Mis aventuras de quinceañero III
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Chaketo.
Hola amigos, aquí Rodrigo de nuevo, agradezco los comentarios recibidos por los relatos y por sus mensajes. Sin más que decir los dejo con este relato.
Después de la cogida que me dio Juan continuamos encontrándonos generalmente en la noche, a veces me saltaba por uno de los muros de la casa de mis tíos para irme con Juan, a veces cogíamos en su carro, otras veces en el cuarto donde él vivía y a veces volvíamos al lugar donde me cogió por primera vez.
Siempre que iba a comprar a la verdulería me miraba y se agarraba el paquete discretamente, estas cosas me ponían caliente y terminaba masturbándome recordando nuestros encuentros.
Un día fui a comprar y me dijo que si podía escaparme un ratito como a las 7 que era la hora en que cerraban la verdulería. Le dije que sí, que iba a estar esperándolo afuera a esa hora.
Y así fue, venia de jugar basquetbol, vestía una playera de tirantes y un short corto, me senté frente a la verdulería, mientras veía como aquellos hombres se retiraban uno por uno, hasta que salió Juan y bajo la cortina del negocio, abrió una pequeña puerta y me hizo señas de que entrara.
Una vez dentro me dijo que se iba a bañar porque le había tocado cerrar el lugar y no le había dado tiempo, me pareció buena idea ya que también quería bañarme además seria excitante darnos una ducha juntos.
Espere a que él se metiera bajo la regadera y mientras él no veía me fui desnudando poco a poco, a esta altura ya traía la verga bien parada. Me acerque a la ducha y me metí con Juan tomándolo por sorpresa lo abrace y le repegue mi erección en aquellas nalgas fuertes y duras. El solo se rio y se dio vuelta para abrazarme.
-Eres un cabrón- dijo riéndose –Pero me gusta que seas así, cabroncito-
Me enjabono el cuerpo mientras yo también trataba de pasar el jabón por su pecho y sus brazos musculosos que me encantaban, era un macho de campo para mi solito.
Juan se dedicó a enjabonarme el culito me limpio bien y aprovechaba para meterme un dedo, después dos, me gustaba esa sensación de sentirlo urgando dentro de mí con sus dedos y dejaba escapar gemidos en señal de que me gustaba lo que me hacía.
Nos enjuagamos y una vez limpios me agache para disfrutar de aquel pedazo de carne que me gustaba. Me lleve su verga a la boca y la mamaba lentamente, pasándole la lengua por el glande, disfrutando aquel liquido preseminal, se podía ver como una gotita salía de su glande y yo gustoso pasaba mi lengua para recoger aquella delicia.
Así estaba de rodillas mamandole la verga a Juan en el baño cuando de pronto escuchamos una voz que nos interrumpió.
-No mames Juan, entonces si te estas cogiendo al güerito…
Esa voz era de uno de los amigos de Juan, lo conocía solo de vista, se trataba de Pepe un hombre de unos 25 años, complexión normal, moreno, velludo y con buen cuerpo, le decían “El Poblano”. Juan no intento darle explicaciones, solo sonrió.
-Pues ya que nos viste no sirve de nada negarlo, pues si Poblano me ando cogiendo al güero y vaya que tiene un buen culo el condenado y la chupa re bien.
-Eso es lo que veo –dijo El Poblano mientras se bajaba el pantalón- dame chance yo también quiero saber si es que la mama rico el putito.
La verdad es que yo al principio no quería pero después de verle el pito al poblano me dieron ganas, pues me dio mucho morbo esa verga cabezona, tenía el pito circuncidado y su cabeza era gorda (como dicen de mantecada) coronada por una mata de pelos pues El Poblano era de esos hombres velludos.
Se acercó a mí y me pasó su verga por los labios, abrí la boca para saborear ese trozo pero El Poblano era muy brusco, la metía toda dándome arcadas y me cogía la boca con fuerza. De alguna manera Juan vio eso y le dijo al Poblano que no fuera tan brusco conmigo.
