Miguel, mi putito de 8 años
Me llamo Manuel y tengo 43 años. Soy moreno, peludo. Mis amigos dicen que parezco “moro”. Me gustan los niños. He manoseado a bastantes por debajo de la ropa y una vez tuve uno de 12 que me pajeo y me la chupo, aunque no eyaculé delante de él..
Miguel tiene 8 años y es blanquito, un pelín llenito, con un culito perfecto. Ojos y pelo oscuros. Carita de niña. Como a mí me gustan. No voy a contar, ya que no es importante, como hice contacto con él. El caso es que poco a poco su mama me lo confiaba para que me lo llevara de ocio tardes enteras.
Creo que desde la primera tarde el niño se percató de que mis besos, y caricias por toda su cara, espalda y pecho tenían otras intenciones…
El niño me ponía a mil. Lo conocía desde hacía tiempo y me parecía un futurible putito bonito. Desde que había cumplido los 8 años, ya tenía un culo apto para ser penetrado. Eso hacía que llevara meses obsesionado masturbándome pensando en hacerlo mío. Aunque ya con cinco o seis podría haberlo traído a mí casa a enseñarle a que me pajeara y me la chupara.
La cuarta tarde de salir de seguido con él, le hable de que podíamos ir algún día a la piscina, le dije que yo tenía bañadores para los dos, a lo que el accedió gustoso. Lo tumbe en la cama y jugando con el aproveche para manosearlo por el pecho y la espalda, darle besos por esos sitios, el cuello y la cara. Él se dejaba hacer, pero no estaba cómodo del todo. Aun así se quedaba quieto. Lo tumbe de espaldas, le baje el pantalón hasta que mostrara su culito y se lo pellizque muy por encima varias veces. Para tener un primer contacto e irlo acostumbrando.
Al segundo día, hable con sus padres y vi que el niño no había contado nada. Así que me envalentone para la siguiente vez y urdí un plan.
Cuando volvimos a quedar, decidimos ir a mi casa a jugar videojuegos. Tengo 43 años. No soy feo, pero si moreno, calvo, peludo y sudo mucho. Me imaginaba su cuerpo blanquito pegado al mío completamente peludo y sudado y me ponía a mil.
Al entrar a mi casa, me lo subí encima con su pene subido a mi panza y yo cogiéndolo del culo. Le di besos en cara y cuello suavemente llevándolo a mi cuarto, cerré la puerta. Le dije que lo quería mucho y que me gustaba mucho que me dejara tocarlo y darle besos. El quería tenerme contento, ya que le llevaba a sitios y le hacía regalos. Lo baje al suelo y le dije que íbamos a aprovechar para probarnos los bañadores y el accedió.
Yo: Me lo pruebo yo primero y después te ayudo a cambiarte a ti.
Miguel: Vale Manuel.
Me quite la camisa ante la atenta mirada del niño, se asombró de peludo que era. No miraba con lujuria, si no con curiosidad y un poco de temor. Me quite el calzado, el pantalón y me quede en calzoncillos mientras él me miraba. Me baje el calzoncillo, él se puso a mirar mi pene semierecto y cuerpo desnudo.
Después de ponerme el bañador le quite la camisa. Me gustaba su cuerpo pequeño, blanco, suave y la mirada con algo de temor del niño. Me senté en la cama con el delante mío y lo deje en calzoncillos. Empecé a tocarlo por la espalda, pecho, pierna, le pasaba la mano por la boca, mientras con la otra mano le tocaba entre las piernas cada vez más arriba y le decía:
Yo: Eres muy bonito Miguel. Me encanta lo suave que eres, no puedo dejar de tocarte.
Note como se me puso el pene completamente erecto. Miguel me lo miraba y se dejaba manosear sin decir nada, solo ponía cara de lastima. Me lo acerque más y le puse una mano sobre el culito y con la otra acaricie su espalda. Le empecé a dar besitos por el pecho, cuello y cara. El seguía con cierto temor, no asustado, pero si algo de temor. Se dejaba hacer solo por complacerme. Le di la vuelta, para que se quedara de pie dándome la espalda, y le baje un poco el calzoncillo por la parte trasera dejando su rico culito al aire. Mientras, le acariciaba la espalda y el pecho diciéndole, de nuevo lo suave que era, ya con mi polla a 1000.
