Mis amigos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hubo una noche de fiesta en mi barrio, un amigo nuestro, muchacho maltón, llamado Ramiro, hijo de comerciantes se acercó a nosotros insinuándonos que lo acompañemos a su casa para traer refrescos y cervezas. Gonzalo se negó y yo también me negué, pero luego de un ratito en que estaba solo, Ramiro me insistía diciéndome que no íbamos a tardar, por mi inquietud acepté, nunca olvidaré que esa decisión cambiaría mi vida, en cuanto llegamos arreglábamos las botellas para llevarlas, siento un manoseo detrás en mi culo, manoseo por todas las partes de mi cuerpo vestido, al no decirle nada por eso me sacó la ropa muy despacio, me acostó en la cama se bajó su ropa y nunca podré olvidar ese pene juvenil tan grueso, duro y peludo que tenía lo pasaba por mi estomago bajando en dirección a mi pene
Yo tenía una mezcla de asombro, este chico seguía y seguía pasándome el pene por las bolsas de mi pene, todo fue tan rápido que me dio la vuelta me hizo sentir el recorrido de su pene caliente por mi espalda pasando por mis nalgas, me vino un poco de incomodidad y susto porque hacia movimientos bruscos de su pene en mi culito, escuchaba su respiración acelerada y unas palabras que lamentablemente no recuerdo cuando me estaba dando pene por detrás, fue allí en la soledad de su casa que en su cama conocí el placer sexual de un chico mayor, era la primera vez que un chico me hacía eso y no lo olvidaré jamás, pasó un ratito de tanto movimiento, se levantó y se agachó, salió del cuarto, me senté en la cama a vestirme, al frente mío vi como gargajos o saliva en el piso, regresó Ramiro a limpiar eso con un trapo lo botó debajo de la cama y se sentó a mi lado para decirme que no comentara nada de lo sucedido y a cambio de mi silencio me dio una gran cantidad de fósforos explosivos para que jugara la noche, cuando caminábamos hacia la fiesta me repitió varias veces que no dijera nada de lo que sucedió, después fui a comprar una gaseosa a su quiosco pero no me cobró.
Pasó un buen tiempo, era el ocaso de la tarde y se venía la noche, yo estaba jugando con Gonzalo, Emiliano y Roberto a los carritos con soldaditos en el lastre y arena que estaba en la acera de una casa en construcción inacabada al lado de mi casa, Ramiro pasó por nosotros bromeando, ya mis amigos se iban retirando a merendar, cuando se fue Gonzalo yo me quedé un ratito más a jugar solo pues había merendado hace rato, Ramiro se acercó para decirme que fuéramos a ver lo que había dentro de la casa en construcción, corrimos un zinc que servía de puerta del cerramiento caminamos y fuimos al rincón de la casa donde había un poco de oscuridad y ni corto ni perezoso me hizo poner mi carrito en el suelo
Me abrazó de frente moviendo las caderas ya desnudos nos acostamos sobre unos sacos y unos retazos de tabla sin decirnos una sola palabra hicimos que nuestros cuerpos hablaran por nosotros Ramiro se sentó y me hizo sentar sobre él de tal manera que la raya de mi culo recibía el masaje sexual de su pene a lo largo y ancho de mis nalgas, me gustó mucho eso, por primera vez sentí sus cálidos labios que besaban mi nuca, el aliento de Ramiro lo escuchaba muy cerca a mi oído, sus brazos largos hacían que sus manos frotaran dulcemente mis piernas hasta llegar a manosearme el pene a manera de masturbe, eso era delicioso para mí por eso cerré mis ojos pero luego los abrí por los movimientos de que me alzaba y me bajaba de mis caderas y mi culito en dirección a su pene, nos doblamos del torso hacia el frente así pegaditos, sentí el movimiento de su pene por mis nalgas luego me soltó para que me levantara
Pasé mis manos por mis nalgas porque las sentía algo mojadas me llevé una muestra de eso a mi nariz y el olor era extraño diferente a la saliva, Francisco se levantó, rompió un pedazo de saco de cemento se limpió los muslos de sus piernas, pelvis, bolsas y el pene que estaban mojados por ese liquido que no sabía que era, tomó otro trozo de papel que me lo pasó por las nalgas me vistió y salimos de allí limpiándonos. Desde esa vez mi inquietud sexual fue creciendo, me atraía esa forma de ser de Ramiro porque me hacía perder el recelo logrando que deseara estar con él permitiéndole hacerme más seguido eso, me gustaba cada vez más por eso acudía a su casa cuando me llamaba desde su ventana estando él solo, nos encerrábamos en su cuarto en una de esas veces sentí la leve penetración del pene en mi culo, no le dejaba que siguiera porque me dolía, en otra de esas veces me mamaba el pene eso fue lo más rico que sentí de todo cuanto me hacía, cuando me tocó de mamársela era raro su sabor al principio fue torpe como se lo hacía y me apartaba un tanto incómodo
Nuestros encuentros sexuales en su casa eran rápidos para evitar sospechas por eso salía rápido de su casa con algo de deseo insatisfecho porque no permitía que me montara sobre su cuerpo o que se dejara pasar mi pene por su culo, sólo Ramiro era el de la iniciativa yo solo me dejaba hacer todo lo que decía y hacía, eso hizo que desfogara mi inquietud sexual con Gonzalo que estaba inocente de lo que hacíamos Ramiro y yo.
