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Mi vida entre Albañiles (Segunda Parte)

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por BlackSebastian.
Al llegar a casa aún caminaba raro, me sentía con el culo medianamente abierto, es una sensación tan extraña porque no puedes caminar normal, cualquiera que haya sido cogido sabrá de lo que hablo, llegué a casa como a eso de las 3:40 de la tarde, saludé a mi mamá y llegue derechito al baño, una vez ahí me toqué el hoyito del culo, aún lo tenía adolorido y un poco abierto, me senté en la taza y pujé, salió un poco de liquido rojizo, era el semen de Pedro con algo de sangre, bueno después supe que era semen cuando me lo explicó Pedro, al principio pensé que se había orinado dentro de mí, después de botar todo aquello me limpié bien y me deshice de los papeles echándolos en la taza, tal vez esto les parezca algo tonto pero en algunas partes de México no se acostumbra tirar el papel de baño en la taza sino en un bote y la verdad no quería dejar ningún rastro de sangre que mi madre pudiera ver.

Esa tarde transcurrió relativamente normal, comí con Manuel mi hermano y vimos televisión, digo relativamente normal porque aún tenía el culo adolorido, además no podía sacarme de la mente a Pedro y de lo que habíamos hecho, sentía un poco de culpa pero a la vez me daba tanta curiosidad. Mi padrastro llegó después de unas horas, calculo que serían como a eso de las 9:00 de la noche, borracho como siempre llegaba los sábados después de tomar con don Lupe.

El dolor me duró 3 días más aproximadamente y como estaba de vacaciones pues tenía que seguir trabajando con mi padrastro, así que, adolorido o no, regresé a trabajar el lunes, recuerdo que esa semana no fue a trabajar Pedro, supongo que estaba asustado de que yo fuera a decir algo y simplemente no se presentó, la semana terminó con normalidad.

A la semana siguiente regresó Pedro a la obra muy temprano, se disculpó con el maistro por haber faltado toda una semana y le pidió permiso para regresar a la obra (por cierto un maistro, es un maestro albañil, así se les dice coloquialmente). Me alegré de verlo de nuevo, ya no sentía coraje con él y pensé que todo seguiría como antes pero me equivoqué, Pedro regresó diferente, no me hablaba o me hablaba sólo lo necesario -pásame eso o tráeme aquello- a pesar de que yo le quería sacar platica, esa semana permaneció muy esquivo y él trataba de que nunca estuviéramos solos, supongo que estaba a la expectativa de que mi padrastro le reclamara algo o su conciencia no lo dejaba en paz.

Para el martes de la semana siguiente y claramente más relajado porque no había pasado absolutamente nada, fue cuando por fin me sacó platica -¿Cómo estás? ¿Aún te duele el culito?- le contesté que ya no me dolía y que estaba bien, normal, él siguió preguntando cosas como: si alguien en mi casa se había enterado, o que si le había contado a alguien y no recuerdo qué tantas cosas más por el estilo, después de que contesté todas sus preguntas, noté que él se quedó más tranquilo, me pasó su brazo izquierdo por atrás de mi cuello y me empujo hacia él como dándome un abrazo y me dijo – perdón wey es que me pusiste bien caliente y no me pude aguantar- después sólo me mostró su encantadora sonrisa y seguimos platicando.

A partir de ese día nuestra relación regresó a lo de antes, incluso me atrevería a decir que esa complicidad nos unió más, el resto de la semana estuvimos haciéndonos bromas, incluso volvió a decirme groserías, sólo que ahora siempre que tenía la oportunidad y no había nadie cerca me agarraba las nalgas, me picaba el culito por arriba del pantalón o me restregaba su pene en la raja, y me decía guarradas como: -hueles a panochita- o -mmm ya tengo ganas de picarte esa colita de nuevo- debo admitir que me gustaba cuando Pedro me manoseaba, me hacía sentir no sé, tan querido.

También noté que a partir de ésa semana Pedro al terminar la jornada también comenzó a lavarse el cuerpo en calzones como los demás obreros, cosa que antes no hacía, ahora se exhibía como los otros albañiles, incluso algunos compañeros le hacían burla, le decían que se encuerara completo como los machos y bromeaban con él jalándole el elástico de su trusa y burlándose por tener pocos pelos en la pansa, a veces cuando los demás no veían o estaban distraídos, Pedro se me quedaba viendo se agarraba la verga por encima de la trusa, la sacudía poquito y me sonreía.

A mí me encantaba verlo así, tan desinhibido, por primera vez apreciaba bien el cuerpo de Pedro y me gustaba observar la típica V que se les forma a los adolescentes cuando están flacos y correosos creo que les llaman oblicuos, aunque eso no me distraía de seguir viendo esos bultos que se les marcaban a los demás trabajadores, de entre todos los penes que desfilaban frente a mis ojos, había uno muy gordo, prieto y ligeramente ladeado a la izquierda que me despertaba mucho morbo, era el de un albañil al que le decían el "matateno" ignoro el porqué de su sobrenombre, pero ese sí era un chacal con toda la extensión de la palabra, tenía sus hombros anchos, su vientre marcado, el pecho peludo y su espalda musculosa formaba un triangulo invertido perfecto que remataba en unas nalgas prominentes que terminaban en unas piernas peludas también, uff sólo de recordarlo se me hace agua la boca.