Yo: Tienes un culito muy bonito Miguel y seguro que es muy suave. ¿Me dejas que te lo toque?
Miguel: Vale, pero solo un poco.
Le acaricie el culito y le dije lo suave que estaba. No podía parar de manosearlo primero sus nalgas y después por dentro de la raja hasta llegar a su ano. Le tocaba entre los huevos y el ano. Me encantaba lo suave que estaba, era increíble. Quería tirarlo contra la cama y penetrarlo. Seguí manoseando ese culito, metiéndole la mis dedos en la raja y ano. Me excitaba el contraste de su culito blanco con mi mano peluda y morena. Él no decía nada, solo miraba al frente con la boca cerrada. Deje de manosearlo por un rato, le di la vuelta, lo puse de perfil y acabe de quitarle los calzoncillos. Él no dijo ni hizo nada.
La siguiente estampa era la de un adulto sentado en la cama con solo unos calzoncillos puestos, manoseando a un niño de 8 años desnudo que estaba de perfil, colocado de pie enfrente. Una mano se la deje en el culito, procurando tener siempre un dedo o dos hurgando su raja y ano, que por cierto estaban sudados. Con la otra mano le acariciaba la parte delantera, tanto pilila, como pecho y piernas. Lo acerque a mí y empecé a lamerle el pecho y cuello. El niño estaba nervioso, pero no se atrevía a negarme lo que yo quería. Tenía miedo de perder a su amigo adulto, aunque este le hiciera esas cosas. A mi putito Miguel con 8 añitos le parecía un precio justo a pagar por mis atenciones y regalos.
Me levante, baje mi calzoncillo quedándome desnudo y me volví a sentar. Lo senté de lado encima de mi pierna e hice que me cogiera el pene. Con mi mano encima de la suya le enseñe a pajearme. Mientras yo seguía manoseándolo por delante y detrás, todo su cuerpo.
Yo: Ahora que ya sabes sigue haciéndome la paja tú solo. Miguel no puso reparos y siguió cuando yo quite mi mano para poder seguir tocándolo a dos manos mientras el continuo pajeándome. ¿Alguna vez algún hombre te ha llevado a su casa, te ha desnudado y te ha hecho esto? Le pregunte.
Miguel: No
Yo: Que raro
Miguel: ¿Por qué es raro?
Yo: Porque eres un niño muy bonito, con un culito precioso y te dejas que un hombre te lleve a su casa, te desnude y haga lo que quiera con tu cuerpo. Mira ahora mismo, te estoy besando y tocando por todas partes mientras me pajeas. Es raro que otros hombres no se hayan dado cuenta y te lo hayan hecho antes.
Miguel se avergonzó y yo le ordené que me pajeara más rápido. Comencé a besarlo en la boca y a meter mi lengua. Y le dije: Me encantan los putitos blanquitos de culito rico y obedientes de 8 años como tú, son mis favoritos. Aunque creo que vas a ser el mejor que he tenido y eso me gusta mucho.
Lo volví a levantar, dejándolo de pie enfrente de mí y empecé a manosearlo por el culo y la espalda mientras le chupaba el pecho y la tripa. No me cansaba de manosearlo. Le puse la mano izquierda en la parte inferior de su culito y le abrí un poco la raja. Me chupe un dedo de la mano derecha y se lo empecé a introducir en el ano. Mi putito no decía nada, ni se quejaba. Obediente y callado se dejaba hacer.
Yo: ¿Nunca te la han metido por el culito? ¿De verdad nunca ningún hombre te ha metido la polla dentro de tu culo?
Miguel: No, nunca.
Yo: ¿Y en la boca? ¿Alguna vez le has chupado la polla a un hombre?
Miguel: Tampoco. Dijo muy rápido y ruborizado.
Yo: Ahora te vas a tumbar en la cama, te vas a quedar callado y me vas a dejar hacerte todo lo que quiera. Vas a ser mío Miguel, solo mío. Si algunos hombres supieran que un niño tan rico como tú hace estas cosas, querrían hacértelo también. Pero tú solo vas a ser mi mío, putito precioso.
