MIS TRABAJADORES
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por J2939.
El proyecto que estaba llevando como ingeniero de telecomunicaciones llegaba a su fin y aquella tarde iba a tener una pequeña reunión de despedida con los compañeros del trabajo.
Bueno, más concretamente con cuatro de mis subordinados, ya que el resto de compañeros no se encontraban en el mismo pueblo que nosotros.
Al día siguiente yo cogía el enorme y preparadísimo autobús que me llevaría hasta el aeropuerto más cercano, a cinco horas de viaje.
Teníamos alquilada una pequeña finca en donde trabajaban para nosotros una asistenta que nos preparaba la comida y nos lavaba la ropa.
Yo me encargaba de dirigir las instalaciones y la ejecución de los trabajos en el área, mientras que mis cuatro operarios se dedicaban a la instalación.
Aquel día teníamos que celebrar por todo lo alto que todo había terminado de la mejor manera.
Yo me encontraba en mi habitación.
Envié un par de emails y me asomé por la ventana, en donde los dos chicos más jóvenes de mi equipo jugaban al fútbol sin camiseta en el jardín, tan sólo vistiendo unos ajustados bóxers, tipo bañador.
Eran Zayn y Louis.
El primero tenía 19 años y el segundo 22, ambos con la piel tostada, color café.
Zayn era más guapo que Louis, que tenía una nariz algo más alargada, pero ambos eran tremendamente atractivos, con sus cuerpos musculados y curtidos con el duro trabajo que habíamos tenido en los últimos meses.
-Hey, jefe –me saludó Zayn desde la ventana.
Así era como me llamaban -¿Por qué no bajas a jugar con nosotros?
-Ahora mismo bajo –sonreí- y saco unas cervezas.
-Buena idea –concordaron los dos chicos.
Salí del cuarto y bajé las escaleras.
En el salón, viendo un partido de fútbol, se encontraban los otros dos operarios y amigos: Liam y Niall.
Liam Tenía un vientre ligeramente abultado y su enorme envergadura corporal le conferían un aspecto rubicundo de jugador de rugby.
Por su parte, Niall era de piel blanca, con pecas, y algo de bello en su pecho, con unos pectorales que se machacaba con las pesas cada tarde a pesar de haber estado trabajando en la obra todo el día como un animal.
De ahí los tremendos pechos que lucía.
Fui a la cocina y saqué un pack de cervezas.
Le pasé una a cada uno.
A los dos aposentados en el salón y a los otros dos, que entraron desde el jardín para ver qué hacíamos dentro de la casa.
-Tenemos una sorpresa para ti, jefe –comentó Louis.
-¿Para mí? –dije sorprendido, abriendo mi lata de cerveza y dando un largo sorbo.
-Sí.
Hemos pensado en un regalo de despedida –comentó el gigantesco Liam.
-¡Vaya! ¡No me lo esperaba! ¿De qué se trata? –pregunté con ilusión.
Los cuatro clavaron su mirada en mí.
-Es porque nosotros sabemos lo suyo, jefe –comentó Niall sin rodeo alguno.
-¿Lo mío? –pregunté.
-Lo de no querer ir con mujeres como nosotros –añadió el más jovencito señalando a sus compañeros.
-No… no… Yo creo que os estáis confundiendo –titubeé.
-Mira, jefe.
Estamos entre amigos –soltó Liam, el grandullón, su lata de cerveza.
Se puso en pie y se sacó la camiseta, dejando al aire su tremendo torso velludo.
–Y sabemos lo que necesitas, jefe, y a lo que has renunciado durante tres años.
De ahí esa cara que tienes y ese… carácter… Sabemos porque lo vimos una vez en tu ordenador.
Esas grabaciones…
Me había quedado pasmando.
¿Qué cojones estaban tramando aquellos cuatro chalados? De verdad que yo no había mostrado nada para que ellos pensaran que a mí… pero lo cierto es que en mi ordenador sí había abundante material pornográfico gay.
-Lo hemos hablado entre todos y como has sido un gran jefe y un gran amigo, este es nuestro regalo –se acarició todo su paquetón Louis.
-Pero qué… -estaba alelado, sin palabras.
-Vamos, jefe.
Ahora que nosotros nos hemos lanzado, no esperamos que tú te eches atrás.
