Mucho gusto: La vida misma (1)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Teníamos amistad con toda la vecindad sobre todo con los vecinos de enfrente tanto así que Jenoveva era enamorada del hijo mayor del vecino, Humberto que tenía 20 años, ayudaba a su papá en las faenas agrícolas de su finca grande a pocos minutos del pueblo, sus hermanas, Betariz de 19 años y Sara de 17 años, y Oscar, de 15 años que estudiaba en la secundaria con sus hermanas.
Me llevaba mejor con Oscar, me gustaba mucho el chocolate que me regalaba cuando iba de vista a mi casa con Humberto a conversar con mis hermanos, a veces me sorprendía trayéndome muñequitos y cochecitos de plástico que compraba en el pueblo.
Todo iba normal hasta que una tarde estando yo jugando solito con mis muñequitos en un montículo de arena frente a casa de los vecinos alcanzo a ver a Oscar que me hace señas para que me acerque me llené de gozo porque pensaba que me iba a regalar algo y no me equivocaba porque me mostró un lindo cochecito, me dijo que trajera los juguetes que estaban en la arena para jugar atrás de su casa fui a ver mis juguetitos y entré en su casa con mucha naturalidad y animado a que pronto iba a tener otro cochecito, al pasar por la sala y cocina me di cuenta que Oscar de nuevo estaba solo en casa, descalzo, tenía puesta una remera y una trusa metida una mano sobándose el pene velludo para mi eso que Oscar siempre se hacía me parecía normal porque lo veía hacerlo a mi hermano cuando se duchaba o cuando jugaba futbol o cuando se creía que estaba a solas, recuerdo que Oscar me llevaba atrás de su casa donde había montes rodeando el cerco de madera con alambre de púas y había mucha arena sobrante de una construcción de galpones, siempre jugamos poco en la arena, Oscar no paraba de mirame fijamente, esperaba el momento menos pensado para decirme que le acompañe a un cuarto semioscuro como bodega para que le ayude a subir las cajas del piso al mesón o a apilarlos, aceptaba siempre gustoso, aquella vez fue especial pues cuando estaba subiendo una caja me llamó con curiosidad para que vea por un hueco que tenía la pared si había una serpiente del otro lado de la propiedad del otro vecino, con mucha emoción me incliné un poco a ver por ese hueco y trataba de ver a la serpiente, Oscar me preguntaba si la estaba viendo yo le dije que no, fue en eso que sentí su aliento sobre mi pelo y mis orejas, su pecho muy pegado a mi espalda apoyado en mi trasero vestido moviendo mis caderas para adelante y para atrás
Oscar me tenía sutilemente sujeto, trataba de incorporarme de lo acuclillado que estaba por su peso pero Oscar me decía que continuara viendo, yo le insistía que no había visto a la serpiente, me soltó dando unos pasos atrás haciéndome señas para que continuara alzando cajas, de pronto siento que nuevamente se apoya por detrás sobre mi cuerpo arrimándome al mesón ahora el contacto de nuestros cuerpos era más intenso con movimientos más acelerados sujetándome con los brazos rodeándome la espalda y estómago, su cara apoyada sobre mi hombro lanzándome su aliento, yo solté una sonrisa porque me hacía cosquillas, para dismular lo que me estaba haciendo Oscar me indicó con su mano al frente a ver si había una serpiente entre las cajas yo trataba de ver pero le decía que no, en eso escuchaba sus jadeos con respiración acelerada y un peso en mi trasero vestido haciéndome mover adelante y atrás, mi barriga seguía apoyada al filo del mesón yo algo doblado de las caderas, Oscar me soltó rápido, me di la vuelta y vi que Oscar me daba la espalda yéndose en dirección a un rincón bajándose a los muslos su trusa yo pensé que le dio por orinar y como yo tenía confianza con él y con mi inocencia natural fui al otro rincón ahí le ví que se agitaba el pene y en el piso había dejado una mancha blanca él estaba muy acalorado, me brindó una sonrisa viéndome fijamente, el pene de Oscar era algo grueso para su edad con pelos castaños como los de su cabeza, me dio algo de recelo mirarle su pene aunque no me sorprendía porque a mi hermano mayor ya se lo había visto siempre mientras se bañaba y mi hermano lo tenía de mayor tamaño.
Oscar se acercó con su pene vestido en la trusa abrazándome por detrás inclinándose sobre mí y de nuevo sentí su bulto sobre mi trasero pero ya no era como el de minutos antes, luego me soltó temblándose y dijo que fuera a recoger el autito que estaba sobre el mesón con alegría lo agregué a mis otros juguetes que tenían algo de arena, Oscar dijo que fuera a casa que él seguiría subiendo las cajas.
