Mi vida entre Albañiles (Tercera Parte)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por BlackSebastian.
Durante todo el trayecto a casa no pude dejar de llorar, estaba tan preocupado por lo que mi padrastro me haría cuando él llegara, o de lo que le iba a contar a mi mamá, que sólo podía sentir rabia hacia mí, por haber sido tan estúpido y descuidado.
A unas cuadras de llegar intenté calmarme, me limpié las lagrimas con la parte inferior de mi camisa, ahí noté que me la había puesto al revés, metí mis manos por las mangas y la giré para acomodarla, llegué a mi casa, toqué y afortunadamente abrió Manuel mi hermano, mi mamá al parecer había salido a la tienda.
Como mencioné en mi primer relato, nosotros siempre fuimos de escasos recursos, así que mi casa era muy humilde, consistía de 3 habitaciones de paredes sin enjarrar y pisos de cemento, el primer cuarto era el más grande servía de cocina, comedor y sala, en frente estaba el cuarto de Felipe y mi mamá, a un lado estaba el cuarto que mi hermano y yo compartíamos, el baño se ubicaba en la parte de atrás de la cocina, pero estaba fuera de la casa, teníamos que salir al patio para poder acceder.
Así que me fui directo al cuarto, tomé una toalla y me metí al baño, me quité la ropa, empecé a lavar mi cara, me toqué el culito, aún lo sentía húmedo, pues había salido de la obra corriendo, entonces recordé a Pedro y lo que hacíamos hace un instante, me entristecí por nosotros, por lo que acababa de pasar y también porque sabía que no lo vería más, unas lagrimas de tristeza empezaron a brotar sin control por mis ojos, tomé el bote que usábamos para bañarnos y empecé a echarme agua en el cuerpo lavando muy bien mis partes intimas (debo aclarar que no teníamos regadera en ese entonces, así que nos bañábamos echandonos agua con un bote pequeño, el agua la almacenábamos en un barril dentro del baño).
Terminé de bañarme, me cambié y me acosté en la cama, a los 5 minutos entró mi mamá llamandome para comer y me vio acostado, fingí que tenía mucho sueño así que me dejó descansar, estaba tan nervioso que se me pasó el tiempo muy rápido, no podía quitarme de la cabeza la imagen de mi padrastro viendome con esos ojos de odio, finalmente como a las 8 de la noche y vencido por el hambre me levanté, me dirigí a la cocina y encontré un plato tapado en la mesa, mi mamá a veces para ganar un dinerito extra, le ayudaba a una vecina a vender cena los días sábados, así que me había dejado algo de cenar y se había llevado a Manuel con ella.
Cené, vi un rato televisión, estaban a punto de dar las 9 de la noche y mi nerviosismo empezó a aumentar pues era la hora en que generalmente llegaba mi padrastro tomado, estuve un rato más y después me fui a la cama, dieron las 10:45 p.m. Manuel y mi mamá llegaron de vender, mi hermano se acostó a mi lado, mi madre nos vino a dar las buenas noches, me dormí y no supe a qué hora llegó Felipe.
A la mañana siguiente desayunamos, nos fuimos a misa, mi padrastro seguía dormido cuando regresamos, despertó como a las 2 de la tarde, me quedé congelado cuando salió de su cuarto vestido sólo en trusa y con su cara de crudo (ebrio), se sentó en la cocina, nos miró, le pidió de comer a mi madre y nos ignoró como si no estuviéramos ahí, ¡yo estaba aterrado! ni siquiera podía mantener la cabeza en alto, mucho menos verlo a los ojos, ¡estaba tan avergonzado!.
El día terminó normal y los siguientes días también transcurrieron relativamente normal, Felipe jamas habló con mi madre de lo ocurrido y digo relativamente normal, porque las cosas cambiaron a partir de ese día, se volvió frío, distante, se comportaba serio conmigo y casi no me dirigía la palabra, mi madre no tardó mucho en darse cuenta de que algo había cambiado entre nosotros, muchas veces me preguntó que si todo estaba bien, a lo que yo siempre contesté que sí, mi mamá nunca me ocultó la verdad de que Felipe no era mi padre, eso nunca me importó, lo quería realmente, era la única figura paterna que había conocido en mi vida, él siempre había sido muy cariñoso conmigo, me había aceptado como a su propio hijo, así que era muy doloroso verlo tan decepcionado de mí, parecía que yo había muerto para él.
