Mi vida desde la infancia y adolescencia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Saludos de Fernando (ferchy).
Yo era un chiquillo en aquella época en que mi padrino invitaba a mi familia a pasar uno que otros domingo en su finca haciendo asados y demás cosas en la fiesta, Jonatahan uno de los hijos de mi padrino que tenía 25 años me invitaba para que le acompañara a cazar pájaros con la resortera, me gustaba estar con él porque me inspiraba mucha confianza y siempre me regalaba cosas como dulces y juguetes por eso lo seguía, caminábamos buen tiempo hasta agotarnos nos gustaba subir las lomas y ver a lo lejos las montañas sentándonos sobre troncos, Jonathan abría las piernas como abanico en mi delante corría la cremallera sacándose por la trusa el pene peludo que tenía lo agitaba hasta ponérsele tieso lo acariciaba suavemente dándome a notar el tamaño, se desabotobana el pantalón corriéndoselo a las rodillas asi se podía ver mejor a plenitud ese pene grueso, lo agitaba con los dedos moviéndolos muy rápido su pantalón llegaba a los tobillos con trusa y toda la expresión de su cara cambiaba, ya lo había visto hacerse varias veces sabía que después lanzaría el semen al piso y se quedaría quieto agitado por un rato, después venía hacia a mi y me corría el pantalón y la trusa frotándome el pene con suavidad haciendo que se me parara, lo quedaba viendo por un rato frotándomelo hasta que ya se ponía rojito y yo le decía que ya, que tenía ganas de orinar, en lo parado que estaba orinando me pasaba la mano por el culo terminábamos riéndonos con la promesa de no contar lo sucedido, fue así que me enseñó a masturbarme.
Hubieron aquellas veces que cuando yo estaba arrimado en un árbol Jonathan se ponía detrás de mi abrazándome diciéndome con voz delicada al oído que no me moviera, ponía su mentón sobre mi cabeza y mi pelo se movía con la respiracón que salía de su boca y de su nariz las manos las pasaba suavemente por mi cintura los dedos hacían bajar la cremallera de mi pantalón con las dos manos deslizaba mi trusa mi culo sentía la carne tibia de su pene que lo recorría hasta pasar por los muslos podía ver sus piernas dobladas rodeando los muslos de mis piernas Jonathan me tocaba el pene, uníamos las mejillas podía sentir lo caliente de su piel y el deseo que le provocaba estar conmigo en esa postura, yo me dejaba llevar por sus instintos, también me gustaba, me lo hacía rico, se cansaba de esa postura y lentamente me hacía acostar sobre el suelo lleno de hojas, a los costados de mi cara estaban apoyadas sobre el piso las manos de Jonathan con los brazos estirados sentía el movimiento de su pene en mi culo me hacía pujar y me decía que me esté quietito que ya mismo terminaba, me resignaba apoyando mi cara sobre las manos en las hojas secas de suelo del lugar apartado y silencioso, rato después el semen chocaba mi piel recorriendo por mi culo allí mismo nos parábamos rápido limpiándome y vistiéndome me pedía que guardaba silencio a cambio de regalos que me daba.
Habían ocasiones que nos escondíamos en una choza en la que se guardaban plásticos, cartones y herramientas agrícolas había un banco en donde Jonathan se sentaba se corría la ropa masturbándose el pene ya cuando lo tenía bien tieso me hacía señas que me quitara la ropa yo le obedecía y quedaba sin ropa del ombligo para abajo luego me deciía que me acerque y me tomaba de la cintura alzándome sentándome en su regazo acomodaba bien el pene y me hacía mover a los costados arriba abajo me abrazaba muy fuerte, así sentía el deseo que sentía por mí en ese momento tan especial entre ambos, hubieron ocasiones en ese cuarto que nos desnudábamos completamente rodando sobre los cartones y plásticos todo lo hacíamos rápido por temor a que nos descubran.
