My Life: La fiesta de Disfrases
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por IanRaven.
Carlo, ya he hablado de Carlo en el relato anterior, es el novato del equipo de futbol, el único de primer semestre que logró entrar al equipo, por lo tanto el más chico de todos y la victima de las bromas pesadas de los mayores. Carlo es un chico tranquilo, bastante atractivo, su cuerpo delgado esta ligeramente marcado por el ejercicio, su piel es de un color trigueño muy seductor y su cabello color chocolate cae agraciadamente sobre su frente, siempre lo trae alborotado, dándole un toque infantil a su cuerpo que se convierte poco a poco en el cuerpo de un seductor varón.
Era el 31 de Octubre del 2005, y como buenos adolescentes había una fenomenal fiesta a la cual asistir, debo admitir que no era mi costumbre ir a fiestas, pero después de que Martín me pidiera incansablemente que fuera, no pude negarme, así que tome la caja blanca que me había dado y la cual contenía mi disfraz para esa noche… respire profundo y la abrí con cuidado… un traje rojo, como un tipo de tela que se me pegaba a la piel, cubriéndome todo desde el cuello, hasta el dedo del piel, un par de cuernos y un short de piel negro, agradecí por el último objeto, ya que al ponerme aquel traje era como si anduviera desnudo, la tela era tan suave y ligera que solo servía para darme un color rojizo, pero era como una segunda piel, el short aun que no cubría demasiado al menos no dejaba al descubierto mis partes intimas.
Me vestí y me coloque los cuernos, debo admitir que me veía algo seductor, como un pequeño diablillo perverso, de solo verme en el espejo mi rostro tomó el mismo color del traje, Martín exagero con este disfraz, no podía ir a la fiesta así, pero cuando estaba por cambiarme, mi celular sonó, era él, en su deportivo rojo, no tenía tiempo que perder y tendría que irme arreglado como el diablillo que él quería, salí rápidamente sin que mis padres me vieran, completé el disfraz con mis botas negras de acampar, no sé por qué pero con el short de piel estas parecían ir a acorde con mi peculiar apariencia.
Cuando me vio su sonrisa cubrió todo su rostro, una sonrisa picara, tan encantadora, yo hice una mueca de desagrado, me estaba utilizando, era su juguete sexual esa noche, bueno como si no lo hubiera sido desde antes, me recibió con un beso simple y fugaz, yo me dejé llevar por aquel gesto teníamos tres días sin vernos y en verdad que necesitaba probar sus labios.
-te vez encantador
Dijo mientras me presionaba mi traserito que quedaba parado y respingado con las prendas que llevaba puesta, lo deje tocar, hasta que no te otra figura en el carro, Carlo, el chico novato estaba sentado en el asiento trasero y desde ahí veía apenado la situación, me alejé de inmediato de Martín, este me tomó de la mano y me acercó con fuerza de nuevo a él.
-no te preocupes, le he dicho que no diga nada si no quiere sufrir las consecuencias.
Yo sabía que todo el equipo respetaba a Martín, que nadie me haría nada y que Carlo guardaría silencio por su bien, aun así la situación me resultaba incomoda, Martín iba disfrazado de Vampiro, con su cabello elegantemente acomodado, su piel blanqueada suavemente y un traje del conde que lo hacía lucir realmente encantador, Carlo iba vestido como si fuera cualquier día con el pants de la escuela, así que en un intento de romper el hielo y lo incomodo de la situación cuando ya estábamos dentro del carro, Martín comentó
-Carlo no quiso disfrazarse, aun que le dije que todos iríamos disfrazados
Yo volteé a verlo, se veía incomodo, tenso, sus piernas rígidas, su mirada al suelo, me sentí mal por él, seguramente para Martín solo era una broma más que le jugaba al pobre chico.
-pues yo creo que se ve bien
Dije con la mayor naturalidad del mundo, Carlo agacho aun más la cabeza y noté un color carmesí en sus mejillas, cuando entre tartamudeos alcanzo a decir en una voz muy baja
-tú también te vez muy bien
La verdad me sentí muy alagado por esas palabras, y no pude evitar sonreír al ver mi respuesta el chico se relajó un poco, Martín movió el espejo retrovisor para ver por el reflejo a Carlo y decir
-no, se ve muy sexy
Ahora los dos quedamos apenados, Martín seguía siendo el dueño de la situación, en unos cuantos minutos llegamos a la fiesta, era en casa de Martín, sus papás habían salido de vacaciones aprovechando el puente de Octubre, y lo habían dejado solo al cuidado de su casa y de su hermano, pero obviamente como todo adolescente con dinero y libertad Marín organizó la fiesta del siglo.
