Mis iniciaciones homosexuales a partir de mis trece años
Entrar en la homosexualidad me trajo una serie de experiencias, que termine disfrutando.
Mi nombre es Miguel, pero me llaman Mike, tenía un gran amigo llamado Paul, éramos inseparables, nos conocíamos desde que íbamos al jardín de infantes, experimentábamos todo lo que podría estar a nuestro alcance. Durante nuestra adolescencia comenzamos a descubrir el sexo, que, si bien sabíamos muy poco, tratábamos de encontrar cosas, fotos, revistas, dado que la computadora no estaba aún al alcance de toda la gente.
Algo que hacíamos de vez en cuando era luchar, en su casa o en la mía, en la que era bastante nivelado, entre vencer y perder, creo que ese contacto de nuestros cuerpos nos atraía, sin llegar más allá. Por supuesto que a medida que íbamos creciendo, esas luchas eran más encarnizadas y violentas, llegándolo a hacer en calzoncillos, que tenía una atracción especial.
Hasta que un buen día se le ocurrió a Paul, tener una lucha desnudos, si bien no me agrado en un principio, después de haberla compartido, me agrado, en ese contacto físico de nuestra piel, había un dejo de sensualidad, que parecía estar tácito en ese acercamiento.
Nos fue atrayendo, sentir nuestros cuerpos liberados de vestimenta, el contacto de nuestra piel, el sudor que íbamos compartiendo, llegar a tocar más deliberadamente nuestro sexo, comenzando a producirse ciertas estimulaciones. Donde un día, Paul, propone que el perdedor debería masturbar al vencedor, si bien nunca apostábamos por algo, me pareció algo original o más bien excitante.
La lucha fue bastante encarnizada, y hasta nos tocábamos con mayor descaro nuestros respectivos sexos, por suerte fui el afortunado vencedor, disfrutando ampliamente esa masturbación, donde noté que lo hacía con bastante placer, viendo bastante erecta a su verga. Era obvio, que este “jueguito” iba a incrementarse, así que, en las subsiguientes luchas, apareció el sexo oral, que tanto fui ganador como perdedor.
Pero cuando me toco mamársela, me subyugo, por eso, mi boca no dejaba de chupársela, succionando ansiosamente, e introduciéndola en su totalidad en mi cavidad bucal. Su glande llego hasta mi garganta, produciéndome arcadas, pero eso no frenó mi empeño de continuar mi primera mamada, seguí fervorosamente, percibiendo como el cuerpo de Paul empezaba a estremecerse. Sabía que en escasísimos minutos terminaría eyaculando, noté que trató de quitarme antes de llegar a la culminación, pero me aferré más, cosa que interpreto, tomando mi cabeza, y empujándola abruptamente sobre su pelvis.
Acelere mi mamada, succionando su miembro, hasta que un chorro tibio y tupido invadió el interior de mi boca, con un sabor como almendras acompañaba a ese flujo Mis labios oprimieron los bordes de su verga en parte, con la intensión de limpiársela. Mi cuerpo estaba totalmente excitado, no quise masturbarme, para no demostrar mi estado, y dar a descubrir que me había gustado, mientras escupía su semen y me higienizaba.
Cuando llegué a casa, entré apresuradamente al baño para aplacar mi intensa e incipiente calentura. Realmente no entendía que me estaba ocurriendo, no estaba enamorado de Paul, pero me agradaba mamar su verga y ver y sentir brotar esa excitante esperma. Por una parte, deseaba cortar con esa locura, pero la atracción lo superaba.
Traté por un tiempo de cortar con esos juegos y las apuestas, manteniéndome en casa y con excusas, a pesar que me atraía seguir, fui prolongando por un tiempo, aunque tarde o temprano la tentación te lleva a que suceda.
Aquella tarde, al juntarnos en su casa, insistió en hacer una lucha, que a pesar de estar algo fresco nos desnudamos, e iniciamos la pelea, se fue intensificando rápidamente, hasta que, en determinado momento, comenzó a mamarla, que automáticamente me frené, permitiéndole que continuase con ese tentador sexo oral.
Me sobó bien mi sexo, hasta producirme una buena erección, acaricio mi cuerpo y hasta me chupo mis pezones, lentamente fue llevándome a un estado de total apogeo, acelerando mis palpitaciones.
