Ojala leas esto
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Samuelito.
No puedo decir que aquel día resultó ser algo normal para mí, desde la mañana en que me levanté sentí que iba a ser un día fuera de lo común, pero jamás pensé que tanto, comenzaré por contarles que mi nombre es Daniel y que algunos amigos me dicen Dani, eso es obvio pero eso es algo que quizá no les importe.
Cuando desperté miré mi celular, eran ya las 8:00 am, sábado 7 de junio, cumplía un año con mi novia, tenía que comprarle algo para después llevarla a cenar, me cuestioné sobre si la amaba y me di cuenta de que no, que más bien estaba con ella solo por compromiso y porque ya habíamos experimentado el sexo juntos, de varias maneras, la quería por costumbre y ya y quizá a ella a mí también, eso no importaba, cuando me di cuenta de que ya eran las nueve y que había perdido una hora fantaseando, me preparé para mi rutina de ejercicios en mi pequeño gimnasio en casa, he cultivado mi cuerpo desde hace tres años y he tenido muy buenos resultados, tengo apenas veinte años, bronceado, ojos castaños, cabello peinado en puntas y estatura de 1.86, musculoso por disciplina y conquistador por vicio, no he encontrado una mujer que se me resista, sobre todo porque ellas no se resisten a un cuerpo bien formado y a un poema, si tienes ambas cosas estarán a tus pies para siempre, pero en ese entonces tenía un compromiso con Cintia. Mientras hacía ejercicio pensaba en la aburrida conversación que me tendría preparada, hablaría de sus amigas, de sus uñas de casi veinte centímetros o de su teléfono nuevo, a veces llegaba a parecer tan frívola y hueca que quería cortar la relación de tajo, pero terminaba por olvidarlo al decirme que nadie es perfecto, en fin, después de trabajar mis brazos y mi pecho y presumirme a mí mismo mis atributos frente al espejo, tomé un baño para dirigirme al centro comercial, allí le compraría a Cintia un ramo de rosas y un oso de peluche que ella había querido desde hace algún tiempo y que en más de una ocasión lazó la indirecta al aire de que moriría por ese gigantesco oso que casi podría ser una cama matrimonial. Me vestí y me dirigí al punto de reunión acordado no sin antes recibir ocho mensajes de texto de ella para insinuar que ese era un día especial y que debíamos estar juntos todo el día, lo que me faltaba.
En el centro comercial me di cuenta de que hacía algo de frio, por suerte mi intuición me hizo llevar una chaqueta de cuero que me había regalado mi hermanastro el invierno anterior y que casi no me ponía, debajo llevaba una playera negra que se pegaba a mis músculos y que a Cintia le gustaba que usara, decía que se mojaba solo al verme con ella, cuando llegué descubrí de que había invitado a todas sus amigas, un grupo de chicas igual de insoportables que ella, cuando me vieron llegar con el gigantesco oso en mi espalda y el ramo de rosas, gritaron tanto que incomodaron a todos los que estaban cerca de nosotros, sus amigas desaparecieron en un instante para darnos espacio y Cintia me recibió con una serie de besos apasionados que terminaron por ponerme erecto en un instante, de pronto sentí como bajaba el cierre de mi chaqueta y metía sus manos debajo de mi playera para tocar mi abdomen
— Traes la playera que tanto me gusta, sabes que no me puedo resistir
— Cintia no es momento, las personas nos están mirando
— Eso no me importa, me gusta cuando eres detallista conmigo, eso me excita y lo sabes
— Quisiera no saberlo
— Daniel tú sí que sabes cómo arruinar el momento
