Mis primeros cacheros (Tercera parte)
Continúan las aventuras sexuales, esta vez se vuelve algo más familiar..
Pasaron las semanas, el año terminó y llegaron las vacaciones y me fui por un mes a la playa, a la casa de unos familiares, ahí pasaba los días bañándome en el mar junto a mis primos, mientras que por las noches dormía en la habitación de mi tío Germán (quien se encontraba trabajando en una mina), añoraba a mi macho, me tocaba mi hueco, introducía dos dedos mientras repetía su nombre entre gemidos; cuando pasaron dos semanas, mi tío volvió de su trabajo en la mina y tendríamos que compartir la cama por las noches, Germán era soltero, tenía un cuerpo grueso moreno claro, usaba un bigote que lo hacía lucir muy masculino, era solo un poco más alto que yo y era de carácter jovial. La primera noche que compartimos las cama, él se recostó usando un boxer de estampado militar, mientras que yo usaba calzoncillos negros y una camiseta blanca.
-¿Vas a dormir con camiseta con este calor de mierda que hace?-me preguntó mientras se recostaba.
-Es que a veces me da un poco de frío.- le contesté suavemente.
-Los dos estaremos en la cama, así que hará mucho calor, quítate la camiseta y ven a dormir.
Le hice caso y nos acostamos espalda contra espalda, yo apenas podía dormir, ya que estar en la cama con un hombre me ponía nervioso. Cuando luego de más o menos una hora siento que mi tío se levanta y va al baño, cuando vuelve se da cuenta que estoy despierto.
-¿No puedes dormir Alexito?
-Creo que es por el calor, tío.
-Me parece que te preocupa algo- Germán se recostó a mi lado mientras colocaba un brazo encima de mi cabeza.
-No es nada.
-Sabes que hace un mes vino por aquí un amigo que te conoce muy bien.
-¿Quién?- le pregunté sorprendido.
-Tu profesor de educación física, él es el hermano mayor de un excompañero de colegio, ambos vivían por aquí cerca cuando éramos chibolos.
-No lo sabía- yo comencé a temblar.
-Estás nervioso creo, déjame abrazarte- puso su brazo alrededor mío. mientras que sus manos acariciaban mi espalda- Con solo ver tu reacción ahora sé que lo que me contó era verdad.
-Él me …
-Todo está bien, yo sé que eres mariconcito, y normal, solo déjame tocarte un poco y ver tu huequito. ¿Me dejarás Alexito?
-Sí- dije suspirando.
Me coloqué boca abajo, sentí sus dedos hurgar en la entrada de mi ano, luego su barba raspaba y su lengua lamía intentando abrirme, yo decidí entregarme al placer y dejé mi cuerpo a disposición de mi tío.
-Ya estas rotito, pero aún parece sabroso este culo de mariconcito- me dijo mientras dos de sus dedos penetraban mi interior.
-Ay si tío, quiero…- me mordí la lengua.
-Dime que quieres, total ya tu profe me contó lo que hicieron, me lo contó borracho y vi como se le ponía dura la pinga de solo recordarlo, sin duda eres una buena puta. Vamos dime que quieres.
-Quiero que me caches…
-Estas arrecha, pues entonces te complaceré, pero no vayas a gritar que se despiertan todos y se darán cuenta lo cabrito que eres.
Cuando dijo eso, me excité aún más, busqué la almohada y la mordí para ahogar mis gemidos. Esa noche mi tío me dio leche tres veces, dos en mi culo y una en mi boca. Al terminar me dijo seriamente mirando a los ojos: Desde ahora eres mi hembra.
Las siguientes noches fueron de frenesí sexual, aunque la verga de Germán no era muy grande, sí que la sabía usar para darme placer. Así llegó nuestra última noche juntos, ya que mis vacaciones acababan.
-Toma esto y póntelo. – mi tío me entregó una bolsa negra que contenía una tanga negra de encaje y un brasier del mismo color.
-Pero yo no quiero ser travesti – le dije.
-No me importa lo que pienses, tu culo y boca son los de una puta chupapingas, así que debes vestirte como tal.- me ordenó.
Al vestir esas prendas, sentí una excitación completa y me dejé llevar por la situación, empecé a comportarme de manera más femenina con una voz más aguda y movimientos más suaves, también empecé a contonear las caderas.
-Yo te dije que te gustaría… Alexa -me dijo Germán.
Nos besamos de manera violenta, él mordía mis labios y metía mano por todo mi cuerpo, me jalaba el cabello y mordía mi cuello, luego me puso boca arriba, levantó mis piernas y las colocó sobre sus hombros y procedió a penetrarme mirando fijamente, yo cerraba la boca para ahogar mis gemidos y así tuvimos el primero de varios orgasmos de nuestra noche de despedida.
Gracias por leer, besos a todos y todas
Comentarios: [email protected]
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!