Mis historias en el cuartel Militar: El teniente.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Ricardo y tengo 22 años.
Soy de estatura promedio, cabello oscuro y piel clara.
Mis músculos los obtuve gracias al ejército del cual formo parte.
Les contaré algo de historia para poder entrar en materia.
Al cumplir los 18 años, decidí ingresar a las fuerzas terrestres del ejército (nótese que hay 3, terrestres, marítimas y aereas), en mi caso opté por las terrestres.
Lo primero que hice fue pasar un examen médico, en ese examen el doctor de turno me despojó de toda mi ropa y reviso cada parte de mi cuerpo (si, todo mi cuerpo literal), seguido de un examen psicológico y ciertas pruebas físicas.
Luego de ser electo, me despedí de mi familia y llegarían los 2 meses más largos de toda mi vida .
!!!
Durante los dos meses del emtrenamiento nos fueron inculcados el respeto, valor, disciplina, compañerismo, lealtad y sobre todo Amor a la Patria.
Cabe destacar que no fue lo único, ya que también el entrenamiento constaba de duras pruebas físicas hasta que el cuerpo no lo resistía.
Los cantos militares, marchas y Duchas con agua fría era el pan de cada día ( y sí, las duchas, ese lugar mágico que cada amante del cuerpo masculino mataría por ver).
Para no hacerles el cuento largo, de 200 reclutas solo 85 logramos asender a soldados.
Luego de eso nos dividieron y fuimos enviados a comandos de distintas ciudades, a cumplir con el servicio Militar.
En el comando militar me fue asignada una cama, un locker, y ciertos objetos de utilidades (y no me refiero al armamento).
Debía cumplir con 12 horas diarias de servicio, por fortuna trabajaba 6 y descansaba 6 hasta cumplir las 12 horas.
La verdad todo se me hizo muy "repetitivo" y me estaba aburriendo de todo.
Cierta noche, llegó una unidad con personas importantes, y se nos presentó al Teniente que estaría en el comando, El Teniente del Valle.
Y bueno, reconozco que me dejé llevar por su apariencia, era moreno, y una muy fuerte personalidad, lucía pulcramente el uniforme militar, con sus respectivas distinciones y una gafas que le daban cierto toque masculino, yo le calculaba 28 años.
Por desgracia el Teniente del Valle se tomaba muy enserio la jerarquía militar (y claro, al tener un rango superior gozaba de ciertos privilegios) .
Y yo, al ser uno de los nuevos soldados, cargaba con las tareas de mayor demanda.
Cierta tarde fui a la enfermería por algún medicamento, y este personaje llegó a mí.
Me confundió con el encargado de la enfermería, rápidamente se despojó de sus prendas superiores y me dijo aplicar algo para disminuir el dolor (él había regresado de una misión) le pregunté que tenía en su abdomen, simplimente me dijo que eran quemaduras.
Busqué en unos estantes, con nerviosismo desde luego, hasta que encontré unguento para las quemaduras.
Por 10 minutos masajee su cuerpo esculpido, llegué a cada punto, pero me detuve un momento leve en sus pezones, estos se endurecieron.
Al parecer el Teniente no notó mis intenciones, y yo mismo me sorprendí de lo que hacía, en cierto punto, me exitaba.
Pasados los 10 minutos, me pidió revisar sus pies, pues dolían más de lo normal, él permanecio acostado, no me tomó mucho, quité sus botas y sus calcetines, las plantas de sus pies estaban rojas, -Caminamos entre las zonas más calientes, el incendio arrasó con todo- esto fue lo que dijo, a lo que no puse atención por supuesto.
Apliqué algo en sus pies, sabía que el doctor regresaría luego y si lo hacía yo sería hombre muerto.
Rapido puse los calcetines de nuevo y las botas, hasta que de la nada, volví a concentrarme en su pecho.
Acaricié sus pectorales, atrapé su pezón con mis dedos índice y pulgar, él dejó escapar un leve gemido.
Eso me sorprendió en lo absoluto, de prisa se vistió de nuevo, haciendo el respectivo saludo se marchó, tomé la medicina por la cual fui a la enfermería y salí no sin antes notar que mi ropa interior estaba mojada.
Cinco días después, una noche lluviosa, mis compañeros salieron a cumplir con el servicio, yo habia regresado junto con mis camaradas y otro grupo salió.
Pero el doctor me llamó a la enfermería.
-Soldado-
-señor-
-Esta noche tenemos audiencia con los mayores, queda al mando de la enfermería-
Había algo que no me terminaba de convencer.
-señor, como es que.
–
-Fueron indicaciones del Teniente del Valle, él personalmente lo pidió, al parecer en mi ausencia usted se encargó de la enfermería y ayudó a la recuperación del Teniente-
Me sonrojé totalmente, despúes de todo, no sabía que el Teniente me considerase de confianza para cuidar la Enfermería.
Despúes del saludo el doctor abandonó el cuartel, y a regañadientes entré a la enfermería.
Llegaron las 8 de la noche y yo muy aburrido, las 9, 10 y 11 y fue ahí donde empezaría de lleno mi aventura más importante, podría decirse que después de eso, ocuparía un segundo cargo, pasaría de ser un simple soldado, pero como sucedería?