Después de nuestro pequeño dialogo dijo que tenía hambre y que fuéramos al segundo piso a tomar un helado o algo así, algo que no fuese a engordarla, para ese entonces yo ya estaba más que arto y moría por salir de ahí porque me daba cuenta que mi jornada apenas estaba comenzando, eran las 10:48 am y mi tortura apenas iniciaba. Cintia sus amigas y yo subimos por las escaleras eléctricas, ellas iban riendo como siempre, por cualquier tontería reían, yo cargaba el oso de peluche y miraba mi reloj como un loco para ver si así el tiempo transcurría más rápido… Entonces lo vi
Tragué saliva tres veces cuando lo vi bien, mientras subía por la escalera vi al chico más hermoso que nunca había visto, 17, quizá 18 años, de cabello negro, ojos castaños claros, casi verdes, su piel parecía de porcelana, delicada, suave, era delgado, no estaba en los huesos, tenía lo suyo, un poco más bajo que yo y su boca, esos carnosos labios se veían tan rosados y mordibles, sus pestañas, sus cejas, todo en él era hermoso, su caminar, su arrogancia, su ropa bien combinada, su sonrisa convenenciera y su seriedad que denotaba altives, no pude dejar de verlo, incluso me caí por no ver donde terminaban las escaleras y comenzaba el suelo fijo, las amigas de Cintia rieron ante mi torpeza y Cintia me reprendió por dejar caer el oso, me levanté rápidamente pero solo para buscar a ese chico con la mirada, rayos, se había ido, volví a tragar saliva al darme cuenta de lo que me estaba pasando, hasta ese entonces yo estaba seguro de ser completamente heterosexual, digo, me encantan las mujeres, me encanta el sexo con ellas pero ese chico era… Diferente, creo que nunca podré explicar que fue lo que me hacía sentir cuando lo veía, como si yo cayese en una especie de hechizo que tenía su mirada, un hechizo en el que me olvidaba de quien era para entregarme a su voluntad, Cintia sonrió cuando se dio cuenta de que tenía una erección monumental, a mí me dio mucha vergüenza porque alguien podía verme así que me cubrí con el oso y caminé detrás de ella, ese chico me hacía experimentar cosas bastante fuertes y eso solo con verlo.
Resignado a no encontrarme con aquel muchacho, me fui con Cintia a una cafetería, yo no estaba muy animado que digamos y menos porque Cintia se la pasaba ignorándome por conversar con sus amigas, convencido de que el día sería un completo fastidio, me levanté de la mesa sin que ella le tomara importancia y decidí ir por allí para buscar algo de comer, un helado agridulce o algo así, la idea era entretenerme al menos hasta que dieran las cinco, a esa hora ya podríamos irnos de allí a coger tal vez, caminé con las manos metidas en mi chaqueta cuando de pronto, mientras observaba el menú de los helados, lo vi pasar frente a mí, su voz iba de acuerdo a su imagen, una voz juvenil, suave y clara, se veía que tenía carácter
— La película en verdad es mala, no entiendo cómo a todos les gusta, quizá porque es un cliché, la verdad es que no te pierdes de nada
Decía mientras hablaba por teléfono, sin darme cuenta comencé a seguirlo, a una distancia respetable para que no se diera cuenta
— ¿Cómo que no van a venir? Dijimos que veríamos la siguiente juntos ¿Piensan dejarme plantado?
Siguió peleando por su celular, al parecer tenía problemas
— Eso no se le hace a los amigos, en fin, diviértanse en su estúpida visita al doctor… ¿A mí que me importa si estás sangrado? Yo quería ver Godzilla
Dijo furioso y después colgó su celular, suspiró un par de ves lo cual hizo mover esos mechones que le cubrían parte de las cejas y después con una mueca se sentó cerca de allí, había sido un metiche por completo, lo seguí hasta donde estaba y si no actuaba con cuidado se iba a dar cuenta de que prácticamente lo estaba acosando, siguió suspirado y frunciendo el ceño, se veía tan guapo cuando lo hacia
— Oye ¿Sabes qué hora es?
Me preguntó sin pena, yo no supe qué hacer, qué decir o cómo reaccionar, solo tartamudee un par de veces repitiendo su pregunta
— ¿Qué hora es?
