No me abandone mi Amo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sumisa-rebelde.
Dormí poco ya que estaba muy nerviosa pues mi Amo me había dicho que esa noche me esperaba algo muy especial y yo sabía que con él eso tanto podía ser algo muy bueno como muy malo…
Tras la siesta me fui a la ducha para estar impecable para mi Amo y a la vez también para relajarme, estaba de los nervios y a la vez excitadísima por lo que me esperaría esa noche, sabía que no debía hacerlo pero no pude evitar empezar a acariciar mis pechos que pronto reaccionaron y se endurecieron mis pezones y en nada mis manos acariciaban mi coño, una amiga me contó que el chorro de la ducha era genial para masturbarse y me decidí a probarlo, me arrepentí de no haberlo hecho antes! El placer era inmenso y mis gemidos seguro se escuchaban por la ventana pero me daba igual, de pronto sonó mi teléfono móvil, no tuve más remedio que alargar una de mis manos para contestar, tenia ordenes de mi Amo de llevar siempre el teléfono cerca y contestar en menos de cinco tonos, de no hacerlo así implicaba un severo castigo pues una perra como yo debe estar siempre disponible para su Amo.
– Si, dígame- conteste entre gemidos
Era mi Amo -¿Qué estabas haciendo perra?
– Duchándome mi Señor.
– ¿Solo duchándote perra?
– Si, mi Señor, conteste yo con la esperanza de que no notara mi voz entrecortada por los gemidos pues tengo prohibido masturbarme sin su consentimiento
– ¡Además de zorra, mentirosa! ¿Te crees que soy imbécil o qué?
– No mi Señor ¿Por qué lo dice?
– Mira perra no te hagas la tonta conmigo, puedo notar en tu voz que te estabas pajeando
– Lo siento mi Señor, es que estoy tan excitada por lo que me espera esta noche que no pude evitar hacerlo al meterme en la ducha para arreglarme para usted
– ¡Que decepción! Y yo que creía que tenía una perra obediente en la que se podía confiar pero ya veo que no…
Y mi Amo colgó el teléfono y yo me quede aterrorizada pues sabía que iba a recibir el peor de los castigos, mi Amo no perdonaba la desobediencia y muchísimo menos la mentira. Me aclare los restos de jabón de mi cuerpo y salí de la ducha con el corazón a mil. A los 5 minutos me llega un sms, era mi Amo “sigues citada a las 10 pero vendrás con el vestido negro corto y escotado sin ropa interior” Era un vestido de autentico putón que a mi Amo le encantaba pero que a mí me daba mucha vergüenza salir con él a la calle y mi Amo lo sabía pero no me atreví a contradecir sus órdenes.
Me lo probé para ver cómo me sentaba sin ropa interior y sentí que me moría al ver como tendría que salir a la calle, mis pechos son bastante generosos y sin sujetador se movían a su aire, tendría que ir con cuidado de que no se me saliera un pecho en plena calle, y en cuanto a lo corto del vestido terminaba justo donde terminan mis nalgas con lo que también tendría que caminar con cuidado pues no podría llevar una bragas que me tapasen. El exhibicionismo nunca ha sido uno de mis platos favoritos y mi Amo lo sabía, de ahí esa orden.
El camino hasta casa de mi Amo fue una autentica tortura, sentía que todo el mundo me miraba y veía escrito en mi cara “SOY UNA PUTA” por fin llegue al local donde mi Amo y yo teníamos nuestros encuentros, era un local apartado del pueblo donde no corríamos riesgo de que alguien oyera gritos o golpes, a mi Amo le encanta que yo grite cuando me somete a nuestras torturas favoritas… Llame al timbre aterrorizada por cómo iba a reaccionar el
– Entra, dijo muy serio
Yo me eché a sus pies llorando, – Lo siento mi Señor por favor perdóneme, no volverá a ocurrir, lo juro.
– Levanta, tenemos que hablar, lo de hoy me hache replantearme si mereces ser mi perra.
– No por favor mi Señor, no me abandone, se lo suplico, sin usted yo no soy nada.