Nosotros también, bueno, hace tiempo que no tenemos mujeres con tanto trabajo y en este pueblo no hay ninguna que… Ni siquiera prostitutas –rieron todos.
-Pero vosotros estáis locos –me llevé las manos a la cabeza haciéndoles señas.
–A mí no me gustan los hombres.
-¿Seguro? –se levantó Niall, con su chulería nata, y se deshizo también de su camiseta, dejando al aire aquel cuerpo que era una auténtica máquina de matar con tanto músculo.
En aquel momento y ante aquella pregunta me asaltaron todas las dudas y se vinieron abajo todas mis defensas.
Durante tres años había ahogado y aparcado cualquier pulsión de tipo sexual y ahora… ahora… ¿Realmente no estaba soñando? Me fui a pellizcar el brazo cuando de pronto una mano grande de gruesos dedos se posó en mi hombro y me dio un apretón.
-Jefe –me llamó Niall.
–Vamos fuera.
Hace buena temperatura y tenemos mucho que ofrecer –me guiñó el ojo.
-Joder –solté.
–Bien, creo que…
-Es una buena idea –acabó la frase por mí Liam, empujándome hacia fuera y yo dejándome arrastrar totalmente sumiso y anonadado a un tiempo.
-El jefe va a chupar –comentó Zayn divertido.
-Pero cómo habéis sabido que yo… -hablé en voz alta, estupefacto.
Después de tanto esfuerzo para ocultarme…
-Eso se sabe después de pasar tanto tiempo juntos –añadió Liam, escoltándome hasta la cristalera del jardín y saliendo luego al exterior.
Les miré a los cuatro.
Sonreían con total determinación pues aquello debían de haberlo planeado con bastante antelación.
-¿Y qué queréis que haga? –pregunté asustado.
-Relájate, jefe –dijo Niall, a mis espaldas, mientras me masajeaba los hombros.
-Sólo tienes que hacer lo que tengas gana.
Y de repente, unas manos hábiles me sacaron la camiseta por el cuello y me bajaron los pantalones, dejándome en bóxers.
Pronto noté más manos sobre mi piel.
Increíble, mis cuatro operarios y subordinados me acariciaban sin tapujos y yo me sentía irreal.
Niall dejó de masajearme los hombros y me agarró mi redondo y marcado culazo, Zayn paseó sus manos por mis tetas, Liam me acariciaba mi duro y marcado vientre bien trabajado a base de abdominales, y yo comencé a tocar paquetes gordos indiscriminadamente.
No era la primera vez que veía a mis obreros en pelotas y sabía que andaban bien armados, lo que había sido motivo de muchas pajas, pero eso de tocar sus bolas y sus rabotes comprimidos en la tela de sus ajustados calzones era demasiado.
Alguno tiró hacia abajo de la goma de mi bóxer y dejó mis lechosas y depiladas nalgas al aire.
Liam pasó su brazo por detrás de mi espalda y me apretujó el culo.
Niall me dio una buena cachetada en la nalga.
Los cuatro me sobaban cada vez más, así que me acabé dejando llevar.
Me agaché frente a Liam y agarré su pollón, el cual se acababa de sacar de su bóxer negro.
-Chupa –me ordenó, cosa que comencé a hacer, gimiendo de gustazo al notar tan gigantesco gusano de carne.
El mayor de todos era además el que mayor rabote tenía, pues, aunque todavía estaba fláccido, era brutalmente gordo.
Giré mi cabeza a mi izquierda y abrí mi boca para chuparle el fláccido pene a Zayn, mientras continuaba masturbando el duro pepino de Liam, que a su vez me empujaba la cabeza para que me tragara el rabo de su joven compañero.
Los cuatro no cesaban de llamarme jefe y de animarme a que comiera polla.
Niall y Louis se iban masturbando sus rifles mientras yo volvía a comer del grueso cañón del gigantesco Liam, que me soltó unos cuantos pollazos sonoros en toda la cara, sacándomela de la boca por un instante.
Me giré una vez más, pues era el turno de que Niall disfrutara también de mi boca y yo de su polla de malote, gorda como la de sus compañeros.
Ninguna se quedaba atrás en envergadura, pues tenían entre las piernas auténticas armas de matar, aunque Liam sobresaliera entre los demás.
