Nada que perder
Octavo episodio. Me contratan para complacer a hermanos gemelos de 16 y filmar con ellos un video caliente .
Episodios anteriores de esta serie: (1) La suerte de una buena carta – (2) Los juegos que la gente juega – (3) Todo tiene su precio – (4) La dorada obsesión – (5) Ojos de serpiente – (6) Ya no quiero volver a casa – (7) El as de espadas.
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Al llegar al entrenamiento en el club, me crucé con el masajista chino. Me comentó que había traído juguetes nuevos y que no dejara de pasar por su consultorio. Realmente esas sesiones se estaban volviendo adictivas para mí.
Durante las prácticas, estuve desconcentrado.
-¿En qué estás pensando, Rusito? –me gritó el entrenador, molesto porque yo estaba impreciso.
Lo que estaba pensando no se lo podía decir. La última vez que había estado desnudo en su camilla, el Chino me había hecho llegar al orgasmo tres veces consecutivas. (episodio 5 : Ojos de serpiente) .
Con la sabiduría de sus manos, en dos sesiones me había enseñado más sobre mi propio cuerpo que todo lo que yo habría podido explorar en febriles maratones de porno o en búsquedas por la red.
Me concentré en el juego.
Faltando pocos minutos para el final del partido, pude hacer un buen quite a un adversario y meter un pase filtrado para mi amigo el Piojo, que definió como un crack. Después de los abrazos, cuando volvíamos a nuestro lado del campo, vi a los dos patrulleros estacionados.
-La policía te vino a buscar – bromeó el Piojo.
Pero yo me asusté en serio. Dos agentes se llevaban esposado al Chino hacia uno de los vehículos.
-Al final lo agarraron al pervertido- dijo otro de mis compañeros cuando el partido terminó.
Dos policías se acercaban a nosotros escoltando a un hombre de saco y corbata. El entrenador me llamó.
-Rusito, este señor es un fiscal y quiere hacerte unas preguntas. Yo te acompaño.
Fuimos hasta el consultorio del masajista. Su armario ya estaba vacío, pero alcancé a ver que la policía había guardado en bolsas plásticas vibradores de varios tamaños, consoladores, plugs de siliconas y otros juguetes que el chino no llegó a hacerme conocer. Habían guardado todos en una caja que decía “evidencias”.
Aunque yo no conocía a ningún fiscal, su cara me resultaba familiar. Y él también parecía conocerme. Me trató con cariñoso respeto.
-Tenemos la lista de los pacientes del masajista. Aquí figurás vos.
Asentí.
-¿Por qué lo fuiste a ver?
-Me había lesionado el gemelo y necesitaba atención (episodio 3 – Todo tiene su precio).
-¡Es verdad!- confirmó el entrenador- Yo le dije que fuera.
-Pero aquí hay otro turno más…
-Sí- respondí- él tenía que seguir masajeando el músculo.
-¿Solo ese músculo?
-¿Por qué pregunta?
-No tengas miedo. No estás en problemas. ¿Ese señor te tocó otras partes?
Asentí.
-¿Te hizo sentir incómodo?
-No, para nada. Yo estaba con contracturas y me hizo masajes en la espalda que me aliviaron mucho.
-¿En la espalda?
Dije que sí. El entrenador quería dar por terminada la entrevista. Dijo que tenía otro grupo de niños esperando. El fiscal le dijo que ya podía irse y cuando estuvimos solos me habló en tono paternal.
-Entiendo que puedas estar confundido. No es la primera vez que te agreden.
Ese señor era demasiado parecido a Santiago, el chico del colegio que se había puesto a investigar por su cuenta quién había puesto mis fotos en slip en los baños de los mayores, con comentarios calientes (episodio 5 : Ojos de serpiente).
-¿Santiago es su hijo?
-Sí. Él me contó lo de las fotos. Ya sé que eso no es pornografía, solo publicidad de ropa interior para niños. Un poco fuerte, en mi opinión. Pero no voy a discutir eso. Lo malo fue lo de las inscripciones, por eso Santiago las retiró y avisó a la directora.
-Santi es muy bueno. Me cuida.
