Nuestro primer trio 6
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Extraordinariamente me dieron permiso para ir a una función de circo acompañado de Fernandito.
Mentí diciendo que nos llevaría su abuela.
El mintió diciendo que iríamos con uno de mis hermanos.
Román esta vez nos esperaría en la parada del autobús y los tres juntos nos dirigimos a casa de su padrastro.
Teníamos 4 horas para aprovecharlas al máximo.
Si hasta nos habíamos conseguido talones de las entradas al circo y nos habíamos preocupado de memorizar los comentarios periodísticos del show, así que teníamos todos los flancos cubiertos.
Viajamos en la locomoción colectiva poco mas de 20 minutos, y nos bajamos los 3 en una casa de estilo muy linda, de altas paredes y con mucha vegetación.
Nos salió a abrir un señor de unos 50 años, muy guapo, bronceado, correctamente afeitado y perfumado.
Vestía una bata de seda negra, con un dragón bordado en la espalda.
Una vez traspuesta la puerta de calle Román se colgó a su cuello y se besaron como verdaderos amantes sin ningún recato por el que frente a ellos estuvieran dos chicos menores.
Román nos presentó por nuestros nombres.
Jorge el es mi padrastro, quien me acercó a el y tomándome de los hombros me estampó un sonoro beso en ambas mejillas.
Fernandito el es mi padrastro.
Levantó a Fernandito por las piernitas y le dio un piquito en los labios al mismo tiempo que él se colgaba de su cuello.
Nos invitó a entrar a su casa dándonos un tour por toda ella, mostrándonos la sala, el comedor, el patio trasero, la piscina, y los dormitorios.
Al mismo tiempo nos decía que, el dia de hoy no habría servidumbre y que nos tendríamos que atender solitos.
Que pidiéramos lo que quisiéramos, el nos indicaría donde estaban las cosas.
Nos sentamos los 4 en la sala principal frente a una enorme chimenea, El padrastro ocupó un sillón con brazos, Román se sentó en la alfombra a sus pies y nosotros dos, cual vírgenes asustadas, usamos un sofá muy muy grande.
Román le preguntó a su padrastro, así como para romper el hielo ? Y, no es verdad que son hermosos ¿ Ya te decía yo que te gustarían al mismo tiempo que le abría la bata y comenzaba a acariciarle las piernas.
Así es respondió su padrastro.
Espero que se porten como dijiste para que podamos pasar una tarde muy entretenida.
Román nos llamo aparte y nos dijo : Vayan al baño del segundo piso, se desnudan enteritos y se ponen unas batas de levantarse que hay allí para ustedes.
Hay útiles para que se hagan enemas los dos y queden limpiecitos por dentro.
Ya saben como hacérselos.
Román nos guió al baño y nos dejó solos para que nos preparáramos y aseáramos convenientemente.
En el cuarto de baño había dos camillas con colchonetas y colgados a su lado, sendos envase metálicos para enemas, asi que nos embutimos uno cada uno y procedimos a lavarnos por dentro, mientras cuchicheábamos como señoritas acerca de la experiencia que estábamos por vivir.
Ninguno de los dos sintió nada de arrepentimiento ni temor.
Fuimos allíi a ser culeados y solo eso esperábamos.
En esos menesteres ocupamos unos quince minutos y mientras estábamos en el baño cada uno de nosotros conectado a una manguerita de enema, aprovechamos de hojear unas revistas porno que habían en un librero a un costado del WC.
No eran como la que veíamos en mi casa.
Estas eran abiertamente gay, Mas nuevas, con unos modelos preciosos fornidos bronceados y con unas vergotas que no nos imaginábamos que pudiesen existir.
De sólo pensar como sería tener una cosota de esas adentro, la calentura nos llegó a tope y senos pasó la poca verguenza que aún teíaimos.
Ya queríamos comenzar a culear con Roman o su padrastro.
Yo elegí al padrastro y Fernandito quiso empezar con Román.
Bajamos la escala enfundados en unas batas blancas que nos quedaban como si se nos hubiesen tomados las medidas.