Una vez más volví a él, mientras los otros terminaban de ponérselas bien duras.
Liam era el que mostraba ya una hermosísima erección, con venas surcando todo su tronco, dándome pollazos en la cara una y otra vez.
Rápidamente descubrí que le gustaba que le chupara el capullo mientras él me sujetaba la cabeza y me follaba la boca.
Volví al rabo de Zayn y así estuve durante unos minutos, mientras el chulo de Niall se agachaba y con sus dedos me acariciaba toda la raja de mi depilado culo.
-¿Me van a follar el culo o solo me van a dejar que les chupe las vergas? –les pregunté cachondo.
Ellos soltaron una carcajada.
-Te vamos a hacer todo completo –soltó Louis, acercándome de repente su polla a la boca junto a la de Niall y metiéndome ambas dentro mientras yo me aferraba a sus poderosas nalgas.
-¡Me encantan vuestras pollas, cabrones! –exclamé, cada vez más fuera de mí.
Y me giré para buscar las otras dos pollas, las del mayor y del más joven, y metérmelas también en al boca a la vez mientras no podía dejar de jadear por causa de la cachondez que tenía en el cuerpo.
¡Qué ricas estaban! ¡Y qué largas y gordas eran! Además, que los cuatro tenían esos cuerpazos, con esos culos redondos, grandes pero a la vez prietos, con esas pieles tostadas, blancas y esa belleza natural en el rostro.
Cuatro machotes dándome de comer su intensa virilidad, animándome sin parar a que comiera de ella.
Se la chupaba a todos, pero sistemáticamente volvía una y otra vez a la gordísima polla de Liam, mi hombre de confianza Zayn.
Quizás por eso y por ser el capataz del grupo, el hombre de poder y de respeto entre los demás, era por el que más fuertemente atraído me sentía, porque destilaba más masculinidad que ningún otro, a pesar de la pose chulesca de Niall.
-Liam, ¡Tú polla es una delicia! –comenté, y él me acarició con su mano grande el pelo, y tiró de mi cabeza para que se la chupara a Zayn.
-Cómesela al chico, vamos, que también tiene un gran palo –comentó con el cierto deje paternal que siempre mostraba hacia los dos chavales jovencitos del grupo: Zayn y Niall.
Liam me obligó a que se la chupara primero a uno y luego al otro.
-Así, dale polla –dijo el maduro, contento, viendo como los chicos me daban pero a base de bien.
Y un vez más volví a él, tragándomela esta vez hasta lo más hondo de la garganta, lo que provocó que gimiera como una puta marica del gusto que le daba ver que mi tráquea engullía su trozo de carne morena.
Después me la saqué de golpe y empecé a chupársela al guapo de Niall también hundiéndomela hasta lo más hondo.
Continué de rodillas, chupando pollas quince minutos más, hasta que con las piernas ya entumecidas decidí levantarme.
Me deshice del bóxer y mi polla quedó fuera, enhiesta, grande, con sus 17 cm de longitud arqueados hacia abajo, con mi capullote rosa y redondeado.
De pronto Niall volvió a empujarme hacia abajo y volví a caer de rodillas en el suelo, en donde comencé de nuevo a mamarles más y más a todos sin llegar nunca a saciarme.
Podría estar fácilmente comiendo rabo durante horas y horas.
Eran unos pollones tan gordos y los cuatro tenían unas pelotas tan grandes que yo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa que me pidieran.
Al cabo de un rato me descubrí a cuatro patas y, mientras que alguno seguía dándome de chupar palo, el resto, todos a la vez, jugueteaban con sus dedos en mi apretado ano.
Me separaban las nalgas, me daban hostias en ellas dejándomelas bien rojas e introducían varios dedos dentro de mi agujero, robándome gemidos de auténtica puta.
Los escupitajos no se hicieron esperar y comenzaron a lubricarme.
Liam me separaba los cachetes del culo y Zayn se encargaba de hacerme un rico dedo en el ojete.
Luego se intercambiaron los papeles durante unos momentos.
Y yo me dilataba más y más, gimiendo cada vez más alto.
