Mis Monstruos del Sexo (III): Descifrado a los 13 por un mayor de edad
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
—La casa de mi patrón está sola —me informó—. Podemos ir a pasar un buen rato ahí.
—Perfecto—accedí.
Temía que su patrón pudiera llegar pero, la sola idea de pensar que esa noche Pedrero mi virginidad, me inundaba el valor suficiente para arriesgarme.
La casa de su patrón era perfecta. Las paredes blancas y la mueblería rústica eran encantadores. En la segunda planta se encontraba la habitación de su patrón y su esposa, en la que intentamos ver una película, pero sin concentración alguna. Los dos sabíamos que estábamos sedientos de sexo. Bajamos a la primera planta e ingresamos a la habitación del hijo de su patrón. Era una cama individual con una sobre cama de Toy Story. Joss encendió el acondicionador de aire y comencé a tener frío.
Nos sentamos cada uno en un extremo de la cama y, luego de un momento, me pidió:
—¿Puedo besarte?
—No tienes por qué preguntarlo —le respondí.
Joss me tomó de la mandíbula y me besó. Sentía su lengua adentro de mi boca y me esforzaba por seguir el ritmo de sus besos. Necesitaba que comenzara la acción inmediatamente. Llevé mi mano a su pierna y subí lentamente hasta tocar su pene erecto que comencé a frotar con fuerza mientras Joss suspiraba. Empujé a Joss y cayó de espaldas junto conmigo, en tanto yo me montaba en su pelvis. Sentía su enorme falo golpear mis nalgas cada vez con mayor intensidad. Me alejé de su boca y mee quité la playera, desbotoné su camisa para que se la pudiera sacar. Vi un pecho y un abdomen tremendamente peludos y seguí besándolo , juntando mi cuerpo albino con el suyo mientras sentía el pelo rizado picarme.
Joss tocaba cada rincón de mi cuerpo con sus escurridizas manos, hasta llegar a mis nalgas que agarraba una en cada mano y que separaba para poder empujar su pene en el hoyo de mi ano. Bajé hasta situarme entre sus piernas y le quité el cinturón, mientras Joss me acariciaba el cabello. Cuando logre sacarle los pantalones, un pene erecto doblado hacia la derecha se marcaba en sus bóxers blancos, implorando su liberación. Me quité las prendas inferiores y sentí el clima helado cuando me senté sobre mis propios talones, separando mis nalgas y abriendo mi trasero a la intemperie. Besé el enorme pene de Joss por sobre la tela blanca y lo tallé con mis manos. Era hora de comenzar a jugar.
Tomé el elástico negro de sus bóxers en mis manos y tiré de él hacia abajo, sacándoselos de un galope y liberando de un brinco bestial el enorme falo de carne que me dejó con la boca abierta mientras Joss suspiraba. Era una verga enorme que apenas daba en mis manos pero Lucía tan apetecible que no pude resistirme. Me la metí a la boca de inmediato y saboreé el sabor del presemen que escurría. Era el primer sexo oral real que estaba experimentando, así que abrí mi boca tanto como pude y enterré ese trozo de carne en mi garganta, provocándome arcadas. Chupé con desesperación mientras Joss gemía y me penetran la boca. Sentía sus testículos gordos estanparse en mi barbilla y la cabeza de su pene abrir mi garganta lo más posible con tal de perforarme perfectamente.
Joss se detuvo y subí hasta su boca para besarla, enroscando mis piernas alrededor de su cintura, frotando mi pene con el vello de su cuerpo mientras sentía la cabeza gorda de su pene golpear entre mis nalgas. En ese momento, Joss me hizo una petición:
—Acuéstate.
Y así lo hice. Me acosté boca arriba a su lado y él bajó, situándose a la altura de mi cadera. Era mi primer sexo oral así que, cuando sentí su boca lamer mi pene creí que iba a morir de excitación. Succionaba mi pene con fuerza y hacia que doblara la espalda casi en un arco y cuando sentía mi glande introducirse en mi garganta, mis piernass temblaban. No quería someterlo, así que no perforé su boca con mi pene, sino que decidí que ya era hora de perder mi virginidad.
