MIS HIJOS ME ENSEÑAN UNA NUEVA VIDA
Gracias a mis hijos conocí el placer del amor entre hombres.
Me casé muy joven y al año de casado ya tenía el primer hijo con mi mujer, le pusimos Raimundo por el abuelo, al año siguiente llegó el segundo que también resultó ser varón, le pusimos Bastián por mi hermano mayor al que quiero mucho. Desde el día uno me preocupé por mis niños, aprendí cosas que las mujeres aprenden cuando son madres, con tal de ser un padre mejor que lo fue el mío. El tiempo pasó y en el camino la relación con mi esposa no dio para más por lo que terminamos divorciándonos, ella optó por cambiarse de ciudad por un mejor trabajo y porque había conocido a alguien, no le reproché nada, quería que la relación terminara lo más amigable posible, por los niños. Acordamos que Rai y Basti pasarían un tiempo conmigo y otro con ella, pero al final entre tanto viaje de una ciudad a otra en conjunto decidimos que se quedaran la mayor parte del tiempo conmigo, a mis hijos les pareció muy buena idea puesto que al fin y al cabo yo estaba más preocupado de ellos que mi ex.
Nuestra vida de familia no era distinta de las demás del barrio, nos repartíamos las tareas, salíamos a hacer deportes, las compras etc. Así fue pasando el tiempo y mis hijos comenzaron su adolescencia, se desarrollaron físicamente muy guapos, desde pequeños acostumbrados a los deportes y la comida sana. había sólo una cosa que me llamaba la atención aunque trataba de no prestarle atención, era que a pesar de ser la casa bastante amplia, se negaban a separarse de habitación, ambos dormían juntos en sus camas separadas por un velador, muchas veces les propuse que se independizaran, pero no había caso, me contestaban que se quedaban conversando hasta tarde, que eran los mejores amigos aparte de hermanos, en fin, desistí de la idea de separarlos y remodelé la habitación libre para dejarla como una salita para descansar, con un aparato de música, una tv, algunos libros un sillón cómodo para dormir la siesta.
Una noche asistí a una fiesta de la empresa, me divertí, pero estaba algo cansado, la semana había sido estresante así es que finalmente me retiré antes de lo que había presupuestado. Pensé que mis hijos habían salido con sus amigos, así que me propuse llegar a casa meterme a la ducha hacerme una buena paja y luego a dormir plácidamente. La casa estaba a oscuras o al menos eso parecía, provenía una luz del dormitorio de los niños, pensé en abrir de par en par la puerta y arrojarme a sus camas haciéndoles cosquillas para despertarlos, porque creí que estarían durmiendo y se les había olvidado apagar la luz, iba metido en esos pensamientos por el pasillo hacia su habitación cuando comencé a sentir sonidos, a medida que avanzaba se hacían más audibles, era gemidos, gemidos de gusto, de lujuria, pensé que alguno de mis hijos estaba con alguna niña y tal vez el otro estaba en otro lugar, no tenía mucho sentido pues siempre andaban juntos para cualquier sitio. Mi corazón se aceleró, llegué hasta la puerta y los sonidos se escuchaban claramente, no había dudad ahí dentro había personas teniendo sexo, me llené de interrogantes, pero también me excité, no tenía como saber quiénes estaban dentro, y de pronto se me encendió una luz en mi cabeza, fui a la cocina y salí al patio trasero, justo en la habitación de mis hijos había un pequeño agujero entre el vidrio y la pared que permitía mirar hacia dentro y ver lo que ocurría, muchas veces había dicho que llamaría a alguna persona para solucionar eso, pero ahora daba gracias que no lo había hecho. Con el corazón en la mano me acerqué lo más silencioso que pude y pegué mi rostro a la pared, no podía creer lo que mis ojos estaban viendo. Ahí estaban mis dos hijos completamente desnudos acariciándose, besándose, masajeando sus nalgas, sus piernas. Bastián se arrodilló y se echó el miembro erecto de su hermano a su boca, luego optaron si separarse, subirse a la cama y ponerse en posición del 69 y ambos gozar de sus cuerpos. Miles de pensamientos cruzaron mi cabeza en esos momentos, sin embargo ninguno de esos pensamientos eran de asco, odio o vergüenza hacia mis hijos, más bien sentía curiosidad, eran nervios contenidos, me quedé pegado ahí mirando como Basti abría sus nalgas a su hermano Rai y este lo penetraba entre besos y gemidos, pasó un tiempo y Rai dio señales de correrse, sacó la verga del culo de su hermano y nuevamente hicieron un 69, esta vez pude ver claramente como ambos se corrían uno en la boca del otro, luego se besaron intercambiando semen.