Louis y Niall también participaban en esa violación dactilar, introduciendo aquellos dedos en mi ardoroso esfínter sin miramientos, violentamente, arrancándome jadeos de dolor, molestia y un amortiguado placer.
Pero yo meneaba mi culo arriba y abajo, como señal de que no pararan de abrirme bien el agujero, preparándome para sus rabotes blancos y morenos.
Era imposible no perder la noción del tiempo cuando estabas disfrutando tantísimo, pero ciertamente aquellos machos llevaban dándome de comer de sus pollones cuarenta minutos, mientras el cielo se oscurecía lentamente.
Me dolían las mandíbulas, las cuales tenía entumecidas, y las comisuras de los labios también, ante el intento de abrirlos bien, de que me cupieran dentro dos de sus gigantescos capullos a la vez, dentro de la boca.
Me hicieron ponerme en pie, inclinarme hacia delante y ofrecerles por fin mi culo, poniéndolo en pompa.
Estaba chupando la polla de Liam cuando Zayn, el jovencito, se vino detrás de mí y me penetró sin contemplaciones ni delicadezas, pues así es como te la meten los buenos machos.
Solté un alarido de gusto al sentir como aquel niñato me entraba hasta lo más hondo del cuerpo.
Empezó a follarme bien a gusto, moviendo ágilmente sus caderas.
Frente a mi cara estaba Louis, dándome polla, besé su torso, luego lamí las tetazas duras y grandes de Niall, que estaba a mi derecha, y una vez más volví a por el rabo de mi semental favorito, del macho de la manada, del maravilloso y hercúleo Liam.
Mis jadeos de perra quedaron atenuados por el tapón que formaba su trocazo en mi boca.
Pero de pronto sentí en algún punto de mis entrañas una cierta quemazón, y es que Zayn, con su delicioso palo, estaba tocando puntos que me hacían alcanzar el éxtasis en mi interior.
Solté una serie de aullidos mirando al cielo y apretando los parpados debido a la rítmica e intensa follada de aquel chaval de apenas 19 años me estaba pegando.
Louis me sujetaba por el hombro mientras él se masturbaba y Liam acariciaba mi mejilla con una mano y luego con la otra me daba hostias en el muslo para que me moviera bien y disfrutara del empalamiento que me ofrecía el cipotazo del jovencito.
Zayn se salió de mí y Niall, el rubio de barrio, le tomó el relevo, introduciéndome bien adentro su polla, algo más gruesa que la de Zayn pero de aproximadamente la misma longitud.
Yo me intentaba masturbar mientras tanto, pero era imposible.
Las folladas estaban siendo tan duras que apenas podía meterme al mismo tiempo un pollón en la boca o intentar hacer cualquier otra cosa.
No podía.
Me superaba.
Aunque intentaba una y otra vez sin éxito mantener dentro de mi hocico la salchicha de carnaza que Louis, el otro jovencito de 22 años, tenía entre las piernas.
Niall me estaba haciendo disfrutar mucho.
Mucho más que Zayn, por eso tuve que apoyar mis manos en el suelo, para aguantar las embestidas y el placer que me estaba dando.
Y cuando pensaba que no podías más, el rubio se salió de mí.
Hice por incorporarme pero Liam me detuvo, plantándome su enorme mano en la espalda.
Ahora llegaba su turno, así que ofrecí más que nunca mi culo.
Me iba a follar aquel dios convertido en un macho de piel fuerte, con el pecho cubierto de recio vello ensortijado y que había fecundado a más de una hembra.
Apoyó su verga en mi ojete y, a pesar de que la anchura de su cipote superaba con creces la de sus compañeros, Liam se abrió pasó hacia las profundidades de mi recto, haciéndome bramar como un toro.
-¡Dios! –blasfemé-.
Eres un hombre de verdad.
Eres un portento de la naturaleza, joder.
A lo largo de mi vida me había metido gruesa pollas por el culo y algún que otro consolador de considerable tamaño, pero hacía ya tiempo que había olvidado esos placeres y mi esfínter estaba desentrenado, así que aquella penetración me estaba llevando a mis límites, en una apertura extrema y tirante que Liam debía de notar por cómo mi ano se aferraba y apretaba su pollón.
