Mis alumnos I
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre es Francisco y desde niño supe que era homosexual.
No obstante, nunca me habían gustado los hombres de mi edad; siempre buscaba hombres mayores u hombres más jóvenes que yo.
Mi primera vez fue con mi tío, quién me llevaba 27 años, mi siguiente experiencia sexual fue con un primo menor.
En esencia, mi vida sexual siempre ha sido.
interesante.
Acababa de cumplir 36 años cuando me contrataron en aquella escuela para varones.
En ese momento yo era un hombre sumamente guapo y varonil, hacía ejercicio diariamente y eso se notaba.
El día de la entrevista use un traje azul marino, el cual me hacía ver viril.
Al llegar al colegio me quedé atónito.
Todos los estudiantes eran en verdad apuestos y verlos en aquellos uniformes simplemente me excitó.
No había ningún muchacho que no se viera varonil con es el uniforme: el saco debía ser algo ajustado, al igual que el pantalón (lo cual me encantaba pues resaltaban sus traseros y sus bultos), sus zapatos negros bien listados complementaban aquella excitante imagen.
Por un momento pensé en rechazar el trabajo, sin embargo, la paga era muy buena y no podía darme el lujo de no aceptar.
Mi primer día llegó y me asignaron mi grupo.
Me tocó darle clases a uno de los grupos de segundo de secundaria.
Al entrar y presentarme, pude darme cuenta que no había ningún chico feo, además, todos se veían muy varoniles a sus 14/15 años y fue un tanto difícil ocultar la erección que inmediatamente sentí en mis pantalones.
Pese a mis esfuerzos, pude ver como algunos estudiantes se dieron cuenta del gran bulto que se dibujaba en mis pantalones, pero en ningún momento vi algún signo de repulsión.
Conforme pasaron las semanas, los alumnos y yo creamos una muy buena amistad y complicidad.
En esencia, los alumnos me veían como el ejemplo de hombre al que se querían convertir.
Querían que les enseñará a ser hombres y así lo hice; jugaba fútbol con ellos, almorzaba con ellos, iba al gimnasio con ellos e, incluso, no había ningún símbolo de incomodidad al bañarnos juntos en las regaderas, por el contrario, cuando me quitaba mi traje o mi ropa deportiva, los chicos me veían como si fuera una obra de arte.
En algunas ocasiones escuche como algunos de ellos decían que mi cuerpo les parecía el ejemplo de cómo un hombre debe lucir.
Veían mi pene en cada oportunidad que tenían y algunos también veían mi culo.
Yo lo disfrutaba, en especial porque ellos también me permitían verles desnudos; hombres jóvenes, cuerpos vírgenes y deliciosos.
Había 5 chicos que me llamaban mucho la atención: Rony, Fernando, Enrique, Juan y su hermano Pablo.
No solo eran apuestos, sino que también eran varoniles para su edad y, además, tenían los mejores traseros que he visto en mi vida.
Todos notaban la preferencia que sentía por ellos, y estos disfrutaban eso, se sentían especiales.
De manera cotidiana ellos venían a consultarme cosas de hombres.
Me preguntaban del tamaño del pene, de la masturbación, de mujeres, etc.
Había algo que me molestaba de ellos: hacían bullying a uno de sus compañeros.
El chico, víctima de estos abusos, se llamaba Angel.
Él era diferente; era apuesto, sin lugar a dudas, pero no era tan delgado ni tan atlético como los demás.
La razón por la que lo molestaban se debía a que Angel, visiblemente, era homosexual.
Odiaba ver ataques homofobicos y siempre he creído que los hombres homofobicos tienen muchas tendencias gay.
Así que decidí darles una lección.
Al día siguiente de planear mi macabro plan, me reuní con los cinco chicos en el gimnasio, entrenamos como lo hacíamos siempre y al ir a las duchas hice algo diferente.
Me excite y esta vez deje que lo vieran.
Todos los chicos se quedaron atónitos por el tamaño e inmediatamente los chicos tuvieron una erección.
Para su edad, estaban muy bien desarrollados; Rony tenía el mejor trasero y a manera de "broma" le di una nalgada, todos rieron y procedieron a hacer lo mismo, algunos incluso estrujaron el gran trasero del chico.
Me senté en una banca y los mire de manera seductora:
-"Hoy les enseñaré a masturbarse cómo hombres".
Hice ademán para que se sentarán a lado mío y ellos no dudaron en hacerlo.
Les ordene que comenzaran a masturbarse y ellos lo hicieron.
Me puse de pie para observarlos mientras ellos seguían con su labor.
Me acerqué a Rony, el cual movía su mano demasiado rápido.
Le quité la mano y tome su pene en las mías:
-"Tienes que disfrutarlo, no debes hacerlo rápido"- dije mientras comenzaba a masturbar al muchacho.
Nunca olvidaré las expresiones de placer del niño.
Finalmente, Rony eyaculó en mi mano.
No fue mucho semen pero aún así estaba orgulloso- "Eso, hombrecito".
Al decir esto, una sonrisa de orgullo de dibujó en el rostro de Rony.
Voltée a ver a Juan y a Pablo, los hermanos, y les dije que se masturbaran entre ellos.
Todos se quedaron en silencio mientras ambos chicos tomaban el pene del otro; me encantaba el incesto y ver a esos hermosos hermanos masturbandose fue la gloria.
Proseguí a centrar mi atención en David, el cual estaba ansioso.
Al tomar su pene, el chico gimió de una manera increíble.
Continúe masturbandolo mientras veía de reojo a los hermanos.
David terminó en mi rostro y David sonrió.
-"Así se ve bien, profe".
Sonreí y me limpie con una de las toallas de los vestidores.
Fernando fue el siguiente.
Bastaron un par de movimientos en su pene para que terminara y me sorprendió la cantidad de semen que salió del chico.
-"Muy varonil, Fernando".
-Le dije y el chico simplemente dijo "Gracias".
Ahora era el turno de los hermanos.
Los tome a los dos al mismo tiempo, lo hice muy rápido y ambos chicos terminaron en mi pecho velloso.
Todos los chicos seguían con sus erecciones.
-"¿Quieren ver cómo se masturba un hombre?"-pregunté.
Todos asintieron y así, en frente de ellos comencé a masturbarme.
No tarde mucho pues tener a esos dioses llenos de semen y desnudos enfrente de mi fue suficiente.
Termine y junte mi semen con una mano.
Después de los mostré.
-"Vean, esto es el semen de un hombre".
Los chicos miraron.
Olieron y sonrieron.
Fernando, entonces, habló: "Profe, ¿nos podría seguir enseñando más cosas así?" Todos los chicos asintieron y preguntaron lo mismo.
Yo sonreí y les dije que si, pero no en ese momento pues podría entrar alguien.
Nos duchamos y vestimos charlando, como si nada hubiera pasado.
Claro que la conversación a veces tomaba el tema de la deliciosa masturbación.
En vez de sentirse el ambiente incómodo, solo nos unió más.
Nos marchamos no sin antes acordar volver a hacerlo el día siguiente.
Los vi marcharse, sus hermosos culpa moviéndose de manera deliciosa y mientras se perdían de mi vista solo pensaba en el plan que tenía para vengar a Angel.
Claro que en algún momento, Angel se vería involucrado de igual manera.
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