-Y yo también quiero hacerlo. Un chico denunció que el masajista se había propasado con él. Hasta usó juguetes sexuales. Me pregunto si no le habrá hecho lo mismo a otros niños.
-A mí no me hizo nada malo.
El fiscal no me terminaba de creer, pero tampoco quería presionarme. Me dijo que solo si era necesario me citarían a declarar, pero que si recordaba algo podía ponerme en contacto con él. Me dio su tarjeta.
Ya en casa, mi socio me avisó que había otro trabajo para mí.
-¿De qué se trata?
-Otra vez trabajo múltiple.
-Pero Brian ya no está.
En efecto, mi amigo había dejado de vivir en las calles. Después de nuestro último trabajo, se había mudado con su familia a un barrio muy lejano (episodio 7: Ya no quiero volver a casa).
-Es múltiple porque un padre y sus hijos adolescentes quieren jugar con vos.
-¿Completo triple?
-Sí, pero solo en moneda nacional.
-Lástima. ¿Qué edad tienen esos hijos?
– No me dijo. Solo que son gemelos.
Esa noche, dispuesto a lo que fuera, subí al auto de Marcos. Viajamos hacia la zona sur de la capital. Se trataba de una casa amplia, con jardín y pileta. El hombre que apareció era bastante joven. Los gemelos tenían solo unos años más que yo.
El hombre me llevó a su despacho, mientras los gemelos me observaban con malicia. Eran dos chicos muy guapos, atléticos, que me sacaban cabeza y media de altura.
Ya a puertas cerradas, el padre me preguntó.
-¿Qué edad tenés?
-Trece.
-¿Hacés esto voluntariamente?
-Señor, es mi trabajo.
-Está bien, solo para estar seguro. Sos jovencito.
Él me hizo un resumen de la situación y comprendí que se trataba de un padre en pleno tironeo legal por la custodia de sus hijos. Compensaba sus incapacidades paternales cumpliéndoles a sus hijos adolescentes todos los caprichos. Primero fueron las bicicletas, después las motos, ahora estaban con el sexo. Ya habían probado con prostitutas y con un stripper. Ahora, como decía mi socio, sus nenes querían probar carne fresca.
-Yo no te voy a tocar. Pero ellos quieren que filme todo. ¿Vos tenés problemas con eso?
-Mientras no me causen dolor y tomen precauciones…
-Sí, ya me explicó el de barba. ¿Es tu padre?
-No, es mi socio.
El lugar elegido para filmar era un dormitorio con cama matrimonial. Había una cámara con trípode. El hombre me explicó que algunas escenas las filmarían con un celular.
Félix, uno de los gemelos, había asumido el rol de director. Me dio instrucciones. Yo tenía que mostrarme sonriente y feliz durante todas las escenas de sexo. Les dije que Ok pero que ellos también tenían que cumplir su parte: nada que me lastimara, uso de gel antes de las penetraciones y siempre con preservativo.
-Solo tuvimos sexo dos veces, eso no va a ser necesario- se quejó.
-¿No tuvieron sexo con prostitutas y con un stripper sin protección?
Los gemelos asintieron.
-Es como si ya lo hubiesen hecho mil veces. Con protección o nada.
A desgano, aceptaron. Y empezamos a filmar.
“Somos los influencers Félix y Mateo, tenemos dieciséis años y hoy nos acompaña nuestro lindo amiguito.”
Saludé a la cámara, mostrándome relajado y feliz.
“¿Ven lo entusiasmado que está? ¡Es porque hoy va a probar sexo por primera vez! ¿Estás contento?
-¡Muy feliz! – Dije, con mi mejor sonrisa- ¡Alguna vez había que empezar y es mejor hacerlo con amigos!
-Va a ser un gran juego. Nuestro capítulo de hoy: “Ladrones violadores”.
-(Corten)
-Sos bueno en serio, pendejo- me dijo Félix, después de revisar la grabación. Muy fotogénico. Además parecés menor de 13. Este video va a romper todo.
