Mi Vecino Tomás (Primera Parte) Relato real
Aburrido, deprimido y caliente tras terminar mi relación descargué Grindr solo para encontrarme a mi vecino y terminar chupando la verga más grande que he visto..
Hola me llamo Jorge y soy de la Ciudad de Guatemala, tengo actualmente 25 años pero esto pasó hace 2 años a mis 23 años con mi vecino Tomás de 36 años. Yo activo, soy alto de aproximadamente 1.80, piel bronceada, algo robusto y tengo una verga promedio de unos 16 cm. Tomás era un hombre moreno, pelo corto y de baja estatura unos 1.60 m) pero compensaba con la gran herramienta que traía entre los pantalones y con sus redondas nalgas paradas.
En medio pandemia en el 2020 por culpa del encierro y la distancia terminé la relación más larga que había tenido (4 años). Aburrido y queriendo distraer mi mente decidí volver a descargar Grindr tras cuatro años de no usarla. Entre chat y chat lograba distraerme de los pensamientos de la ruptura. Hablé con varios chavos y nos mandamos varios nudes pero realmente aún no me animaba a verme con nadie más pues a penas llevaba dos semanas de terminar mi relación. Sin embargo aquella noche de Septiembre algo curioso llamó mi atención, era una notificación con el nombre Tomás.
Al abrir la foto lo pude reconocer inmediatamente, era mi vecino. Vivía a a una cuadra de mi casa. Aunque tenía 36 años se veía mucho más joven, incluso su cara era como la de un adolescente. Entonces me habló.
—Hola —me dijo.
—¿Qué tal? —respondí.
—Aquí con muchas ganas de mamar verga.
—Yo igual
—Parece que estamos cerca jeje
—Sí así veo.
Aunque aun no me había animado a salir con nadie, sentí un gran morbo al pensar en que era mi vecino que había visto de años. Llevaba ya mucho tiempo sin sexo y las ganas me ganaron. Entonces le pregunté si podía llegar, a lo que él me dijo que sí en tanto llegara más tarde cuando todos estuvieran dormidos.
Así fue, espere hasta las 11 de la noche para que me llegara un mensaje de él diciendo que nos juntáramos en el parque que dividía a ambas cuadras. Yo no lo dudé ni por dos segundos (vivo en un vecindario cerrado, muy seguro) por lo que salí de mi casa y caminé al parque. Entonces lo vi. Con las manos temblorosas y el corazón latiendo a mil por hora me le acerqué.
—Hola —me dijo con una sonrisa
—Hola, ¿cómo vas?
—Emocionado jeje ¿Entonces? —me preguntó, tomando mi mano.
Yo bajé la mirada para verle el bulto. Se veía muy grande, aunque claro tenía un pants de tela muy delgada.
—Démoselo —le dije.
Caminamos hasta su casa y el verificó nuevamente que todos estuvieran durmiendo antes de hacerme entrar.
—Pasa —me dijo—. Solo trata de no hacer ruido.
En la oscuridad caminamos por la sala de su casa y ya detrás de las escaleras me llevó hasta el patio de atrás.
—¿Estás seguro que no van a bajar? —le pregunté, observando todo a mi alrededor verificando que estemos solos.
—Si mano, mi mamá ya es una señora grande. Ya no se despierta hasta mañana.
—Va demósle.
—Va pues —me dijo, sonriendo.
Entonces puso su mano sobre mi pants, tocando mi pene el cual en menos de dos segundos ya estaba duro como una piedra. Yo hice lo mismo con el suyo y al tocarlo pude confirmar lo que pensaba, era grande. Mucho más grande que el mío.
—Tenés muchas ganas, no? Jejej —me preguntó, mientras yo aún temblaba de los nervios.
—Es que tengo mucho de no hacer esto.
—Solo disfrutalo.
Procedió a besarme mientras aun por encima de la ropa me tocaba el pene. Yo ya estaba al mil. Mientras pasaba a lamer mi cuello sacó mi pene de mis pantalones y los bajó hasta el piso. Mientras yo trataba de no gemir con Tomás masturbandome también decidí meter mi mano en su pants y sentí aquella enorme verga flácida.
—Puta, que grande la tenés —le dije.
—Vos no te quedás atrás.
Sí, mi verga no era pequeña, pero la suya bien era casi el doble del tamaño de la mía, y eso que aún no estaba dura. Le baje el pants y comencé a masturbarlo. Poco a poco su verga iba endureciendose mientras la mía ya estaba llena de líquido preseminal, lo cual toma aprovecho para pasar sus dedos sobre mi glande lubricado con mis fluidos. Yo hacía mi mayor esfuerzo por no gritar del placer. Entonces de un momento a otro sentía que ya me iba a venir pero no quería hacerlo. Quité su mano de mi pene y me puse rodillas para darle una mamada.
Aunque había muy poca luz bien pude admirar aquella hermosa y enorme verga. Aunque parecía no poder pararse por completo ya estaba bien húmeda. Sin dudarlo ni por un segundo me la metí a la boca y comencé a mamar. Escuchaba cómo él gemía mientras daba círculos sobre su glande con mi lengua.
—¿Si te gusta? —le pregunté, notando que no se paraba.
—Sí, me fascina —decía el gimiendo—, pero cuesta que se me pare.
Yo era activo, eso no era problema para mi. Pene era pene, flácido o duro y con el tamaño del de Tomás mamarlo era más que un placer. SEguí chupando por un buen rato, pasaba mi lengua por sus testículos depilados y luego volvía a su enorme glande. Así pasé unos buenos 10 minutos, disfrutando de aquel gran pene y posando mis manos sobre sus nalgas redonditas.
Entonces me puse de pie y solo le dije: Te toca
Él sonriente se puso de rodillas y me dio una de las mejores mamadas que me han dado. Se la metía hasta la garganta y regresaba mientras me acariciaba los huevos. PAsaba la punta de su lengua sobre la punta mi pene y yo trataba de contener mis gemidos.
Entonces de un momento a otro lo volví a sentir.
—Ya… casi…. —dije apenas pudiendo hablar del placer mientras el me masturbaba aun con mi verga en sus labios.
Tomás escuchando mis palabras se metió mi verga hasta la garganta, topando mis huevos con su barbilla y sin contenerme más tuve uno de los mejores orgasmos de mi vida. Solté cuatro grandes chorros de semen directo en su garganta. Luego de eso Tomás lamió mi pene ya flácido asegurandose de no dejar ni una sola gota de mi semen.
Naturalmente quise devolverle el favor y me agache, sin embargo el solo me tomó y me dijo:
—A mi me cuesta mucho terminar, no te preocupes.
—¿Seguro? —le pregunté—. ¿No querés que lo inenté?
—No voy a poder —dijo sonriendo—. Pero no importa, ya con mi lechita calientita que me tomé me puedo dormir tranquilo.
Le di un beso a su pene y me puse de pie. Entonces salimos de su casa.
—A ver que día se repite —me dijo.
—Tal vez podemos hacer más otro día.
—Eso sería rico.
Me despedí de Tomás y me fui a mi casa, pero seguimos hablando los días posteriores y nuestras sesiones de sexo no se quedaron hasta ahí…
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