Me fui a mi habitación hecho un amasijo de incertidumbre,, me desnudé y me di cuenta que estaba mojado, mi precum caía de mi pene, tenía el calzoncillo embarrado de líquido, me recosté sobre la cama y con los ojos cerrados me corrí una furiosa paja.
No mencioné lo que había visto la noche anterior, pero a partir de aquel momento mi vida se transformó, por las noches hacía como que me iba a dormir, pero me iba a espiar a mis hijos, cada vez los miraba con más desparpajo y me tocaba, me pajeaba mirando como gozaban mis hijos y lanzaba mis chorros de leche sobre la pared de su habitación.
Llegó el verano y nos fuimos por unos días a la playa, ahí mis hijos se paseaban por la playa con unos diminutos trajes de baño, yo iba con unos bermudas más abajo de las rodillas. Una de las tardes en que estábamos en la playa noté que un hombre nos miraba, era un hombre como de mi edad, con harto vello en el pecho, no era feo. Mis hijos se metieron a nadar, yo estaba tomando un jugo y haciendo como que leía, pero miraba a mis hijos como nadaban juntos, se tocaban, se reían, todo era complicidad entre ellos. Estaba en eso cuando se acercó el hombre, me comenzó a hablar y se sentó a mi lado, cuando mis hijos salieron del mar los presenté, mis hijos aprovecharon de pedirme permiso para ir a a una disco por la noche, a regañadientes acepté. Marco así se llamaba el hombre me contó que era soltero y le gustaba esa playa por lo que siempre trataba de ir ahí, caminamos por la playa un rato, luego mis hijos se fueron a la casa para arreglase para salir y yo me quedé con Marco. Llegó la noche y aún estábamos sentados en la arena Marco y yo, de pronto él me dice que vayamos a un lugar más lejos de la gente y resguardado del sonido de las olas, acepté y nos encaminamos hacia unas dunas, hacia un lado había unos árboles, la noche estaba muy clara, el calor había bajado un tanto, nos metimos entre los árboles, nos sentamos sobre el pasto, sin previo aviso Marco me besó, a partir de ese momento mi cabeza trató de reproducir el goce que se daban entre mis hijos, no había estado nunca con un hombre, pero todo lo que había visto entre Basti y Rai, me preparó para la acción, me olvidé de mi vida anterior, quería experimentar lo que mis hijos experimentaban, y me lancé al goce del amor homosexual, Marco no encontró ningún obstáculo de mi parte, me desnudó, me acarició separó mis nalgas vírgenes e hizo lo que quiso con ellas, yo sentí la necesidad de experimentar el placer que poseía a Basti cuando era penetrado por su hermano, así ofrecí mis nalgas a Marco y aunque dolió sentir como entraba su verga no me detuve y me la tragué toda, sentir ese pedazo de carne duro y resbaloso dentro mío me volvió loco, entendí perfectamente a mis hijos, a Basti cuando tenía a su hermano dentro, a Rai cuando poseía a su hermano hasta depositarle toda la leche dentro. Así lo hice yo también y no paré de mover mi culo hasta sentir como Marco me llenaba completamente con su esperma, recordé lo que hacía Basti así que saqué la verga de Marco de mi interior y la llevé a mis labios extrayendo todo el semen que quedaba, luego Marco me chupó el pene hasta hacerme correr. Nos quedamos ahí un rato luego regresé a casa.
Al día siguiente mientras tomábamos desayuno les dije que pasaría el día junto a Marco, esperé sus reacciones, pero ambos como respuesta dijeron que bueno que tenían la casa para ellos solos todo el día. Ansioso llegué a casa de Marco, él salió a abrirme iba solamente con bata de levantarse, alargué la mano y levante la bata para comprobar que iba sin ropa interior, su pene me saludó y ahí mismo a la entrada de su casa me arrodillé para mamar esa delicia, mientras mamaba esa rica verga imaginaba como estarían gozando mis dos hijos.
QUE LE HAGAS TU EL AMOR TAMBIEN