Con los días Pedro avanzó con su manoseo hacia mí, a veces aprovechaba cualquier oportunidad para meterme la mano en el pantalón y agarrarme las nalgas y juguetear con mi culito con sus dedos, también me hacia meterle mi manita en su pantalón y tocarle el pene, al paso de los días comencé a perderle el asco a chuparlo y me gustaba lamerle el orificio del glande, me encantaba ver como se retorcía del placer y aflojaba las rodillas, incluso me gustaba ese olor característico a leche rancia de adolescente que en un principio me disgustaba.

Seguro que se la jalaba en la noche, eyaculaba y se dejaba los mecos sobres sus testículos, eso le daba un olor y un sabor característico que me empezó a volver loco, cada vez que lo olía, sentía cosquillas en mi escroto.

La segunda vez que me cogió fue el sábado de esa misma semana, lo planeamos todo en la mañana, esperamos a que los obreros se fueran, mientras nos hacíamos los tontos que estábamos limpiando y recogiendo las herramientas, una vez que nos asegurarnos que mi padrastro había empezado a tomar su habitual caguama (cerveza) con don Lupe, nos metimos al interior de la obra, nos subimos a la segunda planta para poder vigilar si alguien se acercaba, esta vez iba preparado, llevaba un pedazo de papel de baño en mi short para limpiarme el culo cuando termináramos.

En cuanto llegamos, Pedro empezó a desabrocharse el pantalón y a quitárselo apresuradamente, después se quitó los zapatos y la camiseta sin mangas que llevaba, quedó completamente desnudo, yo por mi parte me baje el short y los calzones, pero me dejé los zapatos y la camisa que llevaba, después me le acerque a Pedro, me arrodille y busqué lamer su pene aún semi erecto.

Pedro me la metió sin miramientos y pude sentir como le terminaba de crecer la verga en mi boca, enseguida comenzó a hacer ligeros movimientos de vaivén con sus caderas, y yo coloque mis manos en los costados de sus caderas para controlar la penetración, mi mano derecha quedó un poco más atrás de su cadera y por primera vez pude tocar su nalga derecha, mientras él me penetraba la boca a un ritmo constante, debo aclarar que Pedro para estar flaco tenía unas nalgas carnosas no muy grandes, pero duritas, no sé cómo explicarlo, unas nalgas respingonas de adolescente, pero masculinas, aunque no pude tocar su nalga por mucho tiempo, enseguida me retiró la mano con un movimiento violento, ahí me quedó claro que Pedro era todo un hombre que sólo me veía como un culo donde desahogar su calentura pero que a él no le iban las mariconadas.

Mientras le mamaba la base del pene, sentía los pelitos de su pubis chocar contra mi nariz, después empecé a juguetear con sus testículos mientras le lamía el hoyito de su glande, continué lamiendo sus testículos y empecé a succionarlos, Pedro se agarro la verga y los huevos hacia arriba como invitándome a lamerle hasta atrás de su escroto y así lo hice, casi chupaba donde empezaba su culo, esto le encantó, lo hacia retorcerse como loco, empezó a gemir riquísimo como un machito en brama.

Tenía unos días practicando el sexo oral con él, así que ya sabía cuánto meterlo y a qué ritmo hacerlo para no sentir arcadas, cuando no aguantó más la calentura, me dijo que me volteara, así que me puse de pie y apoyé mis manos sobre mis rodillas y saqué bien el culo, él se arrodilló y quedó a la altura de mi espalda, después con la mano derecha empezó a manosear mis testículos y mi penecito con cierta rudeza debo admitir, le encantaba agarrarme mis huevitos con fuerza y decirme que yo no era un niño, que yo era hembrita, que mi penecito y culito le pertenecían.
Después se escupió en la otra mano mientras intentaba meterme los dedos en el ojete del culo, yo ya estaba bien caliente, sentía como mi ojete pedía a gritos ser penetrado, de nuevo experimente esa sensación de calor en mis orejas, esa calentura casi animal que te lleva a perder la cabeza, no aguante más, así que me separé un poco de él, me puse en cuatro patas, abrí mis piernas, apoyé mi cabeza en el piso, mientras con mis manos abría los cachetes de mi culo levantándolo a la altura de su boca y lo invite a probar con un movimiento de cadera.

Pedro seguía arrodillado detrás de mí, enseguida comprendió el mensaje y escupió sobre mi culo, me lo chupo con fuerza, metió su lengua caliente y lo succionó salvajemente ¡yo me desasía de placer!, no aguanté más empecé a gemir y le imploré que me penetrara -cógeme Pedro- -¡cógeme ya!- quería sentirlo dentro aunque me doliera, enseguida bajo mi espalda con sus dos manos hasta que mis rodillas tocaron el suelo y empezó a restregarme su verga por la raja del culo, no tardó mucho para que empezara a puntearme el hoyito, comenzó a hacer presión con su glande, lo metió despacio pero con firmeza sin retroceder, sentí de nuevo la punzada como la vez anterior, respiré hondo, apreté la mandíbula y trague saliva, sabía que el dolor pasaría en un rato más, así que sólo esperé a que el dolor y la sensación de defecar pasaran.