Mi vida transcurrió normal durante 2 meses, un día que andaba jugando en la calle me topé con don Lupe el velador, el cual me saludó muy amable y me preguntó el porqué de que ya no iba con mi padrastro a la obra, no supe que contestar, pero era obvio que Felipe ya no me quería a su lado después de lo ocurrido, don Lupe no me dejó contestar y continuó hablando, -Date una vuelta por la obra el viernes, tengo algo que platicar contigo- no me esperaba esa invitación, balbuceé un poco, lo único que atiné a decir fue -No sé si pueda, tengo que ir a la escuela- don Lupe insistió -Ven por la tarde, como a eso de las 7, a esa hora ya se han ido todos los trabajadores- me tomó del hombro con un gesto amistoso y empezó a caminar en sentido contrario mientras decía -¡Ahí te espero!- su invitación me dejó algo desconcertado y por tres días más no le presté atención al suceso.
Llegó el Viernes, me fui a la escuela y salí como a la 1p.m. llegué a la casa, comí y me puse a ver televisión, a las 6 llegó Felipe del trabajo y me acordé de lo que me había dicho don Lupe, así que rápido me fui a poner los zapatos y le dije a mi mamá que saldría a jugar, enseguida me encaminé a la obra y llegué como a las 6:45 p.m. don Lupe me recibió con una sonrisa, sólo tuve que tocar fuerte en la lamina que rodeaba la obra y que ponían para evitar que se robaran el material.
Una vez dentro de la obra, don Lupe me dio las gracias por haber asistido y me dirigió a una pequeño cuarto armado con polines de madera y lamina atornillada a mitad de la obra, donde don Lupe tenía una colchoneta, un par de cobijas, una mesa de madera vieja, una silla, una pequeña parrilla eléctrica y algunas botellas de cerveza, cuando entramos don Lupe se sentó en la silla, yo me quede parado como a un metro y medio de él, destapó una cerveza y le dio un trago largo, para esto yo ya estaba desesperado por saber que quería éste señor, cuando terminó su trago sin más rodeos por fin habló -Te llamé porque quiero saber qué paso aquel día en la obra- -¿Por qué Pedro salió corriendo tan asustado? y ¿Por qué tú saliste llorando?-
Me puse muy nervioso, bajé la mirada y enmudecí, -¿Y bien?- hizo una pequeña pausa dando tiempo a que contestara, -Me vas a decir qué sucedió- replicó don Lupe, no supe que decir, mi mente quedó en blanco, -Te diré lo que creo que pasó- contestó enseguida -Creo que tu padrastro los encontró a ti y a Pedro cogiendo en aquel cuarto, ¿No es así?- yo no podía verlo a la cara, estaba sumamente avergonzado.
-Pero mira que rojo te has puesto jajaja- se echó a reír, cuando terminó, continuó -Felipe regresó bien encabronado ese día, después de que te fuiste llorando de aquí- entonces le pregunté -¿Él le contó algo?- y me contestó -¡No! por lo menos no cuando estuvo sobrio, después de un rato que ya se le empezó a subir la cerveza se le aflojó la lengua, y me empezó a platicar pequeños fragmentos- -Que tú le habías salido puto y que te encontró como una perra en celo- se notaba por su tono de voz que don Lupe estaba disfrutando mucho éste momento -También me dijo (hizo una pausa) que gracias a Dios tú no eras su hijo, que si lo hubieras sido, te hubiera dado una putiza (golpiza) hasta que te hubiera quitado lo maricón-.
Unas lagrimas empezaron a rodar por mis mejillas, me sentía devastado por sus palabras, don Lupe miró mis lagrimas y me dijo -No, no, ni llores- -No tienes por qué sentirte mal, todos somos diferentes y algunas personas no lo entienden- -Tú eres como eres y eso no lo puedes cambiar- me reconforté un poco al oír lo que me decía, después le dio otro trago a su cerveza y me dijo -Te imaginas si no hubieran putitos como tú, habrían muchos weyes (hombres) sin poderse deslechar a gusto en un buen culo- al terminar de decir esto me sonrió morbosamente.