Pregunté sonando como un completo idiota
— Sí, ya sabes, el movimiento de rotación en la tierra, la hora… El tiempo
Aclaró con sarcasmo y sonriendo al verme nervioso
— Claro claro, son las… 11:15 am
— Muchas gracias, al parecer este será un día largo y aburrido
— ¿Te sucede algo?
— No, estoy bien, es solo que planee este día desde hace semanas y justamente hoy mis amigos decidieron tener un accidente con un abrelatas eléctrico
— ¿Te puedo ayudar en algo?
— Solo que quieras desperdiciar tu día en el cine conmigo, en fin muchas gracias
Dijo mientras se iba, entonces como si mi vida dependiera de ello fui detrás de él
— Me encantaría, digo no tengo nada que hacer, además me gusta el cine
— ¿De verdad? Mmm no lo sé, ya me había resignado a pasar la tarde solo, además no te conozco
— Tranquilo, yo sé lo que es que te dejen plantado o que algún aguafiestas eche a perder los planes, iré contigo al cine, descuida no soy ningún delincuente ni nada de eso
— Wow pues muchas gracias, al menos podré quejarme con alguien de la película ¿Cómo te llamas?
— Daniel, me llamo Daniel, mucho gusto
— Un placer conocerte Daniel, mi nombre es Michel pero todo el mundo me dice Yahir
Todo había pasado tan rápido que no podía creerlo, ese chico, el que me había puesto erecto con solo verlo, con escuchar su voz, aquel chico al que no conocía y que no podía dejar de ver, iba a ir al cine conmigo, cuando estreché su manos para presentarme, fue una sensación mágica, tenía ganas de tomarlo en mis brazos y estrujarlo, no lo sé, eso es lo que me provocaba, restregar mi rosto con el suyo y respirar en su cuello, comerme sus labios, desnudarlo y recorrer cada centímetro de él con mis manos y mi boca, me encantaba, no podía negármelo, me estaba atrayendo y excitando un muchachito de preparatoria, a mí, la máquina de sexo heterosexual ¿Qué me estaba pasando?
Dejé a Cintia sola con sus amigas en la cafetería, no me importaba, me daba lo mismo si se molestaba o no, tenía razones suficientes para justificar mi partida, me había ignorado toda la tarde y no me gustó para nada el que llevara a sus amigas a una fecha importante para nosotros.
Me fui con ese chico al cine, como el pagó las entradas, yo pagué las palomitas, trataba de hacerle conversación a cada momento, me fascinaba escuchar su voz, su risa, sus comentarios atinados y su sentido del humor. Mi pantalón me lastimaba porque tenía una erección gigantesca que juraba rompería la tela en cualquier momento, en un instante mi pequeño amigo se levantó su playera para limpiar la pantalla de su teléfono y entonces pude ver su torso, delgado, con abdomen marcado y al mismo tiempo sensual, tenía el cuerpo de un adolescente con la sensualidad de mil hombres musculosos ¿Cómo lograba tener todo eso? Me daba miedo el poder que ese chico tenía, porque quizá todo eso no me pasaba solo a mí.
— ¿Y vienes mucho a esta plaza?
Pregunté para hacer conversación mientras entrabamos a la sala
— Para nada, no soy de aquí, vine a visitar a unos amigos pero ya sabes lo que les pasó
— ¿Entonces no vives aquí?
Pregunté desilusionado con un tono de voz un tanto triste
— No, me encantaría, esta ciudad tiene un clima muy hermoso, estoy acostumbrado a lo tropical ¿Y tú vienes muy seguido?
— Casi siempre, mi novia y yo venimos al cine cada semana aunque nunca disfruto la película porque se la pasa hablando o preguntándome cosas porque no la entiende
— ¿Tienes novia?
Preguntó levantando una ceja
— Sí, se llama Cintia aunque creo que después de esta tarde ya no será mi novia, pero eso no importa ¿Tú no tienes?
— No, a mí ya se me fue el tren, soy de los quedados
— Ja- ja- ja Pero si apenas eres un chico ¿Cuántos años tienes?
