No pude resistirme.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Era una Semana Santa, allá por el 2009, cuando todos los familiares por parte de madre nos juntamos en el pueblo, cerca de Cáceres. Cada vez que veía a mi primo después de nuestro primer encuentro, ambos nos mirábamos recíprocamente y no aguantábamos el ponernos erectos, porque sabíamos lo que iba a pasar en toda una semana, intensa, pero corta.
Ellos llegaron a la noche, sobre las 22:00h, y yo estaba por ahí con mis compañeros de panda del pueblucho, tomándonos unas cervecitas, o simplemente hablando de nuestras experiencias sexuales con chicas (algunos las contaban con personas de su mismo sexo), ya saben, típicas historietas que se cuentan cuando estamos en compañía de personas con las que llevas estando desde que nuestros miembros no tenían pelos.
Retomando la historia, yo llegué sobre las 23:00h, y mi primo y yo compartimos habitación, desde siempre. Allí estaba él, tumbadito en mi cama, esperando mi llegada, despierto, y con su pijama de rayas. Más guapo el… Me tiene enamorado… Como ya era normal en nosotros vernos desnudos (ya que ambos hacíamos nudismo en la playa, nos sacábamos fotos desnudos frente a un espejo y realizando actividades sexuales, nos cambiábamos juntos, etc…), yo me empecé a desnudar para ponerme mi pijama, y allí estaba el, mirándome mi pene y mi trasero, como si estuviera hipnotizado. Me terminé de vestir y me acosté a su lado.
Yo, como muestras de cariño, me recostaba tras de el y le abrazaba por la tripa, y lentamente a el se le producía una erección, y me decía a ver si le podía tocar un poco el pito, solo para que se bajara su rectitud. Obviamente yo le decía que sí. Ambos dormíamos sin calzoncillo, y al principio se lo acariciaba por fuera… Me lo pasaba entre los dedos, le comenzaba a masturbar lentamente con la palma de la mano aprisionando su pene contra el pubis, y poco rato después, le quité el pantalón. Ya podía manosear su aparato reproductor tamaño mini y lampiño con toda libertad. Al estar de lado, yo le levantaba la pierna izquierda sobre mí, como si fuera a penetrarlo, y mi mano pasaba por debajo de su pierna, pudiendo tocar y presionar lentamente con dos deditos su perineo y acariciar con mucho amor sus pequeños testículos.
Me encantaba quitarle el prepucio del pene y tocar con mi pulgar y mi índice su glade, jugando también con su frenillo. Mi pequeño estaba en la gloria, no podía más, y de repente le pongo mi meñique en la entrada del culito tan bonito que tenía. No se quejaba, es más, me decía que eso le encantaba. Le agarré los pequeños testiculitos que tenía a la vez que el pene, me lo puse entre dos dedos de mi mano y comencé a hacerle el mejor masaje peneano que hice en toda mi vida. Acabó soltando un poco de líquido preseminal en mi mano, que yo después lamí con gusto.. Sinceramente, me encantaba su sabor, me estaba "enamorando" de él jajaja.
Al día siguiente, ambos amanecimos sin ropa, ya que hacía algo de calor (y al dormir juntos más aún). Todo el día estuvimos echándonos unos partidos de fútbol mis amigos y yo, y vuelta a casa, a la hora de la siesta, mi primo y yo nos dormimos juntos. Obviamente no hicimos nada, no éramos máquinas a la hora de tener sexo. Luego, unas horas más tarde, cuando fuimos a ducharnos, ya ocurrió algo que me maravilló.
Todo empezó con una ducha normal, ya saben, enciendo el calentador del ambiente (calefactor), y le doy al grifo del agua caliente. Yo me quito la ropa, y poco después entra mi primo, para ducharse conmigo. Yo andaba medio caliente ya por la idea, y mi primo comenzó a desnudarse. Yo le dije: "A. déjame, quiero desnudarte yo." Obviamente el me dejó hacerlo, ya que podía decirse que era mío. Cuando terminé de contemplar su anatomía milímetro a milímetro, le miré a los ojos. Él me miró a mi, y nos empezamos a dar un beso muy pasional, me encantó ese momento. Al rato, me agaché y comencé a hacerle una mamada en ese pequeño pene blanquito, duro, de unos 9cm de largo, de prepucio rosadito y glande violáceo, lampiño, sin ningún pelito. Me la metía entera en la boca y mi lengua rodeaba en círculos su glande, me introducía todo (testículos, pene) en la boca y con la lengua tan larga que tengo podía extenderla al ano, por lo que mi amor estaba gozando de lo lindo…
Le metí en la ducha agarrándole su pequeño pene tras de el y rozando mi glande con su ano. Yo estaba muy caliente, no podía aguantarme. Le tumbé en la ducha, en el suelo me refiero, y le levanté las piernas, dejando su pene y su culito en pompa. Lo lubriqué con gel de ducha (no le escocía) y le introduje mi polla, depiladísima al 0, lenta y gustosamente mientras le acariciaba el pene y le besaba. Es que no podía demostrarle más amor… Mi pequeño gemía de puro gusto, y me miraba diciéndome que no siguiera, no me podía encantarme más el muchachito… Cinco minutos después le saqué mi pene de su interior y se lo puse en la boca… Me lo empezó a mamar, y yo quería que él sintiera por primera vez lo que era entrar en alguien por primera vez…
Terminé encima de él, me introduje su pequeño miembro en mi, y le llevé su manita a mi pene, que saltaba y se movía lentamente por cómo estaba cabalgando despacito su polla. Mira que yo no sentía mucho debido a su pequeño tamaño, pero estaba en la gloria porque estaba haciendo disfrutar a mi muchacho. Poco más tarde, decidimos hacer un 69, en el que él se acabó "corriendo" (soltando líquido preseminal) en mi boca… Yo le dije que también quería llegar al orgasmo (ya le había explicado muchas veces cosas sobre sexo, qué era el semen, qué era un orgasmo… vamos, sabía ya más cosas que los niños de su edad). Le puse a 4 patas, le lamí el ano como a el le gusta, lentamente, introduciendo mi lengua en su interior y girándola, pasando mi lengua por su pene y sus testículos así como su perineo, hasta que le penetré. No tardé ni dos minutitos en llegar, porque estaba muy caliente… Finalmente terminamos de ducharnos mientras nos besábamos bajo la alcachofa de la ducha y nos fuimos a dormir, porque no había muchas ganas de salir con los amigos, ya que estábamos cansados de ese acto de amor que tuvimos…
Cada día que pasa me acuerdo de ese momentazo, y él también. Cuando hablamos por el WhatsApp siempre lo recordamos, e incluso ahora que el está bien adolescente y yo con 20 años, nos pasamos fotos masturbándonos con un dildo de manera anal, o vídeos cuando lo hacemos con otras personas, o simplemente masturbándonos, oyéndonos cómo gemimos de puro gusto pensando el uno en el otro.
Espero que esta experiencia les haya gustado. Sigan comentando y dejando sus opiniones para poder mejorar cada vez y complacerles de la mejor manera posible.
Hasta el siguiente relato. Un saludo:
M.
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