Mi vecino necesita ayuda
levantó un poco el corpiño y llevó su boca hasta mis pezones; mis manos se fueron a su miembro que no era grande pero estaba bien duro.
La nueva casa era aún más discreta, en un barrio un poco alejado y en un pasillo al fondo, me daba privacidad. Con una amplia habitación muy luminosa, era ideal para tener un ropero que volví a completar con la ropa femenina que tanto me gusta. Pero esta vez se intensificó algo, empecé a sacarme fotos y editarlas un poco, llegué a tener más de 200 fotos mías en ropa interior femenina y usando calzas, vestidos, remeras y un sinfín de atuendos de mujer.
Mi nueva pareja casi ni visitaba mi casa, la suya era más cómoda y yo no tenía inconveniente en ir; nos habíamos puesto días, martes, jueves, sábados por las noches yo me quedaba en su casa, lunes miércoles, viernes y domingos cada uno en la suya y casi ni nos veíamos en esos días, lo que me daba la libertad de hacer lo que quisiera, obvio que trabajaba, pero manejaba los tiempos.
Un sábado por la mañana un vecino me toca el timbre para ver si podía repararle un electrodoméstico que se le había roto, era un hombre mayor que yo, de unos 65 años, vivía solo y no sé por qué, tuve la intuición que podría tener sexo con él, lo que le dio cierta adrenalina al trabajo, le dije que sí, que en media hora estaría por su casa; fui a mi habitación derecho a buscar con qué seducirlo, por fuera debía ser normal, como un hombre, pero dado que hacía calor, con un pantalón corto y una remera bastaba, pero debajo llevaría una tanga roja, sólo tendría que ingeniármelas para que la notara, algo que no me resultaría difícil.
Ni bien llegué a su casa Oscar me hizo pasar a un galpón del fondo donde tenía un frízer viejo que no funcionaba, me puse a investigar mientras charlábamos y me contaba que tenía una reunión con la familia y por eso quería que anduviera, me tuve que tirar al piso y fue el momento justo para que la remera se me subiera un poco y el pantalón dejara entrever un elástico de la tanga, en ese momento me ofreció algo fresco que fue a buscar a la casa y yo tirado boca abajo, bajando apenas el pantalón y que además se metía entre mis glúteos marcándolos, cuando volvió no dijo nada y me acercó una lata de cerveza
-Mejor primero termino el trabajo, si empiezo tomando la cerveza la heladera no va a arrancar nunca
-¡Eh! Un poquito no te va a hacer nada, después la terminás en casa. Me dijo
Entonces me di cuenta que ya había mordido el anzuelo. Me senté y al moverme la remera se desacomodó un poco y dejó ver que estaba usando corpiño, yo sin mirarlo traté de disimular lo que había pasado; charlamos algo sobre mi trabajo:
-No sabía que tenía tan cerca alguien que reparara heladeras, menos mal que me dijo la panadera y te pude encontrar. Dijo
-Lo que pasa que soy nuevo en el barrio, hace menos de un año que estoy acá.
-¡Ahhh! Entonces no te conoce casi nadie. Respondió con cierto grado de satisfacción
-¿No, por? Dije un poco incisivo
-Por nada, digo que no sabía.
Bien, todo estaba listo, sólo tenía que buscar la forma de abordarlo, pero eso sería en la casa, por lo que volví a mi trabajo tirado en el suelo, me ofreció cambiar la heladera de lugar, pero le respondí que no hacía falta, que ya terminaba. Pusimos la heladera en marcha y le dije mientras me levantaba del piso:
-Ahora hay que esperar un rato para ver cómo funciona.
-Bueno, terminemos la cerveza en casa que acá hace mucho calor. Comentó mientras salía delante de mí
La casa estaba con las ventanas cerradas, digamos que poco iluminada, fresca, agradable; me invitó a sentarme, él se sacó la camisa resaltando el calor que hacía y me invitaba a ponerme más cómodo.