Salimos de aquel pequeño baño y tendieron unas mantas en medio del almacén donde los dos hombres me pusieron a cuatro patas. El Poblano me daba nalgadas fuertes pero Juan le decía que debía ser suave.
-No mames Juan este pinche güero tiene el culo bien blanco- dijo mientras me daba una fuerte nalgada- mira como se le queda la mano repintada.-
-Calmado cabrón –dijo Juan mientras lo apartaba- Hazlo suave, no quiero que lo lastimes, el güero es culión pero si lo tratas así no va a querer.-
-Dale Juan, métesela tú mientras yo los veo.-
Juan se colocó detrás de mí y me paso unas cuantas veces su verga por el culo, me besaba la espalda y trataba de calmarme, yo estaba inquieto porque el trato de El Poblano no me estaba gustando y ya me quería ir a mi casa pero sabía que el amigo de Juan no me lo iba a permitir.
-Dale bebé- me dijo Juan al oído- Te la voy a meter despacito como siempre para no lastimarte.
Dicho esto, sentí como Juan se escupió en la verga para tenerla bien mojada, sentí como se abría camino dentro de mí y dejaba escapar unos cuantos gemidos, la tenía toda adentro y Juan comenzó un mete saca lento.
El Poblano se acercó para darme a chupar su carajo, estaba durísimo y me lo metí a la boca mientras Juan me cogía.
-Como se ve que al güero le gusta la verga, mira como la aguanta –decía mientras me abría las nalgas- Mira como entra y sale tu verga, pinche culito tragón que tiene.
-Y esta apretadito, me encanta cogerme al güerito.
-La verdad es que lo has entrenado bien, mira como se le va toda. Déjame cogérmelo a mí, anda.
Juan me saco su verga y El Poblano se puso detrás de mí y me dijo “No tengo condón güero así que va a ser a pelo”.
El Poblano se sentó en un banco y me ordeno sentarme frente a él, con ayuda de Juan me acomode, El Poblano punteo con su verga mi culito para metérmela toda de jalón.
-Ay no, me duele, me duele –grite desesperado- Sácala que me duele.
-No güero, aguántala como los hombres, querías verga pues aquí la tienes.
El Poblano me tomo de la cintura y no me dejo moverme mientras me penetraba. Me dolía mucho porque este hombre estaba muy vergon, sentía como me abría el culito mientras me bombeaba lentamente.
En una de esas El Poblano se levantó conmigo en brazos, yo tenía su verga metida por completo y me hacía subir y bajar mientras yo jadeaba y gemía, el dolor se había ido y sentía un inmenso placer, sentía como esa verga llenaba todo mi ser y a cada embestida me hacía gemir.
Mire a Juan que se chaqueteaba mientras nos veía cogiendo y eso me éxito más, estaba disfrutando verme coger con otro.
El Poblano volvió a acomodarme en las mantas pero esta vez de patitas al hombro, sentía como su verga entraba y salía rápidamente mientras con una mano me masturbaba al ritmo de las embestidas de aquel hombre.
-Que culito tan apretado tienes güerito. Voy a vaciarme güero, me voy a vaciar en tu culito…
-Si Poblano, lléname de mecos –le dije jadeando- quiero tu leche.
Unas cuantas embestidas y el cuerpo de El Poblano se tensó dejando escapar su leche dentro de mi culito.
Aquel hombre me la saco, tomo una ducha rápida se arregló y se fue dejándome solo con Juan.
Las piernas me temblaban, sentía mi culito lleno y también me dolía. Juan me reviso y me dijo que El Poblano me había lastimado y que me salía un poco de sangre. Lo atraje hacia mí y me quede acostado con el abrazándolo pues me había dado cuenta que a diferencia de su amigo, Juan si se preocupaba por mí.
Le dije que no se preocupara, que todo iba a estar bien.
Dure como una semana con el culo desgarrado, cada vez que me sentaba sentía dolor pero también me acordaba de la verga de El Poblano.
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