Así continúo hasta que regreso a mi miembro para lamerlo incesantemente, hasta que su boca comenzó a deglutirlo, cada tanto levantaba su vista para verme a los ojos, que algo ruborizado, lo miraba.
Su boca devoraba mi verga, cuando su dedo busco mi orificio rectal, para introducirlo palpando las paredes de mi conducto. Sin quitar su boca de mi miembro muy erguido y alterado. Me encantaba esa chupada frenética e intensa, que hacía que mi cuerpo pareciese que estallaría en cualquier momento.
Me hizo volcar sobre su cama, y comenzó a acariciarme gradualmente, su miembro caliente trataba de meterlo entre mis nalgas que yo mantenía fuertemente apretadas, hasta que lo introdujo entre mis muslos rozando mis testículos. Sus caricias me fueron motivando, pegando mis nalgas restregándolas contra su pelvis, hasta que su verga quedó entre mis piernas, cerrándolas para dar la sensación de sentirla bien oprimida, mientras comenzó a agitarse como si estuviese penetrándome.
Me agradaba sentir su aparato entre mis piernas, cuando nuevamente su dedo jugueteo con mi ano, instintivamente me relajé, y hasta me abrí un poco, como para permitirle tener mejor acceso, su dedo hurgueteo aún más mi orificio. Eso me llevó a abrirme aún más, mientras su índice comenzaba a adueñarse de recto, prosiguiendo ese juego hasta apreciar su dedo introducirse totalmente.
Comencé a gemir suavemente, mientras mi verga, ya estaba a full. Fue desplazando la punta de su miembro por la raja de mi culo, hasta llegar a mi abertura, mientras me dice,
“Déjame ponerte la puntita”.
Sin decir nada abrí más mis piernas, cuando sentí untar mi ano,
“No, que haces” pregunté sin intentar frenar su posible propósito, cuando su dedo se desplazaba por el conducto rápidamente por efecto de la lubricación aplicada. Imaginaba que hacía, cuando sentí algo más grueso en la puerta de mi cavidad, intentando acceder.
“No, por favor” repetí, mientras mi cuerpo intentaba relajarse, entrecortándose mi aliento, en el instante que el glande de mi amigo iba buscando el camino para su futura trayectoria. Las manos de Paúl acariciaban mi espalda, cuando un nuevo impulso parecía ir abriendo la ruta a seguir.
Si bien mi boca decía “NO”, mi culito se iba elevando, como aceptando lo que mi amigo pretendía hacerme, aunque no podía negar que me estaba agradando esa intromisión ajena a mi cuerpo. Ante mis leves gemidos, la penetración se iba incrementando, y mi respiración estaba más que agitada, sintiendo como esa masa de carme se iba haciendo dueño de mi interior centímetro a centímetro. Todo fue bastante suave, hasta que, de una envión bastante violento, la totalidad de la verga de mi amigo usurpaba mi recto, como en señal de dominación.
Sentí sus testículos rozando mis nalgas, mientras su aparato se amoldaba a la funda que lo cobijaba. Su palpitar estimulaba mi excitación, manifestando su dominación en mi intimidad. Las manos de mi amigo se apoderaron de mi cintura, propinando un nuevo empujón, como demostrando su poder sobre mí, para iniciar una serie de entradas y salidas violentas y continúas. Sentía que me salía por la garganta, la sentía enorme. Cada vez que salía me succionaba las entrañas y cuando entraba me empujaba todos mis órganos internos. Pero lo empecé a disfrutar…. tomó mis pechos en sus manos, acariciando y oprimiendo mis pezones. Sus embestidas pronto se volvieron más fuertes, más violentas y supe entonces que eyacularía en cualquier momento. En determinado momento la sacó permaneciendo un rato sin ponerla, mientras acariciaba mi sexo,
En ese momento le rogué que me la metiese nuevamente, sin esperar demasiado más su trozo de carne se volvió a incrustar en mi intestino violentamente. El dolor empezó a fusionarse con el placer, me encantaba ser pasivo y no puedo negar que me atraía la manera vertiginosa en que lo hacía
Al experimentar que mis numerosas terminaciones nerviosas del esfínter me producían una serie de sensaciones de excitación, tanto cuando la iba insertando, como cuando posteriormente la extraía, presionándome el interior de mi recto. Percibiendo como mi desnudo cuerpo se iba crispando, hasta erizar mis pezones, poniendo mi miembro totalmente erguido. Aceptando ser cogido por mi mejor amigo, algo totalmente impredecible, jamás había pasado por mi cabeza, llegar a experimentar una situación de esta índole.