Durante largos minutos estuve gimoteando y dando alaridos más cercanos a la tortura que al gozo y los otros tres, compresivos, me acariciaban la espalda, el cuello y el torso, buscando aliviar el atoramiento y congestión que sentía mi culo con tanta carne.
Me decía que me calmara y que disfrutara de aquella polla superlativamente gorda, que gozara bien teniéndola dentro porque era maravilloso tener a un macho como Liam.
Y yo me ponía aún más cachondo al escuchar aquellas palabras de boca de los otros tres cabrones heteros.
El alivio fue mayúsculo tras cinco minutos, cuando el grandullón se salió de mí para dejar disfrutar a los demás.
Zayn, el jovencito, me hizo señas, se sentó en el suelo con su rabo más erecto que nunca y yo me acuclillé sobre él para clavármelo, abierto como ya estaba en ese momento.
La erección del chico era maravillosa, quizás provocada por ver como el semental moreno me había trabajado más a fondo que ninguno, demostrándoles lo que es ser un follador nato.
Empecé a cabalgarme al chico como un cabronazo y éste me acariciaba mis duras tetas, mis tochos abdominales sudados y bien marcados y me masturbaba la polla.
Estaba flipando con la desinhibición y calentura que mi cuerpo iba alcanzando.
Al borde de la eyaculación, me rogó que por favor le dejara salirse de mí, cosa que hice.
Él se levantó y yo me quedé sentado en la fría hierba del jardín, mirando a los cuatro machos, intentando racionalizar lo que me estaba ocurriendo.
Pero era imposible.
De pronto, Liam me agarró de los pies y tiró de ellos para arriba, haciéndome reír.
Entonces quedé con la espalda tendida en el suelo y las piernas patas arriba.
Él se arrodilló en la hierba, apuntó y me penetró profundamente, haciendo que mis ojos se pusieran en blanco y mi garganta comenzara a emitir gemidos y ruidos inconexos a un volumen por encima de lo normal.
Y él me acompañaba con sus jadeos de macho en una perfecta orquesta.
Cuando al rato se salió de mí nuevamente, ya casi había oscurecido por completo.
Me quedé tendido en el suelo, sin resuello, sonriente y complacido con tal cantidad de sexo y de tan buena calidad tras la sequía de los últimos años, en que había aguantado a base de pajas y fantasías sexuales, como si hubiera hecho un voto de castidad.
Pero no quería quedarme frío y les supliqué que uno me metiera su polla ya.
Estaban transcurriendo demasiados segundos sin tener un palpitante cipote en mi ojete.
Divertidos, los cuatro decidieron usar su característica fuerza bruta y me levantaron en volandas.
Louis me sujetaba por el costado izquierdo, Liam por el derecho y Niall me sostenía la cabeza y la parte de la espalda.
Mientras, Zayn volvió a acoplarse a mí en una perfecta unión.
-Jefe, no pararía nunca de darte por el culo –me dijo, y yo le sonreí exultante, viendo el vicio y la más perversa lujuria en su rostro.
Al comenzar de nuevo con su fabulosa follada yo miré a Liam, que estaba a mi derecha, le sonreí y él me devolvió la sonrisa con una complicidad que tras mucho tiempo trabajando juntos habíamos conseguido ambos, disfrutando los dos de la buena follada que me daba el chaval, casi orgullosos de que fuera un semental con tanto potencial.
El grandullón felicitó a Zayn por el buen polvo que me estaba pegando y luego le indicó que se cambiara por Louis, que aún no había probado mi caluroso culo.
El chico de 22 años se acercó dudoso, con algo de torpeza.
Pero le sonreí y le animé a que me metiera todo su rabo porque par mí el que los cuatro me follaran era una auténtica bendición.
Algo más seguro, me penetró gozosamente y yo me relamí de placer.
Finalmente los había tenido a los cuatro dentro.
La follada de Louis, el más tímido de los cuatro, era lenta, parsimoniosa, pero intensa, lo que en parte me permitía recuperarme y bajar también mi ritmo.
Me concentré en disfrutar a aquel chico tímido y algo acomplejado por no ser tan guapo como sus compañeros, aunque a mí me daba un morbo tremendo.
Quizás por eso le agarré de la nuca y le acerqué a mis labios.
A ninguno de los otros tres les había besado.
En parte porque sabía perfectamente que serían reticentes a los besos.