Seguí metiéndole el dedo hasta que conseguí que entrara y saliera la mitad sin dificultad. Miguel estaba con la boquita cerrada y solo miraba el tamaño de mi pene con cierto miedo. Lo tumbe boca arriba en la cama, le levante las piernas y empecé a lamerle el ano. Después de un ratito de estar lamiéndole el ano e introduciendo mi lengua lo más adentro que podía, vi que se le había puesto duro su pequeño, blanco e imberbe penecito. ¿Te gusta verdad? Me respondió que si le gustaba. Volví a meterle el dedo bien lubricado en saliva. Seguí metiéndoselo, mientras le lamia la tripa, la pilila y el pecho hasta que entraba y salía todo el dedo sin dificultad. Mi putito gemía despacito e intentando que yo no lo notaba. Pero gemía como un putito. Yo notaba la suavidad de su piel y lo calentito y apretadito que tenía su anito por dentro. Estas muy rico Miguel y tienes un culito muy rico también por dentro, le dije. Vas a ser mi mejor putito. Me va a gustar mucho metértela por el culo y la boca.
Le saque el dedo y empecé a lubricarme bien otro más, para meterle dos dedos en total. Le volví a lamer el ano y empecé a pasarle los dos dedos por el ano bien ensalivado. Cuando empecé a metérselos le bese para que le costara más quejarse. Él estaba nervioso y también sudaba casi tanto como yo. Me miraba a los ojos con su carita de pena pero no me decía nada. Para él era algo que tenía que hacer para tenerme contento y no perder a ese adulto que mostraba interés por él, lo llevaba a sitios divertidos, lo invitaba a merendar y le hacía regalos. Para mi suerte, yo era la única persona que hacía por el esas cosas. Y él sabía que tenía que dejarse ser usado como juguete sexual para seguir siendo mi amigo.
Cuando ya le entraban los dos dedos hasta más de la mitad, se los saque, deje de besarlo y le di la vuelta quedando el tumbado boca abajo. Le puse la almohada debajo de la cintura para elevar su culito y le abrí las piernas. Ahí tenía a mi putito de ocho años blanquito, suave, precioso y obediente. Estaba tan excitado que me temblaba el cuerpo, jadeaba y sacaba la lengua. Miguel no se atrevía a mirarme, mantenía la cabeza apoyada de lado en la cama con la mirada al frente. Con esa carita de angelito tumbado completamente desnudo boca abajo con las piernas abiertas y ese culito elevado por la almohada que tenía debajo.
Le puse lubricante con el dedo en el culito y dentro del ano, me baje el prepucio (el niño quedo aterrado aunque no dijera nada. Sabía bien desde hacía que se la iba a meter) y me lubrique el rabo. Puse la punta del glande en su ano y me acomode encima de el con su espalda pegada a mi pecho, mi boca a la altura de su hombro, nuca y mejilla. Lo sentía muy suave debajo de mí, muy bonito tan chiquitín y blanquito. El seguía calladito y sin decir nada de nada, solo estaba con la cabeza girada apoyada en la cama, mirando al frente.
Empecé a meterle el glande poco a poco, se sentía caliente, suave y húmedo. Miguel cerró los ojos y se dejó hacer. Cuando le había metido todo el glande vi que apretaba los ojos y la boca y le dije. ¿Ahora te lo voy a meter y sacar despacito para no hacerte daño, vas a ser un niño bueno? Sí, me contesto. Que sensación estar penetrándolo, se notaba que le dolía algo por el tono de sus gemiditos. Así seguí metiéndole y sacando el glande unos minutos. Sintiendo su culito y su piel suave y blanquita bañada en mi sudor. Mientras el gemía sin poder evitarlo, pero no lo disfrutaba solo hacía por complacerme a mí.
Yo: Miguel, tenía muchas ganas de hacerte esto. Eres precioso y obediente. Tienes un culito muy rico, eres un tesorito. Si otros hombres supieran que haces estas cosas, te buscarían para llevarte a su casa, desnudarte y metértela por la boca y el culo.