— Voy a cumplir 20 en tres días
— No puede ser, pareces de diecisiete o dieciocho
Dije perplejo mirando su cara
— Colágeno… Ok no, no lo sé, es mi naturaleza, soy casi inmortal aunque eso me ha traído muchos problemas… Creo que deberíamos dejar de hablar, ya va a empezar la película.
Nos quedamos en la oscuridad viendo la película, Yahir me tenía loco, no sabía que me sorprendía más de él, su juventud, su belleza, su carácter, su físico, experimenté una especie de cosquilleo cada vez que lo veía en la oscuridad y quería decirle lo que estaba sintiendo ¿Me creería? Que me producía tantas cosas con solo verlo, quizá huiría, me dejaría de hablar, podíamos llegar a ser buenos amigos, aunque me moría de ganas por tomar su manos, cuando mis palomitas se terminaron el me invitó de las suyas y en un instante nuestros dedos se tocaron, tragué saliva cuando con mis dos dedos toqué los suyos por un instante, él no dijo nada, estaba demasiado entretenido con la muerte del monstruo japonés
— Oye… ¿Crees en el amor a primera vista?
Pregunté pero no me escuchó, solo se impresiono cuando la película estaba en el clímax, yo ni siquiera la veía, pues no podía dejar de contemplarlo, en un instante mis piernas empezaron a temblar, mi abdomen se contrajo y solté un pequeño gemido al venirme, el chico me había hecho eyacular solo con verlo, con las erecciones que me hacía sufrir desde que lo conocí, él me miró extrañado y me dijo que si me podía ayudar, que si estaba bien, yo solo quería decirle “No me mires así, vas a hacer que te bese” Puso su manos en mi hombro, le dije que estaba bien que era un pequeño dolor en el abdomen y que se me pasaría pronto, él solo asintió haciendo una mueca y siguió en lo suyo, tuve que ir al baño para despejar mi mente, me lavé la cara y me acomodé mi herramienta en el pantalón para que ya no me lastimara, tenía las venas demasiado marcadas y manchas de semen en mi ropa interior, las mejillas rojas y la piel subida de tono, me miré al espejo y me prometí que debía besar a ese chico que no podía terminar el día sin mínimo tomar su mano aunque fuese en broma, no me importaba si era gay o no, si estaba bien lo que sentía y no tuve tiempo de cuestionarme que me estaba pasando, estaba desesperado por cualquier cosa que viniera de él, pero sobre todo, no quería que se fuera nunca de mi lado. Mientras secaba mis manos llevé mi mano derecha a mi corazón porque estaba palpitando con mucha intensidad, se sentía muy bien, una sensación que hasta ese entonces no había experimentado, cada vez que pensaba en Yahir sonreía, me sentía feliz… Me estaba enamorando.
Vi el reloj y eran las 12: 50 pm la película estaba casi por terminar y entonces mi pequeño se iría, no podía permitirlo, tenía que retenerlo de alguna forma, lograr que me quisiera, que yo le gustara, me daba tanta rabia pensar en que quizá amaba a alguien más y por eso no quería decirme nada sobre novias o amor, me enfurecía pensar en cuantas chicas habría besado o peor aún, cuantos chicos lograron beber de su boca, su sabor agridulce y quienes habrán mordido esos labios rosas con los que yo fantaseaba, demonios, ahí estaba otra vez mi erección
Regresé a ver la película pero solo para espiarlo en la oscuridad, una vez que terminó le pedí que me dejara invitarle un café para cerrar nuestra nueva amistad, él estaba dudoso e incluso asustado cuando le dije que quería ser su amigos pero me la pasé toda la tarde contando chistes, secretos, cosas intimas hasta que logré que entrara en confianza conmigo
— Cuéntame. Te has enamorado alguna vez
— Será mejor que te alejes de ese tema si no quieres verme llorar como una quinceañera con problemas alimenticios
— ¿Por qué? Tan duro te ha ido
— Se podría decir que planeo que me vaya mejor, siempre estoy preparado para lo que sea
— ¿Te sientes solo?