Cuando llegamos a la sala, Roman estaba completamente desnudo y de rodillas le practicaba una felación a su padrastro quien se notaba que la gozaba a todo dar.
Eso como que nos cortó un poco pero, su padrastro haciéndonos una señal con la mano, nos hizo acercarnos y contemplar bien esa hermosa visión.
La herramienta sexual de su padrastro era del tamaño de aquellas que habíamos visto en las revistas porno del baño.
Simplemente enorme.
Era hermoso ver a Román como engullía ese monstruo completamente.
Nada del pene del padrastro quedaba afuera de su hambrienta boca.
Como pueden ver, lo enseñé desde la edad que tienen ustedes y los dos gozamos las mamadas.
Román se desprendió de la verga de su padrastro y mientras la sujetaba con una mano, nos invitaba a tratar de mamarla nosotros.
El nos guiaría para que fuese mas placentero.
Como yo había elegido al padrastro, me acerqué a el y poniéndome de rodillas agarre ese instrumento con ambas manos y comencé a lamerlo por el frenillo con mi lengua afuera.
Yo sabía que para que fuese mas sabroso para ambos, la mamada debía ser con la mayor cantidad de saliva posible.
Una vez recorrido el frenillo, seguí con el suave glande el que me metí completamente en la boca, mientras que con las manos le pajeaba girando la piel para que me gozara aun más.
Lo mamé un par de minutos tratando de meterme lo que mas pudiese adentro de mi boca.
En ese momento quise haber sido un fakir para así haber podido tragármela hasta su base.
Mientras tanto Román me había sacado la bata asi que estaba completamente desnudo frente a un casi desconocido.
Otra de mis fantasía se estaba cumpliendo.
Román mantenía abrazado a Fernandito quien a su vez también lo desnudaba y abrazándolo y acariciándolo desde atrás, no se perdían detalle de lo que hacía el padrastro y yo lo que hacía que ambos mostraran unas hermosas erecciones.
Roman la de un joven de 20 y Fernandito, la de un putito de 10 años.
Mientras yo mamaba al padrastro, Román hizo arrodillarse a Fernandito delante de el y ofreciéndole tu pene, hizo que el infante comenzara a mamársela a todo vapor.
Ambos se pusieron además al costado del sillón, con lo que consiguió que la experiencia fuese además de sensitiva, visual y auditiva.
Después de gozar los 4 un rato así, el padrastro nos ofreció subir a su dormitorio.
Subimos las escalas yo tomado de la mano con él y Fernandito abrazado como un Koala a Román.
Ambos reían con complicidad y se daban jugosos besitos.
Una vez en el dormitorio, el padrastro se despojó de su bata, quedando los 4 desnudos.
El subio a la cama por un lado y Román por l otro; invitándonos a acompañarlos.
No nos hicimos mucho de rogar, subiéndonos encima de los machos que habíamos elegido en el baño y agachándonos sobre sus penes, comenzamos a propinarles sendas mamadas, tratando de dar lo mejor de nosotros.
Y estábamos "embalados" y no había nada que nos detuviese.
Mientras estábamos desnudos sobre nuestros machos, el padrastro abrió el cajón de su velador y medio acomodándome a su costado pero sin dejar de mamarle, me comenzó a poner una cremita en mi cuevita, tanto por las paredes exteriores, como por todo el recto.
La cremita debía tener algo de mentol, ya que de inmediato comencé a sentir una especie d ardor muy placentero.
También parece que tenía algún anestésico ya que pasados unos momentos ya no sentía ningún malestar, no obstante que me tenía enterrados 3 dedos hasta lo mas profundo de mi cuerpito y los sacaba y volvía a meter.
Volviéndose hacia Román le preguntó, ? crees que me la aguantará entera¿, a lo cual este último dijo que si, que sentándome en ella sería capaz de comérmela completita, describiéndole el tamaño del plug anal que me metía siempre en su casa.
Su padrastro me beso profundamente en los labios y me acomodó sobre su cuerpo, pidiéndome que fuera yo quien guiara su monstruo hacia mi hambrienta cuevita.