-Cuanta gente
Exclamé al ver la multitud ahí reunida, estaba casi todo el colegio y gente de otras escuelas, obviamente al ser un colegio de puros chicos la mayoría eran varones, hasta que empezaron a llegar las chicas del colegio católico, debo decir que estas parecían haber aprovechado la noche para desinhibirse pues la más decente iba vestida de gatubela con un traje de piel idéntico al de la película de BATMAN. Entre las chicas llegó la novia de Martín, por lo que este se alejo suavemente de mí y yo entendí, la chica iba vestida de enfermera con un miniatuendo blanco y unas medias del mismo inmaculado color, en mi opinión una puta. Pero obviamente lo que me guiaba a esa opinión eran los celos que me consumían.
-cuídalo
Dijo Martín cuando se alejaba lo suficiente y dirigiéndose a Carlo, al parecer el chico sería mi niñero o algo así, no podía sentirme apenado con todas las miradas que se fijaban en mi, chicos y chicas me miraban sin discreción, mi atuendo era sensual y mi infantil figura hacía que fuera algo andrógeno, ví a un par de chicos relamiéndose los labios y a otros comentando en voz baja, yo estaba más rojo que mi disfraz hasta que Carlo me cubrió con la chamarra que llevaba esa noche, lo volteé a ver y él me sonrió.
-imagine que tendrías frio
Mintió, obviamente me cubría de las impetuosas miradas, pero ese gesto me gustó, entramos a la casa y bajamos al sótano que estaba acondicionado como una sala de juegos, con una mesa de billar y una pantalla gigante donde algunos chicos jugaban con el Xbox, era el lugar más tranquilo y al fondo un par de sillones nos dieron alojamiento, me sentía nervioso, ahora los papeles cambiaban, Carlo recuperaba la seguridad que lo caracterizaba, esa seguridad semejante a la que Martín tiene, la seguridad de un líder.
-quieres algo de tomar
Me dijo, yo asentí y él se levantó, yo me quedé ahí sentado mirando a mi alrededor, había gente que conocía, gente que nunca había visto, todos disfrazados, en verdad solo Carlo iba como una persona normal, aun que debo admitir que a muchos la imaginación no les había dado para mucho, solo algunos detalles maquillados y ropas viejas, pero al menos habían hecho el intento. Cuando Carlo volví traía un par de cervezas, de inmediato me ofreció una y no supe decirle que nunca había bebido, así que tomé la lata y le di un pequeño sorbo, el sabor amargo me desagradó, pero al ver como él tomaba con naturalidad solo pude continuar. La cerveza me relajo y empezamos a platicar, poco a poco me vi más desinhibido y Carlo también se soltó más, hablábamos de la escuela, de los compañeros, de los partidos, del equipo y otros tantos temas sin importancia, poco a poco las horas se fueron yendo, vi a Martín un par de veces que bajó a ver como estaba, pero tras preguntar se volvía a ir dejándome con Carlo.
-el te quiere mucho verdad
Dijo Carlo después de que Martín se fuera de su tercera visita rápida, yo me sonroje de inmediato, y solo pude asentir en silencio.
-nunca lo he visto tan preocupado por alguien, como se preocupa de ti, todo el día habla de ti en los entrenamientos, la verdad es que todo el equipo sabemos que te ama, pero a nadie le importa, él es un gran capitán.
La forma en que Carlo hablaba de Martín hacía ver que lo estimaba y respetaba mucho, no puede más que sentir admiración por mi cuasinovio, y algo de ternura por la manera en que mi actual guardaespaldas se expresaba, ya llevaba dos cervezas y yo a penas y terminaba la primera, aun así sentía que me había tomado todo un barril.
-era tu primera cerveza
Agregó cuando miró mi cara sonrojada y mis ojos somnolientos, asentí con suavidad, me preguntó si estaba bien y asentí, la verdad empezaba a darme algo de sueño, él lo notó en mis ojos y me invitó a recostarme en su pecho, no sé si por el alcohol o por lo guapo que se veía o tal vez amabas pero me recosté con toda la confianza del mundo.
-eres muy lindo.
Dijo en voz baja mientras con su mano derecha empezó a acariciar mi cabello y con la izquierda me sostuvo como para impedir que me cayera, empecé a jugar con su mano de una forma muy tierna, tocando toda su superficie, tenía manos grandes y su cuerpo era cálido.
-eres otra de las razones por la cual envidio a Martín
Dijo mientras se recargaba en el sillón con mayor tranquilidad, yo me quedé mudo con esa confesión, deje de moverme y el continuaba hablando, tal vez por la tercera cerveza que empezaba a beber.