– ¿Sabes lo que te tenía preparado para hoy? Te iba a hacer entrega en una ceremonia de tu collar definitivo como mi perra ¿Y ahora que eh? Que decepción…
Yo no podía parar de llorar
– Amo por favor no me abandone, jamás había tenido otro Amo como usted.
– ¿Y así me lo pagas? Muy bonito, sí señor, muy bonito…
– Aplíqueme el castigo que considere oportuno, lo que sea mi Señor pero no me abandone por favor.
– ¿Lo que sea?
– Si, mi Señor, estoy dispuesta a lo que sea con tal de que no me abandone.
– Está bien, deja de llorar y ve a lavarte la cara que vamos a salir con el coche y tienes que estar medianamente presentable.
– Pero no llevo ropa interior como me ordenó mi Señor y además con este vestido…
– Este vestido será perfecto para el lugar donde te voy a llevar y la ropa interior no la vas a necesitar
– Si, mi Señor, Yo estaba aterrorizada pero no me atrevía a contradecirle en nada y estaba dispuesta a lo que fuese con tal de seguir siendo la perra de mi Amo.
Me hizo subir al coche y me vendo los ojos para que no viera donde me llevaba, el trayecto se me hizo eterno, una vez hubo aparcado el coche me quitó la venda de los ojos y pude ver que mi Amo me había llevado a una de las calles de prostitutas, concretamente a una donde se ponían de las más baratas.
– Vas a salir del coche y vas a ir captando clientes, un vuelvas hasta que hayas recaudado 100 euros como mínimo ¿entendido?
– Pero mi Señor…
El arranco el coche, – Ya veo que realmente no se puede confiar en ti, hace nada me estabas jurando que harías lo que fuera por seguir siendo mi perra y ya te estás echando atrás, te dejo en tu casa y que te vaya bien, tendré que buscarme otra sumisa que de verdad merezca que la adopte como mi perra.
– No, mi Señor, pare el coche por favor, lo hare.
El paró el coche, ¿Estás segura? No pasa nada si no te ves capaz, simplemente significara que no eres lo que yo estoy buscando en una sumisa y que me equivoque al pensar que si.
– Si, mi Señor, y armándome de valor salí del coche.
– Estaré por aquí vigilando que no te pase nada malo.
Eso me tranquilizo mucho, pues quería decir que mi Amo realmente se preocupaba por mí. Sabía que me iba a costar reunir 100 euros en esa zona pues la mayoría ofrecían sus servicios por unos precios bajísimos pero sabía que era el precio que tenía que pagar por mi desobediencia y haber defraudado la confianza de mi Amo.
Me puse junto a una farola donde en unos metros no había ninguna prostituta y desde donde yo podía ver el coche de mi Amo y el a mí, al cabo de unos pocos minutos paso un coche y armándome de valor me acerque.
– ¿Quieres pasar un buen rato amorcito? Le dije.
– ¿Qué servicios haces? Me dijo él.
– Lo que tú quieras corazón… una mamada son 15, completo son 30 y si quieres darme por el culito serán 40
De pronto veo a mi Amo acercándose.
– Perdona ha sido una broma, le dijo mi Amo al tío del coche y se me llevo del brazo.
– No entiendo nada mi Señor, ¿una broma?
– ¿De verdad pensabas que iba a dejar que cualquier mierda de los que corren por aquí te toque siquiera? Solo quería saber que estabas realmente dispuesta a hacerlo putita mía, anda sube al coche. Algún día te prostituiré pero no así perrita mía, yo elegiré muy bien el cómo y con quién.
Me senté en el asiento del lado del conductor y mi Amo en el del conductor y el alargo una mano hasta la guantera y saco un collar de perro.
– No es así como quería hacerlo pero bueno, con lo que acabas de hacer me has demostrado que realmente si mereces ser mi perra y que lo de esta tarde solo ha sido un tropiezo que por supuesto espero que no se repita.
– No mi Señor, jamás volverá a ocurrir, dije emocionadísima mientras mi Amo me ponía el collar.
– A partir de ahora ya eres mi perra de modo oficial putita, y como muestra de tu entrega llevaras este collar las 24 horas del día solo te lo podrás quitar para lavarte y no se moje pues podría estropearse o bajo mi permiso, si me entero que te lo quitas sin mi permiso automáticamente te repudiare y no tendrás la mas mínima posibilidad de volver a ser mi perra, ¿Queda claro? Esto es muy serio.
