Neverland
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Actualmente tengo 36 años, mi nombre es Eduardo pero todo mundo me llama Lalo.
Soy blanco con vello en pecho y piernas un pene de 18 cm, algo grueso y todo comenzó cuando mi hijo, David tenía 5 años y hoy en día tiene 7.
Soy casado pero mi matrimonio se ha ido a pique desde hace tiempo.
Poco sexo pueden cambiar la forma de pensar.
En el trabajo tengo un compañero- amigo, entramos a laborar al mismo tiempo y desde entonces fuimos muy unidos, su nombre es Rafael, 40 años , barba tupida y negra, un pecho muy velludo , tiene un cuerpo grueso resultado de gym con dos hijos de 4 y 8 años.
Un día en la platics sale el tema de la esposa e hijo.
L– cabrón ya no tengo vieja, llegó a la casa y quien me recibe es mi hijo.
Dormímos juntos ella y yo pero cada quien en su lado y cuando le pido sexo me pone cualquier pretexto.
El último fue migraña–
Rafael me miraba y reía a ratos
R– entonces hace rato que nada de nada Lalo?–
L– nada cabrón, masturbarme ya no me satisface.
El otro día estuve a punto de cometer una locura–
R– que pasó?–
L– wey es que no se si contarte, ya se me fue mucho la lengua–
R– tranquilo cabrón, yo no te juzgó.
Me conoces de hace tiempo y yo mismo te he contado mis aventuras y tú ni ni me juzgas, ni me malvibras.
Porqué habría de hacer yo lo mismo?–
L– bueno cabrón pero debo decirte antes que nada amo a mi hijo, lo amo con demasía y nunca haría nada para lastimarlo o hacerle daño–
R– lo se, lo sé.
No me cabe la menor duda.
Continúa.
—
L– el otro día llegué cansado a casa.
Mi esposa había salido y solo estaba mi pequeño bebé.
Todo sucio le dije que nos bañariamos.
Mi hijo corrió al baño y para cuándo llegué el ya estaba desnudo.
Abrí las llaves y se fue llenando la tina.
Él entró primero yo me desnude.
Estaba realmente cansado.
Me metí a la tinta junto con mi pequeño.
No es la primera vez que nos bañmos juntos.
Él se puso a jugar con la espuma y con el agua.
Yo por mi parte trataba de relajarme.
De repente mi niño se sube encima de mí y me dice: caballito papá, caballito!
Yo no hice más que tomarlo por la barriga y comenzar a moverlo cual si estuviera montando a caballo.
El roce, la falta de sexo, creo yo!? Hicieron que mi cuerpo reaccionara.
De a poco mi pene fue tomando firmeza hasta alcanzar una erección prominente.
Mi hijo se dió cuenta y me dice.
D– Papi tu pipí me hace cosquillas jajaja–
L– si bebe? Anda pues que ya duramos mucho y ya nos estamos arrugando!
Me levanté y mi erección quedó al aire.
Imponente, dura.
Mi hijo se le quedó viendo un rato y par desviar su atención le puse shampoo y le dije que se tallara.
Yo hice lo mismo, mientras tallaba mi cabello sentía como mi bebé se quitaba la espuma con ayuda de la regadera
Yo continue tallando mi cabello y con una erección que no lograba bajar.
Cuando me estaba quitando el shampoo sentí como la manita de mi bebé tomo mi pene y de forma casi automática un gemido salió de mi boca.
— pero qué haces?– le pregunté.
Él con su más tierna mirada se dirigió a mí y me dice
D– porqué tu pipí está tan duró papá?–
Yo no sabía que responder solo me estaba dejando llevar por la sensación, Indescriptible que me estaba poseyendo.
Ví como mi hijo tomó con ambas manos mi pene y yo no hacía nada por detenerlo.
Al contrario comencé a mover mi pelvis de adelanté hacia atrás para facilitar esas caricias prodigiosas que mi hijo me estaba dando.
Cuando menos pensé mi bebé estaba de rodillas masturbándome, mi pene había alcanzado su máximo grosor y por mi cabeza solo pasaba una cosa: placer.
Continúo por un rato más.
Pronto mi cuerpo daba muestras de lo inminente.
Mi respiración agitada dió pasó al mayor orgasmo de mi vida.
Proporcionado por las deliciosas manos de mi hijo.
Terminé en un solo y abundante chorro de semen qué fue a caer directo al hombro de mi hijo.
–Rafa, verdad que no estoy loco?–
Rafael toma aire lo exhala y me contesta.
R– no cabrón, reaccionaste a un impulso en parte por la falta de sexo.
Pero dime: amas a tu hijo, le demostrarias más amor del que pueda conocerse?
L– amo a mi hijo, es mi motor y mi fuerza.
Nunca haría nada que no fuera amarlo como hasta ahora o más
R– muy bien.
Me gusta escuchar eso.
Sabes hace días he estado pensando en hacerte una invitación, pero no sabía cómo ibas a reaccionar? Pero después de escucharte, quiero invitarte a un sitio–
L– acabo de decirte que mi hijo me masturbo y tuve el mejor orgasmo de mi vida y tú me invitas a no se donde!–
R– tranquilo.
Cuando vayamos allá te darás cuenta que no eres el único padre que ama a su hijo.
Tómate libre este fin de semana para convivir con el pequeño David, ok!–
L–ok, ok pero a dónde iremos?–
R– es una sorpresa mi querido Lalito.
Una agradable sorpresa–
Rafa se despidió de mi palmeando mi hombro y salio de la oficina dejándome con una duda: que estará tramando esté cabrón!?
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