Pero Louis era diferente.
Louis me correspondió con su húmeda lengua durante largos minutos en los que noté como su cuerpo se enfebrecía a causa del beso.
Su espalda se arqueaba, permitiéndole darme tanto el placer de besarle como el de tener su rabote atorado en lo más profundo de mi cuerpo, con sus bolazas peludas rebotando contra mis nalgas.
Separamos nuestras bocas por un momento y le miré.
-Córrete dentro.
Vamos.
Échamelo todo.
Quiero que me preñes –le pedí.
Y sin más, el chico empezó a convulsionarse, escupiendo ardientes chorros de leche dentro de mis tripas, para al instante salirse de mí con su gusano de carne empapado en semen y algo fláccido y arrugado.
-Nos has dejado un rico pastel ahí dentro –bromeó Liam, que hizo una seña a Niall, el matón de rubio de piel más blanca.
-Con lubricante –comentó éste, penetrándome con seguridad y haciéndome dar un respingo, mientras que su verga buceaba en mi culo entre la buena cantidad de semen soltada por Louis.
–Ahora si que está caliente y húmedo –declaró salido, cachondo y gustoso por sentir su polla escurrir libremente gracias a la ardorosa leche de su colega, lo que creo que le ayudó a correrse también, porque en un abrir y cerrar de ojos comenzó a inundarme las entrañas con su esperma.
-¡Joder! ¡Qué cantidad de leche! –abrí mucho mis ojos al sentir lo que parecían galones y galones de semen dentro de mi recto.
Niall, sonriente, se salió de mí.
Le tomó el relevo Zayn, que sabiendo lo que seguro se iba a encontrar allí dentro ya se estaba corriendo cuando me introdujo su rabote, terminando de expulsar su bulliciosa corrida en mi cuerpo.
Seguían sujetándome en el aire, en volandas, luchando contra la gravedad.
De ahí que cuando el más jovencito se salió, una catarata de esperma se precipitara desde mi ojete maltrecho hasta el suelo.
Entonces miré a Liam.
Él era el último.
El semental iba a cerrar el círculo.
-¿Estás preparado? –me preguntó, ante lo que yo simplemente asentí.
Sin dilaciones, se zambulló en aquella amalgama láctea compuesta por las tres profusas y cuantiosas eyaculaciones de sus compañeros de equipo.
Su polla arrastró consigo la densa masa viscosa hacia el interior de mi cuerpo conforme me penetraba hasta que sus gordísimas bolas de carne chocaron ruidosas contra mis nalgas.
Clavado así, estático, me miró fijamente y entonces noté el pequeño rebote que daba su verga en mi interior.
Se corría.
Liam, el macho por excelencia, iba a terminar por inundar mi culo, que apenas lograba contener tal enema de esperma.
De pronto comenzó a bufar, a gruñir, a chillar, y sentí aquel terremoto.
Sentí como se abrían las compuertas de sus testículos y como el macho se vaciaba completamente dentro de mí en lo que bien pudieron ser seis chorros de cuajada blanquecina.
Le agarré por las caderas para que estuviera lo más adentro posible y Niall por su parte le agarró los cojones para apretujárselos en un gesto simbólico de exprimírselos, con lo que éste se sorprendió al sentir que estaban duros como piedras.
Pero no los soltó y siguió manoseándolos, disfrutando del tacto de los huevotes de su colega.
Quizás no tuviera una nueva oportunidad de tocar los cojonazos de un macho como Liam, y en ese momento Niall sintió un lascivo morbo en su interior.
Yo tenía los ojos cerrados y me temblaba el cuerpo.
No sabía muy bien en qué momento Liam se salió de mí.
Me dejaron reposar en el suelo y me quedé tendido allí, sintiendo el sudor cubriendo mi cuerpo y el frescor de la recién llegada noche a mi alrededor.
Escuché felicitaciones y risotadas despreocupadas y alegres.
Después, al abrir los ojos, estaba todo oscuro y llegaban voces desde el interior de la casa.
De mi culo manaba una caliente fuente de esperma.
Me llevé la mano allí, recogí un poco entre los dedos y me los metí en la boca, degustando el salado y exquisito sabor de la leche.
La lefada de los que habían sido mis trabajadores…
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