Ese contacto me enervaba totalmente, donde mi amigo parecía asediarme con mayor ahínco al gemir de tanto placer, al sentirlo eyacular en mi interior, comencé a masturbarme desesperadamente, hasta llegar al sumun de ese momento tan especial.
Después de esa copulación anal, no hicimos ningún comentario, diría que posiblemente estábamos algo avergonzados por lo practicado. A la mañana siguiente al regresar a su casa, nos saludamos como siempre, sin comentar, lo sucedido la tarde anterior.
Si bien no pasó nada a la tarde siguiente, no tardamos en retomar nuevos encuentros sexuales, donde cambiábamos nuestros roles de pasivo a activo, adquiriendo distintas posiciones, y comenzando a besarnos intensamente. Durante casi tres meses nuestra actividad sexual se repetía constantemente, hasta que una tarde me vino con la noticia que se mudarían de ciudad en unos días.
Si bien se intensifico más nuestro contacto sexual, en esos escasos días, llego el triste momento, de la partida de Paul, Después de la ida, a otra ciudad, me sentí solo, tenía amigos, pero con este era todo distinto, haber descubierto juntos la homosexualidad y una serie de cosas más.
Sentí la necesidad de comulgar, no sé porque, hacía mucho que no lo concebía, y era costumbre inculcada por mi madre de hacerlo casi todos los domingos. Así que me fui a la Capilla, que habitualmente concurríamos, buscando al padre Augusto, que era nuestro confesor.
No sé si me reconoció, pero comenzó a preguntarme, si había pecado, si bien le dije que no, algo me llevo a contarle la relación con mi amigo, contándole en detalle lo sucedido, era como revivir esos momentos. Oyendo, como unos gemidos de excitación, llegando a la conclusión que se debía estar masturbando,
Creo que me excito ese momento, al punto de hacerlo en cuanto llegue a mi casa.
A los quince días decidí confesarme, nuevamente, creo que esta vez era para ver qué sucedería, nuevamente, el padre Augusto volvía a preguntarme, sobre mis pecados, volviendo a relatar lo mismo, dándole detalles, cuando me dice que pase al confesionario, extrañándome esa actitud, pero a pesar de eso, entré, cuando se abre la sotana, haciéndome arrodillar, pera mamar de su verga, bastante gorda, pero no muy larga.
Lamí su glande, que su grosor era bastante superior al resto de su pene, la sensibilidad de su superficie, con el contacto de mi lengua, hacía que el cura gimiese, provocándole un placer sexual.
Que cuando supuse que estaría por eyacular, metí su miembro en mi boca, succionándola hasta lograr evacuar su leche, gritando por ese acto placentero, mientras escupía sus flujos, limpiando mi boca con su sotana. Pretendió quitar mi ropa, pero me levanté y regresé a mi casa, pensando en volver a repetirlo algún día.
Una mañana, como no tenía clase, me desperté tarde, mi madre se había ido a trabajar, me levanté medio dormido en pijamas, yendo a la cocina para desayunar, al llegar me sorprendí al ver a un joven, de mi edad, que me trajo a la mente a Paul.
“Quién eres?”
“Soy Walter el ayudante del plomero, y vine a destapar la pileta”
“A bien”
“Ya casi termino y me vienen a buscar”
Apenas termino le ofrecí una gaseosa, comenzamos a charlar, y realmente sentí una seducción hacia este joven, hasta que llegamos a tocarnos un poco, produciéndose una química entre ambos, comenzó a desabrochar mi saco, acariciando mi pecho, llegando a rozar nuestros labios, en el instante que suena el timbre, nos miramos, y fui a abrir la puerta, era su jefe que venía a buscarlo. Nos despedimos y me quede bastante calentito. Días después tape la pileta para que mi madre lo llamase. Por supuesto vendría una tarde, aprovechando mi presencia. Al otro día al sonar el timbre, rápidamente me quité la ropa quedándome con unos calzoncillos bastante estrechos, corrí a abrir, pero me sorprendí, al ver a un tipo de color de unos 40 años, bastante alto y fornido.