El solo apretaba los ojos, mientras yo lo penetraba y le lamia la nuca y los hombros. Con la mano derecha empecé a pasarle los dedos por su boquita.
Yo: Me encanta tu boquita también, luego me la vas a chupar, pero primero quería follarte por el culo. Es mi parte favorita de tu cuerpo, tu culito.
Se la fui metiendo cada vez un poquito más hasta que ya le metía y sacaba más de la mitad sin dificultad. Me levante un poco para ver como mi enorme polla se le metía en su pequeño culito blanco de 8 años. Vi como tenía toda la espalda llena de mi sudor y pelos, así como parte de su espalda y nuca, mis babas.
Yo: Tengo mucha suerte Miguel. Me gustan mucho los niños de 8 años, blanquitos y con un culito como el tuyo. Algunos niños solo se dejan tocar un poco, otros también se dejan desnudar y llegaron a pajearme. Pero hay muy pocos, como tú, que se dejan hacer de todo y más la primera vez. Y aun así, normalmente no se dejan penetrar la primera vez e incluso a veces hay que pegarles. Creía que a ti te iba a tener que pegar hoy. Pero eres un niño muy bueno y obediente. Eres muy putito. Pero esto no se lo tienes que contar a nadie, ni a tu mama tampoco.
Miguel: ¡No! Dijo rápido y apurado como si a él le daba más apuro que a mí, incluso.
Eso me excito mucho, volví a pegar mi pecho moreno, peludo y sudoroso en su espalda suave y blanquita, llena de mis babas, pelos y sudor. Empecé a penetrarlo más rápido y me obsesione en lo rico que iba a ser correrme dentro de él y dejarle toda la leche en el culito. El aumento sus gemidos, apretaba la boca y los ojos e intentaba no hacer mucho ruido con sus gemidos. Me puse más cachondo, notaba mi polla entrando y saliendo de su culito suave, calentito y apretado, empecé a lamerle por la espalda, los hombros, la nuca, mejilla, orejas… Le metí dos dedos en la boca y empecé a frotárselos dentro. Le dije que ahora era mío y que si yo quería podía llamar a tres amigos míos, un negro y dos pakistanís. Que los iba a meter con él en esta habitación todos desnudos y que les iba a dejar que le hicieran todo lo que quisieran y le iban a meter sus pollas por todas partes mientras yo lo grababa todo en video. Me puse como un toro al sentir a mi putito completamente sometido por mí. No pude más y me corrí dentro de él. Cuando noto mis chorros de leche, Miguel abrió los ojos sorprendido. Cuando termine de correrme, le empecé a besar la boca sin sacarle todavía mi polla y a decirle que ahora éramos novios y que él me tenía que obedecer. Que placer correrte en un inocente y precioso niñito de solo 8 años que no ha hecho nada por impedirlo, a pesar que no quisiera realmente. Da más morbo con un niño así.
Al sacársela, vi su ano abierto lleno de leche. Le abrace en cucharita y lo bese mientras le seguía hablando.
Yo: Esto no se lo podemos decir a nadie Miguel.
Miguel: No te preocupes, no se lo diré a nadie.
Yo: Si se lo dices a alguien, yo contaré lo putito que has sido y como me has dejado desnudarte, besarte, chuparte, pajearme y follarte. Todos sabrán que eres un putito y los niños del cole y la gente por la calle te llamaran putito maricón.
Miguel me miro con miedo mientras decía que no con la cabeza.
Nos duchamos, vestimos y fuimos a sentarnos al sofá.
Lo deje jugar videojuegos mientras yo le manoseaba por todas partes debajo de la ropa y le daba besos a mi putito. Lo seguí usando hasta que se hizo más mayor, cumplió 11 y conocí a otro de 7.
Mmmm amigo!!! Que excitante tu relato! Me dejo la pija re dura. Y los niños de esa edad son muy hermosos. Me gustaría leer mas relatos tuyos
sigue contando amigo
Y lo compartiste con tus amigos se lo cojieron tbn ellos vas a relatar esa experiencia siii
Excelente relato, me ha dejado la polla a tope…. los niños a esa edad son adorables… espero mas relatos
Muy repetitivo