– Si mi Señor, me ha quedado muy claro, luciré este collar con orgullo.
Era un collar de perro de color negro con una argolla en el centro para la correa, se veía claramente que era un collar de perro, no sabía que iba a decir a mi familia y amigos si me preguntaban pero ya me las apañaría, pertenecer a mi Amo merecía la vergüenza que tendría que pasar, además sabía que solo sería al principio y que me acostumbraría.
– Bien, espero que no me decepciones perrita mía. Desnúdate, quiero verte solo con el collar puesto, no puedo esperar a llegar a nuestro refugio.
Me quité el vestido, lo único que llevaba, sentí vergüenza no sé porque pues mi Amo me había visto desnuda muchísimas veces, de hecho he pasado más horas desnuda que vestida junto a él.
– Abre las patas perra
Yo las abrí obediente y el puso una mano en mi coño que estaba empapado de mis jugos.
– Pero que zorra que eres… te has excitado al hablar con ese tipo eh?
– No mi Señor, ha sido la entrega del collar lo que me ha excitado y saber que ahora ya soy totalmente suya.
– No sé, no se… venga sigue tú pajeándote mientras yo conduzco pero te lo advierto: ¡Ni se te ocurra correrte!
El arrancó el coche y empezó a conducir mientras yo me masturbaba, estaba excitadísima y no sabía cómo iba a hacerlo para no correrme.
-Ay mi Señor si sigo me correré…
– Ni si te ocurra perra, y sigue dándote, ¡VENGA!
Yo estaba al borde del orgasmo pero no quería defraudar a mi Amo, además sabía que si me corría me iba a castigar, movía los dedos en mi coño pero trataba de mantener mi mente ocupada pensando en otras cosas y respiraba hondo para relajarme y no correrme sin permiso.
-Amo no puedo más, se lo juro.
– Está bien puta, puedes parar pero te vas a quedar así sin correrte hasta que yo lo decida.
Por fin llegamos a nuestro local de reunión.
– Espera no salgas aún del coche, te falta un pequeño detalle.
Mi Amo cogió una correa y abriendo mi puerta la enganchó a la argolla del collar.
– Ahora sal y camina a 4 patas como la perra que eres.
El llevaba la correa y me paseaba.
– Siempre que te lleve con la correa irás un paso por detrás de mi ¿entendido?
– Si, mi Señor.
Me llevo hasta la puerta del local, entramos y me hizo esperar en la entrada unos minutos.
-Ahora vuelvo perra, espera aquí quieta como una buena perrita.
Cuando volvió llevaba solo un pantalón de cuero negro y unas botas militares, estaba de lo más sexy, me llevó hasta la mazmorra y él se sentó en su butaca.
– Limpia mis botas con tu lengua puta.
Yo me puse a lamer como el que esta lamiendo un helado, me volvían loca esas botas, y él lo sabía.
– Así no puta, no veo tu lengua, me grito cogiéndome del pelo, ¡Saca la lengua! Y me dio con la fusta en la lengua.
– ¡AAAAAAHHHHHH!
– Así aprenderás a lamer bien mis botas, o es que no son lo bastante buenas para ti eh?
– Si, mi Señor son las mejores, soy yo que a veces soy una torpe, discúlpeme.
Seguí lamiendo ahora sacando bien la lengua para que mi Amo pudiera verla.
– Está bien, es suficiente, ¿estarás deseando correrte verdad perra?
– Si, mi Señor me muero por correrme
Me hizo levantarme y me ató a una cruz de San Andrés y empezó a masturbarme muy rápido.
-CORRETE GUARRA.
Yo estaba a mil y no tardó nada en venirme un tremendo orgasmo que hizo que la mano de mi Amo quedase totalmente empapada.
– ¡Mira como me has dejado cerda! Me restregó la mano por toda mi cara y me metió los dedos en la boca. – Limpia lo que has ensuciado con tus jugos de perra salida.
Yo lamí sus dedos con avidez, no deje ni una sola gota en su mano.