— ¿Acaso no todos nos sentimos así? ¿No estamos en busca de alguien que no haga sentir completos y plenos?
— Quizás, aunque a veces es difícil explicarlo porque podría parecer una locura
— Las locuras son mis favoritas, son las que más disfruto…
— Genial, porque las locuras son las que mejor me salen, además soy un poeta
— Vaya, vaya, eres un estuche de monerías, déjame oír el mejor, una elegía, esas me encantan
— Está bien (En ese instante inventé uno para él y lo miré directo a los ojos)
“¿Quién eres? ¿Por qué me resultas tan interesante, tan entrañable y singular? Me has llegado de sorpresa con tu inocente semblante y tus aparentes buenas intenciones, no ves que me muero por caer a tus pies, por estar contigo a solas y poder expresar con mis ojos y mis caricias lo que mi boca no puede decir, quiero poder ahogarme en tus labios, olvidar mis tristezas, pero ten cuidado, porque te confieso que no he amado antes y debes comprender que también soy frágil, que el amor es tan peligroso que te golpea en un solo día, que hace que no puedas dejar de ver a un simple extraño, que hace que me esté volviendo loco por ti.”
— Wow, es hermoso, me has dejado sin palabras
— Muchas gracias ¿Te gusta la poesía, leer, escribir?
— Algo así, nada importante
— Yo la escribo desde hace algunos años, siempre digo que nadie puede resistirse a un buen físico y a un poema bien escrito
— Ja-ja-ja creo que alguien tiene un ego muy grande
— Claro que no, pero no es por presumir pero nadie se me resiste
— Sí claro, ya me tienes a tus pies
— Podría si te gustara, en fin, tengo amigos que se han enamorado de mi, no le he correspondido a ninguno pero puedes intentar
— Tengo muchas cosas que hacer, no suelo enamorarme de los desconocidos que me acompañan al cine, pero puedes intentar
Dijo mientras reía, en verdad me encantaba, no solo por su sinceridad, sino porque no le tenía miedo a decir las cosas directamente
— Tengo las manos frías
Dijo mientras trataba de calentarlas con su aliento, yo las tomé con la mera excusa de ver si era cierto, en verdad eran frías y pálidas, como si la sangre no llegará hasta ellas
— ¿Te pasa muy seguido?
— Siempre, mis manos no conocen otra temperatura, puedo erizar a las personas solo con tocarles el cuello, además de que es muy práctico si quieres enfriar alguna bebida
— Mientras no tengas un corazón frio…
— ¿Cómo sabes que no lo tengo? Podría congelarte en un solo segundo si me conocieras bien
— No lo creo, no pareces esa clase de chico
— ¿Entonces de qué clase parezco?
— De los que son tan cálidos que ocultan su verdadero ser tras la frialdad
Dije mientras volvía a tomar su mano pero para trazar sus líneas y admirar su piel
Una vez que terminamos de hablar quisimos ir a caminar un rato por ahí y justo cuando estábamos por salir del centro comercial, apareció Cintia furiosa con sus amigas
— ¿Dónde rayos estabas? Me tienes como idiota esperándote en la cafetería ¿Qué clase de novio eres?
Dijo al acercarse a mi furiosa y reclamándome, yo no le presté atención, el corazón me iba a explotar por haber tocado las manos de aquel joven que me encantaba, por haberle dicho aquellas palabras, me valía madre en aquel momento aquella niña caprichosa y mimada
— Ahora no Cintia, hablaremos después
— Bonito día me has hecho pasar… Oh ¿Quién es tu amigo?