¿Quién es Ud.? Pregunte sorprendido
“Perdón soy el plomero me llamo Josué, tu madre me hablo, para arreglar la pileta de la cocina”
“Ah, está bien” Conteste, mientras lo hacía entrar, en determinado momento le pregunte si quería tomar algo, pero dijo que no. Continúe solo con los calzoncillos, sin ganas de vestirme, algo desilusionado por no ser el que esperaba.
Le pregunte de donde era, me dijo que, de Jamaica, que había recorrido varios países, y que pensaba en quedarse acá. Me pregunto si estudiaba, le dije que sí, pero iba por la mañana.
“Disculpa, pero me iré a vestir” Le digo
“Por mí no hay problemas, si quieres desnudarte hazlo, no me molesta” Mientras continuaba trabajando, me dio algo al decirme eso, así que permanecí en calzoncillos,
En determinado momento me dice:
“No te enfades por lo que te diré, pero tienes un lindo culito”
“Gracias” Le dije riéndome.
“No me ofendo, al contrario, me gusta que me elogien partes del cuerpo”
“Que bien” pero no prosiguió hablando, diciéndome:
“En un rato termino, y te acepto un café”
“Bien, te lo preparo”
Apenas finalizo, y mientras tomábamos el café, hablamos de cualquier cosa, me sentía algo nervioso, pero me agradaba, su compañía. Le pregunte si lo vendrían a buscar, me contesto que él era el encargado y que este sería su último trabajo del día, que no tenía apuro.
En un par de oportunidades me toco la pierna, solo le sonreí, sin decirle nada, cuando me hace otro comentario:
“Me encanta tu cuerpito, desnudo debes de ser precioso” Si bien no le conteste, me sonroje, igual continuamos charlando, cuando me dice:
“Acércate pequeño” Como atraído por su palabra me acerque, rodeándome la cintura con su brazo, comenzando a acariciar mi pecho. Me quede estático, algo nervioso, pero no intente irme, bajo su mano, hasta meterla dentro del calzoncillo, produciéndome un escalofrío, que cubrió mi cuerpo, sintiendo oprimir mis glúteos.
En el momento que comienza a desplazar mi única prenda, instintivamente me cubrí estúpidamente mi sexo, en el momento que se percató que estaba al palo.
“Vaya, parece que estas calentito” Mientras me sienta sobre sus rodillas, besando mi cuello, manoseando bien, mi sexo, me fui entregando a este desconocido suponiendo que sucedería.
Entre caricias, besos, toqueteos, se bajó los pantalones, mostrando una prominente verga, que, si bien me subyugo, me dio algo de temor, hasta que me alzo, rodeándolo con mis piernas, que, sin demasiada introducción, apoyo su glande en mi esfínter, apresándome con sus brazos, en el momento que empuja hacia arriba, entrando su verga de una manera violenta en mi orificio, no dejando de pegar un grito de malestar, ante ese exaltado impulso, donde la totalidad de su tronco quedo insertado en mi intimo conducto.
Quedamos un rato inmóviles, unidos por su elemento reproductor, mientras parecía amoldarse a su nueva vaina, en escasos minutos comenzó a bombearme sin cambiar la postura, donde parecía partirme, que durante 5 o 6 minutos sus movimientos me fueron llevando a un estado de total éxtasis.
Después de haberme acabado en mi interior, dejándome bastante dolorido, me beso y se fue. Me vestí, pensando que había sido un idiota, entregándome de esa manera a un desconocido. Días después decidí volver a confesarme, pedí por el padre Augusto, pero no estaba. en su lugar apareció Natalio el cura párroco, tenía fama de ser un tipo algo sádico, bastante gordo de mas de 50 años, y de gustarle mucho, los chicos, estuve a punto de irme, pero con una voz muy dulce, me hizo cambiar mi idea.
No estaba decidido a relatarme mis “aventuras”, pero terminé haciéndolo, sintiendo una especia de morbosidad mientras le relataba mis “pecados”, insistiendo en que lo relatase al detalle, notando como su voz algo agitada, cuando ante mi sorpresa me hizo rezar una serie de oraciones, apenas terminé de hacerlo, se me acercó tomándome de la mano para llevarme a la sacristía, cerrando con llave ambas puertas. Diciéndome:
“Hijo mío, has pecado demasiado, no solo con tus oraciones, podrás salvar tu alma, necesito que te desnudez” Extrañándome al pedirme eso, pero no sé si por su imposición, curiosidad o algún otro motivo, lo hice, sintiéndome como oprimido ante su presencia, acatando su orden.