-Gracias, estoy bien. Le respondí mientras me acomodaba un poco, tocando mis senos.
Empezamos una charla muy general sobre nuestras vidas, Oscar iba contando muy poco sobre él pero con la intención de que yo le contara sobre mí y obvio que lo hacía sin tapujos, aunque siempre en una nueva relación no cuento toda la verdad. La cerveza se acabó y vino con otra:
-No gracias. Le dije
-Dale, al menos compartamos una, hace calor y no te vas a emborrachar. Dijo mientras la abría y servía un poco en mi vaso y otro en el suyo
-La verdad que es un día de mucho calor hoy.
-Ponete cómodo, si querés te podés sacar la remera.
-No sé si te va a gustar, mi ropa interior no es la de hombre. Me animé a decirle
– ¿Y qué usás, ropa de mujer?
-Sí, la verdad que me resulta más cómoda
-Mmmm, no te creo, a ver cómo te queda.
-Mmm, no sé, ¿seguro?
-Nunca vi un hombre con ropa de mujer. Dijo algo nervioso
Entonces me paré y me saqué la remera, Oscar clavó su vista sobre mis tetitas que llenaban el corpiño.
-Te queda bien, es lindo. Comentó tratando de ocultar cierto entusiasmo. – ¿Y también usás bombacha?
Yo ni respondí, solo dejé caer el pantalón y mostré mis nalgas que no tardó en acariciar y mientras alababa como me quedaba me guió hasta una especie de distribuidor que tenía frente al baño y la puerta de las habitaciones, en una de sus paredes había un gran espejo, entonces empezó a manosearme todo; levantó un poco el corpiño y llevó su boca hasta mis pezones; mis manos se fueron a su miembro que no era grande pero estaba bien duro y despacio fui desabrochando su pantalón para en unos segundos quedar de rodillas saboreando su pija de forma que su calentura lo hizo gemir:
-Uhhh, que bien la chupás, me encanta. Exclamó
Entonces, tomando sus nalgas lo atraje más hacia mí para que su corta pija llegue hasta el fondo de mi garganta.
-Pará, me vas a hacer acabar. Yo sólo lo miré a los ojos y aceleré mi cabeceo hasta que sentí como su semen bañaba mi lengua.
-Sos increíble, nunca me la mamaron así, sos el primer hombre con el que estoy.
-Gracias, eso es un halago para mí.
-Nadie sabe de vos así, ¿no?
-Para nada, solo lo hago puertas adentro. Dije mientras nos vestíamos y volvíamos a la mesa a terminar lo que quedaba en los vasos, charlamos un poco más y me fui no sin darle antes el número de mi celular para que me localice cuando lo desee.
Sólo le envíe un mensaje cuando llegué a casa diciendo que lo había pasado bien, sé que les gusta eso a los hombres. Una semana después me estaba contactando nuevamente, para que lo visite y ahí fui, esta vez me llevó directo a la cama y jugamos con un consolador que tenía y él usaba con las mujeres, me dijo.
La relación con Oscar aún sigue, pero su miedo porque lo descubran con un puto es muy grande y cada tanto desaparece un tiempo, cuando iniciamos y mientras vivía a la vuelta de su casa digamos que nos veíamos al menos una o dos veces por mes, al final le encantaba venir y luego de un buen franeleo ponerse en 4 patas y que yo le chupara la cola los testículos y la pija, lo arrimé varias veces, pero no pasa de eso.
Siempre me dijo que yo era su único hombre, nunca se lo creí, me resultaba raro que un italiano venido de chico, de más de 70 años se caliente conmigo sólo por ver mi tanga y me coja seguido, en algún momento llegamos a dos veces por semana y él me declaró que yo le gustaba mucho, creo que eso mismo lo hacía alejarse, por otro lado no le gustaba hablar de su niñez o por qué se había venido de su Italia natal. Cuando desaparece lo extraño un poco.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!