— Es Yahir, un amigo que encontré hoy
— Vaya, no sabía que tenías amigos tan lindos
Dijo y después le sonrió a mi chico, yo me moría de celos sobre todo porque él tomó la mano de Cintia y la besó mientras se presentaba “Michel Gonzales” Un placer conocerte, dijo el chico en broma, me pregunté por qué no se presentó con su nombre de pila
— El placer es todo mío, pero debes saber que me has robado a mi novio, hoy es nuestro aniversario de un año y me ha abandonado por ir contigo
— Mil disculpas señorita, por haberle robado la atención de su novio hoy, en verdad lo siento, estoy seguro que Daniel tiene cosas que hablar con usted y que debe pasar una fecha tan importante a su lado, yo ya debo irme, hasta pronto, ha sido un placer
— Yahir espera…
— Vaya que chico tan educado, sino fuera porque estoy contigo Dani, iría tras de él
Yahir se fue sin despedirse de mí
Cintia me tomó del brazo y me apartó de allí casi obligándome a caminar mientras yo solo veía como aquel muchacho bajaba por las escaleras eléctricas sin mirar atrás
Se iba, se marchaba sin poder decirle lo que estaba sintiendo, Cintia no me dejaba irme ¿Qué podía decir? “Suéltame que debo ir tras el chico que me gusta” Sonaría demasiado estúpido, me daba coraje conmigo mismo por no haber sido más valiente así que sin temor a nada, me zafé del brazo de Cintia y comencé a correr tras Yahir, baje las escaleras corriendo y traté de ubicarlo con la mirada, pero no estaba, tenía miedo de que se hubiera ido, de no volverlo a ver jamás, ni siquiera pedí su teléfono, su nombre en Facebook, entonces pensé ¿Y si no se llama Yahir? Si tenía otro nombre y solo me mentía, no quería aceptarlo, no quería creerlo, tenía que encontrarlo y decirle que me gustaba…
Busqué por todo el centro comercial, corrí como un padre que pierde a su hijo, lo busqué en la calle, en el estacionamiento, en las tiendas, en cada parte donde pensé que iba a estar, le pregunté a las personas si lo había visto pero al parecer solo yo me había fijado en tantos detalles de su persona
Una vez que me había rendido y que estaba con el corazón destrozado y a punto de romper en llanto, me fui caminando a casa, derramando pequeñas lagrimas que me quitaba porque no quería que nadie me viera llorar, apretaba mis puños maldiciendo a Cintia ¡Maldita niña! Decía cada vez que pensaba en como Yahir se había disculpado y se había ido, probablemente lo desairó. Cuando ya no podía más con mi nostalgia, me senté en la acera, para disfrutar mi tristeza cuando entonces pasó, justo del otro lado de la calle, un chico con una chamarra negra que lo cubría del frio, caminaba con las manos en los bolsillos y sus audífonos puestos, sereno, tranquilo, se dirigía a casa, era Yahir, cuando lo ví restregué mis ojos para asegurarme de que no estaba soñando, le di gracias al universo, cielo, Dios, por encontrarme con él, corrí y lo abrasé estrujándolo, sintiendo gran revuelo en mi corazón
— Vaya, veo que alguien me extrañó mucho…
Dijo pero no lo dejé continuar, tomé su rostro con mis manos y lo besé, junté sus labios con los míos y los hice míos, los devoré sin importarme si alguien pasaba por allí, si nos veían, era de noche y de pronto una ráfaga de viento otoñal nos cubrió, él no se resistió a mi beso, tampoco correspondió, solo dejó que lo besara, que lo acariciara y una vez que me separé de él lo mire a los ojos, entonces él dijo
— Tengo que irme
Dijo soltando mis manos y poniéndose muy triste
— Aún no por favor…
— ¿Qué pretendes hacer conmigo? Insistes en acompañarme al cine, me hablas como si fuésemos mejores amigos, me lanzas indirectas y tratas de ligar conmigo y ahora de la nada me besas… No te entiendo ¿Estás jugando conmigo?
