Noche de paz, noche de amor, mucha verga alrededor.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Cojo.
Era el mes de diciembre y muchos volvemos algunos días a la casa materna a estar con la familia y seguramente saludar a mucha gente que con la que nos hay lazos sanguíneos.
Particularmente fue hace 5 años que sucedió esto, cuando entre los involucrados rondábamos los veintitantos años de edad.
Faltaban algunos días para noche buena y, en alguna tarde de estos, estuve bebiendo cerveza con los amigos del barrio y excompañeros de juegos o aventuras de la adolescencia.
A estas alturas todos sabían que soy gay pero sin problema alguno crecimos y seguimos siendo amigos desde la pubertad que se los compartí.
Más bien soy masculino y con esas actitudes es sencillo convivir en ambientes igualmente masculinos.
175 cm de alto, blanco, castaño, con cabellera y barba desaliñadas, delgado, con culo pequeño pero respingado y redondo, así como una modesta reata de 15 cm.
Empezamos a beber con Willi por la tarde.
Pasaban los compadres.
Unos iban y otros venían pero Willi se mantenía; no por nada siempre pienso en él cuando hay que echarnos un brindis.
Cuando cayó la noche, estando Pepillo presente fuimos su casa pues sus padres cambiaron de domicilio y ése lugar ya es sólo suyo.
Willi es panzón, pero no obeso, y rubio.
Pepillo es muy delgado –de esos que tienen marcado el abdomen de flaquito- y también estuvieron presentes Toto, un tipo muy alto, fornido por el Gym, y Fito, el hermano de Willi, delgado y muy guapo.
A éste le recordaba un verga gigante de más de 20 cm pues, en la secundaria, varias veces nos masturbamos en grupo viendo porno y él estuvo presente un par de veces, entre otros amigos.
Era cerca de la 1 de la madrugada y habiendo bebido toda la tarde y noche estábamos lo suficientemente ebrios pero a la vez conscientes como para desear beber un poco más.
Así fue como salieron Fito y Toto a comprar licor y, mientras tanto, en casa de Pepillo tocábamos y cantábamos con él y Willi, mientras bebíamos lo que restaba.
En algún momento dejamos las guitarras y bromeábamos sobre montón de trivialidades, hasta que empezaron a flotar bromas y comentarios sexuales, por parte de ellos, con respecto a mujeres obviamente.
Fue ahí cuando, mientras ellos ebrios traían a su memoria recuerdos de compañía femenina que le hubiera gustado que estuviera presente, que Pepillo hizo un comentario riéndose, agarrándose la verga parada que se le notaba por debajo del pantalón, y mirándome a los ojos.
–Ya sé, vamos a cogernos al Edy; yo le doy por el culo y tú por la boca, Willi.
Ya ves, cabrón, es increíble lo que hacemos a falta de mujeres.
-Nada más porque no quieren, ¿verdad, Willi? A los amigos ni las nalgas se les niegan- dije con carcajadas, mientras me incorporé para ir al sanitario.
Al ir pasando cerca de Pepillo, me dio una nalgada que no era de amigos.
Sutilmente sus dedos cayeron en mi culo y los dejó ahí presionando unos segundos.
Los oí murmurar en la sala, al estar yo meando, con la puerta abierta, como si se dijeran secretos y sin esperarlo, aún yo no terminaba de mear cuando llegó Pepillo al baño, se paró a un costado mío y del retrete, bajó su pantalón y se dispuso a mear.
Yo me quedé absorte contemplando su reata que se miraba gruesa y larga de morcillona.
Vi como empezaba a expulsar pis y noté lo brillante que tenía la gruesa cabeza de la verga, seguramente por la excitación de hacía unos minutos, brillante por el precum.
Se me hizo agua la boca, pero no dije ni hice nada.
Sólo miraba fijamente Siempre habíamos mantenido intocable la barrera sexual con mis amigos del barrio.
Ni siquiera me fui bien consciente como para darme cuenta de que, habiendo dejado yo de mear, me tocaba la verga excitado, parándomela.
-No hay pero- dijo Pepillo.