La siguiente escena la filmó el padre de los chicos. Se suponía que yo era un niño que dormía tranquilamente. Para tener un aspecto todavía más infantil, abrazaba un osito de peluche. Los chicos simulaban ser una pareja de ladrones. Se habían puesto camperas con capuchas y tapabocas. Usaban guantes de lana y cada uno llevaba un bolso.
Empezamos la toma.
-No había nadie en la casa y pudimos abrir la caja fuerte sin problemas.
-Ya tenemos el dinero. ¡Podemos irnos de putas! Estoy muy caliente.
-¡Esperá! ¿Qué es esto?
-Wow, qué hermoso pendejo…
-¿Estás pensando lo mismo que yo?
De un tirón, sacaron la sábana que me cubría. Yo solo tenía puesto un diminuto slip. Uno de ellos me cubrió la boca y el otro me amenazó con un cuchillo.
-Si decís una palabra, te cortamos el cuello. ¿Te vas a portar bien?
Apretando el osito contra mis costillas, asentí.
-¿Realmente querés ir de putas pudiendo gozar de este muñeco? –le dijo uno de los chicos a su compañero.
Me arrancaron el slip. Ataron mis muñecas y tobillos a los extremos de la cama. Después ellos se desnudaron. Félix (ya podía reconocerlo porque era el que tenía un tatuaje en el hombro) dijo:
-¿No lo ves muy tenso al pibito?
-Sí, habría que relajarlo.
Me sometieron a una sesión de cosquillas. Eran muy buenos en eso. Atacaban mis axilas, mi cuello y las plantas de mis pies con tanta intensidad que yo me retorcía, riendo descontroladamente. Les rogué que pararan.
-¿Estás más tranquilo ahora?
Asentí.
-¿Te hiciste la paja alguna vez, chiquito?
Como me habían dicho, negué con la cabeza.
-¡Vas a ver cómo te gusta!
Mateo me hizo caricias en los testículos hasta que llegué a la erección. Félix, tomándome por la nuca, sostenía en mi cabeza para que yo pudiese apreciar lo que el otro me estaba haciendo.
Mientras Mateo me masturbaba, su hermano aprovechaba para besarme en la boca. Aunque no me sentía cómodo con las ataduras, la combinación besos-paja siempre me excitó mucho.
Cuando ya me acercaba al orgasmo, hice un gemido de advertencia. Sabía que así el padre enfocaría un primer plano de mi pene. Exageré el placer, convulsionando mi pelvis. Finalmente, unos chorritos de semen salpicaron mi vientre. Los dos hermanos se acercaron a mirar satisfechos mi esperma. Mateo tomó con un dedo el que se había acumulado en mi ombligo y lo puso en la boca de su hermano. Los dos sonrieron a la cámara y dijeron al mismo tiempo: -¡Y ahora es nuestro turno!
(Corten)
-¿Y cómo salió la toma? – preguntó Félix a su papá.
-Muy caliente. Ese chico es talentoso. Y ustedes, geniales como siempre.
-¿Vos que decís, pendejo?- me preguntó Félix mientras me desataba.
-Espero que el público se crea lo de que esta era mi primera paja.
-¿Desde qué edad te la hacés?
-Desde los once, ¿ustedes?
-Nos pajeábamos uno al otro desde los diez.
-¿Cómo? –dijo el padre, sorprendido.
-¡Vos no te enterabas de nada, viejo! En cuanto apagabas la luz de nuestro cuarto, uno se metía en la cama del otro y hacíamos todo lo que habíamos visto mientras mirábamos porno.
-¿A los diez ya miraban porno?
-¡Desde antes!- dijeron riéndose.
-Mejor sigamos filmando.
Ayudé a los chicos a ponerse el preservativo y les expliqué a los dos cómo se usaba el alcohol en gel. En la siguiente escena, Mateo estaba acostado en la cama y yo le hacía sexo oral, mientras Félix metía sus largos dedos en mi ano lubricado. Primero el índice, después el dedo medio, finalmente los dos juntos…
Los gemidos de Mateo no eran fingidos. Yo me había convertido en un maestro del arte de hacer disfrutar a otros de ese placer y al tratarse de un adolescente, era más fácil enloquecerlo.