Que apenas termine de desnudarme, me inclino sobre la mesa, aplicándome una serie de golpes con una varilla de mimbre, que me hacían doler, aclarándome:
“Esto debería de hacer tu padre, pero me tomo la iniciativa para evitarle pasar un mal momento”
Continuando con sus flagelos, hasta hacerme gritar, que posteriormente se arrodillo, besando mis glúteos, y hasta mi esfínter, para luego penetrarme, ante mis gemidos de dolor, donde de una manera abusiva, su miembro erecto entraba y salía de mi cavidad de una manera indescriptible, hasta que su simiente acabo en mi interior, vistiéndome rápidamente escapando de esa situación.
Bastante tiempo después, apareció Pirulo, que era un chico más alto que yo, muy delgado, pelo negro, pero tenía un coeficiente intelectual y un nivel de comprensión bastante inferior a los normales, además de ser bastante torpe, podía pasar de ser muy tierno a un estado de arrebato. Lo apreciaba mucho, pero era imposible tener una amistad, tendría unos 21o 22 años, creo que no termino la primaria, era muy dócil, aunque si había algo que no le gustaba o le decían, se ponía histérico.
Mi madre, cuando estaba, solía, darle la merienda, no era un chico que al principio sentía un rechazo, pero en determinado momento algo me hizo cambiar, tratándolo mucho mejor o por lo menos poniéndole más atención.
Tenía una costumbre de estar tocándose, bastante seguido los genitales, por suerte ante mi madre no lo hacía, posiblemente le daría vergüenza o no sé.
Un día mientras se estaba tocando, le pregunto:
“Que pasa que te rascas tanto”
“Nada, nada” me contesta sorprendido. Pero al rato vuelve a repetirlo, reiterándole que le pasaba, repitiendo nada, nada:
“A ver mostrarme, quiero ver que tienes” Como me respetaba mucho, a pesar que me llevaba 8 o 9 años, se quedó quieto, bajándole el jogging y el bóxer, quedando sorprendido ante la dimensión de su verga, larga y gruesa, rodeada de un matorral de vello púdico, lo que no se desarrolló en su cerebro, estaba en sus genitales.
Realmente sentí una excitación al observárselo, lo tomé con la mano, como si lo estuviese revisando, pero con mi leve contacto, se le comenzó a parar, intentando sacar mi mano.
“Tranquilo, estoy viendo” Tocándolo más intensamente, comenzando a tener una fuerte erección, continúe acariciándosela, preguntándole:
“Te gusta que te la agarre”
“Si, sí, me gusta”
“Quieres que te pajee?
“En serio?
“Si te gusta y quieres”
“Si, si” Así que continúe con mi labor, oyendo los gemidos de Pirulo, con esa prominente verga, totalmente erecta, que no tardo en eyacular una cantidad de semen, en contados segundos. Por supuesto, que, a partir de ese momento, me buscaba para que lo masturbara, algo que no trate de evitar, pero mucho más tarde entendí, que se apegan y tratar de separarlo en un futuro podría ser un sufrimiento para él.
Días después, le dije:
“Quieres que te pode ese matorral de pelos? Me miro sorprendido, como si no entendiese que quería decirle, volví a repetirlo, creo que entendió, por qué me dice:
“Vos lo cortas?”
“Sí, claro”
No me explico, porque deseaba hacer eso, pero me excitaba de pensarlo, era como una cierta morbosidad, que me estimulaba, así que, aprovechando la ausencia de mi madre, lo lleve a mi habitación, coloque una toalla, sobre la cama, lo hice acostar sobre ella, traje los elementos necesarios para despojarle de su matorral de pelos. Se acostó Pirulo, le baje los pantalones y su bóxer, surgiendo su sexo, aun flácido.
Corte con la tijera bastante vello, pero decidí rasurarlo, me agradaba hacerle eso, hasta llegaba a excitarme, mientras permaneció quietito, cuando comencé a rasurarlo, ver posteriormente su verga, que parecía que había crecido.
