Mis tres primeros amores

Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Siendo un chiquillo, un amiguito del barrio de mi edad que se llama Rogelio me desvestía y me montaba su pene en mi culo y desde esa epoca me hizo despertar mi deseo por los hombres porque me hacia el culeo diciéndome que yo era la mujer que tenia que estar debajo y me hizo mamar su delicioso pene con mi boquita, sólo a mi me buscaba para hacerlo, me gustaba estar con él a veces lo buscaba para hacer que me monte, creíamos que era un juego privado y duró buen tiempo.

Cuando era un quinceañero no tenia experiencia sexual con las chicas, era virgen por la proa y por la popa, conoci a un vecino del barrio llamado Nicolás que me invitaba a ver la colección de armas de su papá, con 25 años, tenia cara de niño, usaba cremas y era bien perfumado, delicadito y bien presentable, al poco tiempo me permitia ensamblar las armas, se colocaba detrás mio para orientarme ponia sus manos sobre las mías, sentía un bulto en mi espalda, él sabía que me gustaba que me lo moviera al culo, dejaba que mi mejilla rozara sus labios ya antes lo hacia y me gustaba tanto que se nos paraba el pene, cortamos el hielo y acortamos distancias cuando dejé que me sujetara de la cintura para hacerme movimientos en mi pene vestido.

En un abrir y cerrar de ojos estábamos en su cuarto, me manoseaba el cuerpo, mi pene se paraba, me bajaba mi short, vi mi pene tieso, desnudos yendo a su cama de dos plazas, nos metimos dentro de las sábanas a jugar tocándonos los penes los comparamos de tamaños diferentes, el colchón se agitaba a los lados los resortes sonaban fuerte, abrimos nuestros labios para besarnos, se puso a chupar mi pene que botaba liquido blanco la lengua pasaba por debajo de mis testes y su nariz me olia el culo, siguió mamándome, me decía que le de mi leche y la boté en su cara su lengua pasó por mi glande, los labios estaban bien pegados a la piel de mi pene, me di la vuelta en la cama se me echó sobre mi entrando en acción su pene sobre mis nalgas, al rato las sentí humedas de semen, me vestí y salí del lugar.

Seguimos viéndonos, en un tiempo me dejó que le metiera el pene en el culo, era delicioso sentir el latido de su esfínter, su culo era como un cajón en el que entraba sin problema todo mi pene, lo hacia bramar de placer, ese deseo se fue enviciando las visitas se hacían casi dejando un día hasta que en uno de aquellos días me dijo que ya era el momento de que le entregue mi culo virginal, acepté su propuesta con temor, me dio un poco de licor aguardiente para que coja temple me sentí relajado por sus caricias, era tierno, me susurraba palabras deliciosas en mis oídos, sentí su cariño a través del pase de sus manos por mi cuerpo suavemente me abri de culo, me puso crema los dedos entraban y yo mordía las sabanas, sentí entrar el pene se combinaba la delicia con el dolor pero resistí, me lo metia despacio y me lo sacaba despacio pero cada vez lo sentía más adentro hasta que lo sentí todo adentro y grité fuerte afortunadamente estábamos solos en la casa, me sentí raro los primeros días notaba que mi vida era otra, sentía necesidad de estar con mi Nicki, tenia un pene delicioso que al solo sentirlo en mi piel no deseaba separarlo, su perfume y su piel con crema hacia delicado y agradable nuestros encuentros sexuales, seguimos haciendo penetraciones con posturas diferentes pero la más deliciosa eran las mamadas del 69.

En aquel tiempo era estudiante de colegio me gustaba un chiquillo de aula que se llama Francisco, muy bonito de cara y sentimientos, hice buena amistad pero era difícil decirle que lo deseaba, no paraba de mirarlo en clases, abria y juntaba las piernas creía que me invitaba a culear, él miraba fijamente el pizarrón, por debajo de la mesa estiraba su interior ajustado y manoseaba el pene poniéndose bien estirado con buena masa, yo me limitaba a estírame el pene viéndolo fijamente ilusionándome que lo tenia cerca, que su boca abierta mamaba mi pene y que su pene era solo mio, apretaba con pasión mi pene hasta el punto que se humedecía, en el recreo iba al baño a masturbarme en su nombre, me gustaba, quería tenerlo y ser suyo.

En una de las giras de observación al bosque nos dividimos en grupos para buscar líquenes y hongos, teníamos como costumbre formar exploradores, tenía la necesidad de defecar, como sabia que me podían seguir a hacerme alguna broma mientras defecaba corri muy lejos a lo alto de una loma llena de vegetación, luego de defecar estaba bajando la loma cuando a lo lejo veo a Francisco que estaba parado con la ropa en los tobillos, me acuclillé escondido entre unas matas a cierta altura para verlo mejor, estaba orinando bajo un guayacán, conoci por primera vez su pene delicioso, grueso, tenia algo de pelitos en las pubis, su glande grande y rojo lo apretaba y su caño se estiraba al máximo, se sentía seguro de estar solo sin que nadie lo mirara, estaba relajado, bajó la mirada con dirección a su pene que ya estaba bien alargado abrazó al árbol el pene se puso en contacto con la corteza del árbol las nalgas blancas se movían haciendo que la raja del trasero se abriera y cerrara con la ayuda de sus manos, se pasó el dedo por la raja me sorprendí al ver que apenas se lo metía, le causaba mucho placer porque bramaba, me acerqué mucho más a él, me escondí sobre unas matas para seguir observándolo, yo me reía de verlo hacer eso, volvió a abrazar al árbol su cuerpo se movia a todos lados, se sube la ropa.

Mi impulso me hizo salir de donde estaba y me acerqué a Francisco en su delante saco mi pene para orinar, él se lo queda viendo, se me acerca, se saca el pene y se masturba, lo imité, nos estiramos los penes, lo abracé e hicimos movimientos sexuales, se quitó la ropa acostándose boca arriba, me monté semidesnudo sobre él mi pene recorrió por el estómago a llegar a unir nuestros penes, mi pene erecto pasó por la espalda de Francisco le meti algo de mi cabeza en la rajita de su trasero, Francisco tenia mucha calma le gustaba lo que le hacía.

Me acosté sobre la tierra unimos las piernas, nuestros sus penes unidos, le decia, culeame, culeame, la cadera de Francisco subia y bajaba chocando los penes me arrodillé para mamárle el pene, después él me lo hizo, en ambos casos botamos semen.

Todo esto lo hicimos algo rápido por miedo a que nos descubrieran, subimos las ropas las limpiamos y nos unimos al grupo, desde ese día nuestro acercamiento era más sólido, lo visitaba con el pretexto de hacer deberes y nos encerrábamos en su cuarto para hacer sexo con posturas que Francisco tenia guardadas, allí gocé de comerme a penetradas su culo y él gozó galopando mi culo.

Con muchor amor de Franklin para Rogelio, Nicolás y Francisco.