Después cogió unas pinzas que iban unidas por una cadena y me puso una en cada pezón y empezó a tirar de la cadena.
– Aaaaaah siiiii, más mi Señor, tire más fuerte.
– Sssssssshhhhhhhh, no quiero oír no una mosca.
El seguía tirando cada vez más fuerte y yo tratando de no gritar ni gemir pero me era imposible.
– Aaaaaaaaaahhhhh.
– Está visto que eres incapaz de estarte calladita, tendré que amordazarte.
Me puso una mordaza negra de esas de bola, eso aun me ponía más cachonda. De repente dio un tirón fuerte a la cadena arrancando las pinzas de mis pezones.
– Aaaaaaaaaggggggggggg
Se rió, – ¿No puedes gritar eh perra? Con lo que a ti te gusta gritar, pobrecita… y volvió a reírse.
Cogió una vela roja y la encendió, mientras dejaba que la vela produjera algo de cera, cogió la fusta, su instrumento de tortura favorito, y empezó a darme pequeños fustazos en los pechos.
– Vamos a calentar un poco estas tetorras… Me daba pequeños fustazos algunos apenas imperceptibles que me hacía estremecer de placer y de ganas de más, no quería que eso parara nunca. La vela ya había producido la suficiente cantidad de cera, la cogió y empezó a echarla primero por mi vientre, eran pequeñas gotas de cera que me producían un tremendo calor pero sin llegar a quemarme, mi Amo era un maestro con la cera, sabía exactamente como y donde echarla. Después empezó a echarme regueros de cera por los muslos, dejaba que la cera se fuera deslizando lentamente por mis muslos.
– Estas quedando preciosa con toda esta cera roja por tu cuerpo perrita mía, mmmm
Cuando pensé que ya había terminado con la vela pues llevaba unos minutos simplemente observándome, me echo todo un chorro de cera en uno de mis pechos.
– Aaaaaaggggghhhh.
Había estado esperando a que la vela produjera una buena cantidad de cera para echármela de una sola vez.
– Que maravillosa estas así con toda esa cera por tu cuerpo, dijo lamiendo la bola de mi mordaza, eso me producía unas ganas tremendas de sentir su lengua en mi boca…
Me desató, me ordeno ponerme a 4 patas y me quitó la mordaza.
– ¡A 4 patas en el suelo perra!
Yo obedecí, él se puso detrás de mí, y empezó a darme palmadas en el culo. De todas las maneras en que me azotaba mi Amo esa era la que más me gustaba, sentir sus manos en mi cuerpo me volvía loca. Siguió azotándome el culo hasta dejármelo bien rojo y marcado de sus manos.
– ¡Ábrete las nalgas que voy a darte por culo perra!
Yo obedecí y cogí cada una de mis nalgas con mis manos y las abrí para facilitarle el trabajo a mi Señor, de todos mis agujeros, el culo era su favorito a pesar de que a mí a veces me dolía, quizá precisamente por eso era su favorito…
Me la metió toda de una sola vez y empezó a follarme el culo con fuerza cogiéndome de la correa obligándome a tirar la cabeza hacia atrás, él sabía que esa no era mi forma favorita de follar y empezó a frotar mi clítoris con la mano que tenía libre.
– Vamos córrete para mí, perra y te daré tu premio. El no dejaba de mover su polla en mi culo y su mano en mi clítoris hasta que me corrí brutalmente, gritando como una posesa.
– ¡Así me gusta perra, grita!!!!
El también estaba a punto de correrse, sacó su polla y me hizo ponerme de rodillas ante él, iba a darme mi premio, su leche en mi boca.
– Venga chúpamela un poco como solo tú sabes. Se la chupe metiéndomela todo lo que pude en la boca y empecé a mover rítmicamente mi boca, me encantaba chupar la polla de mi Amo.
– Si, perra ahí va tu premio, me cogió del pelo y haciéndome abrir la boca derramo toda su leche dentro de ella. Yo me la trague toda con satisfacción.
El se agacho y me dijo, – Eres la mejor perra que jamás haya podido desear, y me beso en los labios.
Esas palabras fueron el mejor premio que mi Señor hubiera podido darme.
– Le adoro mi Señor
– Lo sé, perrita mía, lo sé
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