MIS PRIMOS ME INICIARON
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
En el relato anterior conté lo que me ocurrió cuando tenía más o menos 30 años bajo el titulo “se hizo el difícil pero al final me rompió el culo”.
Ahora quiero contarles lo que me ocurrió cuando tenía 12 años.
En realidad mis comienzos
Mi vida sexual, o mejor dicho homosexual, comenzó a muy temprana edad.
No recuerdo exactamente la edad pero era antes de cumplir los 10 años cuando tuve mi primeros acercamientos y mis primeras cogidas.
Tenía una tía con varios hijos que vivía en el campo y venia habitualmente a nuestra casa cuando debía hacer compras, trámites o por cuestiones de salud.
Uno de esos días, siendo pleno verano, después de almorzar nos acostamos a dormir la siesta, mi mamá con mi tía en la cama grande, ya que mi papá estaba trabajando a esa hora, y uno de mis primos que es mayor que yo se acostó en la otra habitación conmigo.
Como hacía mucho calor nos acostamos solo con calzoncillos y pantaloncito corto.
Estábamos los dos en mi cama así que me puse de costado quedando mi cola para el lado de él.
Cuando parecía que nuestras madres estaban durmiendo porque no se sentía ningún movimiento, mi primo comenzó a apoyarme su bulto contra mi cola.
Yo no sabía qué hacer así que me quedé quieto.
Como no le dije nada él siguió avanzando y lentamente me bajó los pantaloncitos.
Ahí si yo intenté resistirme pero no quería hacer bulla para no despertar a nuestras madres.
Eso lo ayudo a seguir avanzando.
Cuando traté de darme vuelta el me sujetó la mano como obligándome aquedarme de costado, pero alcancé a ver que tenía su verga fuera de su pantalón.
Forcejeamos un poquito, pero como dije no quería que se fueran a despertar si hacíamos bochinche.
Finalmente logró ponerme la punta de su pija entre las nalgas.
Hacia movimientos como si me estuviera penetrando.
Después de un ratito comenzó a gustarme y me quedé quieto.
En un momento sentí la puntita que quería entrar en mi hoyito.
Como no me dolía lo deje hacer.
Eso le dio vía libre para poder serruchar un poco y acabarme en la puertita por primera vez.
La verdad me había gustado esa sensación de tener algo en la cola.
Ese simple encuentro marcó el inicio de una vida sexual muy intensa donde pase por situaciones de mucho riesgo que ahora las pienso y no puedo creer que las haya pasado.
Después de algún tiempo nos encontramos en la casa de nuestro abuelo para el festejo de su cumpleaños.
Habíamos llegado temprano, los grandes estaban mateando y charlando y nosotros salimos a dar una vuelta por el campo.
En un momento recalamos en uno de los galpones.
Allí me preguntó si me había gustado lo que habíamos hecho en mi habitación.
Con total sinceridad le dije que sí.
Entonces me propuso volver a hacerlo.
Recuerdo que había unas bolsas de papa.
Me pidió que me bajara los pantalones y me apoyara en esas bolsas.
El sacó su verga y le puso bastante saliva.
La apoyó en mi raja y la hizo correr hacia arriba y hacia abajo.
Eso me daba una electricidad en el cuerpo que me gustaba mucho.
Se puso más saliva y me la apoyo en la puertita.
Cuando quise acordar metió toda la cabeza de un solo golpe.
Sentí que algo se había roto.
El dolor fue tremendo y le pedí que la sacara.
No me hizo caso pero si la dejó quieta un ratito para que se me pasara el dolor.
Lentamente comenzó el movimiento de vaivén que fui soportando primero hasta terminar sintiendo placer en ese mete y saca.
No tardo mucho en acelerar el ritmo hasta dejarme el culito lleno de leche.
Cuando nos estábamos vistiendo escuchamos ruidos y era otro de mis primos que estaba llegando al galpón donde estábamos.
En otras fiestas que se hicieron en casa de mi abuelo buscamos apartarnos del resto para volver a hacerlo.
Cada vez lograba meterme un poquito más de esa verga que era muy grande para mi culito a esa edad.
Después de esa vez, cuando ya se había pasado el dolor me quedó una sensación que me agrado mucho.
Me daba ganas de repetirlo.
Deseaba con todas mis ganas volver a hacerlo.
Por supuesto que buscaba el momento.
Las siguientes veces volvimos a hacerlo en la casa de mis abuelos.
Cada vez éramos más arriesgados.
En realidad yo era el arriesgado y trataba de calentarlo para que me secundara en mis planes.
Una vez lo hicimos acostados en la misma cama mientras dormíamos la siesta, pero con otras personas durmiendo en la misma habitación.
Como dije antes siempre nos juntábamos toda la familia en la casa de mis abuelos.
Algunos, después de almorzar nos acostábamos a dormir un rato la siesta mientras otros charlaban o jugaban a las cartas.
En esa oportunidad lo hicimos en la habitación de mis abuelos que era muy grande y tenía la cama de matrimonio y dos camas chicas.
Como éramos muchos era normal que nos acostáramos dos en una misma cama.
Por supuesto que yo compartí la cama con mi primo.
Nos tapamos con una sábana.
Cuando vimos que los demás de la habitación estaban durmiendo yo comencé a apoyarle la cola contra el bulto.
Muy suavemente para no hacer ruidos.
Cuando note que ya su pene había crecido por la calentura me baje los pantalones y le pase una mano por el bulto.
Me dijo que no siguiera porque era muy arriesgado, que nos podían escuchar.
Ho le seguí manoseando el pene hasta que terminó sacándolo del pantalón.
Tratando de no hacer ruido le puso saliva y me lo apoyo en la cola.
