No te acuerdas de mí, verdad? Primera parte
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zorracubanita.
Hola a todos.
He leído tantos relatos de esta página que hoy finalmente me he decidido a contar algunas de mis experiencias.
Comenzaré por describirme: soy cubano (actualmente vivo en Madrid), mido 1.65, moreno, delgado, de ojos negros y con una sonrisa bastante atractiva (o eso me han dicho).
Mi pene es de tamaño promedio y mis nalgas tampoco son muy grandes, aunque tienen algo atrayente ya que todo el que las prueba termina por hacerme algún cumplido.
El relato que les traigo hoy ocurrió en Cuba cuando tenía 24 años (actualmente tengo 30).
Aunque ya ha pasado algún tiempo, todavía revivo algunas imágenes y diálogos en mi cabeza y los uso frecuentemente para masturbarme y correrme como un loco.
Aquí se los dejo para que lo disfruten:
Una mañana, camino a la universidad, tomé un autobús que estaba lleno de personas (algo muy normal en mi país).
Ese día tenía un examen por la tarde así que traté de buscar un espacio donde acomodarme y repasar los apuntes (el viaje solía ser bastante largo por lo que normalmente tenía que hacer algo para entretenerme).
Pasado un tiempo logré establecerme cerca de una ventanilla, una zona perfecta para lo que quería.
Estaba repasando mis apuntes cuando siento que una mano comienza a tocarme el culo.
Como el autobús iba a tope de gente, es muy normal que te empujen, te manoseen, etc.
Al principio creí que intentaban robarme la cartera pero como la tenía en el bolsillo delantero pensé que se darían cuenta y desistirían.
Pero no fue así.
La misteriosa mano solamente se recostó a mis nalgas, como si fuese un resultado de la cantidad de personas.
Pero al cabo de unos segundos comenzó a hacer movimientos apretándome el culo descaradamente, por encima del pantalón.
Me apretaba las nalgas y hacía como para querer introducirme un dedo.
Yo la verdad que estaba muy nervioso y excitado al mismo tiempo.
Disimuladamente me di la vuelta para ver quién era el descarado y me encuentro con un mulato que me dejó sin habla.
Era más alto que yo, sobre los 30 años.
No era musculoso pero se notaba que iba al gimnasio.
Tenía una barba bien rapada, un perfume bastante rico y llevaba unas gafas de sol.
El muy descarado ni siquiera se dignó a mirarme.
Él seguía con su manoseo como si aquello fuese lo más normal del mundo, como si no estuviésemos rodeados de gente!!! Ese descaro y su forma de actuar tan natural me pusieron más caliente (los mulatos siempre han sido mi perdición, y este no fue la excepción).
El autobús llegaba a una parada cuando mi acosador se detiene y comienza a buscar una salida.
Yo me quedé unos minutos sin reaccionar (qué había pasado??).
Para cuando me di cuenta ya lo estaba siguiendo.
A lo mejor simplemente estaba jugando conmigo pero yo no quería dejar pasar la oportunidad de comerme semejante macho.
Bajamos del autobús y él comienza a caminar.
Se voltea, me ve, sonríe y sigue caminando.
Yo no entendía mucho pero decidí seguirle.
A cada rato él volteaba como para asegurarse de que yo le estaba siguiendo.
El muy cabrón sabía lo que hacía.
La zona en la que estábamos era como de campo, por lo que habían muchos matorrales y árboles.
Finalmente lo veo que se desvía del camino y entra en un matorral.
Ahí supe que ya había parado de jugar.
Me detuve un poco nervioso, dudando si entrar o no.
Pero ya había llegado hasta allí…
Entro siguiéndole los pasos y a pocos metros me lo encuentro.
Estaba sin gafas, sin camisa, con los pantalones en la rodilla y la polla en la mano.
En su cara se dibujaba esa sonrisa que ya había visto otras veces: yo era una puta y él lo sabía.
Sabía que me había calentado en el autobús y ahora venía a por mi recompensa.
Yo me acerqué lentamente.
Ya sabía lo que ocurriría así que no quise demorarlo más: como una buena zorra me agaché y comencé a chuparle la polla.
Era bastante grande (no sabría decir cuánto) y gorda.
Comencé por la punta y le pasaba la lengua, como chupando un caramelo.
Luego me la metí en la boca y el muy cabrón me tomó la cabeza e intentó meterla completa.
Las lágrimas me salían, no me cabía.
Pero el cabrón seguía usando mi boca a su antojo.
Me la sacaba y me golpeaba la cara con la polla mientras me decía:
– Así…, así puta.
Te gusta, verdad? Sabía que eras una putica que le gustaba que le cogieran el culo.
Yo no respondía, tenía su polla metida hasta el fondo.
Me encantaba que me tratara como a una puta y el muy cabrón sabía cómo hacerlo.
Me puso de pie, me dio la vuelta y me dejó con el culo al aire.
Me mordió una nalga y yo solté un ay!!
– Te gusta, verdad? – me decía con una voz dominante.
Yo no respondía nada.
Sabía lo que venía ahora y sabía que me iba a doler.
Pero no podía hacer nada: estaba en el puto monte con un tipo que me trataba como a una puta y que me iba a romper el culo.
Me lo había buscado… El cabrón me metió un dedo y yo solté un grito.
Comenzó a moverlo dentro de mi culo y yo a jadear como una perra.
Sentía su risa y podía ver su cara: lo estaba disfrutando.
De repente saca el dedo, escupe en mi culo y comienza a introducir su polla.
Mi culo no cedía, no estaba lo suficiente dilatado.
Pero él me empujó hasta quedar casi en cuatro patas y comenzó violentamente a introducir la cabeza.
Yo le decía: “para por favor” pero eran súplicas sin sentido.
Después de un esfuerzo finalmente logró meterme la cabeza.
Yo grité pero él me tapó la boca:
– Tranquila, tranquila putica que ya casi está adentro.
No era esto lo que querías? Un macho que te cogiera rico.
Comenzó a darme despacito.
Al principio sus embestidas eran suaves, pero una vez que mi culo se adaptó se volvió más violento.
Me daba duro, y cada vez que me la metía me sacaba un ay!! Parecía disfrutarlo como un loco.
Yo comenzaba a sentir placer con la situación así que empecé a masturbarme.
El tipo era una bestia, me daba nalgadas y me cacheteaba, me metía sus dedos en la boca para que se los chupara diciéndome todo tipo de ofensas.
Pero a mí no me importaba, yo quería más.
Estuvo dándome un buen tiempo hasta que me anunció: me vengo puta!!! Toma la leche maricona!!! Y sentí toda su leche llenar mi culo.
Casi de inmediato me corrí yo también.
Cuando nos comenzamos a vestir no pude aguantar la curiosidad de preguntarle:
– Perdona, cómo sabías en el autobús que no te iba a decir nada por tocarme el culo??
El cabrón se ríe y me contesta:
– No te acuerdas de mí, verdad? Es la segunda vez que me como ese culo.
Continuará…
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