— No es eso, es que… No sé cómo explicarlo, escucha, he estado tanto tiempo en busca de algo que me haga sentir vivo, que me diga que no todo está perdido, algo que me haga vibrar por dentro con tanta intensidad que hasta me duela decirlo, quiero poder quitar esta apatía de mi vida y tener un nuevo sabor de boca cuando piense en la vida y no sé, cuando te veo, siento eso y me siento muy bien
— No soy lo que estás buscando Daniel, créeme que no lo soy, lo siento
— Sí lo eres, si no lo hago nunca podré saberlo, déjame estar contigo hoy, quiero poder contarte mi vida, mis secretos, mis recuerdos, quiero que tú lo sepas, puede que esto suene demasiado loco o que hasta resulte terrorífico pero siento que te conozco, que sé quién eres y que tú también sientes lo mismo conmigo ¿Por qué invitar al cine a un simple extraño si en el fondo no sientes que podría ser un posible amigo? Te quiero, golpéame o sal corriendo pero te quiero y yo… Es cierto, será mejor que te deje en paz
Dije mientras me temblaban las manos y me ponía muy nervioso, le supliqué con mis ojos que no se fuera, que me dejara quererlo, no me importaba si no era gay o lo que sea, yo quería estar a su lado pero lo había echado todo a perder, solo me alejé lentamente dejando al apuesto chico muy impresionado mientras yo caminaba con la cabeza agachada y con una inmensa tristeza en mi corazón
— ¡Espera!
Gritó cuando ya estaba alejándome y entonces caminé hacia él
— Daniel, me levanté esta mañana con la intención de salir con viejos amigos a ver una película sobrevalorada, sin embargo me encuentro con alguien como tú ¿Cómo reaccionar ante un poeta? Dime ¿Qué puedo decir? ¿Qué hacer?
Dijo y entonces volví a besarlo de una forma dulce, lo tomé del brazo y lo llevé hasta mi casa que estaba cerca de allí. Nos costó trabajo no comernos en puerta por lo que una vez a dentro, lo besaba hasta el cansancio, sus labios tenían un sabor agridulce que simplemente amaba, las luces estaban apagadas y él me pidió que no las prendiera, que la oscuridad fuera testigo de lo que íbamos a hacer, lo pegué a mí de modo que nuestras ingles quedaran pegadas, respiré en su cuello y él se erizó enseguida, gimió un poco cuando le di una ligera mordida en sus clavículas sobre la ropa, él pasó sus manos en mi espalda y la acaricio, volví a besarlo porque me encantaba, mordí su mandíbula, la parte alta de su pecho y sus oídos, sus pequeños gemidos hacían explotar mi pene y cuando metí mi mano en su playera para acariciarlo, fue fantástico sentir su piel caliente “Te amo, te amo como no pensé llegar a amar a alguien ¿Qué tienes que me haces amarte tanto?” Le confesé al tomar sus dos manos y llevarlo contra la pared, le arranqué su playera, su pantalón, su ropa interior, quería tenerlo desnudo solo para mí, mis manos estaban frías por el clima y las pasé por todo su cuerpo para que se calentaran
Él no decía anda, solo se erizaba, se contraía, gemía apretando los dientes, yo me comía su cuerpo mejor que como me comía el de las mujeres, comencé a quitarme la ropa, presumí mi físico con él, pasé sus manos por mis músculos para excitarlo y funcionó, no dejaba de pasar sus manos por mis pectorales y por mi espalda, nos fuimos besándonos hasta mi habitación donde lo dilaté con mis dedos, cada gemido que sacaba a mí me volvía loco, estaba por reventar, fui con mi lengua desde su nuca hasta sus glúteos, le dije al oído que iba a ser cuidadoso a menos que él quisiera que las cosas se pusiera salvajes, lo puse bocarriba e introduciendo mi pene en su orificio, volví a recorrer mi cuerpo con mi boca, quería que dijera mi nombre, que no se le olvidara nunca quien le estaba haciendo el amor, cuando sintió mi herramienta dentro de él, apretó las sabanas y me miro a los ojos pidiendo