Ahí fue cuando me empecé a dar cuenta de las verdaderas intenciones de don Lupe y mi nerviosismo empezó otra vez, prosiguió -No sé si sepas Sebas, pero hace ya un tiempo que soy viudo, mis hijos ya están grandes, ya no les importo y a mi edad ya no es tan fácil agarrar buenas viejas- don Lupe era un hombre de unos 65 años, no muy atractivo debo aclarar, había sido albañil toda su vida, medía aproximadamente 1.75 m. de alto, era moreno, de pelo cano y llevaba un bigote espeso también con canas, era un hombre corpulento y velludo, tenía una pansa cervecera prominente, pero aún tenía sus brazos musculosos, siempre usaba camisas de manga corta y nunca se abrochaba los botones de arriba, por lo cual siempre andaba mostrando su pecho peludo.
-Entonces Sebas, como comprenderás soy un hombre que tiene ganas de echar pata (coger) todavía- se llevó la mano a su entrepierna y empezó a manosearse, -Y como a ti te gusta que te cojan, pues yo pensé que nos podíamos ayudar mutuamente- -¿Qué dices, te animas?- lo pensé un momento, admito que la idea me emocionaba, siempre me había preguntado qué se sentiría ser cogido por un adulto, recordé a mi padrastro y me puse a dudar un poco, pero después recordé sus palabras y un sentimiento nuevo me invadió, coraje hacia él, coraje por haberme despreciado, quería castigarlo de alguna manera, entonces impulsivamente contesté -está bien- don Lupe sonrío y me dijo -Muy bien hijo, ya verás que nos vamos a divertir mucho-.
Don Lupe se desabrochó el pantalón y se bajó el calzón, mostrandome su pene flácido, era un pene de tamaño promedio pero grueso, su vello púbico era de color grisáceo y contrastaba bien con su piel morena, yo no podía alejar la vista de su pene y de sus testículos, eran grandes y peludos, al ver don Lupe que no reaccionaba me ordenó -¡Quítate la ropa!- me empecé a quitar la playera, después me quité los zapatos, desabroché mi cinturón y mi pantalón, el cual se deslizó solo hacia abajo por su propio peso, levanté mis tobillos y lo saqué.
Tomé el elástico de mi trusa con mis dedos pulgares y lentamente empece a tirar hacia abajo, podía percibir la ansiedad de don Lupe, que no apartaba la mirada de mi pubis, al descubrir por completo mi pequeño pene y testículos completamente lampiños, los ojos de don Lupe parecieron iluminarse, -¡Date la vuelta, quiero verte el culo!- me dijo, después me giré, me incliné sacando un poco el trasero y abrí mis pompis para que pudiera ver mi ano, la cara de don Lupe parecía exhalar deseo al observar mis carnosas nalgas, tenía los ojos llenos de lujuria y mordía sutilmente su labio inferior en señal de quererse contener.
Don Lupe terminó de quitarse completamente los pantalones y la ropa interior, también los zapatos y desabrochó su camisa pero no se la quitó, enseguida volvió a sentarse en la silla con las piernas bien abiertas, destapó otra cerveza y me ordenó -¡Chupamela!- me acerqué a él con un poco de nerviosismo, me arrodillé, tomé su pene con mi mano derecha y empecé a masturbarlo suavemente, debo admitir que sentir su verga morcillona en mi manita empezó a calentarme mucho y mi penecito se me puso duro, su verga tardó un poco en reaccionar (supongo que por la edad), después de un rato su pene semi-flácido pasó de medir unos 9 cm, a unos 17 cm erecto.
La punta de su glande se descubrió y ese olorcito característico a macho me embriagó, no me pude resistir más, me lo llevé a los labios los cuales humedecí un segundo antes, en cuanto mi cálida y húmeda lengua hizo contacto con su orificio uretral don Lupe tuvo un pequeño espasmo y dio un brinquito mientras exhalaba un leve quejido de placer, le di unas cuantas lamidas como si fuera una paleta y me detuve, quería prolongar la experiencia un poquito más, así que empecé a masturbarlo.
Descubrí su cabeza por completo, unas gotitas de líquido preseminal hacían brillar su glande rosado, se veía hermosa su verga, madura, venosa, gorda, coronada por una mata de pelos plateados que la hacían parecer poderosa, la idea de estar haciendo cosas prohibidas con un adulto me volvía loco, así que aumenté vigorosamente el ritmo en que lo masturbaba, él no pudo más y me pidió que se la chupara, empecé a lamerle todo el tronco, el cual se hacía cada vez más grueso conforme avanzaba hacia la base, con mi mano izquierda empecé a acariciar sus testículos gordos que colgaban soberbiamente entre sus muslos, se encontraban un poco sudados debo admitir, pero no me importó, empecé a succionarlos y a juguetear con mi lengua, ¡Tenían un sabor delicioso!.
