Mi vida entre Albañiles (Inicio)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por BlackSebastian.
Hola mi nombre es Sebastián, soy de la ciudad de León Guanajuato y les platicaré como me inicié a los 9 años en la vida sexual, cuando nací, mi papá abandonó a mi mamá, quien después de un tiempo se juntó con otro hombre llamado Felipe, con quien se casaría 5 años después y con quien tuvo un hijo que es mi medio hermano, que es 2 años menor que yo, mi padrastro es albañil y mi madre es ama de casa, por lo que siempre fuimos una familia de escasos recursos.
Recuerdo que cuando llegaban los sábados y las vacaciones escolares mi padrastro me llevaba a trabajar con él, ahí conocí a Pedro, que era un chico de 13 años, él era del mismo barrio que yo, pero por la diferencia de edad pues nunca tuvimos contacto, ¡hasta ése momento!
Pedro trabajaba como chalan en la obra y cuando entré a trabajar pues me tocó ser su ayudante, al pasar los días y al ser el único joven del grupo, nos fuimos haciendo buenos amigos al grado de tenernos tanta confianza que compartíamos todo, (incluso nuestra comida) yo me divertía mucho con él y lo obedecía en todo lo que me mandaba.
Pedro también era de bajos recursos, él se dedicaba principalmente a vender leche ya que su familia era de rancho y tenían algunas vacas, pero cuando la venta andaba mal se metía de chalan para llevar dinero a su casa, Él era un chico alto para su edad, (calculo que mediría 1.70 metros aproximadamente) era moreno por trabajar todo el día en el sol, tenía un cuerpo musculoso, no era guapo realmente, pero tenia una sonrisa muy bonita y unas pestañotas que lo hacían atractivo, lo único que no me gustaba de él era que no ponía mucha atención a su limpieza personal, siempre andaba con la ropa sucia y oliendo a sudor.
Uno de tantos días que andábamos trabajando en la construcción, él estaba enjarrando una pared y yo le estaba batiendo la mezcla en el piso, entonces me pidió más mezcla y yo me agaché para servirle en su bote y por el constante movimiento se me bajaba un poco el pantalón y se me veía la raja del culo, cosa que Pedro aprovechó para reírse y decirme cosas léperas.
A mí se me hacía gracioso lo que me decía y muchas veces no le entendía pues yo no conocía nada de sexo, pero sí notaba que un bulto se le formaba en el pantalón, recuerdo que él se lo agarraba con una mano, se lo frotaba y me decía -Al rato te voy a dar palo en esa cola tan bonita que tienes- y soltaba la carcajada, debo aclarar que yo era un chico bajito, moreno claro, en ese entonces estaba llenito no gordo, tenía como se dice pancita de bebe, estaba nalgoncito, no tenia nada de pelo en el cuerpo y tenia un pene pequeño, ése día no paso nada más, sólo las groserías que me dijo.
A mí me gustaba ir a trabajar a pesar de que me cansaba mucho, ya que al final de la jornada algunos de los albañiles se bañaban o se limpiaban la mezcla y se quedaban en calzones o algunos si se desnudaban completamente, a mí me daba mucha curiosidad ver a esos obreros encuerados, la mayoría eran hombres musculosos por el trabajo, tenían penes de todos los tamaños y colores, algunos tenían unas nalgas y espaldas muy musculosas, esos eran los que llamaban más mi atención, uno de los que se quedaba siempre en trusa era mi padrastro, él tenia muy buen cuerpo, pero tenía pansa cervecera, él sólo se limpiaba los brazos y las piernas rápido, nunca lo vi desnudarse en alguna obra.
Los sábados sólo se trabajaba hasta las 2 de la tarde y la mayoría de los albañiles se lavaban y se iban lo más rápido posible, menos mi padrastro que se quedaba a tomar con don Lupe quien era el velador, a Pedro y a mí nos tocaba juntar todas las palas, los botes y las carretillas para lavarlas, así que andábamos por toda la construcción juntando las herramientas.
Un sábado que andábamos en lo más profundo de la construcción Pedro me dijo;
-Espérame deja mear- se bajó el pantalón y empezó a orinar en una de las paredes, yo me le quede viendo, tenía un pene normal como el mío, sólo que más grande y con pelitos despeinados en la base, entonces me volteó a ver y me dijo.