Sentí una atracción, incontenible ante su sexo, que aún permanecía algo flácido, sin pensarlo demasiado, comencé a lamerlo ante la sorpresa de Pirulo, que no hizo nada, solo comenzó a disfrutar de mi sexo oral.
Termine de desnudarlo, sin dejar de mamar de ese pedazo de verga, lamia su longitud, sus testículos, la metía en mi boca, sin llegar a introducir su totalidad, mientras los gemidos de Pirulo, comenzaron a acrecentarse, me era imposible abandonar ese aparato sexual, bajando mis pantalones tocándome mientras no dejaba de chuparlo, tocando con la punta de mi lengua su frenillo, notando como se convulsionaba, me posesione en su sexo, hasta que pude hacer evacuar su leche.
Después de haber completado este sexo oral, a pesar de estar bastante alterado, pensé que le estaba dando demasiado cosas a Pirulo, que podrían llegar a convertirse en algo difícil de darle un fin.
Hable con él, diciéndole, que sobre lo que había pasado no lo comentase con nadie, y que no iba a seguir haciéndole cosas, aparentemente pareció entender, aunque me quedaban dudas. Durante varios días trate de evitarlo. Una tarde mi madre me dijo que volvería tarde, porque después del trabajo se encontraba con unas amigas, estaba mirando televisión, cuando suena el timbre, era Pirulo, estaba indeciso en abrirle, pero vi que llovía, así que opte por hacerlo.
Si bien tenía cierta atracción hacia él, me parecía que ya había pasado cierto límite, tenía el presentimiento que, de seguir, esto podría tener un desenlace poco feliz.
Nos saludamos, lo invité a mirar televisión, mucha variante no tenía con él, estábamos sentados en el sillón, cuando me toca la pierna, su sutil contacto me producía cierto estremecimiento, pero no hice nada, dejando ver como actuaba. Por supuesto que continuo, ya tocándome el bulto, que fue suficiente para comenzar a erguirse.
Sin decir palabra, al rato me quite los pantalones, tocándome más intensamente mi miembro, hasta meter su mano dentro del bóxer, para oprimirlo. Apoye mi cabeza sobre su hombro, continuando tocándome, rápidamente me quite los calzoncillos, sintiendo su lengua lamer mi sexo, acariciando su cabeza, mientras trataba de iniciar un sexo oral, de manera lujuriante lamia y chupaba mi sexo, mientras me quitaba la remera, quedando desnudo, eso pareció enervarlo más, succionando mis pezones, besando mi cuello, transformándose, parecía fuera de sí.
Se terminó de desnudar, tomando mi cuerpo, abrazándolo, sin dejar de besarme por todas partes, estaba eufórico, note que su verga estaba muy erecta, me gire para efectuar un 69, donde dada la posición, acaricio mis glúteos.
Sentí cierta emoción ante ese contacto, algo tenía que me atraía, entregándome a su estado frenético e impulsivo, no quería conceder mi intimidad, deseaba que él, fuese el iniciador, cuando se colocó a mi espalda sintiendo su aparato latente, entre mis glúteos, preguntándole:
“Que quieres hacer?”
“No, nada, nada” Respondió tímidamente.
Pero a pesar de eso continuamos en nuestro “juego”, hasta quedar boca abajo, donde volvió a montarme, acariciando mi espalda, acomodando su verga entre mis glúteos, separando mis piernas a la espera de ser penetrado, cuando un fuerte ruido nos trajo na la realidad. Nos miramos, y nos vestimos rápidamente, al ir a la cocina, había unas ollas caída, recordé que era el gato de la vecina, que solía meterse en casa.
Regresé a la habitación, Pirulo, permanecía desnudo, por supuesto muy alzado, me quiso quitar la ropa, teniéndolo que frenar ante su impulsiva actuación, en ese momento sentí como que me rebajaba o era humillado si llegaba a follarme.
Termine diciéndole que era tarde y debía de hacer los deberes para la escuela. Estuve varios días tratando de alejarme de Pirulo, venia y trataba de darle alguna excusa para evitar de hacerlo pasar.
Una mañana, al despertarme estaba en mi habitación, me sorprendí, diciéndole de mala manera:
“Que haces acá?”
“Tu madre me dijo que pase” Respondió tímidamente.