-no puedo creer que él prefiera estar con Anahí que aquí contigo.
Eso me molesto fuera de sentirme alagado, Martín tenía sus motivos y nadie podía cuestionarlo, mucho menos en mi presencia, me levante para reclamarle, pero al verlo a los ojos, no pude evitar detenerme, sus ojos miel me hipnotizaron por completo, me perdí en esa mirada que no noté cuando su mano se posó en mi mejilla y me guío lentamente a sus labios, me besó con ternura, con pasión, con cariño, lentamente, suave, como si disfrutara de un dulce chocolate que no quisiera que se terminara, entre el alcohol en mis venas y la calidez de su cuerpo me sentí en un sueño, hasta que escuche la voz de Martín bajando las escaleras, me separé rápidamente, no sé porque, a Martín no le importaría, de hecho le parecería tierno, o algo así, pero me sentí como si lo engañara con ese simple beso.
-Voy a ir a dejar a Anahí, regreso en una hora
Dijo tranquilamente, después se fue, yo aun sentía mi corazón latir con fuerza, Carlo bebió su cerveza de un trago y me tomó de la mano, le mire fijamente a los ojos, y me sonrió tan encantadoramente que me dejé llevar por él, subimos las escaleras rumbo al segundo piso, nadie estaba en este pues las habitaciones estaban cerradas con llave, al parecer Carlo no lo sabía, pues intentó vanamente abrir un par, lo deje llevarme, pero cuando estaba por decepcionarse, lo detuve, besé sus labios suavemente, y él me tomó de la cintura.
-quiero tenerte
Me dijo al oído, supongo que para él era su única oportunidad de estar conmigo, le sonreí y tomando un pequeño alambre que Martín guardaba dentro de un florero, con este abrí la puerta, en realidad no había llave así que cuando se cerraba la puerta Martín la abría con es fierro, Carlo me sonrió como nunca había visto una sonrisa, llena de alegría, regrese el alambre a su sitio y él me jaló al interior de la habitación, era la habitación de Martín, la conocía bien, los estantes en la pared, el closet de madera, la cama matrimonial con colchas color azul, la lámpara de noche, la luna entrando por el enorme ventanal.
-me fascinas
Dijo Carlo antes de sellar sus labios con los míos, antes de acariciarme sobre el traje rojizo que cubría mi piel, pero que era como una segunda piel que parecía intensificar las sensaciones, sus manos recorrieron mi espalda, hasta posarse en mis caderas, acariciando mis posaderas sobre el short de piel, mis manos le quitaban lentamente la playera blanca y podían sentir su virilidad bajo el pants color vino, me recostó en la cama, lentamente, mirándome a los ojos, besó mis labios y abrió el short con lentitud, como disfrutando del chocolate antes de quitarle la envoltura, le ayude levantando mi cadera, dejando que la prenda se deslizara al suelo, parecía haber quedado desnudo, salvo por la tela roja que cubría mi cuerpo, pero podía notarse mi viril miembro erecto bajo esta, y las curvas de mi cuerpo, me besó el pecho sobre la tela, arrancándome un par de suspiros, su mano acarició mi entre pierna y mis brazos buscaron despojarlo de su pantalón, deshaciendo hábilmente el cordón de su cintura y mientras él se levantaba frente a mi quedando su entrepierna a la altura de mi rostro, el bóxer negro de licra a penas y esconde aquel viril miembro erecto y prominente que lucha por despojarse de esa molesta prenda, y yo obviamente respondo a sus suplicas y al liberarlo este golpea con suavidad mi rostro, embarrando ligeramente sus líquidos en mi, mi lengua lo recibe con gentileza, recorriendo su longitud prominente de la base a la punta, como un niño disfruta de un suave caramelo. Las manos de Carlo se posan en mis cabellos sintiendo las caricias de mis labios en su miembro, beso la base, la punta, y lo engulló lentamente, saboreo esa mezcla de virilidad y sexo tan embriagante como la más adictiva de las drogas, lo sumerjo en mi cavidad oral lentamente, sintiendo su grosor en mis labios, él gime y empieza a mover sus caderas al ritmo de que mis labios permiten la entrada y salida de aquel miembro, sus movimientos son suaves, son lentos, yo acercó mi rostro a su cuerpo y me hundo aquella tranca humana en mi boca, dándole asilo con dificultad a aquel miembro, el gime y arquea la espalda a sentirse dentro de mí, duramos simples segundos en esa posición, libero el miembro y él baja a besar mis labios, me da vuelta y mientras baja el cierre puedo sentir la prominente virilidad humedeciendo mi espalda baja, el cierre cae hasta media espalda, y