—Joss quiero que me penetres ahora mismo —pedí entre gemidos.
Joss se detuvo y me pidió que me pusiera de cuatro patas. Cuando lo hice, Joss se puso de rodillas tras de mi y abrió mis nalgas con ambas manos para lamer mi ano. Me sobreexité demasiado, pero mi pudor no me permitió disfrutar de las lamidas debe la hábil lengua de Joss así que le pedí que se detuviera y así lo hizo. Sólo quería que me penetrara porque me avergonzaba esa parte de mi cuerpo. Escuché el sonido del empaque de un condón romperse y sentí la cabeza del pene de Joss rozar mi ano. Luego sentí una presión que erectó mi pene hasta el máximo y sentí que desapareció cuando las bolas de Joss golpearon mi ingle. No había logrado introducir su carne en mi así que lo intentó de nuevo y cuando lo hizo, tuvo éxito pero sentí que quería morir. Había abierto mi ano en el segundo golpe, pasando de ser un pequeño agujero virgen, a la funda de un pene con quizás cinco centímetros de diámetro. Me doblé de dolor y casi grité, implorando que sacará su pene de mi. Joss sacó su pene y lo introdujo lentamente mientras mi agonía no paraba. Al final de esas dos cortas embestidas, decidí que no aguantaba el dolor y le pedí que se retirara. Joss decepcionado, sacó su pene de mí y un vacío se apoderó de mi interior, pero el dolor continuó. Cuando el dolor desapareció, me vestí y Joss también lo hizo. No quise experimentar ese dolor de nuevo.
Me sentí como una prostituta los días posteriores y odié con toda el alma a Joss, pero acordamos vernos otro día y esa vez sí que funcionó.
Llegué a su casa mientras escuchaba el último disco de nuestra cantante favorita. Comenzamos a basarnos y decidimos que su sofá era perfecto para perpetuar nuestra relación sexual. Nos desnudamos y le practiqué sexo oral que, por cierto, después de la primera vez, me había dicho que era quien le había hecho tocar el cielo con mi boca en su pene.
Después de un buen rato haciéndole trabajo oral, quise que me penetrara. Se acostó en el mueble con orientación horizontal y se colocó un condón. Pasé una per a sobre él y me senté en su pene, sintiendo la presión de su cabeza en el anillo de mi ano, que se dilataba en la medida que dejaba caer más mi cuerpo. Esta vez no me dolió tanto, había practicado con un dudo de madera encerada que colocaba entre mis talones para introducirlo en mi El punto es que la enorme verga de Joss tocó fondo y estimuló mi próstata de sobremanera. Comenzó a empujar su pene en mi interior y podía sentir cómo entraba y salía, y el impacto de sus testículos en mi ingle. Entraba y salía y me sentía abierto como un pavo, pero me esyaba excitando tanto, que sentía ese aguijonazo de la eyaculación.
Joss sacó su pene de mi interior y se sentó en el mueble, pidiéndome que me lo metiera a la boca. Comenzó a bombear mi boca y apretaba mi cabeza con sus piernas fuertes, encajando su pene en mi garganta, hasta que se vino, derramando un diluvio de delicioso semen blanco y espeso que bebí sin problemas, mientras eyaculaba.
Después de esta ocasión, también me odié, pero acordamos una tercera vez. En la que tuvimos sexo en su cama y después nos bañamos juntos mientras me penetraba.
Esas fueron las tres primeras veces que tuve sexo, incluyendo la primera en la que Joss me desvirgó. Después de todo eso, no volví a querer ver a Joss, su verga me produce desea hasta el día de hoy, pero me dignidad es más fuerte como para darle el gusto de tomar mi cuerpo de nuevo
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