Mis amigos conocían mi secreto, pero mi nuevo novio no….
Una chica travesti conoce a un peon en una finca en la que está pasando unos días, el peón se enamora de ella, y la sigue hasta la ciudad..
Mis amigos conocían mi secreto, pero mi nuevo novio no….
Desde bien joven mis amigos saben que soy gay, transformista, sissy, ya que me encanta vestirme de mujer, y ocasionalmente los he dejado que se aprovechen de mí.
Lo curioso es que, aunque la primera vez que tuve sexo, fue a nivel de todos contra mí, aunque después de eso todos ellos siempre han querido mantener en secreto nuestras relaciones.
Esa primera vez yo estaba además de drogado por estar fumando marihuana, también me encontraba súper borracho.
Mis amigos y yo nos pusimos a jugar la botella, rápidamente perdí toda mi ropa, y cuando me pidieron que me quitase los pantalones me negué, por lo que, entre todos los chicos, a la fuerza me quitaron el pantalón, para darse cuenta de que mis interiores eran unos pequeñitos slip muy parecidos a unas pantis.
Bueno las penitencias para que yo recuperase mi ropa, fue actuar y vestirme como una chica, por el resto del tiempo que estuviéramos jugando.
Al principio de mala gana acepté, pero poco, a poco como que le fui agarrando el gusto, ya que me sacaron a bailar, me acariciaban las nalgas, me mordisqueaban el cuello, aparte de todas las atenciones que tenían conmigo tratándome como si realmente fuera una chica.
Aparte de que por el estado en que me encontraba perdí el sentido, y cuando lo recuperé tenía a uno de mis amigos dándome salvajemente por el culo, mientras que otro trataba de ponerme a mamar su verga, mientras el resto esperaba su turno.
Eso pasó, pero cada vez que salimos, sin que me presionen mucho me cambio de ropa, y me trasformo en la chica de todos.
Como ya les dije todos sabían lo que soy, y estando, pasando un fin de semana en la finca de uno de los chicos del grupo, mientras tomaba algo de sol, por aquello de sentirme bien, me puse un pequeño biquini.
Fue cuando después de una rato me di cuenta de que uno de los peones de la finca, no me quitaba los ojos de encima, y aunque ya llevo un cierto tiempo tomando estrógeno por medio de pastillas anticonceptivas, aun mis senos son pequeños.
Es verdad que son un poquito más grandes que los de algunas chicas, y ya tienen una linda forma, por lo que aún estoy usando sostenes de copa A.
Por lo que me sentí tan bien cuando el tipo ese, no dejaba de verme, que se me ocurrió pedirle que me trajera una cerveza, y él gustosamente lo hizo.
Luego poco a poco le fui buscando conversación, y dejando que me tratase como a una chica.
Entre una cosa y otra, aproveché que el resto del grupo se había ido a beber al pueblo, y le pedí al peón que, si me podía hacer el favor de ponerme un poco de loción solar, en mi espalda para no quemarme, después de que se lo pedí, rápidamente aceptó.
Por lo que yo me tendí boca abajo, sobre la tumbona donde estaba tomando sol, le pedí a que comenzara a pasar sus manos por mi espalda, pero claro como el sostén del bikini que estaba usando, impedía que sus manos corrieran libremente por mi espalda, me lo solté, aunque sin dejar que viera mis pequeños senos de frente.
Tímidamente comenzó a pasarme la loción por la espalda, y ha pedido mío, sus manos fueron bajando hasta mis caderas.
El pobre estaba de lo más nervioso, muy preocupado porque la loción no fuera a manchar la parte inferior de mi bikini, fue cuando yo sin decirle nada, me lo bajé hasta la parte inferior de mis nalgas.
Claro que dejando oculto, el pequeño secreto que llevo entre mis piernas, pienso que por poco le da un ataque al ver mis apretadas nalguitas al alcance de sus manos.
Lo digo por la manera en que se puso a tartamudear, aunque yo constantemente le seguía diciendo, lo agradecida que estaba de que me hiciera ese gran favor.
Como vi que no tomaba la iniciativa, le pedí que siguiera poniéndome la loción por mis muslos y piernas, desde luego que ocultando como mejor pude, mi pequeño pene y mis testículos bajo mi cuerpo.
Así que, a pesar de eso, él que es medio retardado, no se atrevía a dar el siguiente paso.