-Se te antojo verdad, ¿Por qué te le quedas viendo así? ¿Que nunca has visto un pito o qué?-
Yo le conteste -¡Es que estaba viendo tus pelos, a mi todavía no me salen!-
Entonces se bajó el pantalón hasta las rodillas y se empezó a jalonear el pene, mientras se le dibujaba una sonrisa morbosa en la cara, entonces le empezó a crecer más y empezó a descubrírsele la cabeza.
Me quedé totalmente embobado, nunca había visto un pene descubierto y parado, entonces me dijo -Ayúdame a jalármela- se acercó a mí y me rozó con su cabeza del pene la mano izquierda, entonces yo se la agarré pero sólo se la sujeté con fuerza y él al ver que no hacia ningún movimiento ni sabia como masturbarlo, me empezó a mover la mano con fuerza de atrás para adelante, entonces me empezó a decir que se la chupara y yo no le entendía muy bien lo que me decía, pues ¡nunca me había imaginado que un pene se pudiera chupar!.
Me tomó del hombro izquierdo e hizo que me agachara y me lo acercó a la boca, entonces la pude ver bien, era un pene cabezón como de unos 14 o 15 cm con la vena de arriba muy marcada y con unos cuantos pelitos en los huevos, era de un color moreno más obscuro que el resto de su piel, me la acerque a la boca y percibí un olor concentrado a pipi y a testículos sudados que me dio un poco de asco.
Le dije que no lo chuparía, entonces se puso rudo y me la empezó a restregar en la cara con fuerza, después comenzó a apretarme la mandíbula fuerte y abrí la boca, entonces pudo metérmela, las rodillas se le doblaron un poco al sentir mi boca caliente chocar contra su glande, me sujetó fuerte de la cabeza y empezó a follarme duro la boca.
¡Sentía que me ahogaba! empecé a babear mucho y a dar arcadas, entonces el sacó su verga y vio que unas lagrimas recorrían mis mejillas.
Le dije que ya no quería hacerlo, entonces me dijo –Préstame tu culito- enseguida me jaló de las axilas levantándome con sus dos manos, me desabrochó el pantalón y de un tirón me lo bajó junto con mis calzones, me dio la vuelta y me empujo hacia la pared, por un acto reflejo metí las manos para no golpear mi cabeza contra el muro, entonces él se puso en cuclillas y me sacó el pantalón de los pies.
Me abrió más las piernas, después comenzó a manosearme las nalgas, el pene y mis testículos morbosamente.
Abrió mis nalgas, acercó su boca a mi culo y empezó a lamer mi raja, sentí riquísimo cuando su aliento caliente y su lengua húmeda tocaba el hoyo de mi culo, eso me hizo exhalar un quejido de placer y paré más mi trasero, así estuvo un rato, chupando mi culo fuertemente, era una sensación realmente deliciosa y totalmente desconocida para mí.
Mi pequeño pene se me paró, mis piernas se doblaron del placer y un cosquilleo surgía en mi escroto, después él se puso de pie, se acerco a mi cuello y susurrándome al oído de la manera más cachonda me dijo; -Ahora si te voy a coger-
Sentí como me restregaba toda su verga en la raja del culo, empezó a puntearme el hoyito con su glande húmedo, sentía como sus rodillas chocaban con mis piernas pues él era mucho más alto que yo, y tenia que inclinarse, hasta ahí todo estaba bien yo sentía que la sangre me subía a la cabeza, sentía las orejas calientes, después empezó a hacer presión con la cabeza de su pito, comenzó a abrirme el culo y me dolió enseguida, sentí una leve punzada recorrer mi ano.