Pedro sujetó mis caderas con firmeza y empezó a bombearme pausadamente, lo hacía como si quisiera disfrutar lentamente como me enterraba centímetro a centímetro su pene cabezón y venoso por mi estrecho culo semivirgen, después empezó a acelerar el ritmo y a darme estocadas fuertes y profundas.

Al principio me dolió que acelerará el ritmo pero después el dolorcito pasó, empecé a disfrutarlo muchísimo, unas cosquillas deliciosas inundaban mi escroto y empecé a gemir al ritmo de sus penetraciones, Pedro me decía cosas muy sucias, como -eres mi perrita sebas- -te voy a dejar el culo bien abierto, te voy a meter hasta los huevos- la respiración de Pedro empezó a acelerarse me agarraba las caderas con mucha fuerza, incluso podía sentir como me dejaba sus dedos marcados en mi piel, el sonido que sus huevos producían al chocar contra mis nalgas era delicioso, me penetraba con un ritmo impresionante, yo gemía como loco de tanto placer de sentirlo así, dándome vergazos tan salvajes como un macho poseso, ¡es simplemente indescriptible la sensación!, después su respiración se aceleró, empezó a darme penetraciones duras y profundas, la sacaba y metía completamente de mi culo rápidamente, en eso sentí como se hinchaba su cabeza y me lo hundía profundamente, podía sentir como vibraba de placer mientras emitía un sonido gutural muy sexy, unos segundos después, sentí un liquido caliente inundar mis entrañas, mientras sus manos me jalaban de la cadera con fuerza hacia su pelvis, no recuerdo exactamente la frase que utilizó pero me dijo algo así como: -ya te eche mis mecos bien profundo, ahora si te deje bien preñado sebas- después nos limpiamos y ese día termino ahí.

Al pasar los días seguimos practicando el sexo oral y cogíamos cada vez que podíamos siempre de una manera tan placentera, aunque no era tan seguido como hubiéramos deseado pues teníamos que ser rápidos y cuidados por temor a que nos vieran, con el tiempo Pedro empezó a ser más descuidado con sus manoseos y yo más descarado en mis provocaciones, en 2 o 3 ocasiones algunos albañiles nos vieron, pero lo tomaban como un juego de adolescentes calientes y no pasaban de gritarnos cosas como -ora pinches jotos- y cosas por el estilo.
A mí me daba algo de pena que mi padrastro los fuera a oír, pero al parecer nunca lo hizo, a Pedro sólo le daba risa y seguía haciendo lo suyo como si nada hubiera pasado, pero como muchos albañiles se jugaban bromas similares, pues realmente pasábamos desapercibidos.

Cumplí 10 años para el final de mis vacaciones y tuve que regresar a la escuela, por lo cual esperaba con ansias los sábados para que mi padrastro me llevará a trabajar con él a la obra, como mencioné en el relato anterior, entre los trabajos que realizaba Pedro, se dedicaba a vender leche, por lo cual a veces no lo podía ver y eso me ponía realmente triste, pero cuando sí trabajaba y teníamos oportunidad de hacerlo, me cogía con un ganas ¡riquísimas! acumuladas de toda una semana.

Debimos haber estado cogiendo unos 6 meses sin que nadie nos descubriera hasta que pasó lo que tenía que pasar, una vez que mi padrastro Felipe nos fue a buscar, nos encontró en uno de los cuartos completamente desnudos, Pedro me tenía en cuatro patas culeandome durísimo y jamás nos percatamos de su presencia, entonces entró a la habitación de repente y nos empezó a gritar -Pero qué están haciendo pinches maricones de mierda- mientras aventaba a Pedro con su mano izquierda y a mí me levantaba jalándome del cabello con fuerza, instintivamente me lleve mis manos a mi pene para cubrirme, mientras Pedro caía hacia mi lado izquierdo asustadísimo, Felipe me gritaba muchas cosas que no puedo recordar exactamente, me veía con unos ojos de endemoniado sin soltarme del cabello, casi pude ver en cámara lenta como con su mano derecha me daba un cachetadon en mi cachete izquierdo, ¡me dolió tanto que me dejo zumbando el oído!, inmediatamente empecé a llorar mientras Pedro se levantaba, se ponía los pantalones lo más rápido que podía y salía corriendo de la habitación, mientras mi padrastro me metía una regañiza tremenda y me decía -vístete cabrón y te me vas derechito a la pinche casa- -cuando llegue hablamos- así que me vestí y me fui corriendo a la casa, sólo recuerdo a don Lupe parado en la puerta de la obra viéndome de una manera extraña, mientras corría con la camisa al revés y lagrimas en mis ojos…

Gracias por leer mis relatos, espero relatarles pronto lo que me ocurrió después de que mi padrastro me descubriera.

5536 Lecturas/1 octubre, 2018/0 Comentarios/por sexosintabues
Etiquetas: baño, hermano, madre, sexo, vacaciones
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