–Ven- acabaló mientras me tomaba del cuello para hacerme caer de rodillas.
Estuve de rodillas frente a su pito que ya estaba bien duro, de 16 cm y grueso, y lo tomé con ambas manos, casi de inmediato comencé a mamarlo, completo y sin dejar rincón alguno.
Pepillo sólo suspiraba y gemía y permanecimos algunos minutos ambos así.
Luego, llegó Willi con la verga flácida, pero de esas vergas que aunque flácidas se notan enormes: un gran trozo de carne cruda, lista para calentarse.
Se acercó a mear y yo seguía mamando a Pepillo ya sin importarme.
Daba ligeros giros a su rostro para vernos y se encontraba con las miradas cómplices de Pepillo y mías.
Al terminar de mear, volteó pero sin guardar su carne.
Extendí mi mando, lo tomé de las nalgas y lo acerqué a mi cara.
Dejé de mamársela a Pepillo para masturbarlo, mientras empezaba a comer la polla de Willi y con eso también empezaba a parársela.
Sólo dijo, -qué rico, vato, no te detengas.
-Ustedes, no se detengan- repliqué y de inmediato me tomaron de los brazos, me levantaron y me llevaron a un sofá.
Willi se sentó en un extremo y, teniéndome de frente, me bajó el pantalón.
La verga me saltó durísima y babosa pero yo estaba tan excitado que no quería tocarme por miedo a venirme y sabía que ellos nos e animarían a hacerlo.
Cuál fue mi sorpresa de que por la espalda Pepillo me quitara la camisa y me abrazara.
Repegaba su verga en mis nalgas y yo comenzaba a cerras los y a hacerme totalmente su puta amiga complaciente.
Pepillo me estrujaba las nalgas, besaba y lamía mi cuello y hombros, y sin poder creerlo, también alcanzaba mi verga para masturbarme un poco.
Willi, frente a nosotros, se masturbaba.
Me incliné a Willi y lo desnudé.
Cuando volteé, Pepillo ya estaba desnudándose y, al terminar, se me acercó y me besó.
Willi ni se inmutó, por su parte, como ahora estaba de espaldas, comenzó a tocar mis nalgas siguiendo sentado en el sofá.
Me pidió que me inclinase hacia a delante y así lo hice para permitirle que comenzara a dedearme con los dedos llenos de saliva mientras no paraba de tocarse la verga que le escurría precum y yo no paraba de intercalar besos con Pepillo y mamadas de su verga.
No supe en qué momento me recostaron en el sofá y quedé boca arriba, con la cabeza en las piernas de Willi.
Obviamente de inmediato le comí la verga de 20cm y super gruesa que sabía deliciosa por la cantidad de precum.
En ese momento, Pepillo se arrodillaba entre mis piernas, abriéndolas y levantándolas.
Me dejaba caer sus escupitajos y se masturbaba mientras también me dedeaba.
Sentí la cabeza de su pito en la entrada de mi culo y quise pedirle que usara condón pero no pude.
Le dejé penetrarme.
Qué sensación estar penetrado por alguien que no puedes creerlo pero que sabes que no le eres indiferente, al menos como amigos.
Empecé a gemir y a decir obsenidades.
–Que ricas vergotas tienen, por favor no dejen de dármelas junto con sus mecos.
Cuando menos acordamos, se abrió la puerta de la sala y Toto y Fito nos encontraron en la escena que acabo de describir.
Se les veía sorprendidos e hicieron algunos comentarios sobre su desconcierto pero no se marcharon.
Caminaron con las bolsas que traían hasta la mesa de servicio para dejarlas y Willi rompió el silencio.
–Si nos late, dennos chance en lo que nos venimos, pues decidimos adelantarle al Edy la visita de Santa Claus.
Cáiganle o éntrenle.
-¿Y la mama rico?- preguntó Fito mientras se acercaba bajando su pantalón.
-Cálale- le contesté con el sonido bloqueado porque no me saqué la verga de su hermano de mi boca para decirlo.
En cuanto le vi la verga a Fito, hermosa y perfecta como se la recordaba, más delgada que la de su hermano, que no por eso flaca, pero sí de más de 20cm y cabezona, se la comí y le fui bien sincero sin importar que nos escucharan todos.