compasión, entrelacé mis dedos con los suyos y lo besé otra vez, empujé con cuidado hasta que mi inmenso pene estuvo dentro, él palpitaba, su colita se contraía, me hacía derramar liquido pre seminal como si fuese una eyaculación, Yahir gemía en mi cama al experimentar con su cuello, su pecho, su pene lo tomé entre mis manos y lo acaricie al ritmo de mis embestidas suaves y cuidadosas, me estaba volviendo una salvaje, de repente le di muy rápido, tan rápido que él no podía ni gritar, solo jadeaba mordiendo sus labios, parecía que quería matarlo, estaba encima de él lamiendo su torso y le daba tan rápido que mi pene se puso muy caliente, le di con tanto frenesí que él me pido más, gritaba como un niño pequeño, me decía que continuara, que no parara, decía mi nombre “Daniel, Daniel, Daniel” Una y otra vez y yo sentía que mi corazón palpitaba tan fuerte cuando escuchaba eso, le confesaba en su oído cuanto lo deseaba, ponía mis manos en sus glúteos al momento de darle con fuerza, era una bestia con él
Lo tomé del brazo, lo llevé a la pared, lo arrinconé y lo penetré allí hasta que la voz se le acabó, él se deleitó con mis músculos, con mis brazos, su lengua acariciaba la mía, él también me deseaba tanto como yo lo deseaba, me mordía, me tocaba, me masturbó pero no se atrevió a darme sexo oral, me cabalgó, me hizo venir una y otra vez dentro de él, ocho orgasmos de mi parte y seis suyos, recuerdo escuchar cada uno de sus gritos cuando gemía y yo tenía que besarlo para que los vecinos no nos escucharan, cuando le jalaba el cabello porque me estaba viniendo otra vez, le dije que lo amaba tantas veces que ya hasta parecía algo normal, algo que estaba acostumbrado a decir, pero no era así, porque cuando su piel rosaba la mía y sus labios me besaban, me sentía pleno, sentía que quería estar con él para siempre, hacerlo mío cada noche, besarlo, quererlo, amarlo, dar todo por él, nunca dejarlo escapar ni irse, luchar contra quien sea o contra lo que sea, porque en menos de veinticuatro horas se robó mi corazón como nadie lo había hecho
Cuando terminamos de nuestro acto, agotados, sin aliento, felices, satisfechos, lo cubrí con mis sabanas y lo abrasé, que su cabeza descansara en mi pecho, él estaba dormido, dormía porque estaba agotado, había sido muy rudo y a la vez tierno, quizá necesitaría un largo descanso pero algo me decía que no era su primera vez, lo contemplé hasta altas hora de la noche, pasaba mis dedos por su cabello, le besaba la frente, lo protegía, era mío, mío y de nadie más, era parte de mi alma, de mi ser, no quería que se alejara nunca de mí, nuestros corazones latían quizá por un sentimiento que crecía desde ese momento, el amor que sentía por él, cuidé de su sueño hasta que me quedé dormido aun con él en brazos, le dije tantas cosas que no escuchó, que lo amaba, que daría mi vida con él y solo Dios sabe cuánto le lloré, cuantas cosas le escribí, cuanto tiempo lo busqué y lo anhelé, porque al día siguiente cuando abrí mis ojos, él ya no estaba, se había marcado, sin un adiós, sin un hasta pronto, solo dejando una carta sobre las sabanas, diciéndome tantas cosas que dieron justo en el blanco para romperme el corazón, encendí mi celular y me di cuenta que tenía veintisiete llamadas perdidas de Cintia y seis mensajes de texto, el ultimo decía que habíamos terminado, que no quería volver a verme, pero otra vez sentí ganas de matarme porque no le pedi su teléfono a Yahir, nada, desde ese día mi vida cambio demasiado por razones que son obvias y todavía espero algún día encontrarme con él para recordarle la hermosa noche que pasamos juntos, aquella que nunca podré olvidar porque saben algo, lo amo, lo amaré siempre, no importa cuánto tiempo pase…
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