Yo me abría las nalgas con la mano.
Una vez que logró meter la punta de su cabeza en mi hoyo muy despacio comenzó el vaivén.
Logro meterla un poquito más.
La calentura era tanta que en unos minutos me había dejado la cola llena de leche.
Era casi como la primera vez.
No había una penetración profunda, que ya llegarían.
Otra vez lo hicimos en un galpón cerca de la casa, siempre en la casa de nuestros abuelos.
Desde ese lugar se podía escuchar si venia alguien, pero no se podía ver.
Ese galponcito quedaba de pasada al galpón grande donde el abuelo guardaba el alimento de los animales entre otras cosas.
Luego de insistirle a mi primo varias veces de volver a hacerlo después de comer fuimos a ese galponcito cuando todos estaban distraídos.
Unos charlando, otros jugando a las cartas y otros durmiendo la siesta.
Yo me baje los pantalones y me acosté boca abajo sobre unos cueros de oveja que tenía mi abuelo creo que para el recado del caballo.
Mi primo sacó la pija, la llenó de saliva y me la puso en la puerta.
De un solo golpe me metió toda la cabeza.
Me hizo doler mucho y le pedí que esperara.
Luego de un ratito comenzó un vaivén lento hasta que dio otra estocada y esa vez me metió unos centímetros de esa pija que para ese momento me parecía demasiado grande.
Me hizo doler mucho y grite un poquito para no llamar la atención, Espero nuevamente hasta que comenzó el mete y saca.
Cuando aceleró el ritmo sabía que estaba por acabar.
Mientras sentía como estaba largando sus chorros escuchamos que alguien se acercaba.
Le pedía que me lo sacara para vestirnos pero en esa circunstancia lo único que quería era largarme toda la leche dentro de mi culito.
Mi corazón bombeaba cada vez más rápido, Los pasos se escuchaban cada vez más cerca.
Cuando terminó de largar la leche me la sacó y guardo su pija Yo me subí lo más rápido que pude los pantalones y nos quedamos quietos esperando que en cualquier momento se abriera la puerta.
Si nos encontraban ¿que podíamos decir que estábamos haciendo en ese lugar? Luego de un par de minutos no se escucho más nada.
Abrimos lentamente la puerta y no se veía nada.
Entonces salimos y vimos a mi abuelo que estaba dando de comer a los animales.
Había sido él a quien escuchamos cuando estábamos culeando en el galponcito.
Esa fue la última vez que lo hicimos.
Después de eso un par de veces lo hice con el hermano que era más grande aún de nombre Daniel.
En ese momento trabajaba en el campo pero de otro distrito.
Como dije antes, mi tía vivía en el campo así que cuando Daniel venia a nuestro pueblo se quedaba en casa.
A esa altura yo ya estaba con síndrome de abstinencia y quería pija como fuera, Encima el trabajo rústico del campo le había torneado un hermoso lomo.
Así que estaba loco por encontrar el momento para poder insinuarle que me cogiera.
Y el momento llego, o quizás lo hice yo.
Una noche de invierno que estaba en casa porque era su día de descanso, se largo una fuerte tormenta y hubo corte de luz.
Por ese motivo después de cenar todos nos fuimos a dormir.
Nos alumbrábamos a vela.
Así que una vez que nos habíamos acostado cada uno apago su vela y quedo todo a oscuras.
Yo compartía con Daniel mi habitación.
La lluvia y la oscuridad me hizo ratonera demasiado.
Así que a oscuras me levante y me acerque a su cama y le propuse “Querès que cojamos.
Yo me dejo”.
La respuesta no se hizo esperar “Estas loco.
Nos van escuchar” Yo le busque todos los argumentos posibles pero me hecho, me dijo que me fuera a mi cama y me dejara de boludeces.
Yo me acosté pero no podía dormirme.
Estaba demasiado caliente.
Entonces volví a la carga y le dije que si lo hacíamos con cuidado no teníamos por qué hacer tanto ruido como para que nos escucharan de la otra habitación.
Tanto le insistí que al final acepto mi propuesta.
Me permitió que me metiera con él en la cama.
Yo estaba solo con el calzoncillo que inmediatamente me lo quité.
Me acosté apoyando mi cola contra su bulto y deje que hiciera.
Él sacó la `pija, le ensalivó y la dirigió a mi hoyo.
Cuando lo tuvo bien enfocado dio un fuerte golpe y me metió casi media pija de una.
Le dije que me dolía mucho.
Entonces me dijo que tenía que callarme la boca y aguantar porque sino se podían dar cuenta mis padres que estábamos haciendo algo raro.
Solo esperó un momento y comenzó el vaivén, Notaba que cada vez me entraba un poquito más.
No tardo mucho en largarme sus chorros de leche, Me dijo que cuando le dije la primera vez lo había dejado recaliente y por eso acabo tan rápido.
Lo cierto es que una vez que me dejó toda su leche en mis entrañas me pidió que fuera a mi cama.
Asi lo hice.
Al otro día cuando me levanté, ya con la luz del día, pude observar que tenía el calzoncillo con sangre.
Ese dolor que sentí no había sido por casualidad.
En realidad mi primo más grande me había vuelto a desvirgar.
Ya estaba preparado para un poquito más.
Lo hicimos un par de veces más en circunstancias parecida y después por mucho tiempo no tuve sexo con nadie.
Mis primos no quisieron hacerlo más porque andaban con mujeres y yo tenía miedo de decirle a otros porque no quería que me tildaran de puto.
Así que me guarde muchísimo antes de dar el próximo paso.
Pero eso será motivo de otras historias si es que a algunos les agrada este relato.
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