MI VIDA EN EL CAMPO I
De pequeño viví en el campo donde tuve mis primeras aventuras con un vecino y con mi hermano.
Cuando pequeño viví en un pueblo mucho tiempo. Era todo campo, casas separadas por distancias considerables, árboles, cerros y caminos polvorientos. No sé en qué momento comencé a experimentar el placer sexual, lo que sí recuerdo es que estaba pequeño cuando dejé que me tocara un vecino. Era la casa más cercana a la nuestra, ahí vivían el padre, la madre, dos hijos: Luis y Rigoberto y tres hermanas. Nuestras familias eran amigas, por lo que yo pasaba mucho tiempo en esa casa. La casa tenía un terreno con algunos árboles y un parrón largo que terminaba en el portón que daba a la calle.
Recuerdo nuestros juegos entre todos los niños, estaba Rigoberto que tendría unos 15 años, mis hermanos Patricio de 17, Manuel de 22, las hermanas de Rigoberto entre 15 y 20 años, en fin. Luis no jugaba con nosotros pues tendría más de 20 años y estaba pololeando con una niña, por lo que se iba a su casa a visitarla. Nuestros juegos eran inocentes y tontos, a la escondida, al pillarse, juegos de campo, nada complicados, pero era sobre todo cuando jugábamos a las escondidas que Rigoberto y yo terminábamos escondidos juntos, entre los árboles, en alguna habitación a oscuras, y era ahí donde comencé a sentir que Rigoberto me tocaba el trasero o me arrimaba su pene contra mis piernas, nunca me enojé, todo lo contrario, con el tiempo esos toques fueron convirtiéndose en caricias, no era algo romántico sino más bien la urgencia por el placer sexual. Una noche Rigoberto se fue a acostar temprano y los demás estábamos en la cocina, yo aún no me iba a mi casa, ya estaba oscuro, pero no me importaba mucho. La madre de Rigoberto remendaba unos pantalones de él y cuando hubo concluido me los pasó para que se los llevará a la habitación, yo le dije que se los entregaría y me iría a mi casa, felizmente cuando caminaba por el parrón hacia la habitación que compartían Rigoberto y Luis, pude ver como cerraban la ventana de la cocina que daba al patio y apagaban la luz, era señal que se iban a dormir, así que pude entrar en la habitación de Rigoberto con la esperanza de quedarme un rato ahí sin el temor que alguien pudiera ira a la pieza. Entré a la pieza, Rigoberto estaba acostado, parecía dormido, pero no lo estaba, le dejé el pantalón sobre la cama y él me agarró el brazo, me sentí caliente, era pequeño de edad, pero ya sentía calentura por los hombres. Rigoberto apagó la luz y en la oscuridad guío mi cabeza hasta encontrarme con su verga rozando mi boca, no recuerdo si fue la primera vez que chupé la verga de un hombre, pero si recuerdo que gocé mucho y aunque no me tragué su semen cuando terminó sino que lo escupí al suelo, quedé muy feliz.
En otra oportunidad Rigoberto me dijo que fuéramos al cerro, yo pedí permiso y nos fuimos por un camino de tierra rodeado de arbustos, flores y árboles enormes. Ascendimos por una ladera no muy empinada, mirando los pájaros, las lagartijas de colores, haciendo bromas, hasta que llegamos a un lugar donde habían una rocas altas y árboles, parecía una guarida natural donde estar sin ser visto, el suelo estaba tapizado de pasto verde, nos tendimos sobre el y Rigoberto se bajó el pantalón, nuevamente comencé a meterme esa verga en mi boca, me gustaba cada vez más, lo chupé hasta que se corrió, Rigoberto me sujetó la cabeza contra sí para que me tragara su leche, pero me aparté y arrojé el semen al pasto, me pajeé hasta que brotó algo de semen, era mi primera eyaculación.