Finalmente introduje su pene lo más que pude, me costó trabajo hacerlo ya que estaba muy cabezón, comencé a mamarlo tímidamente, don Lupe recargó su brazo derecho sobre la mesa, tomó otra cerveza y empezó a beberla, mientras que con su mano izquierda me sujetó del cabello con fuerza para controlar el ritmo de la felación, aunque con Pedro me había acostumbrado a hacerle sexo oral, con don Lupe era diferente, su pene tenía una leve curvatura del glande hacia arriba que me provocaba arcadas, en dos ocasiones estuve a punto de vomitar cuando lo introducía demasiado.
Debo haberselo estado chupando durante unos 15 minutos ininterrumpidamente, a don Lupe parecía encantarle, pues se retorcía emitiendo pequeños gemidos de placer, mientra suspiraba con fuerza. Mi mandíbula me dolía de tanto mantener la boca abierta, además sentía mis labios un poco hinchados, lo saqué y le dije que ya no podía más, que estaba cansado, don Lupe tardo unos segundos en reaccionar pues realmente estaba entregado al placer que estaba recibiendo, me dijo que tomara un descanso, así que me incorporé retirandome de su entrepierna, realmente sentí un alivio en mis piernas cuando reactive la circulación.
Don Lupe se incorporó, se quitó la camisa, terminó el resto de su segunda cerveza y empezó a despejar la mesa, bajó las botellas y la pequeña parrilla al suelo, ahí pude apreciar bien su espalda, era una espalda ancha, curtida por el sol y con una hilera de pelos canos que bajaban desde la nuca, pasaban por su trasero y remataban en sus piernas, don Lupe era más bien un hombre desnalgado, tenía las nalgas un poco fofas (blandas) de hombre mayor, nada que ver con las prominentes y hermosas nalgas de Pedro.
Cuando terminó de bajar las cosas, abrió una tercera cerveza y me ofreció un trago para refrescarme, eran como las 7:30 p.m. y el sol estaba a punto de meterse, ambos estábamos sudados, ya que las laminas que cubrían su cuarto seguían irradiando calor, tomé la botella tímidamente y le di un trago, era la primera vez que probaba la cerveza y no me gustó su sabor, debo haber hecho una mueca de asco instintivamente porque don Lupe empezó a reírse, me extendió la mano en señal de que se la regresara y así lo hice, la tomó, le dio un trago largo, volteó a verme y con un claro movimiento de cabeza señaló la mesa a manera de ademán, ¡Era la hora de empezar! enseguida comprendí lo que quería, me acerqué a la mesa, me di la vuelta, me paré de puntitas para alcanzarla y me senté en el borde, una vez arriba me recorrí un poco para atrás y me recosté completamente mientras levantaba mis piernas.
Ojalá pudieran transportarse a esa habitación y ser testigos de esa escena tan eróticamente cargada, ahí estaba yo, un niño de 10 años, bajito, nalgoncito, de piel tersa y lampiña, recostado sobre la mesa con las piernas en alto, abriendo los cachetes de mis nalgas, ofreciendo mi culito tierno, listo para ser perforado por un hombre maduro, alcoholizado y con una erección tremenda, es simplemente ¡Indescriptible!.
Don Lupe se aproximó a la mesa, con su mano izquierda sostuvo mi pierna derecha mientras que su mano derecha la acercó a su boca, escupió en sus dedos y los llevó directo a mi anito para empezar a dilatarme, no pude evitar exhalar un suspiro de placer cuando esos toscos y ásperos dedos hicieron contacto con mi caliente culo, don Lupe me dijo -Eres toda una perrita Sebas- y empezó a picarme con su dedo rápidamente, no les mentiré me dolió un poco, porque lo hacía con esa brusquedad que sólo un hombre ansioso por penetrar puede tener, después siguió con un segundo dedo, sus movimientos circulares y toda esa saliva empezaron a hacer efecto en mí, mi culito empezó a abrirse y cerrarse por sí solo, como queriendo engullir esos dedos traviesos.