Con las rodillas a cada lado de sus caderas, tomé su verga con una mano y abriéndome el las nalguitas me la presenté ala entrada de mi esfínter.
Presioné hacia abajo para conseguir una penetración sabrosa pero, nada de nada.
No obstante el lubricante no me entraba asi que me cargué mas decididamente sobre su violácea cabezota y allí si mi esfínter cedió tragándome estimo el glande completo y algo mas, puesto que el dolor, no obstante el anestésico, fue lacerante, sacándome un prolongado quejido.
Mi amante me consoló con tiernas palabras, mientras me decía que me esperase en esa pose, sin meterme mas de su verga mientras mi recto se adaptaba a su pichulota.
Pasados unos minutos, el dolor cedió y comencé a sentarme de a poco en la estaca de carne que me abria los interiores.
Yo sabía instintivamente que para bien gozar en la cama, se tenía que sentir algo de dolorcillo.
Ese era el precio que teníamos que pagar por ser putitos y yo estaba decidido a pagarlo.
En todo caso no debía ser peor que esa vez que me violaron en casa de un vecino, cuando su papa me sorprendió ensartado a su hijo.
Pasado un momento logre comerme completamente la verga del padrastro, con lo que me sentí en la gloria.
Me enderecé lo que mas pude y abriendo bien mis piernitas, me apoyé con ambas manos a sus rodillas y me dispuse a gozar la culeada.
Mientras mas gozara yo, mas haría gozar a mi amante y así dándome sentones en su pico, comencé a mover mi pelvis adelante y atrás.
Sentía como la cabezota me presionaba las tripitas.
Mi macho me agarró de los muslos, ayudando a moverme.
Puso sus manos en mis caderas y mientras con los pulgares me ayudaba a moverme, con los otros dedos me abría aun mas los glúteos para que yo pudiera comerme todo su monstruo y gozarlo en profundidad.
Mas tarde me comenzó a acariciar los brazos y me atrajo sobre su pecho y mientras me decía que era un bebito rico comenzó a darme puntazos con su pene.
Allí sentía que me moría de placer.
El con mucha sapiencia había acomodado mi penecito y mis bolitas sobre su pelvis, d manera que cada vez que yo o el nos movíamos, su piel me provocaba una especie de paja lo que me hizo acabar con el roce de sus pelos en la base de mis testículos.
Mi acabada fue deliciosa.
Nació de mis bolitas, de allí al pene, a mi pelvis, a mi espalda, a mis piernas ya mis bracitos, para estallar una vez mas en mi cabeza.
De mi pene salieron disparados 4 o 5 chorritos de semen, el que se embarró en todo su vientre, haciéndonos pegajosos y sonoros.
No obstante que yo hube acabado rico rico y estaba con mi cabeza apoyada sobre su pecho y me dedicaba solo a sentirme gozado, el siguió moviéndose dentro mio hasta conseguir el orgasmo.
Este fue profundo y doloroso para mi ya que su pene se hinchó aun mas y después de varios espasmos, me abrazo tiernamente y me comenzó a acariciar, a la vez que me decía que me quedase así ensartado mientras se achicaba su pene.
Pero, no vayan a creer que se limitó a quedarse quieto.
Nop, siguió moviéndose cadenciosamente y haciéndome sentir que su pene resbalaba dentro mio usando todo el semen que me había inyectado como un rico lubricante.
Pasado un rato me saco de mi empalamiento, haciéndome reptar por su pecho hasta que mi anito quedó a la altura de su boca.
Una vez llegado allí, me hizo pujar todo el semen que me había regalado, el que salió de mi recto hacia su boca abierta.
Sonaban unos peditos húmedos, los que me dieron vergüenza por lo que le pedí perdón.
El me dijo que no fuera tontito, que para el era mas rico haciéndome gozar como un perra cuando me metió la lengua adentro para recoger todo lo que escurría afuera.
Mientras se relamía, emitía ruidos de placer y me abrazaba fuertemente, como queriendo meter se cabeza dentro mio.