La primera vez que se lo hice a Gonzalo fue en la casa en construcción con el pretexto de tomar unos retazos de tablitas para hacer de puentecitos en la arena dentro de la casa lo acosté de boca al piso me puse sobre su cuerpo apretando y meneando mis caderas hizo un ademán suave de soltarse pero no se lo permitía hasta que logré que se quedara quietito y seguí con el movimiento, nos quedamos frente a frente me puse sobre Gonzalo quien tenía una expresión de indiferencia en su cara hizo nuevamente ademanes para soltarse pero se fue dejando yo miraba el movimiento de nuestros penes vestidos no nos dijimos nada y salimos a jugar a la arena, teníamos puestos deportivos cortos el de Gonzalo era muy pequeño y se le corría al ponerse de cuclillas sobresaliendo por su trusa la rayita de su culo de broma le puse arena se levantó para quitársela y seguimos jugando de vez en cuando le pasaba suavemente mis dedos por la rajita como me lo hacía Francisco, yo seguía sobándole las nalgas
Gonzalo solo hacía mirarme y disimular su indiferencia con sonrisa de nuevo le dije que entremos a la casa que nadie nos ve en ese lugar a traer cañitas para hacer casitas, en lo que estaba arrodillado recolectando retazos de cañas, Gonzalo se dejó que lo acostara como la otra vez para hacerlo de nuevo pero esta vez le corrí el deportivo y la trusa a los talones, le dije que se quedara quietito mientras me corría la ropa y al fin pude pasarle mi pene por su culito desnudo sentí lo rico del momento, la timidez de Gonzalo me permitía seguírselo haciendo mucho más rapidito, nos levantamos para limpiarnos y salimos de allí sin decirnos nada le había enseñado a mi amiguito a hacer el amor, luego de un tiempo nos masturbábamos y mamábamos los penes para después de que nuestros penes estaban bien tiesos nos acostábamos para hacernos el amor desnudos, aprovechando la soledad de la casa y de su oscuridad. Desde ese momento lo hicimos durante años en silencio guardando secretamente nuestro modo de ser, cuando nos graduamos en la secundaria
Hicimos un paseo con el profesor y los compañeros de curso, bailamos mucho ya estábamos un poco mareados en la madrugada, fuimos a nuestra habitación de la hostal nos abrazamos muy sensibles de nuestra separación porque nos separábamos a universidades diferentes, recordamos nuestra niñez y los momentos sexuales que vivimos eso fue detonante para abrazarnos, besarnos y chuparnos el cuello rodamos por el piso desnudos, lo acosté filo de cama y le metí el pene, poco a poco lo penetraba con más intensidad en el mete y saca el alcohol en nuestra sangre aumentaba nuestro placer
Gonzalo pujaba y pujaba llevando gemidos, ambos sabíamos que era por amor eso que hacíamos desde nuestra niñez a mi mente llegaban esos recuerdos y eso me estimulaba a seguir penetrándolo, hasta que por fin sentí que se lo mandé a guardar todito mi pene en su culo venciendo la resistencia de su esfínter, como señal de aquello escuche como respuesta un grito desgarrador de Gonzalo, saqué mi pene poco a poco de su culo, se lo volví a meter suavemente y Gonzalo gemía, el alcohol en mi sangre no permitió que eyaculara sobre sus nalgas mi glande estaba caliente y palpitante igual que el interior del culo de Gonzalo que se retorcía del dolor, nos relajamos, delante de él me masturbé y boté mi semen, al principio sentí culpa y vergüenza por no haber medido las consecuencias de dañarle el paseo por el dolor de su culo, a los meses tuvimos un encuentro en su casa dejándose meter mi pene me convertí así en su ser complaciente de sexo gay, en su marido, hoy, aunque nos separa las distancias de nuestras universidades siempre nos damos un lugarcito para encontrarnos esperando como pretexto su llamada diciéndome: Arturo… soy Gonzalo… quiero verte.
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