Yo me encontraba jugando en casa cuando escuché el sonido de un auto, se trataba de mi padrino y Jonathan, mis padres lo atendieron cordialmente, mientras los adultos conversaban Jonathan me invitó a pasear en su auto, fuimos a las afueras del pueblo nos detuvimos en una pampa, estaba feliz por el paseo, no perdimos tiempo Jonathan empezó a bajarme la cremallera con el deseo de sacarme el pene tocándolo suavemente hasta vérmelo tieso después me quité la ropa los dos nos tocábamos los penes, me acosté de espaldas sobre el asiento de atrás con la puerta abierta tenía las piernas dobladas recogidas sobre mi pecho bien descubierto mi culo fue en ese lugar que Jonathan por primera vez se atrevió a meterme los dedos por el ano me hacía mover el culo lubricándolo con bastante saliva, de buenas cuentas me molestaba con algo de dolor cuando me los metía me acuerdo que sentí dolor cuando esa cabeza gruesa de su pene trataba de entrar por mi ano me dolía cada vez más su penetrada con ese movimiento de adelante para atrás de mi espalda sobre el asiento del auto, recibía besos por todas mis piernas y por todo mi culo chupaba mi ombligo y de nuevo insistía en meterme el pene yo era sumiso a sus deseos, me hacía gemir y gritar creo que se contuvo y no siguió metiéndome el pene por mi ano porque lo tenía chiquito todavía, de pronto vi como le salió el semen en el suelo agitó su pene hasta que no le quedaba semen apretando su glande saliéndole las últimas gotitas todo lo hacía sin parar de sonreírse en mi delante con mirada libidinosa, se acostó encima quedamos tendidos en el asiento moviéndonos lentamente por un rato luego le mamé por un rato ese pene con semen que se me hacía receloso chupárselo pero me acordaba de los regalos que me prometía y eso me estimulaba, quién podía siquiera sospechar o pensar en nuestras familias que Jonathan me hacía el amor, porque aquello de que teníamos una gran diferencia de edades y Jonathan dismulaba bien sus intenciones conmigo.
Ya tenía once años y aún Jonathan no deseaba que mi pene le roce el culo, eso me traía inquieto por eso lo hice con mi vecino Niver de ocho años cuando llegaba a jugar a mi casa aprovechando el momento en que nos quedamos solamente los dos me aprovechaba del momento y lo hacía entrar en mi cuarto cerraba las cortinas y la puerta lo acostaba en la cama le corría la trusa por las piernas hasta que caiga al suelo después yo me quitaba la trusa le ponía mi pene sobre el culo y se lo movía por rato esa piel suave que tenía le daba gusto y placer a mi pene que al sentirla se ponía tieso, como lo había aprendido de Jonathan,le puse saliva en el culo me ensalivé el pene y el roce era de a mil, era de ver como le hacía mover aceleradamente el cuerpo de Niver sobre la cama lo cogía a lo loco, no le penetraba solo que la saliva de su culo hacía que mi pene se deslice por la piel d elas nalgas de Niver, yo le besaba el pelo tal como me hacía Jonathan realmente Niver era muy lindo tenía unos labios gruesos bien formaditos y una mirada de humildad que dejaba que le hiciera eso sin decirle a nadie lo que hacíamos y estaba seguro que le gustaba que lo cogiera, por eso le daba la vuelta pidiéndole que abriera la boca para que me mamamara el pene a veces me lo hacía torpemente porque no le gustaba, yo poco le exigía, más me gustaba acostarlo boca abajo en la cama poniéndome encima mi pecho sobre su espalda al ritmo de nuestras pelvis hacíamos de cogidas con nuestros penes le enseñé a cogerme por atrás eso a Niver le gustaba mucho.
Ya tenía trece años cuando una vez que estaba de visita en su casa de madera y caña, su mamá se fue con su hermano Humberto de quince años y su hermana Gina de 12 años a ver carga al centro, decidimos encerranos, meternos en su cuarto ya lo tenía cogido por detrás cuando en eso nos ve por unas hendijas Humberto entró que echaba chispas y esperó a que su hermao no esté presente para decirme cosas fuertes con mirada grosera y gestos obscenos llenos de reclamos, pese a todo no le dijo nada de lo ocurrido a su mamá pero más bien cuando estábamos a solas siempre me tocaba el culo yo me quedaba quietito a decir verdad Humberto era igual de hermoso que Niver ya se podía ver musculatura en ese bello cuerpo, no pasó mucho tiempo que me desnudó estando a solas en el cuarto de un primo de Humberto al que coincidíamos en visitar para jugar yo me quedé quieto esperando todo lo que me hacía me amenazaba con contarle todo a mis padres si no me dejaba, me resigné a sentir su pene en mi ano que trataba de entrar con fuerza sus manos recorrían mi cuerpo con furia desesperada todo fue tan rápido que le salió el semen regándolo en un rincón fue de suerte que al ratito llegó el primo.