Una vez satisfecho, giré mi cabeza para ver a Román y a Fernandito quienes estaban tendidos a nuestro lado, quienes no se habían perdido detalle de la culeada que me habían propinado y por la expresión de ansias de la carita de mi amiguito, evidenciaba que no hallaba las horas que esa verga también estuviese dentro de el.
Ahora era el turno de Fernandito de disfrutar a su hombre.
Román lo tendió en la cama con las piernas abiertas, lo lubrico con la misma pasta con que me habían aceitado a mi y, sin usar sus manos fue situando su verga en la cuevita del niño.
Una vez que estuvo seguro de su blanco, fue bajando su cuerpo y introduciéndose dentro del recto del niñito, quien mordía la almohada y gemía diciendo que parara.
Román hizo caso omiso de sus ruegos hasta que hubo entrado completamente.
Alli pasó sus brazos por debajo de los de el y se lo comenzó a culear como una maquina de vapor.
Nunca, de todas las veces que lo había culeado delante mio, le vi tratarlo como un pedazo de carne.
Siempre había sido gentil y cuidadoso pero, esta vez lo estaba poseyendo como una fiera, limitándose a gozar aparentemente solo el.
Dogo aparentemente ya que pasados unos minutos, Fernandito dejó de quejarse y entornando los ojos comenzó a morderse los labios emitiendo gemidos de verdadero placer.
Nosotros mirábamos absortos el espectáculo sexual, mientras el padrastro me acariciaba el anito con dos de sus dedos, tanto por afuera de mi esfínter, como adentro del recto para evitar que me cerrase.
Yo disfrutaba esas caricias puesto que, además de placenteras me ayudarían en la próxima culeada al permanecer abierto.
Era como el plug que me metía Román en su casa, pero en este caso, este eran los dedos de su padrastro.
El acto sexual de ellos duró un poco mas y antes de que Román acabara dentro de el, le dijo a su padrastro que le metiera esta vez su verga en cuanto el le sacara la suya de adentro.
Román dio unos bramidos de placer y después de terminados los espasmos que indicaban su orgasmo se salió desde adentro de Fernandito de un tirón, lo que le hizo dar un gemido de dolor pero, antes de que pudiese reaccionar, el padrastro quien ya tenía la verga enhiesta nuevamente, se arrastró sobre la cama y poniendo a Fernandito en posición de perrito, comenzó a introducirse en su recto sin haberle dado tiempo de respirar.
Esta vez eso si, su nuevo macho fue delicado y gentil y nada de brusco.
Aprovechando la dilatación y el semen de la culeada anterior, fue entrando milímetro a milímetro sin hacerle doler, pero sin detenerse hasta que estuvo completamente en su interior.
En ese trance, desde su anito salían ruiditos provocados por el semen resbaloso de Roman y el aire que había logrado meterse adentro cuando el le saco la verga desde adentro.
Yo que estaba acostado a su lado para no perderme detalle, no podía creer que el aparentemente delicado cuerpito de un niñito de 10 años, pudiese tragarse tamaña verga y es mas, viendo como la gozaba.
Mientras tanto, Román se acostó a mi lado y abrazándome y acariciándome me decía : ? Te gustó mi papito ¿
Imagínate, esa vergota me la comencé a comer yo a los 10 años, asi que se perfectamente lo que es capaz el cuerpo de un niño, y mientras me besaba y mordía las orejas, me amenazó con que para la próxima cachita, tratarían de meterme las dos juntas, primero la de Fernandito y la de el, para después las de ambos machos juntas.
Allí creí que me moría de nervios.
Otra fantasía que se me cumpliría.
Otra imagen de la revista porno concretada en la realidad Pero, agregó, para conseguir eso vas atener que abrirte un poco mas asi que, mientras su padrastro culeaba a Fernandito, Román saco del velador un plug mas gordo del que habitualmente me metía en su casa y levantándome las piernitas, me lo presionó contra mi semi abierta cuevita, enterrándolo hasta el tope.
