No perdamos el tiempo, yo sé tú quieres que te coma el culo, pero a cambio me permites acostarme con tu mujer.
Un tipo que cuando se emborracha le da por dejar que le coman el culo, pero un dia al ver la herramienta del primo de su esposa desea que el primo de su mujer lo penetre, lo que el primo acepta a cambio de que lo deje acostarse con su prima, por lo que comparte con su esposa al primo de ella….
No perdamos el tiempo, yo sé tú quieres que te coma el culo, pero a cambio me permites acostarme con tu mujer.
Aunque estoy casado, ocasionalmente mantengo relaciones sexuales con otros hombres, pero eso sí, siempre lo había hecho estando borracho y bien retirado de casa.
Por lo que ni mi mujer, ni mis familiares, amistades o vecinos no se habían enterado nunca de mis deslices.
Todo comenzó, hace años durante las muchas convenciones que asisto en representación de la empresa de la que soy socio.
Después de cumplir con mi labor de relaciones públicas y ventas, por lo general me iba a beber solo, y sucedió que bebí tanto esa primera noche, que se puede decir que no sabía lo que pasaba.
Lo que no me explicaba era como, después de unas cuantas cervezas, en la barra, hice una rápida amistad con un tipo bien simpático, aparte de ponerme bien alegre, nos pusimos hablar al principio sobre las mujeres, después él me invitó a seguir bebiendo en su casa.
Sin pensarlo realmente acepté, ya al momento en que entramos a su casa, él me sirvió un buen trago de ron, el que me bebí sin problema alguno, seguimos charlando, y mi nuevo amigo me hizo notar que hacía mucho calor, él se quitó su camisa, y yo la mía.
Seguimos hablando de sexo, y no sé en qué momento precisamente, comenzamos a besarnos y acariciarnos el uno al otro.
Él me ayudó a quitarme los pantalones, los zapatos, las medias y hasta los interiores, quedándome completamente desnudo ante él, y continuamos bebiendo y mutuamente besándonos y acariciándonos.
Hasta que él se fue colocando a un costado mío, al tiempo que con una de sus manos jugaba con mi verga y mis testículos, con la otra descaradamente me acariciaba las nalgas, e iba introduciendo alguno de sus dedos dentro de mí culo.
A todas estas, yo comencé a sentir algo muy sabroso, y en lugar de detenerlo, simplemente me puse de espaldas a él.
Así que, dejó de agarrarme la verga y se concentró en mis nalgas, sus dedos embadurnados en vaselina, me los fue introduciendo de uno en uno dentro de mí culo, al tiempo que yo sin oponer la menor resistencia, disfrutaba de ese placer que me hacía sentir.
Al poco rato siguiendo su sugerencia me puse en cuatro patas, separé mis piernas, y comencé a sentir como su verga se deslizaba de arriba abajo por entre la raja de mis nalgas, hasta que yo mismo con voz algo afeminada le pedí que me lo metiera.
En ese instante sé que me dolió algo, pero una vez que mi amante me tuvo bien clavado, y sujeto por mi cintura, yo instintivamente sin que me lo pidiera comencé a mover mis caderas.
Su sabrosa verga entraba y salía una y otra vez de entre mis nalgas, mientras que yo no dejaba de disfrutar todo lo que él me estaba haciendo.
En cierto momento me preguntó si quería ver cómo me entraba toda su verga por mi culo, y le respondí que sí.
Él la sacó y de inmediato me recosté boca arriba sobre el sofá en que nos encontrábamos, me tomó por los tobillos, yo separé mis piernas, y vi claramente como todo su miembro se deslizaba dentro de mi cuerpo.
Fue tanta la excitación que sentí, que sin tocarme eyaculé, después de un buen rato en que una y otra vez continuó metiendo y sacando su verga de mi cuerpo, me dijo. “Quiero acabar en tu boca.”
Y zas que saca su verga de mi culo, lo que me sonó a como cuando uno descorcha una botella de champan, y de inmediato llevó su parado miembro hasta mi rostro.
Sin demora ni repulsión alguna, la tomé entre mis dedos y me lo llevé a la boca, dedicándome a mamárselo hasta que sentí que casi me la enterraba hasta mi garganta.
Después de eso mi boca se llenó con todo su semen, el que sin que me lo propusiera, me he tragado completamente.
Cuando me desperté al día siguiente, me sorprendí al encontrarme acostado en los brazos de un hombre, del que apenas y recordaba su nombre, además me sentí sumamente indignado conmigo mismo.
Discretamente me levanté me aseé y vestí saliendo lo más pronto que pude de su casa, maldiciendo la hora en que me fui a beber el día anterior.