De todo eso me acuerdo perfectamente pues tengo conservados algunos de aquellos juguetes, pues como decían mis padres en sus refranes: Que los regalos de los amigos se conservan y dan buena suerte, por eso también conservo algunos regalos de Oscar, también tengo guardadas fotos familiares de mi infancia, juventud y adultez en esos lugares donde vivía y me divertía, aquellos juegos, aquellas fiestas, aquellas fotos con Oscar, con amigos y otros recuerdos que están bien guardados con llave en una petaca donde solo con ver esas fotos con mis dibujos sexuales y garabatos escritos yo recuerdo aquellos detalles pormenorizados que refrescan a mi memoria nostálgica:
Al correr lel tiempo Oscar siempre me llamaba a reagalarme algo cuando estaba solo para que le ayude con algo en la casa a cambio de un juguetito parecía que ya me tenía dependiente de sus regalos, primero me acariciaba por mis piernas luego con el pasar del tiempo me acariciaba mi culo vestido y con bromitas manoseaba mi pene, él decía que le manoseara el suyo pero yo me sonreía de la vergüenza hasta que de tanto juego en confianza y bromitas se lo manoseba y me daba cuenta que su bulto crecía por ese bóxer que lo tenía puesto en la mayoría de las veces, nuestra confianza crecía con el pasar del tiempo pues ya nos mostrábamos plenamente los penes, nos sentábamos juntos sobre el mesón de ese cuarto corriéndonos la ropa inferior hasta quedar guindados en mis tobillos, en el caso de Oscar caían al suelo, luego de todo eso me hacía quedarme quietito que no me moviera ya que con sus manos acariciaba mi pene haciendo sentir fabuloso ese movimiento ambos reíamos al ver que mi pene crecía igual que el de Oscar, comparábamos el tamaño de nuestros penes, Oscar me decía con respecto a que mi pelvis era lampiña que cuando crezca me saldrían los pelos como le salieron a él, pero que si me dejaba poner la crema blanca que le salía de su pene el mío iba a crecer como el de él, eso siempre era el cuento en cada vez que estabmos así, él me enseñó a acariciarme el pene y a masturbarme se sentía rico y ahora entendía por qué Oscar y mi hermano se manoseaban el pene, la confianza crecía así que me dijo una de aquellas veces si me dejaba poner su crema del pene, yo con mis dudas no dije palabra solo me sonreía asintiendo, de pronto sentí sus manos acariciando mis brazos recorriendo mis muslos y el resto de mis piernas me di cuenta que al pasar sus manos por mis costillas me entró una rara sensación de una pequeña erección en mi pene, seguía riendo, de pronto me vi envuelto en los brazos de Oscar que me acomodaba recostándome sobre el mesón con las piernas abiertas dobladas caídas al suelo deslizando mi short dejándolo en el suelo, mi pene quedó bien descubierto doblado a un costado, solo mi espalda sentía el frío cemento de aquel mesón que lo tengo fijo en mi mente, en lo acostado que estaba alcé mi cara viendo cómo Oscar se acercaba a mí quitándose la remera, de nuevo me hizo apoyar la cabeza al mesón me hizo estirar los brazos para sacarme la remera y sentirme completamente desnudo, sentí rico porque algo se movía sobre mi pene, levanté un poco la cara viendo que Oscar frotaba su pene en el mío, me dio por reirme al ver como el pene de Oscar recorría mis testículos y hacía que se ponga erecto mi pene con esos roces, sus brazos estaban apoyados alrededor de mis axilas para que mi cuerpo no se deslizara por el mesón pues con su cadera y con su pene me hacía mover para adelante y para atrás de su cuerpo, mi risa se incrementaba, cuando me decía culea culea, tenía una risa de nervios que hasta ahora forma parte de mi personalidad ante algo que desconozco, es verdad, soy algo tímido todavía creo que por eso soy lo que soy, pero en fin, continúo diciéndoles que los movimientos de Oscar se hacían repetidos y acelerados de pronto de la boca de Oscar le salió una exclamación como de placer, mi pecho y estómago soportaron sobre sí parte de su pecho y cabeza, fueron cortos instantes de aquello, cuando de pronto sentí que mi pene y parte de mis testículos estaban algo mojados, esperé a que Oscar se separara de mí ahí aprovecho para verme ese líquido blanco de Oscar manchando mis genitales, me los limpió con el dedo y con un pedazo de cartón con plástico
Me vistió como sin nada hubiese pasado, lo vi nervioso me rogó que mantenga en secreto lo que hicimos, o si no, él dejaba de darme regalos, le prometí a Oscar que no contaría nada, salí con mi avioncito de plástico, aún lo conservo y cada vez que lo observo me trae recuerdos a mi memoria, como ahora, mi pene se me pone erecto al recordar.
Con vuestro permiso lores, en este momento voy a masturbarme y dilatarme mi culo en el baño con un consolador de goma pegando mi foto infantil polaroid de a mediados de 1974, tomada por mi hermana Jenoveva, en la que estoy sentado con piernas abiertas sobre la arena con Oscar estando de fondo el río, teniendo puestas sólo nuestras trusas, con un brazo sobre el hombro y el otro brazo sobre nuestra cintura y ahí se le ve su delicioso pene algo erecto amoldando su trusa con arena.
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