Pasó el tiempo y fui sintiendo algo más que calentura por Rigoberto, pero él no sentía lo mismo, de echo ni siquiera pensaba que hacíamos algo gay, no se conocía ese término. Él como todo niño adolescente de campo ayudaba al papá en el trabajo, se juntaba con sus amigos, se comentaba que iban a un pueblo cercano a un prostíbulo que había ahí. Así que para Rigoberto yo era sólo alguien que le sacaba las ganas, incluso había veces en que no me hablaba ni se juntaba conmigo días o semanas enteras. En cambio yo ya sabía que me gustaban los hombres, era muy caliente y quería estar a cada rato con Rigoberto. A veces nos íbamos a meter en una chacra que teníamos en casa y entre el maizal él hacía que se lo chupara, yo sentía rico, una vez mientras se lo chupaba, le tomé las manos, pero él las apartó de mí, yo no sólo quería chupar o que lo metiera, quería abrazarlo, besarlo, que nos quedáramos tendidos sobre el pasto, pero él apenas se corría en mi boca salía corriendo, por esa época no me tomaba el semen, sólo lo recibía en la boca y luego lo escupía, tampoco acababa en mi culo, cuando me penetraba y se iba a correr, sacaba su pene y tiraba su leche en el suelo.
Luis, el hermano mayor de Rigoberto en una ocasión en que había terminado de bañarse me pidió que le llevara un pantalón a la habitación, lo hice cuando entré él estaba en camisa y calzoncillos blanco, tenía las piernas muy peludas y se notaba un buen paquete en el calzoncillo, él ni me miró y comenzó a ponerse el pantalón, en cambio yo terminé muy caliente, así que cuando llegué a mi casa me metí al baño a pajearme. Rigoberto se fue distanciando de mí cada vez más, ya casi no jugaba con nosotros, había encontrado amigos más grandes y salía con ellos. Me contentaba con pajearme en el campo, en el río o en el baño de la casa, lamentablemente compartía pieza con dos hermanos mayores, a veces no podía aguantarme y me pajeaba tratando de hacer el menor ruido posible. Una noche llovió mucho y mi hermano mayor de 22 años, se tuvo que acostar conmigo porque había una gotera en su cama. Yo no quería porque sabía que me iba a poner caliente aunque fuera mi hermano. Traté de apartarme lo más que pude y quedarme dormido, pero no lo logré y me hice una paja. Al otro día mi hermano volvió a dormir conmigo aunque habían reparado el techo, pero por si volvía a caer la gotera se acostó en mi cama, mi otro hermano estaba dormido, su cama estaba al fondo de la habitación así que no podía vernos muy bien. Trataba de dormirme, pero no lo lograba, respiraba entrecortado, pensé que mi hermano estaba dormido y comencé a tocarme, pero sentí la voz de mi hermano que me dijo que me había escuchado pajeándome y que él también lo hacía, esa noche nos pajeamos los dos tratando de no despertar a Patricio. Un día con Manuel fuimos a trabajar a un campo sacando cebollas y entre el trabajo y los pequeños descansos que teníamos me dijo que Rigoberto le había contado lo que me hacía, yo me puse rojo y Manuel insistía en saber si era verdad o no, yo al principio mentí y le dije que no era cierto, pero Manuel me dijo que si no le decía la verdad le diría a papá todo, entonces yo entre lágrimas le confesé que era verdad, me preguntó si me gustaba y si lo había hecho con otros, le dije que sí me gustaba, pero que sólo lo hacía con Rigoberto, pero ya no lo hacíamos y que por favor no le contara a nadie que nunca lo volvería a hacer.
Esa noche mi vida cambió completamente porque Manuel después que Patricio de hubiese dormido se pasó a mi cama y me dijo que hiciera con él lo que hacía con Rigoberto, se lo chupé hasta que se corrió, pensé en ir hasta el baño para arrojar su semen, pero Patricio se levantó de la cama en dirección hacia el baño, no se había dado cuenta de lo que estaba sucediendo, así que tuve que tragarme todo el semen de mi hermano Manuel y me gustó, cuando Patricio volvió apagó la luz y se acostó, yo le tomé la verga a Manuel así con su pene apretado en mi mano me pajeé hasta correrme.
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