Lamidas largas y breves. Exploración intensa de sus testículos, besos suaves en la cabeza de su pene… ¡si en el colegio esas fueran las materias yo habría sido un alumno destacado!
Mateo golpeó suavemente el colchón con la mano, lo que era la señal prevista para aproximar la cámara. Le saqué el preservativo y su eyaculación me dio de lleno en la cara.
Félix me había tomado por las caderas y sentí cómo me penetraba. Apoyé mi cabeza en el vientre húmedo de Mateo, que todavía trataba de recuperar el aliento y él me acarició cariñosamente la cabeza. Percibí en sus mimos que algo había cambiado entre nosotros. Se había generado una auténtica conexión de afecto, Mateo ya no estaba actuando.
A una seña de Félix, cortamos. Él había eyaculado dentro de mí: eso no era lo previsto. Se quitó el preservativo y pidió que descansáramos un poco. Su papá salió de la habitación.
Mateo me rodeaba cariñosamente los hombros con su brazo.
-¿Estás bien, chiquito?
-Todo en orden. ¿Y vos?
-Increíble. ¡Qué bien me lo hiciste!
-Fue un placer. Un gran placer.
Nos empezamos a besar. A Félix le hizo gracia. Su papá entró con una bandeja con cerveza y una picada. Se sorprendió al ver la calidez del encuentro que manteníamos Mateo y yo.
-Eso es en serio – le dijo Félix.
-Cuando terminen de transar, acá hay comida.
Les hizo gracia que yo no tomara alcohol. Me preguntaron qué pasaba con mis padres. Les conté: mamá prostituta, papá desconocido. ¿Me drogaba? Por supuesto que no. Quisieron saber si iba al colegio, dije que sí. Félix estuvo buscando en su celular y encontró la propaganda de ropa interior.
-¿Este sos vos?
Dije que sí. Mateo le pidió que le enviara la foto. El papá observó la imagen y después comentó: “Aquí no hay Photoshop”, dijo, ¿te pagaron?”
-Le dieron el dinero a mi mamá.
-Cuesta entender que sea necesario mostrar de cuerpo entero a un nene para vender unos slips mínimos.
-Papa, esas fotos son para calentar…
-¿A los pedófilos?
-¡A todos! Una carita inocente, un cuerpo así… se calientan desde las monjas del convento hasta los viejos del asilo. Si somos todos pajeros.
Nos reímos.
Al terminar de filmar, ya era tarde. El papá me invitó a quedarme a dormir en la casa, en el cuarto de huéspedes. Le envié un mensaje a mamá avisando que estaba “en lo de unos amigos”.
Me dieron una habitación. Me acosté y me puse a leer en mi celular las noticias sobre el masajista corruptor de menores. Siete chicos del club lo habían denunciado.
Ya no volvería a ver al Chino, excepto en mis sueños. Unos golpes suaves en la puerta me sacaron de esos pensamientos. Era Mateo.
-¿Te molesta?
-No, te estaba esperando.
Se acostó junto a mí y nos acurrucamos uno junto al otro.
-No me importa si no tenemos sexo, ¿sabés? –me dijo, mirándome a los ojos- Ya no te veo como… no sé cómo decirlo… no te veo como un muñeco…
-Me di cuenta. Yo tampoco te veo como un cliente, Mateo. Me gusta que estemos juntos.
-Disculpame si estuve un poco bestia con vos, yo no…
Inesperadamente se largó a llorar.
Lo estreché entre mis brazos, consolándolo. La noche recién comenzaba para nosotros dos.
(Continuará)
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PD: Todos los episodios de esta serie llevan por título el de alguna canción del grupo inglés de rock progresivo The Alan Parsons Project, que -aunque es de los 80- descubrí hace poco. Espero que este episodio les haya gustado. Pronto escribiré la continuación.
Por suerte, fui cogido y varias veces, por mellizos (he publicado un relato). Créanme que fue lo más hermoso.
Besitos.
¡Gracias por leer y comentar, marcoscomodoro!
Que gemelos más cachondos jejeje
¡Gracias por leer y comentar!