con sus manos retira la prenda de mi piel, mientras sus labios besan mi nuca, bajando por mi columna, desatando escalofríos en mi cuerpo, como corrientes eléctricas que me recorren por completo, me despoja de esa prenda roja que cae como una piel dejándome desnudo por completo, su virilidad se aloja entre mis glúteos, en un vaivén cadencioso, la humedad de los líquidos me prepara para lo que paulatinamente sucede con tranquilidad, mi cuerpo está pegado al suyo, sus labios besan mi cuello, y sus manos acarician mi pecho y juguetean con mi pene al ritmo de sus vaivenes, hasta que se abre paso de manera natural y sin esfuerzo en mi, el calor de los cuerpos y la lujuria del momento lo permite, entra suavemente, su virilidad se introduce en mi cuerpo, yo siento un placer indescriptible, mientras estamos acostados de lado, abrazándome por la cintura, se detiene cuando esta dentro de mí por completo, cuando me ha llenado tan a fondo que nuestros cuerpos parecen ser uno, ya que entre nosotros no cabe ni el aire, se detiene por un minuto, permitiéndome sentir su virilidad en mis entrañas, para después moverse lentamente, como lo hiso para entrar, con suavidad, con maquiavélica calma, cada movimiento suelta ondas de placer que recorren todo mi cuerpo, mis gemidos se agudizan conforme el contonea más sus caderas, cada vez más rápido, sin perder delicadeza, pero adquiriendo fuerza, me toma, me hace suyo, yo gimo y empiezo a moverme con rapidez, sintiendo como entra y sale de mi, como me penetra, más y más rápido, como mi respiración se entre corta y como la suya choca contra mi nuca, la cama empieza a rechinar, no importa pues el ruido de la fiesta abajo nos encubre, yo gimo, sintiéndolo dentro y en segundo me corro manchando su mano que masajeaba mi miembro, manchando las sabanas, me corro como nunca en mi vida, pero el continua, sigue dentro de mí, moviéndose a un ritmo cada más vertiginoso, muerde mi cuello y me penetra hasta el fondo y se corre en mis entrañas, mordiendo con fuerza mi cuello, para después soltar un hondo suspiro, mi cerebro esta tan confundido que no distingue el dolor del placer, solo sabe que lo ha disfrutado mucho, me volteo a verlo sin que salga de mí, me besa lentamente, pero el ruido de la puerta nos alerta, nos separamos y tomamos las ropas que están en el suelo, la puerta se abre para descubrirnos a penas cubiertos por las prendas sin poner.
-así que aquí estaban
Martín sonríe desde la puerta, Carlo se pone rojo como la prenda que cubre mi cuerpo, mi chico se acerca a él y colocándole la mano en el hombro le dice que se vista y se vaya, pese a lo que Carlo esperaría Martín no está molesto, creo que si acaso se siente divertido por la situación, Carlo se viste con rapidez, mientras Martín camina hacia mí, me besa en los labios probando el sabor de Carlo en ellos, me acaricia la espalda hasta llegar a mis posaderas y penetra suavemente con sus dedos sintiendo la semilla que empieza a escurrir de mis adentros. Carlo nos ignora mientras se coloca sus ropas y está a punto de partir cuando Martin lo detiene del brazo.
-No te irás sin despedirte, verdad novato
Carlo lo mira confundido, yo se que Martín juega con el pobre chico, que de ser el apasionado hombre, ante la presencia de mi cuasinovio se vuelve cualquier joven.
-dale su beso de buenas noches
Le dice jalándolo hacia mi, Carlo me mira y me da un fugaz beso.
-vamos, así va a pensar que solo has usado, demuéstrale que lo quieres
Dice Martín y yo me canso de la broma, me acercó a Carlo y le beso con bastante pasión, agradeciendo haberme acompañado esa noche, saboreo sus labios y el sabor a chocolate en ellos, me deshago probando su aroma, lo beso como nunca he besado y Martín lo nota, por primera vez le veo celos mientras yo beso al otro, Carlo se deja llevar, disfrutando de mis labios, hasta que Martín nos separa.
-suficiente Romeo, Julieta aun tiene una larga noche, no te la querrás acabar.
Dice entre broma y molestia dejando ir a Carlo, que se va con una sonrisa en sus labios, una sonrisa de satisfacción, Martín cierra la puerta tras del otro y se dedica a mí. Mientras baja las escaleras Carlo se encuentra con la mirada molesta de un chico de escasos 8 años que anda en pijama y acompañado por unas chicas que lo han encontrado irresistiblemente tierno y que lo ayudan a llegar entre la multitud de la cocina a su cuarto con un vaso de agua en mano.
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