Fue cuando comencé a preguntarle si tenía mujer, a lo que me respondió, sumamente apenado, que no, luego le pregunté de manera bien indiscreta, como hacía él para satisfacerse.
Aunque le tomó cierto tiempo entender que era lo que yo le preguntaba, finalmente me confesó que se hacía la paja, viendo una vieja revista que el hijo del dueño de la finca le había regalado.
Yo la verdad que estaba bien deseosa, de sentir dentro de mi apretado culito, el grueso, y largo bulto, que se le marcaba por debajo de la tela de su pantalón.
Así que hablándole de la manera más seductora que pude, le fui diciendo que estaba tan, y tan agradecida por lo que él había hecho, que deseaba premiarlo.
Al principio pareció no entender de que yo le hablaba, por lo que sin dejar que llegase a ver mi pequeño pene, me senté a su lado en la tumbona, sus grandes ojos parecían querer salirse de sus orbitas al ver mis pequeñas seños.
Así que tomé una de sus callosas manos, y las coloqué sobre mis pechos. Eso pareció de momento despertar sus más íntimos instintos, pero de inmediato los reprimió.
Su quemado rostro por el sol se puso colorado, y hasta parecía que en cualquier momento se moriría de vergüenza.
Por lo que yo sin dejar que me llegase a ver por el frente, tomé una de sus manos y le ofrecí mis labios, y él tímidamente comenzó a besarme.
Casi de inmediato vi su parada verga presionando contra la tela de su pantalón, por lo que me fui deslizando hasta su cintura, solté su correa, y le bajé los pantalones, para encontrarme de frente con tremenda verga bien dura y parada.
De manera suave fui acercando mis labios a su colorado glande, y lenta y suavemente comencé a mamárselo.
Por aquello de no hacerlo venir rápidamente, ocasionalmente le jalaba sus testículos, produciéndole algo de dolor, pero evitando así que se fuera a venir sin llegar a enterrármelo por el culo.
Cuando consideré que era el momento apropiado, sin dejar que me llegase a ver de mi cintura para abajo, me puse de pie, dándole la espalda, me incliné ligeramente hacia el frente, sujetándome de la tumbona, y le ofrecí mis apretadas nalgas.
Ya en esos momentos dirigió directamente la cabeza de su verga, a mi esfínter, y comencé a sentir como divinamente su verga comenzó a penetrar mi apretado culito.
Yo estaba que chillaba, gemía, y hasta lloraba por el dolor y el placer que con su tremenda verga me estaba proporcionando en esos instantes.
Yo no dejé de restregar mis desnudas nalgas contra su cuerpo, mientras que sus brazos me apretaban con fuerza, haciéndome sentir sumamente seguro.
Hasta que finalmente después de un buen rato no pudo aguantar más y se vino completamente dentro de mí.
Yo me sentía la persona más dichosa del mundo, aunque le pedí que fuera discreto, y que no le dijera a nadie lo que habíamos hechos, sonriéndose me respondió, diciéndome. “Es que quien me va a creer, que yo estuve con usted señorita. Lo que me van a decir es que estoy inventando cosas, y que deje de hacerme tanto la paja.”
De inmediato me volvía a poner mi bikini, al poco rato volvió aparecer él, fue cuando aproveché para pedirle que nos volviéramos a ver en la noche.
De ser posible en su pequeña casa de madera de inmediato gustosamente aceptó.
Cuando regresaron mis amigos les conté lo sucedido, pero les pedí que jamás le dijeran la verdad, no fuera a ser que se molestase conmigo, y me quisiera golpear.
Durante esa semana disfrutamos de una especie de noviazgo entre nosotros dos, pero ya saben nunca falta un hijo de la gran puta que disfrute haciendo daño, y casualmente uno de esos hijos de la gran puta, le fue con el chisme a mi nuevo amor.
Cuando me enteré, de lo que el desgraciado había hecho, me dio un pánico tremendo, tanto que esa misma noche le pedí a uno de los chicos que me llevase a casa.
Pero cual no fue mi sorpresa cuando como a la semana, al sentir que tocaban la puerta de casa, al abrir me lo encontré frente a mí.
Antes de que yo pudiera ni tan siquiera comenzar a darle una explicación, me tomó entre sus fuertes brazos, y aun que yo estaba vestido de hombrecito, me ha plantado un tremendo beso en la boca.
Aunque es de las personas que habla poco, me dijo que no le importaba quien, o que yo fuera, siempre y cuando siguiera siendo su novia.
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