–Cabrón, tengo como 10 años queriendo comerte el pito.
Al tiempo que ocurría esto en mi boca, mi culo seguía siendo bombeado por Pepillo y, cuando noté, oh sorpresa, Toto estaba desnudo, arrodillado a un lado de Pepillo, con la boca le besaba el cuello, con una mano le agarraba las nalgas a Pepillo y con la otra me masturbaba a mí la verga, mientras yo trataba de distraerme un poquito para no venirme.
A los pocos minutos sentí como Pepillo aceleró las embestidas, de quedó quieto unos segundos y exhalaba en señal de alivio con un par de gemidos guturales.
Me estaba preñando y yo no paraba de excitación.
–Ya suéltame- le dijo a Toto.
–Deja voy a servirme una cuba- concluyó mientras salía de mí.
Vino el reacomodo.
Toto me movió para dejarme en 4, pensé que me metería su verga de 16cm pero no fue así.
Me sorprendió.
Sabiendo que traía yo los mecos de Pepillo en el culo, Toto me lamió la raja y me metía la lengua.
Yo, encantado disfrutaba.
Se levantó a los pocos minutos, estando yo en 4 y se puso cerca de los dos hermanos, para que yo mamara las 3 exquisitas vergas, mientras a la distancia, Pepillo sentado en un sillón miraba cómo seguíamos.
Willi se apartó de mi boca y fue a gozar mi culo penetrándome.
Mientras me daba vergota por el chiquito, más sorprendido me quedé de ver cómo Toto se metía debajo de mí, bocarriba, y quedaba con su rostro a la altura de mi verga.
Fito le preguntó –qué pedo, qué hacer- pero no respondió nada.
Una vez acomodado, simplemente metió mi reata a su boca y empezó a mamar.
Era el mejor regalo de navidad.
Seguí mamándole a Fito con las mayores ganas de mamar que nunca se van.
De veras lo deseaba desde hacía años que por primera vez le vi la verga dura.
Intercalaba su verga con la de Toto en 69.
Mamaba una y otra, mamaba ambas.
Así fue varios minutos hasta que Fito, bien caliente, chaqueteó su verga y al notar que se vendría, abrí mi boquita.
Lo entendió y me dio de comer esos mecos con que tanto había soñado.
Deliciosos, entre salados y dulces.
Segundos después, sentí los estertores orgásmicos de Willi en mi cola y pude darme cuenta de que me siguió bombeando un par de minutos a pesar de haberse venido.
La leche que quedaba de Pepillo ahora con la Willi se escurría de mi culo e iba a parar a mi cérvix y se deslizaba por mis huevos y verga, de tal modo que en el 69 que perduraba con Toto, éste probaba el champurrado que ahí nacía.
Ni Fito ni Willi se apartaron.
Se quedaron tiernamente acariciándome y dándome pequeños besos donde les apetecía.
Yo limpiaba la verga de Fito con la lengua y no pude más, sin avisar me vine en la boca de Toto.
Sentí con claridad como en cuanto tuve la leche en su lengua, succionaba.
Era evidente que le gustó y que no quería perder la oportunidad.
Fue entonces, cuando con mi verga aún en su boca, me animé a poner un dedito en su culo mientras yo seguía igualmente manado y, como por arte de magia, regó sus mecos en mi boca, los cuales, obviamente devoré.
Al final, nos incorporamos, nos pusimos calzones, y de esa manera nos quedamos el resto de la madrugada.
Les dije que estaba para servirles y que no podía creer lo vivido.
Al menos yo estaba encantado.
Todos emitían sus comentarios y eran buenos.
Nunca volvió a ocurrir de esa manera, pero desde entonces estuve a la completa disposición de mis amigos-amantes.
El tiempo, sus respectivas mujeres y mi esposo que fueron llegando, hicieron que de nuevo fuéramos solamente amigos.
Al amanecer, cuando se habían quedado dormidos Pepillo y Willi, comencé a mamársela a los otros dos, me penetraron, me la mamaron ambos y acabé más que satisfecho.
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