Pero a la siguiente noche, después de terminar con mis compromisos en la convención, no sé cómo fui a dar al mismo bar, y al poco rato llegó él, en ese momento nos tratamos como si fuéramos viejos conocidos, bebimos unas cuantas cervezas, y nuevamente terminamos en su casa.
Seguimos charlando sobre sexo y mujeres, bebiendo ron, y que de momento él me ha plantado un soberano beso en la boca.
Automáticamente comencé a desvestirme, y pero después de la tercera o cuarta vez que me sucedió, entendí que cuando bebía, la alegría se me iba al centro de mis nalgas.
Bien pude dejar de beber, pero, aunque supuestamente yo me proponía a no volver a caer en eso, finalmente volvía a terminar soltándole mis nalgas no tan solo a mi primer macho, sino que a un par de conocidos de él que posteriormente llegaron a su casa.
Luego al asistir a otras convenciones en otras ciudades, terminaba con cualquiera de los que estuviera bebiendo conmigo, y en más de una ocasión, al mismo tiempo que algún tipo, me tenía bien calzado por el culo, a otro yo se lo estaba mamando, sin remordimiento alguno.
Es cierto que cuando jovencito, fui víctima de acoso por parte de varios de mis compañeros de clase.
Ya que prácticamente bastaba nada más que alguno de ellos, me amenazara ya fuera con caerme a golpes, o decirles a todos en el instituto, que invariablemente terminaba dejando que me clavasen sus vergas.
Pero una vez que me mudé y entré a la universidad, dejé de hacer esas cosas, además conocí a mi futura esposa, y más nunca pensé en eso, hasta que comencé a ir a las convenciones.
Después de varios años de casados, mi esposa recibió una llamada de una de sus tías, solicitándole un pequeño favor.
A principios del semestre, llegó a casa, un primo de mi mujer, con la idea de que se quedase con nosotros, mientras terminaba sus estudios en la Escuela Técnica.
Lo único que recordaba del chico, es que era un adolescente bien delgadito, pero de eso hacía casi más de diez años que no lo había vuelto a ver, por lo que cuando llegué a casa, menudo susto que me llevé.
Al abrir la puerta, que me encuentro a mi mujer muy sonreída en brazos de un tipo, alto, moreno, musculoso, y que, en esos instantes, en nada lo relacione, ni se parecía al recuerdo que yo tenía de su pequeño primo.
De inmediato mi esposa me presentó a su primo, que justo terminaba de llegar, y yo que me quedé de una sola pieza.
Después de eso cualquier temor de una posible infidelidad de mi esposa se borró, pero en cambio, a los pocos días que entré al baño a darme una ducha que lo encuentro orinando, y aunque de manera discreta, me hice el desentendido, observé claramente su herramienta.
Por primera vez, no estando borracho me provocó sentir esa cosa dentro de mis nalgas, pero desde luego me contuve, pero a partir de ese instante no podía retirar de mi mente la visión de su miembro.
En consecuencia, nuestra relación se fue estrechando más y más, al punto que lo invitaba a cuanta actividad podía, sin que mi mujer se molestase conmigo por salir con su primo.
Pero al mismo tiempo yo vivía un infierno, deseándolo a él, hasta que mi esposa por razones de su trabajo debió salir de viaje, por casi tres semanas, quedándome yo solo con su primo en casa.
Ya en mi mente había planificado de una y mil formas diferentes como poder acostarme con el primo de mi esposa, pero al final de ese primer día, todo se me hizo sal y agua, no por él precisamente, sino por el miedo a que se descubriese mi tan particular gusto.
Ya mi cabeza estaba a punto de reventar pensando en cómo llevármelo a la cama, cuando decidí finalmente que simplemente lo invitaría a beber, emborracharme al punto de propiciar que él se aprovechase de la situación y me comiera el culo.
Ya nos habíamos dado un par de cervezas cuando yo le propuse que nos pusiéramos a ver un video porno, pero de momento él que me dice. “No perdamos el tiempo, yo sé que es lo que tú quieres, y te lo puedo dar.”
Al tiempo que decía esas palabras se agarró sin vergüenza alguna, su miembro por encima de la tela del pantalón, diciéndome. “Pero tú ignoras que es lo que yo deseo. Así que hacemos un trato, yo te doy lo que tú quieres, a cambio de que me permitas tomar lo que yo quiero.”
Hasta ese momento la verdad es que poco me importaba que era lo que él quería, lo que yo deseaba intensamente era que me clavase su verga, por lo que cuando me dijo. “Antes de que continuemos hablando, quítate toda la ropa.” y sin pensarlo dos veces así lo hice.
Una vez me quedé completamente desnudo ante el primo de mi mujer, este sentado en el sofá me hizo señas de que diera vuelta y desde luego que le mostrase mis nalgas, y así lo hice.