“Está bien, quédate”
Me quede un rato en la cama, le pregunte algunas cosas, al levantarme, me agarro, sacándome el saco, acariciando mi pecho, un escalofrió inundo mi pecho, se fue intensificando sus roces, hasta que chupo de mis tetillas, en el instante que comencé a ceder, mientras quitaba mis pantaloncitos, dejándome desnudo.
Manoteando mi verga, hasta erguirla, comenzando a besar mi cuerpo, hasta iniciar una lenta mamada, entregándome a su acoso, cuando introduce su dedo en mi culo, que no solo me sorprendió, sino que fue acrecentando mi calentura, comencé a gemir, de esa nueva y atractiva seducción, donde todos mis sentidos se concentraban en mis partes más sensibles. Continuo con su avasallante acometimiento, cediendo ante su incipiente contacto, para tomarme fuertemente, introduciendo su segundo dedo, haciéndome gemir.
Pegué un leve grito de molestia, al sentirlo penetrar, que pareció incrementar su acometida, continúo alterándome, cada vez más mis hormonas, comenzaron a alterarse, dándome como leves convulsiones. Apresuradamente desabroche su bragueta, asomando su erguida pija, algo que me subyugo inmediatamente, al punto de comenzar a mamársela, metiendo mi lengua alrededor de su glande. Después de un rato de este jugueteo, me volqué boca abajo, separando mis piernas para volver a introducir sus dedos, mientras se trataba de quitar su ropa.
No tardo su glande en depositarlo en mi abertura anal, aumentando el ritmo de mis pulsaciones. Pensé en detenerlo, recordando que me estaba rebajando al dejarme follar por un infra, pero sentí una especie de morbosidad y una excitación, cuando un pequeño empujón, hizo introducirse un poco, sabía que era bastante grueso su pene, pero sentí la necesidad de que continuase. La sensación que me producía era imposible de rechazarla, era extraño, pero deje que prosiguiera, poco a poco lo fue metiendo hasta pegar su pelvis contra mi ano, mientras parecía observarme, como si hubiese obtenido su objetivo.
Al pensar que estaba siendo apareado por Pirulo, un fuerte estremecimiento invadió mi cuerpo, ante esa comunión anal, quien parecía poseído, bombeándome de una manera vertiginosa, abrazándome fuertemente, con violentos movimientos, percibiendo el roce incesante de su verga en mi sensible membrana rectal.
Me abrazaba sin dejar de tener una serie de vehementes movimientos, percibiendo como su verga friccionaba las paredes de mi entraña, causando un sonido cada vez que se chocaba contra mis glúteos.
Nuestros cuerpos llenos de sudor, se fusionaban en ese encuentro, me daba la sensación que me partía, pero ante tanta agitación, mi recto se fue dilatando, mientras entraba y salía con mayor facilidad, hasta sacarlo abruptamente para introducirlo de igual manera.
Me sentí dominado por el ímpetu de Pirulo, donde las numerosas terminaciones nerviosas de mi esfínter, me producían una serie de sensaciones muy excitantes, cada vez que lo introducía como cuando lo quitaba. En un momento se quedó quieto, con su miembro totalmente inserto en mi conducto, mientras me acariciaba, como exponiendo una cierta dominación, algo que no me disgustó, sino que me entregué a esa postura, besando mi espalda, hasta volver a mordizquiar mi cuello, iniciando otro agitado bombeo.
Percibí que Pirulo, estaba ejerciendo una supremacía, al estar efectuándome sexo anal, y hasta sus movimientos violentos demostraban ese comportamiento entre “víctima y victimario”, por así llamarlo.
No tardo en eyacular su simiente en mi conducto, cayendo su extenuado cuerpo sobre el mío, mordiendo mi cuello nuevamente, recordando que ciertos animales lo hacían.
“Me gusto, me gusto” Fueron sus palabras al acabar dentro mío.
Al no haberme venido, sentí la necesidad de hacerlo, arrodillándome mamando la verga de Pirulo, mientras me masturbaba, apreciando un sabor extraño, pero subyugante, fue delicioso hacerlo hasta el momento que me vine. En ese momento, se me ocurrió decirle:
“¿Mi madre se fue?”
“No, está en la cocina” Me contesta, comenzando a vestirme rápidamente, diciéndole:
“Sos un pelotudo, y si llegaba a entrar y nos veía”
“No lo pensé, disculpa, no te enojes”
Como sigue?