A veces pasaba por un callejón que daba a la casa de Humberto y me invitaba a entrar me hacía el desentendido me llamaba para que viera su pene abultado forrado por su trusa lo sacaba por una manga y se dejaba ese amoratado glande producto de tanto manoseo, los fines de semana iba a la canchita del barrio a jugar era algo de más de mediodía cuando llegué, pensaba que estaba solo pero vi que de entre los montes salía Niver con su amiguito Luis despeinados que se quitaban la arena y hojas secas de la espalda y que se estiraban las trusas, ya me imaginaba lo que venían haciendo del monte eso me puso muy caliente y no dejaba de mirar sus culos y sus penes que tenían mancha de orina, al rato llega Humberto y otros amigos, se dió cuenta de mi pene y al dismulo lo fue rozando con las manos se percató que le permití esa acción, Humberto inventó un pretexto para que lo acompañe a su casa yo lo seguí no dejaba de mirarle su pene abultado, nos dimos cuenta que nadie estaba en casa abrió con llave me hizo entrar y nos fuimos directo a su cama como rayo nos quitamos la ropa desnudos dando vueltas por la cama deseperado agarré su pene y comencé a mamarselo como me había enseñado Jonathan, Humberto yo nos dejamos llevar por el deseo y le pedía que me hiciera el amor me le estaba declarando como suyo, sin chistar ya tenía mi culo lleno de saliva con el pene que entraba en mi ano decidí soprtarlo todo por mi calentura de ese momento, reaccioné cuando sentí fuertemente el dolor, contraía mi culo, mi ano se resistía a ser perforado pese a mis apretujones el pene de Humberto logró romperme el culo me penetró totalmente con un salvaje mete y saca combinado de sudor angustia y dolor allí quedé por un rato acostado sin poder moverme me resignaba a ver el pecho y estómago de Humberto agitados por la faena se tomaba el pene lleno de semen pasándomelo por la boca con algo de sangre, al rato tuvimos rostros de preocupación como pudo logró lavarme el culo y yo con didficultad llegué a casa con mi culo adolorido encerrándome en el baño para ducharme vi restos de sangre en mi trusa y manchas en mis muslos que recorrían con el agua a la cerámica del piso, entré en mi cuarto, no quería comer pero a la insistencia de mis padres me senté con la mirada al infinito solo respondía a sus preguntas de que me había golepeado jugando y fui a bañarme por segunda vez, mi culo latía a borbotones y un gas era una desgracia, esa noche confieso que no pegué un ojo y así algunas más curándome el culo calladito de mis padres, mi actitud cambió, comencé con la manía de pasarme el dedo por las nalgas a sentir un gustito rico y luego metía mis dedos por el ano el gustito se hacía más delicioso eso hacía que mi pene se estimule y terminaba masturbándome con una mano y con la otras rozando mi dedo en el ano asi fue que empezó en mi pubertad el loco deseo sexual por los chicos.
Jonathan me cogió en ese cuarto de herramientas poniéndome en posición perrito yo mismo abrí bien mis nalgas para que su glande grueso entrara en mi ano, cerraba mis ojos para sentir placer apretaba los labios de gusto saliéndome gemidos incontrolados y estimulados por las embestidas de su pene ahora si me cogía plenamente y me enamoré de él trataba de que no fueran rápidas sus cogidas y le mamaba el pene y de nuevo me lo metía dejándome el semen adentro, para Jonathan mi culo era la vagina de las mujeres, sus cogidas cada vez se hacían más sensacionales y lo gozamos por unos tres años más. Si su paciencia de lectura lo permite, espero cotar otras experiencias que me pasaron con otros chicos, gracias por tomarse la molestia de leer parte de mi vida.
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