Después mientras se agarraba nuevamente su paquete por encima del pantalón, me dijo. “Arrodíllate, y ven gateando hasta aquí.”
Sumisamente le obedecí, al tiempo que él extraía su miembro del pantalón y mostrándomelo a pocos centímetros de mí boca me hizo señas con sus labios para que me pusiera a mamar.
Lo que sin pérdida de tiempo me dediqué hacer, y a medida que mi boca comenzó a cubrir todo su colorado glande, lo escuché decirme. “Te voy a dar por el culo, como tú quieres, pero a cambio yo deseo acostarme con mi prima.”
A pesar de encontrarme mamando su verga, no dejé de sorprenderme al escucharlo decir eso, pero en ese instante era tanto mi deseo de que me lo clavase, que tácitamente acepté al continuar mamado su verga, y a los pocos segundos dejar que me la clavase.
Durante el resto de las tres semanas, el primo de mi esposa hizo conmigo lo que le vino en gana, al punto que, al día siguiente de nuestro primer encuentro, me hizo depilar todo mi cuerpo, además que me sugirió que me vistiera con la ropa de mi esposa.
Cuando me tenía en cuatro patas, a medida que me penetraba me iba diciendo lo que pensaba hacer con mi mujer, mientras que yo movía mis caderas disfrutando de lo que él me estaba haciendo.
Cuando no me mantenía mamando su verga por largo rato, sin quitarme la ropa de mujer, mantenía su verga dentro de mi cuerpo, hasta que a él le daba su real gana de acabar, por lo general sacaba su verga de mi culo y de inmediato me la ponía en la boca para que yo me tragase todo su semen.
Yo había disfrutado de esas tres semanas como no tienen una idea, pero el día antes de que mi mujer llegase, comencé a preocuparme por lo que él fuera a decirle, sobre mí.
El primo de mi esposa se dio cuenta de que algo me preocupaba, y justo cuando me tenía bien clavo me preguntó que me sucedía, fue cuando le confesé mis temores, sobre lo que él le fuera a decir a ella sobre mí.
Esa noche después de hacerme tragar todo su semen, me dijo. “No te preocupes, que yo sé de sobra que hacer y qué decirle a mi prima para que se acueste conmigo.”
Dio a casualidad que justo el mismo día que regreso mi esposa, me notificaron de una nueva convención a la que debía asistir, por lo que apenas nos vimos cuando ella llegó.
Durante la semana que pase en la convención, desde luego que disfruté mucho, pero estaba bien preocupado por lo que podía estar sucediendo en casa, así que llamé a mi mujer, y aunque me atendió ella la noté algo rara, su manera de hablar era como si justo en esos momentos ella estuviera disfrutando de una gran verga.
Pero me hice el que no me daba cuenta de lo que escuchaba, debido a eso en parte, llegué un día antes a casa, justo me encontré al primo de mi mujer que iba saliendo, y con una traviesa sonrisa, me dijo. “Acabo de dejar a tu mujer en la cama bien contenta y satisfecha.”
Algo nervioso, subí a nuestra habitación y la encontré acostada, boca abajo, completamente desnuda con sus piernas bien abiertas, y su coño aun chorreando leche.
Cuando me le acerqué y coloqué mis manos sobres sus nalgas, sin darse cuenta de que era yo, de inmediato dijo. “Por lo visto tú no te cansas de metérmelo.”
El escuchar sus palabras y sentir un loco deseo, de ponerme a mamar su coño, fueron la misma cosa.
Así que de inmediato dirigí mi boca a su húmedo y lechoso coño, y que me dedico a mamárselo como un loco.
Ella extremadamente satisfecha por la labor que le estaba haciendo, sin aun darse cuenta de que era yo quien le mamaba el coño.
Ella continuó alabando a su primo pensando ella que era él quien mantenía la cara entre las nalgas de ella y con su boca le chupaba una y otra vez el coño a ella.
De momento comencé a sentir que alguien me bajó los pantalones, y sin demora alguna que me ensarta su tremenda verga, desde luego era el primo de mi esposa.
En esos momentos fue el mismo quien al tiempo que yo le mamaba el coño a mi mujer, la llamó por su nombre, y al ella voltear su rostro se dio cuenta de todo lo sucedido.
Yo le mamaba su coño a ella, mientras que su primo me tenía bien clavado a mí por el culo.
Hoy en día mi esposa está al tanto de mi gusto, y lo ha aceptado, como yo he aceptado que le encante acostarse con otros hombres.
Los que ocasionalmente compartimos, de la misma manera en que aun compartimos a su primo.
Excelente relato, deberías compartir tus otras experiencias
Una muy buena historia…, lástima que no haya continuación.