Mis anécdotas con un militar Parte 1
Como muchas relaciones de hoy en día, las primeras palabras que cruzamos fueron a través de Facebook, gracias a esta plataforma un día aburrido en mi cama veía las sugerencias de amistad y encontré su perfil, se veía tan bien con su uniforme verde.
Vivo al sur de Venezuela en una pequeña población a las orillas del rio Orinoco, el principal rio de mi país, es una tierra con una mezcla de razas muy variada, desde pieles blancas y ojos claros hasta morenos mestizos, todo hace que uno se deleite en las calle viendo la belleza de los hombres de estas tierras. También es muy común que todos los componentes de las fuerzas armadas de Venezuela tengan presencia en esta región, más por ser una zona fronteriza, en una ocasión un amigo de mis tiempos de universidad que no era de estas tierras expreso lo siguiente: “aquí un guardia nacional es como un Brat Pitt para las mujeres”. Y tiene razón, las mujeres se vuelven locas por un uniformado por acá.
Con esa breve introducción inicia esta serie de anécdotas que quiero compartir con ustedes a lo largo de tres partes para que quede registrado aquí para la posteridad. Ya con la introducción lista inicio este primer relato contando como nos conocimos y nuestro primer encuentro sexual.
Como muchas relaciones de hoy en día, las primeras palabras que cruzamos fueron a través de Facebook, gracias a esta plataforma un día aburrido en mi cama veía las sugerencias de amistad y encontré su perfil, se veía tan bien con su uniforme verde (mi color favorito), le envié una solicitud y a los pocos minutos la acepto. En ese momento decidí escribirle, porque no tenía nada que perder, por suerte resulto ser una persona bastante sociable y conversadora, muy diferente al clásico militar que puede simplemente ignorarte o responderte de forma pedante. Lo cierto es que desde ese primer momento tuve una muy buena primera impresión de Eleazar, él tenía todas las características que me gustan en su forma de tratar, mucha seguridad, dominio de la conversación, y sobre todo emanaba mucha masculinidad y no solo en su forma de tratar sino también en su físico.
La conversación fluyo de manera muy natural y espontanea hasta el punto de plantear de forma clara lo que podría pasar entre nosotros, el me pregunto si a mí me gustaban los hombres y yo respondí afirmativamente, eso nos llevó a fijar un primer encuentro que ocurriría cerca del comando donde él estaba destacado.
El día de nuestro encuentro llego, yo en esas ocasiones anulo los pensamientos en mi mente y solo actuó por instinto, me prepare a conciencia al higienizarme bien mis partes, comer ligero ese día y mentalizarme de lo que podría pasar. En ese año 2020, la fecha en que nos conocimos estaba muy cerca del anuncio de la cuarentena por el covid19, así que no había transporte público y me tocaría caminar unos 45 minutos para llegar al sitio de encuentro. A pesar de los retos, emprendí el camino y llegue al sitio, era una habitación simple, no tenía muchos lujos, pero estaba bien para el objetivo que teníamos que era tener un encuentro sexual.
Tuve que esperarlo unos minutos, pero eventualmente llego, cuando lo vi en persona se veía mucho mejor que en sus fotos de Facebook, era un flaco moreno, alto y marcado y confirme que era como me lo esperaba, una persona de pocas palabras, muy varonil, seguro y que iba al grano. Entramos a la habitación y el empezó a quitarse la ropa y a acomodarla en un pequeño banco que tenía allí, yo lo imite y comencé a quitarle la ropa, andaba deportivo así que no fue muy difícil hacerlo. Inmediatamente él se acercó a mí y me tomo por la cintura firmemente y me hizo sentir que en ese momento yo tenía el rol pasivo, el de la mujer en ese momento y que él era el hombre, me dio unos besos muy pasionales y con su mirada y gestos me hizo entender lo que debía hacer, me arrodille y me presento lo que se convertiría en mi devoción por casi 8 meses, Eleazar era poseedor de un pene del tipo lápiz, bastante largo unos 21cm, pero bastante delgado, de un color canela hermoso y un sabor a semen que no pasaba desapercibido, confieso que me encanto su sabor e inicie una mamada tratando de hacer lo mejor posible, creo que hice un buen trabajo porque casi lo hago acabar, si el tiempo no hubiera estado en nuestra contra por que debía volver al trabajo lo habría logrado.
Luego de eso con su misma forma de ser, callado saco un condón del bolsillo de su pantalón y ya ambos sabíamos lo que venía. La primera posición que adoptamos fue ambos de pie, yo me apoye con una silla y el inicio la penetración, cada centímetro que introducía comenzó a producirme sensaciones muy placenteras, sentía a plenitud como eran abiertos los pliegues de mi ano que nunca habían sentido algo parecido, me gustó mucho el auto control que el tenia, a pasar de él estaba sumamente excitado, fue lento pero a un ritmo continuo y comenzó el vaivén a un ritmo suave mientras besaba mi cuello y acariciaba mi cuerpo. Allí empezó el descontrol, perdí toda barrera mental y nos fundimos en un acto carnal básico, me pregunto ¿Más duro? Y le respondí: por supuesto papi, eso fue para él la luz verde que necesitaba.
Su penetración fue más profunda, más rápida y más placentera, mi mente estaba nublada de placer y nuestros cuerpos sudaban no solo por el calor del acto sino por la habitación que no tenía ventilación. Decidimos cambiar de posición y nos fuimos a la cama, me puse en cuatro, en la posición de perrito o más bien perrita y siguió con esa penetración deliciosa que llevábamos, las múltiples llamadas al teléfono de parte de su superior hizo que acelerara el vaivén para acabar y en es que ya llevábamos más de 30 minutos en ese proceso y con una sonora exclamación de placer acabo dentro de mí.
Le pedí que se quedara unos minutos dentro de mí, me encantaba esa sensación de tenerlo dentro mí, luego salió, tiro el condón a la basura, se puso rápidamente su uniforme y llamo a su superior, así término nuestro primer encuentro.
Unos detalles de él que me gustaron, fue que me besaba demasiado rico en el cuello, de verdad pocos hombres tienen ese talento de dar placer con sus manos y su boca, lo negativo es que siempre me dejaba con chupones que tenía que pasar muchos días disimulando en mi trabajo, pero valían la pena; también era un hombre que podía eyacular y no perder su erección, podía seguir y seguir penetrándote al ritmo que uno pidiera todo el tiempo que uno quisiera, en definitivita era un uniformado de ensueño.
Bueno de esta forma termino mi primer relato, en la próxima entrega les contare como viví por primera vez la experiencia de tener sexo en un espacio público.
Rico, me has dejado muy cachondo, espero leer pronto el siguiente relato.