Ni que estuviera tan bueno…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
No se cómo empezar, o terminar.
Recuerdo claramente cuando me dijo “Ni que estuviera tan bueno para dárselas”, yo, ingenuamente le pregunté, ¿darme qué? Las nalgas, me contesto.
Y a partir de allí busque la forma de ponerme bueno, aunque no sabía por dónde empezar.
Poco tiempo después me di cuenta que estar bueno no era precisamente eso, sino caerle bien y eso simplifico las cosas.
Ambos trabajábamos en la misma Planta, él era el supervisor de mantenimiento y yo su jefe.
La situación empezó una vez que estábamos ajustando un equipo y él se colocó enfrente de mí.
El chavo me gustaba y por lo mismo el pene se me puso bien duro.
Sin querer le roce las nalgas con el pene e inmediatamente reacciono y se separó y me dijo ¿Qué le pasa Inge? A lo que contesté, fue sin querer, pero ¿te gustó? Y me contestó “ni que estuviera…”
Es un poco más alto que yo, pelo chino, apiñonado y facciones finas, de 24 años.
Delgado de complexión, pero tiene unas nalgas redondas y paraditas.
Me excitó desde que lo roce y me dije, ese cuerpecito tiene que ser mío.
Así que a buscarle la forma de ponerme bueno para él.
Pasaron algunos días y en una reunión de amigos, se nos pasaron las cervezas, estábamos sentados uno al lado del otro, conviviendo muy bien.
En un momento dado tome la iniciativa y le toque la pierna.
Únicamente me sonrió y me dijo “súbale más”.
Puedo subirle, pero lo que quiero son tus nalguitas.
Me dijo nunca me han cogido, ni quiero.
Era temprano, como medio día, así que me di ánimos para lograr mi objetivo.
.
Y esa misma noche le di una cogidota, que lo deje temblando y el me dejo bien deslechado, los dos bien satisfechos.
Después de tocarle la pierna lo deje en paz, y cosa curiosa, ahora el me buscó.
En puntos briagos me dijo que era buen cuate, que me portaba bien con el personal.
Lo de rigor cuando se está así.
Debajo de la mesa me empezó a acariciar las piernas, yo estaba confiado porque cada quien estaba en su onda, así que lo deje.
Con más alcohol que coraje, le dije súbele más, y que le sube y me toca el pene, que ya lo tenía bien parado, sentí una descarga eléctrica.
¿Pues no que no estaba tan bueno para dármelas?, y me contesta, es que no lo conocía muy bien, ahora que lo veo de cerca no está tan mal, lo que hace el alcohol caray…
Obviamente eran palabras del alcohol y así no se vale.
Lo llevé a su casa, vivía con su hermana, que cuando nos vio llegar dijo que saldría con unos amigos y nos dejó solos.
De verdad que yo no traía más plan que dejarlo seguro, en su casa.
En el trayecto ya se le había bajado un poco, así que me dijo que lo acompañara un rato.
Yo ya me quería ir, pues los camiones hacia donde vivo no salen después de las 9:00, y ya eran las 7:00 de la noche.
Me dijo que se quería bañar, pues tenía que ir a ver a su novia.
Cuando escuche esto pensé ¡chin!, ni modo de decirle que se acordara lo que me dijo en la reunión.
Le dije pues ya me voy, casi me grita espérese un poco, no tardo.
Y ahí me tienen como novio de pueblo, esperando en la sala de su casa.
Pero que buena espera, salió casi mojado y con un bóxer que se le notaba sus ricas y limpias nalguitas.
Se dio cuenta que lo estaba mirando y más las paraba el condenado.
¿Me pone crema Inge? Y no espere más.
Me acerque y me apreté a sus nalgas, ahora si tenía una erección espectacular.
Jadeando le pregunte si se lo habían cogido antes, y el muy canijo me dice que soy el tercero o el cuarto, ya ni se acordaba, ¡ah que la canción!, me dice no me quería descarar con usted, desde el primer día me llamó la atención, y cuando me dio el arrimón no lo quería poner en guardia, aunque me gusto, le dije todo eso para despistar.
Y yo que hasta pensé en entrar a un gym, para ponerme más bueno.
Le baje su bóxer y olía a limpio.
Yo solo quería penetrarlo, me puse crema y, así de pie lo agarre de las caderas y el me guio con su mano hasta su apretado culito, y se la metí hasta el fondo.
Lanzó unos quejiditos bien ricos y se empezó a mover en círculos, en cada embestida paraba más las nalgas, sentí que estallaba ¡Qué bárbaro!, me saco el semen en unos cuantos movimientos y me dio unos apretoncitos, como si quisiera sacarme todo el semen.
Y pues si me vine todo en su estrecho agujero.
El quedo temblando y yo deslechado.
¡Qué rica cogida!
Mire el reloj y quedaba algo de tiempo y le dije que si aguantaba otra embestida y lo puse en la posición que más nos gusta a los activos, de perrito.
Ahora si se la metí despacito y se empezó a mover como experto.
Yo prácticamente quede inmóvil en lo que él se clavaba mi pene hasta el fondo.
Cuando me iba a venir lo sujeté firmemente de sus caderas y daba círculos con sus nalgas y mi pene dentro, ¡que delicia! Nuevamente derrame todo mi semen en su culito.
Ahora, cada que vamos a reparar algún equipo, me deja que le pase mi pene por todas sus nalguitas…
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