Estuvimos unos minutos así, pero no lograba meterme más allá de la cabeza, tenía el ojete muy cerrado, después lo sacó y escupió sobre su mano, se empezó a embarrar la saliva en su pene y volvió a intentarlo, esta vez aplicó más fuerza y su verga logró penetrarme metiéndose de golpe hasta la mitad o un poco más, arqueé la espalda, solté un quejido fuerte, sentí una punzada del demonio que recorría rápidamente por mi espalda hasta la base de mi culo, las lagrimas en mis ojos empezaron a brotar descontroladamente, empecé a lloriquear –sácala, sácala Pedro, ¡me duele mucho!-
Él sólo echó el peso de su cuerpo sobre mi espalda y agarró con fuerza mis caderas, mientras empujaba con firmeza su pene, yo no pude soportar su peso, y me derribe sobre la pared, sentí el ladrillo húmedo contra mi cachete derecho ya que quedé recargado totalmente en el muro sin enjarrar.
Un sólo pensamiento pasaba por mi mente, -¡pero qué estoy haciendo, soy un pendejo!- sentí como los pelos de su pubis y la base de su pene chocaba contra mis nalgas, me la había metido toda, sentía unas ganas locas de defecar, y se lo dije; -Pedro déjame hacer del baño, tengo ganas de hacer- una vez más ignoró mis suplicas y empezó a bombearme fuerte, sabía que estaba inmovilizado y no le importó mi incomodidad, empezó a culearme salvajemente, sólo se oía el cloc, cloc, de sus testículos al chocar contra mis nalgas, mis sollozos y su respiración agitada sobre mi nuca, sentía un ardor intenso en el culo.
Las ganas de defecar pasaron por completo después de un rato y un nuevo cosquilleo más intenso se sintió de nuevo en mi escroto, empecé a jadear de placer, sentía su verga calientísima destrozar mi ano virgen y él como poseso culeandome durísimo, sentí como empezó a resoplar más fuerte y a darme unas penetraciones más profundas, que me hacia pararme de puntitas de tanto que me levantaba, sentí como su glande se hinchó y soltó unos chorros de liquido caliente en el interior de mi culo, mientras emitía unos sonidos guturales raros, como de un animal salvaje.
Dejó su verga un instante dentro de mi culo, después la sacó lentamente, y quito su peso de mi espalda, caí de rodillas sobre el suelo, sentía como el ojete del culo se me abría y cerraba sólo, me paré como pude pues me dolía mucho, tenia todo el cachete derecho raspado por las embestidas que me daba.
Pedro caminó unos cuantos pasos con sus pantalones en los tobillos, se echó un poco de agua que había en una cubeta cercana, se lavó la verga ya flácida y se secó con un trapo que estaba amarrado a una escalera, cuando terminó me aventó el trapo a los pies y me dijo -límpiate- como pude lo pasé cuidadosamente por el culo pues aún me ardía bastante, me limpié un poco de mierda con sangre y me asusté muchísimo, empecé a llorar de preocupación, mientras sus mecos se resbalaban por mi pierna derecha, le dije –¿qué voy a hacer ahora, me sangró el culo y no se me cierra?- Pedro sólo se encogió de hombros y se me quedo viendo como un pendejo, ¡me enfurecí tanto con él en ese momento! como pude terminé de limpiarme y él me ayudo a subirme los pantalones pues me costaba trabajo agacharme, mientras salíamos de la construcción y nos dirigíamos a la entrada de la obra donde estaba don Lupe y mi padrastro, Pedro sólo atino a decirme; -No vayas a decir nada wey-
Yo aún me sentía molesto con él y no le conteste nada, sólo seguí caminando lo más normal que pude ya que sentía un malestar en el culo, al llegar, mi padrastro notó mi cachete raspado y mis ojos rojos y me preguntó –¿Qué te pasó sebas?- baje la cabeza y Pedro contestó –Es que se cayó con unos tablones atrás y se raspó toda la cara- ¡el cabrón me había dejado bien adolorido y todavía me hacia pasar por un idiota! mi padrastro se quedó satisfecho con la respuesta y siguió platicando con don Lupe, mientras yo me encaminaba a la casa.
Después de ésa tarde, pasaron unos 15 días antes de que Pedro volviera a intentar algo conmigo, después seguimos haciendo cosas, con el tiempo a mí me gusto mucho y era yo quien le pedía verga a Pedro y lo hacíamos en cualquier lado que pudiéramos, hasta que un día mi padrastro nos encontró cogiendo, y ahí es donde toda mi vida cambió.
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