Nat y yo.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Bueno, en este momento Nathan y yo tenemos 22 años y se podría decir que somos casi gemelos pero de vientres separados.
Todo comenzó con nuestros padres. Nuestro padre, al parecer no estaba decidido por alguna chica y por azares del destino tanto María, la madre de Nathan, como Alejandra, mi madre (La cual ni sabe si existo actualmente), quedaron embarazadas de nuestro padre Eleazar al mismo tiempo.
Para cuando nací, Nathan ya tenía unas dos semanas de nacido, y como aún no lo habían presentado, mi madre biológica, según diciendo que era por mi bien, me dio en adopción a la madre de mi hermano. Y claro, las diferencias físicas entre ambos son algo notorias.
Nat es como su madre, rubio y de piel blanca, de contextura bastante fina pero marcada. Sus ojos son azules, como los de nuestro padre.
Yo en cambio, me parezco más a la mía, cabellos oscuros, tez bronceada, pero los mismos ojos de Nat y Eleazar. De contextura, apenas y soy un poco más robusto que Nat, prácticamente compartimos ropa.
María siempre fue bastante dulce conmigo, nunca hubo diferencias al criarnos a ambos, también por un tiempo me llevaron con Alejandra, aunque siempre se notó incómoda con mi existencia, así que a eso de los 7 años decidí decirle a mis padres que ya no quería verla y ella ni se inmutó.
Entre Nathan y yo, las cosas surgieron desde bastante jóvenes. Si no recuerdo mal, a los 5 años nos habían castigado por habernos dado un pico muy inocente después de haber visto a nuestros padres hacerlo, pero… lo seguíamos haciendo a escondidas.
Aparte también dormimos siempre juntos, era una recámara para ambos, y aunque cada quién tenía su cama, yo tenía la mala maña de pasarme a la suya y dormir abrazado a él, cosa que nuestro padre quiso cambiar separandonos a eso de los 7 años de habitación, cosa que no funcionó porque de igual manera amanecía en la cama de Nat. Nuestra madre al ver que no podíamos dormir lejos, volvió a llevar mis cosas a la habitación que compartía con mi hermano.
Éramos bastante normales, nunca habíamos demostrado interés por ropa femenina o muñecas. Como buenos niños adorabamos que nos llegarán a cada semana un carrito nuevo. Otra cosa bastante usual era el hecho de que a dónde tuviese que ir uno, también iba el otro y era un eterno suplicio para ambos cuando no era así.
Bueno, para que alargar las cosas. A eso de los 11 o 12 años recibimos la primera clase de educación sexual y también la cátedra por parte de nuestros padres, supongo que se notaba, o pensaban que nuestra relación de hermanos tan unida iba a terminar en sexo.
Igual nosotros seguíamos durmiendo juntos como de costumbre.
Una de esas tantas noches, viendo la tele, acostados en la cama y en boxer, Nat escuchó un sonido raro y quiso ir a ver, yo por andar pegado a él, fui a ver. Los ruidos venían del cuarto de nuestros padres, cuando nos asomamos por la puerta entreabierta, nos topamos con la escena de ver a nuestra madre chupandosela a papá. Bueno, aquella imagen para mi fue impactante y de no haber sido por mi hermano mayor, habría seguido allí en shock.
Cuando regresamos al cuarto, Nat se subió a la cama, cubriendose hasta con una almohada su pelvis, yo ni en cuenta de que él estaba excitado, yo era bastante inocente cosa que él no del todo. Cuando me senté en la cama, bajé la mirada a mi calzón, pues había llegado a sentir algo raro. Nathan también lo notó, y con su mano comenzó a acariciarme por encima de la tela. Estaba bastante nervioso y quité su mano de allí aunque me había gustado.
Al rato me dijo que me iba a quedar así si no dejaba que él lo hiciera, y yo de idiota me lo creí. Él volvió a colocar su mano en mi pene aún con la tela del calzón por medio y comenzó a masturbarme bastante lento. Luego, movido por la curiosidad, yo quise hacer lo mismo con él, así que metí mi mano bajo la almohada, sorprendido de sentir su pene de fuera y como con su otra mano se acariciaba él solo. Tomó mi mano cuando pensó que la alejaría y me hizo tomar aquel trozo de carne y empezó a mover mi mano por su cuenta hasta que yo comencé a hacerlo sólo.
No había pasado mucho para cuando sentí la necesidad de besarle, y eso claro no fue molestia para él,.ya que casi siempre lo hacíamos. Con los segundos el metió su mano bajo mi calzoncillo y sacó mi pene durito y siguió haciendo lo mismo. Por otro lado yo tenía curiosidad de verle el suyo así erguido y quité la almohada que había encima. Ya lo había visto muchas veces desnudo, pero esta vez era diferente. Dejé de besar sus labios inocentemente para ver mejor su pene, el cuál parecía como un dulce y se me había antojado. Había visto a mamá hacerlo y pensé que si ella lo hacía con papá, yo podría hacerlo con mi hermano mayor. Primero acerqué mi boca bastante tímido, dejando besitos por aquí y por allá hasta que me atreví a lamer su glande y me había gustado y así fue como hice mi primera mamada. Claro, eran lengüetazos por aquí, otros por allá, nada experto pero había bastando para que mi hermano se corriera, el sabor del líquido de aquel entonces era bastante suave como para haber sido semen en toda la palabra y la verdad es que me había llegado a tomar una buena parte.
Cuando terminé, pensé en irme a limpiar al baño, pero a diferencia de Nat yo no había llegado al orgasmo y eso seguía bastante duro. Cuando Nathan se dio cuenta, me dijo que me quedara quieto, e hizo lo mismo que yo le había hecho, con la diferencia de que él sabía apenas un poco más que yo. Al ser mi primera vez, no aguanté mucho, el calor de su boca era abrasador y así conocí lo que era un orgasmo y el sexo gay.
A partir de allí surgieron muchas otras veces las cuales tratábamos de mantener en secreto y de llegar a coger como Dios manda la oportunidad se nos dio como a los 15 años a los últimos días de salir de la secundaria.
Por el momento, sigo sin tener ojos para alguien más que no sea mi hermano, seguimos siendo tan uña y mugre como desde la infancia.
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