Mi vida (2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Fue en una época de calor que la gente tenía que vestir ropa ligera que pude a mis escasos 5 añitos lucir ese tipo de vestimenta, mi nana me vestía con dulzura y de ello se daba cuenta Alexander, miraba mi pene y mi culo blanco mojado de la ducha, mi cuerpo lleno de talco y perfumado, se reía seguramente recordando lo que habíamos hecho hace pocos días.
Cuando quedamos solos, jugamos a las escondidas, corrí al armario grande y me siguó, hasta que nos encerramos, nuestros alientos se hacían grandes en nuestros pechos, me hizo señas de silencio me dio un beso con babas en los labios, me hice para atrás y me sobé los labios, no me gustó lo que hizo, salimos del armario, corrió al pasillo y regresó diciendo que no había nadie, todos estaban en la planta baja.
Me cogió suavemente del brazo, me puso delante y él detrás iba abrazándome con los brazos adelante, su cabeza sobre mi hombro que sentía su respiración para sobarme su cadera en mi culo, creo que sentí su pene rozándome, me condujo a mi cuarto que cerró con seguro, me sentó en la cama y me bajó rápidamente la pantaloneta, me asusté y me dió recelo cuando vi mi pene descubierto y agachado, sin embargo pese a la verguenza me dejaba hacerlo como una oveja, sólo me limitaba a ver lo que me hacía juegos con sus deditos en mi pene y mis pelotitas, le pregunté que hacía y me dijo que era para que se pare, era una "pajilla", no entendía pero sentía rico ya que se me paró me dijo "eres arrechito, se te para rapidito" le pregunté qué era eso y me dijo "niño que le gusta el culeo, como tú, Eduardo" "Yo también soy arrecho" "Te voy a enseñar" "Ahora verás".
Se bajó su pantaloneta y vi su penecito blanco muy recto y duro, comenzó a jugar con él estirandolo y moviéndolo a los costados me dijo agitándose su penecito: "voy a culiarte rico" "déjate hacerlo" "verás que te gusta" "así le harás a tus primas" yo no dije nada porque no entendía eso, recuerdo su mirada inocente pero segura, sus manitos bien limpiecitas que sobaban mis pelotitas, fue la forma tan dulce y tierna cómo me trataba, que luego me dejé acostar boca arriba en la cama, con su mano suavemente que me empujaba, se repetiría la montada de la anterior ocasión pero ahora sin ropa, yo me seguía dejando, ahora sentía su piel sudada en la mía, se montó sobre mí, su pecho me daba a mi boca, su cabeza la doblaba encima de mi pelo y pude ver por un costado cómo su penecito frotaba sobre el mío, él me decía "esto es culiar" "lo que hacemos es culeo" "culiemos edu" "culiemos" "es rico Edú".
Tanto fue el roce mientras me decía eso, y los minutos que estuvimos así, que se nos pusieron rojos nuestros penes y con ganas de ir a orinar, exhalé otra vez mi puje, le dije que se bajara que me dolía mis bolitas, "Ya, ya Alexito, que me duele" "Déjame orinar". Alexander seguía moviéndose hasta que corrió a la ventana a orinar por un costado, lo seguí aún inocente de lo que había hecho y vimos nuestros nuestros descubiertos penes orinando cuidando que no nos vieran, nos subimos nuestras pantalonetas (shorts) él mirándome con una tibia sonrisa, yo viéndolo con una impresión de duda y recelo con algo de verguenza, estaba aprendiendo.
Salimos de mi cuarto como si nada, seguimos jugando, a las escondidas y me dijo que le había gustado besarme en el armario y que lo volvamos a hacer, no sé por qué pero le dije "si, Alexander", me jaló suavente de la cintura sobándome la espalda con una mano y me condujo allá, nos encerramos segundos y nos besamos torpemente botandonos saliba, salimos corriendo limpiándonos nuestros labios, recuerdo que sus labios eran finos como los míos, su piel blanca y suave, confieso que cada vez que me "cogía" me gustaba más lo que hacía porque poco a poco iba descubriendo el sexo.
Se incrementó todo esto cuando a la semana siguiente mi nana con mi mami tuvieron que hacer diligencias y trámites en la capital, dejando a sus hijitos Jaime de 9 años, Alexander de 7 y a su sobrino Wilson de 14 años a nuestro cuidado por dos días y una noche, estando mi papá en casa también a nuestro cuidado, pero esto será motivo de mi siguiente relato.
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