Después don Lupe hizo algo que no imaginé, sostuvo mis piernas con ambas manos, se agachó un poco y se llevó mi penecito a su boca y empezó a succionarlo con fuerza, ¡Dios que placer!, Pedro jamás me había hecho sexo oral, él siempre fue muy machito conmigo, se limitaba únicamente a toquetearme morbosamente, así que aquella sensación era nueva para mí, aquella boca caliente de hombre fue la primera que degustó el sabor de mi virginal pene, sentí como una corriente eléctrica recorrió todo mi escroto pero don Lupe no se detuvo ahí, chupó mis testículos brevemente, sus bigotes me ocasionaban cosquillas, después continuó su camino hacia abajo, una vez llegado a mi culo empezó a lamerlo con tanta lujuria que empecé a retorcerme del placer, ¡Aún se me eriza la piel al recordar esa lengua hurgando en mis partes intimas! la pasaba por toda mi raja intentando perforar mi ano con una violencia casi animal, empecé a gemir muy fuerte y con la voz entrecortada le supliqué que me la metiera.
Don Lupe se incorporó, colocó mis piernas alrededor de su cuello y me jaló un poco para que mis nalgas sobresalieran el filo de la mesa, echó un poco de cerveza sobre su verga, acercó su glande a la entrada de mi ano y empezó a empujar, mi culito se resistió un poco pero después cedió, la cabeza entró de golpe haciendo que soltara un pequeño grito y causandome una puntada de dolor casi instantánea, una vez dentro, don Lupe sólo siguió empujando hasta que sus huevos chocaron contra mis nalgas, apreté mi mandíbula en señal de dolor y don Lupe se detuvo un instante, me preguntó si estaba bien y después comenzó a bombearme rítmicamente, el dolor empezó a ceder poco a poco y una deliciosa mezcla de dolorcito y placer inundó mi culo, que sabroso era tener una vergota taladrandome después de un largo tiempo de abstinencia.
Don Lupe aceleró el ritmo, empezó a darme estocadas profundas, su respiración se incrementó, de su frente empezaron a caer gotas grandes de sudor sobre mi pecho, sus caderas arremetían rabiosamente sobre mis nalgas, sus testículos emitían ese inconfundible sonido de cloc, cloc que se produce cuando rebotan contra un culo carnoso, don Lupe se inclinó más haciendo que mis piernas quedaran pegadas a mi abdomen, aceleró el ritmo de la culeada, sus manos aprisionaron con fuerza mis hombros, empezó a darme vergazos durísimos, mi ano me ardía mucho en ese momento, después sólo pude sentir cuando tensó el vientre y se vino con una intensidad dentro de mí, que al juzgar por sus espasmos musculares arrojó 4 lechazos de esperma caliente en mis entrañas, un orgasmo casi animal se fundió con mis gemidos de placer.
Cuando terminó, tardó un momento en recobrar el aliento, después sacó su falo aún erecto de mi interior, mi culo produjo un sonido como si hubieran descorchado una botella y sus mecos empezaron a salir a borbotones de mi ano, don Lupe buscó un poco de papel entre sus cosas, se sentó y empezó a limpiarse la verga que poco a poco regresó a su tamaño normal, yo también me incorporé, don Lupe me alcanzó un pedazo de papel para que me limpiara y para que limpiara su mesa que había quedado toda llena de semen, le dije que quería lavarme, me llevó afuera, me acercó una manguera, la abrió y empecé a lavarme todo el cuerpo sudoroso, él también se lavó, terminamos, regresamos a su cuartucho y nos vestimos, una vez dentro me dio las gracias, me dijo que era por lejos la mejor cogida de su vida y que teníamos que repetirlo, salí de ahí como a las 8:05 de la noche y me fui corriendo a la casa, como llegué antes de las 9 que era la hora a la que generalmente me metía de jugar y cenábamos no tuve ningún problema.
Don Lupe me invitó a culear unas 3 veces más, después terminaron la construcción y don Lupe se movió a otra obra que me quedaba muy lejos, así que ya no pude visitarlo tan seguido como hubiera deseado, sin embargo mis escapes para verlo continuaron esporádicamente, después de eso las cosas se complicaron un poco, a don Lupe cada vez le costaba más erectarse o mantener la erección y algunas veces tuvimos que terminar abruptamente las sesiones por lo tarde que era o por su incapacidad, no fue fácil debo admitirlo, pero don Lupe tuvo una idea muy creativa que me permitió seguir disfrutando de mi sexualidad recién descubierta.
Gracias por leer mis relatos y agradezco el tiempo que se han tomado para dejarme sus comentarios, procuraré no tardarme tanto en la continuación, saludos para todos.
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