Eso me hizo gemir y di un respingo de dolor pues era notoriamente mas grueso que el otro.
Estimé que debía tener casi tres pulgadas de grosor, por unas 6 de largo.
No obstante el dolor inicial, luego me adapte y comencé a sentir que ya no molestaba.
Que delicia, mi anito se estaba transformando en una suculenta concha femenina, dispuesta a dar placer a lo que se me atravesase.
Pasados unos minutos, el padrastro acabó a su vez, saliendo desde dentro de Fernandito, a quien dejó con una cuevita impresionantemente grande y por la que manaba abundante semen.
La leche de dos machos que se había fusionado en una sola y escurría afuera de el, como un erótico manantial.
Esta vez fue Román quien se tendió de espaldas bajo la cueva de Fernandito y comenzó a recibir en su boca abierta, los jugos que salían de el.
Tragó un poco de ellos, ofreciéndome el resto a mi, los que me traspasó en un rico y resbaloso Beso Romano.
Antes de irnos a descansar un rato, el padrastro me llamó haciendo un gesto con los dedos y mostrándome la abierta boca trasera de Fernandito, me dijo con un tono de voz que sonaba casi imperativo, chúpalo y comete lo que sale.
Yo ni lo dude y abrazando las piernitas para que Fernandito no se cerrase, me pegue a su ano como si fuese el mas rica fuente y chupando y relamiendo, terminé de comer todo lo que aun salía afuera de su cuerpito.
Fuimos a la cocina a beber algo, no voy a mentir un tanto adoloridos y mientras estábamos dándole el bajo a unos refrescos, sonó el timbre de la casa, lo que hizo que el padrastro enarcara las cejas preguntándose quien sería.
Se puso la bata y saliendo al patio a ver quien era y mientras Roman se encogía de hombros como diciendo, vaya a saber uno quien es, sentimos que el padrastro se reía y se palmoteaba con otra persona, lo que nos hizo relajarnos a los 3.
Escuchamos al padrastro entrar a la casa mientras decía, estamos en la cocina, tu ya sabes el camino.
Vayan con confianza esta mi hijo con dos amiguitos y en ese momento entro a la cocina otro señor, de unos 50 años, un tanto obeso y calvo quien traía de la mano a un chico un poco mayor que nosotros, estimo de unos 16 años, vestido muy a la moda con unos jeans blancos muy ceñidos y una polera a rayas.
Cuando llegó a nuestro lado, pudimos notar que estaba maquillado como una mujercita.
Ojos pintados, parpados con sombra de color verde, boca con lápiz labial rojo y un poco de colorete en la mejillas.
Era suave , delicado y de ademanes muy femeninos y con un tono de voz que no dejaba dudas que era gay cien por ciento.
El padrastro nos presentó en forma muy somera.
Fernandito, Jorge, Román a quien ya conoces.
El es Carlos y su pareja Robertito, quien no nos dio la mano sino que nos hizo un gesto con sus dedos.
Nosotros vestíamos las batas que encontramos en el baño y Román solo una toalla a la cintura.
El padrastro miró la hora y diciéndonos que aún teníamos tiempo, podríamos pasarlo bien con Carlos y Roberto, por lo que nos invitó a todos nuevamente a su dormitorio.
Mientras subíamos las escalas, sentía como un vértigo y palomitas en el estómago.
Será posible seguir gozando aun mas¿
Con esa duda nerviosa, entre al dormitorio y descaradamente me saque la bata quedando completamente desnudo y me subí de un salto a la cama, desde donde miré con un gesto desafiante a los recién llegados y me tendí en ella sin ningún pudor ni vergüenza.
Sólo estábamos allí, Fernandito y yo para gozar lo que se nos presentara y no dejaríamos pasar la posibilidad de vivir nuevas experiencias.
Queríamos culear hasta quedar preñados.
Además era una época en que el VIH aun no aparecía y ambos estábamos dispuestos a devorarnos al mundo por nuestras cuevitas.
Esa sesión de sexo grupal desenfrenado la narraré en un próximo relato.
Besos a todos (as)
Dolmance.
2016
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