fue el primero que se la metió por el culo a tú mujer?», le dije a Tuffic agarrando su cintura y me movía haciendo que mi pija salga y entre de su culo.
«Sí, mi amigo le rompió su culo», decía sin dejar de gemir mientras lo cogía.
Yo me imaginaba a Nair en cuatro patas y yo cogiendo ese culo gordo que tiene mientras lo seguía cogiendo a Tuffic y escuchaba sus gemidos de placer.
«Estas disfrutando Tuffic?», le decía metiendo bien adentro mi pija y la movía para los costados.
«Sí, haaaaaaaaa», gemia Tuffic.
Le saqué toda la pija y le eché saliva en el ano y se la volví a meter toda, viendo como arqueaba su espalda y daba un fuerte gemido de placer.
«Me gusta como me follas», dijo Tuffic moviendo su cola y haciendo furza con su cuerpo para atrás, haciendo que le entre toda la pija en el culo.
«Vos no vas a acabar?», le dije cogiendo más fuerte su cola.
«No, esta noche le hago el amor a mi mujer», dijo entre fuertes gemidos, escuchando el sonido seco que hacia su cola contra mi cuerpo cuando se la metía bien adentro.
«Tuffic, me voy a correr, Tuffic, te voy a llenar el culo de leche», le dije metiendo lo más adentro que pude mi pija en su culo y dando fuertes gemidos me empecé a acabar.
Pensar que en cualquier momento le iba a estar cogiendo el culo a Nair, hacía que me acabe más fuerte.
Escuchaba los gemidos de Tuffic y mis propios gemidos, no podía dejar de mover mi pija dentro de su culo.
«Cuando me voy a poder follar a Nair, cuando voy a follar a tú mujer?», le decía apretando los dientes y moviendo mi pija dentro del culo de Tuffic.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!