Mi vida (7)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando casi tenía ocho años, mi tío Juan me regaló un perro pastor alemán al que le puse el nombre de “can-can” lo paseaba con Jaime, Alexander y con mi primo Joaquín al parque notamos que el perro se montó sobre una perra y la estaba culiando, nosotros nos reímos al ver como el perro se desesperaba en culiar con rapidez Joaquín chistosamente abría sus piernas arrodilladas al césped y sus manitos apoyadas en el piso en la misma posición que el perro agitaba su caderita culiando en el aire, Jaime se reía mientras que Alexander y yo nos sonreíamos bajando las miradas.
Alexander y Jaime se revolcaban en el césped igual lo hice con mi primo Joaquín que al quedar frente a frente encima de él moví mi cadera y frotaba mi pene vestido en su caderita sin que los otros lo notaran, era un juego infantil pero ya me gustaba mi primito.
Estando de vacaciones en la ganadería de mi tío Enrique, papá de Joaquín, (hasta esa época ambos eramos hijos únicos) vi a las palomas de castilla aparearse y de pronto aparece en cierto momento Joaquín para ver culiando a un gallo y una gallina, le pregunté si sabía lo que era eso y me dijo que no, le respondí que es muy rico, se sonrió, me le acerqué, lo tomé de la cintura, lo abracé, le metí mis manitos por entre el calzoncillo hasta alcanzar su tibio culito y con el dedito le sobaba su rayita, se dejó hacerlo, a mí se me paró el penecito, llevé su cuerpito a mi pecho y cadera culiandolo parado recostado sobre la pared.
Al rato le pedí permiso a mis papás y a mi tío para irne con Joaquín al arroyo que tenía poca agua y que pasa cerca de la casa de campo, aceptaron, y nos fuimos a bañar.
Estando en le arroyo, lo llevé a un lugar un poco alejado de la casa en una vuelta de arroyo, allí bajo unos árboles nos bajamos nuestros pantalones y nos sacamos las camisetas quedándonos en calzoncillos de botones que se fabricaban en esa época, desde nuestras orillas empezamos a botarnos lodo y a limpiarnos en el agua abriendo nuestros brazos apoyados en el fondo y haciendo que nuestras caderas suban y bajen como culiando el agua asi el lodo corría por nuestras piernas y nos gustaba.
Joaquin se acostó boca abajo en la playita de su orilla, sobre la arena, ladeando su carita mostrándome la línea amoldada de su culito se me ocurrió cruzar el arroyo y jugar a las luchas, terminé acostándome encima de su espaldita, se dejó hacerlo, tenía mis brazos estirados sobre la arena, sólo había contacto de mi cadera con mi pene en su culito, le pregunte "¿Te gusta?" me responde "¿Qué" le respondo "esto" moviéndole más mi caderita en su culito, Joaquin me dice "no sé" "¿Qué haces?" me reí, le doy la vuelta, me monto encima de él moviéndo mi caderita para arriba y para abajo y le beso la frente y los cachetes.
Yo me sonreía y miraba su carita extrañado, le dije: "¡Déjame sacarte el calzoncillo!" el respondió "¿Para qué?" le respondí "para culiarte" "¿Que no sabes?" Joaquín me respondió "no" sin más palabras le bajé el calzoncillo, lo puse en el monte y vi su pene arrugado por el agua, con mis manos se lo agitaba y rápido se le paró le hice pajas y su rostro era de sorpresa mezclado con sonrisa de placer, sus manitos tocaban mis bracitos sobándome, lo acosté, me le monté encima y moví mi pene sobre el suyo, le dije: "esto es culiar" Joaquín miró nuestros penes frotarse, bajó su cabecita mirando al cielo yo pegué mi cara a un lado de la suya y le suspiraba al oido tal cual me hacía Alexander para arrecharme o excitarme, tuve miedo que nos vieran y lo llevé al monte tupido, en un área casi limpia cerca del arroyo en donde pusimos nuestras ropas tendidas a manera de cama.
Primero nos acostamos desnudos mirando el cielo con nuestras piernas abiertas viéndonos nuestros penes parados para luego subirme en su cuerpo volviendolo a culiar, me movía tanto que Joaquín pujaba aceleradamente esto me arrechaba más haciendo mi penecito bien parado. Volvi a mi posición, seguíamos viendo ahora el arroyo boca abajo, con mi piecito le sobaba su culito, me miraba y le gustaba, porque no se negaba a todo lo que le hacía, estaba conociendo, le dije: "¿Te acuerdas del can-can cómo le hacía a la perrita?" no dijo nada y se sonrió, le dije: "culiemos como el can-can" le puse mi brazo en su pechito levantándolo y poniéndolo en posición de perrito tal cual había hecho Joaquin en el parque, su culo en esta ocasión sudaba, tenía algo de arena pero ahí le pasé sobando mi pene en su culito, me ardió, con agua le limpié los cachetes del culito limpiando mi penecito sucio, lo puse de nuevo y ahora para ambos fue rico, así lo tuve largo rato diciéndole "culea Joaquin" "culea" movía su cadera y mi pene rozaba la rayita de su culito, fue rico todo, así me lo culié a Joaquin, así aprendió conmigo el significado práctico del sexo, del "culeo" como decimos en mi país suramericano.
Joaquin no decía nada de lo que le hacía, le gustó mucho, lo dejé montarse sobre mi pecho y comenzó a culiarme mi penecito, me voltié y Joaquiín se montó sobre mi culo culiandolo repetidas veces, fue maravilloso lo que hicimos, más lo que pasó esa noche en nuestro cuarto de la cabaña que será motivo de mi siguiente relato.
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