Estando en la enfermería vi una silueta que se aproximaba, era el teniente del Valle.
Entró y se despojó de sus prendas inferiores, me mostró su torso, -soldado! Habrá algo para la piel muerta?, me produce mucha comezón y el ardor es incómodo!- me dijo, observé que la piel muerta producto de las quemaduras se estaba cayendo.
Seguido de esto, el se recostó sobre la camilla, fui por algo tópico y lo puse en el torso del Teniente, hice exactamente lo mismo que la última vez, en ese momento me dirigí hasta sus pies, algo me dijo que quizá habría molestias ahí, él no dijo nada, solo dejó que le quitara las botas y calcetines, mientras le revisaba, vino a mi mente algo que un camarada me dijo una vez y este dicho sería comprobado por el teniente luego de esa noche.
La lluvía era muy fuerte, las puertas estaban cerradas, decidí jugarme la vida en ese acto, por qué lo hacía? O por que me llamaba tanto la atención el hacerlo? Ya lo sabía pero me hacía el tonto .
En un intento suicida, desabroché su inturón y bajé sus pantalones, temiendo lo peor y con un evidente nerviosismo bajé el boxer del teniente, aquel cuerpo desnudo frente a mí, aquella masculinidad ante mis ojos y un miembro que estando flacido mostraba un potente poder.
En un parpadeo las piernas del teniente atraparon mi cabeza en una especie de candado, y ese candado obligaba a mi cabeza a bajar y la dirección era su miembro que cada vez se ponía duro.
-¡Date prisa cabrón!- fue lo que dijo .
por la lluvia casi no escuchaba nada.
-¡ponte a chupar soldado! – esto de alguna manera me dio el permiso para desatar mis deseos.
En ese instante, mi cabeza fue llevada a su miembro, su pene fue introducido en mi boca, a pesar de ser una persona tranquila en los campos era un hombre muy dominante sexualmente, me daba fuertes embestidas en mi boca.
Mi saliva se acumulaba y bajaba por todo su miembro, pude sentir como de su pene emanaba líquido preseminal que se mezclaba en mi boca, me bestía la boca y la violaba a su antojo, podía ver en los cristales como su cuerpo empezaba a sudar, mi boca ya estaba cansada, él nunca me dejó llevar el ritmo, él mi imponía el ritmo.
15 minutos donde mi boca fue tomada a su antojo.
Despúes, me cargó y me puso boca abajo, no dejó y posterior dejó caer su cuerpo sobre mí, de manera rapida me despojó de mis pantalones y se posó sobre mí, pude sentir sus piernas sudadas y su latente miembro, en ese momento pensé en arrepentirme pero si lo hacía me iría peor, así que dejé que el hiciera lo que quisiera.
en ese momento no sabía lo que estaba diciendo ya que de manera salvaje fui penetrado.
Sus enveatidas fueron peores cada vez, sentía como su pene se abría camino dentro de mí.
El entrenamiento militar me enseñó a soportar dolor, dolor intenso y fuerte, este dolor tenía algo especial, era morbo de tener un macho sobre mí, dolor y placer anal todo eso mezclado me entragaba una forma de disfrutar desconocida, a pesar de sentir un dolor atormentador, en el fondo me gustaba.
-Fuerza soldado fuerza!- Mi teniente me instaba a que no desmayara en la misíon de complacerlo.
-Valentía soldado- Sus palabras me daban valor.
A veces a los militares nos corresponde atender misiones de la nada y esta era mi misión, debía terminarla como todo un soldado de honor.
El Teniente me dio vuelta quedando ambos cara a cara, improvisó una especie de misionero, me envestía de igual forma.
No fue hasta que sentí que el ritmo hiba más rapido de lo normal, el glorioso momento donde mi misión estaría completada.
De un momento a otro se vino dentro de mí, sus gemidos fueron muy masculinos, sus piernas temblorosas y su cuerponsudado descansó sobre mí, me encargué de recibirlo como se merece, despúes de que personalmente me dio una muestra de corage y valentía.
Sacó su pene de mí y se vistió, se fue bajo la lluvia.
Consulté el reloj y estaba a díez minutos de las 12, la hora en que todos cambiaban turno en su cargo.
Limpie todo me vestí y me dirigí a mi cama, donde tomé algunas pertenencias y me fui a duchar.
En la ducha pude sentir como un líquido caliente y biscoso bajaba entre lis piernas.
A la mañana siguiente, meditaba un poco, y recordé las palabras de mi amigo y camarada
"El corazón de un militar debe ser frío, pero si hablamos del pene .
ese está que arde jajajaj.
Casi no vemos a nuestras mujeres y cada insinuación basta para estar firmes del pene jajajaja"
Y lo había comprobado con el Teniente del Valle.
El teniente nunca fue indiferente conmigo despues de eso, al contrario, creo que me mostraba un lado más amable y menos frío en comparación de mis otros camaradas.
Espero les haya gustado, y claro esto no quedó aquí, pues la historia involucraría a más camaradas, pero eso será en otro relato.
Saludos .
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