Orcs & Shotas 03
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por shotaboy.
-Y.
que opinan? – preguntó Wallace a sus compañeros mientras los transportaban por un camino accidentado en una enorme jaula de metal.
-Sobre qué? – cuestionó dentro de la jaula el pequeño Teran que jugaba inocentemente con su prepucio.
-Sobre esto! – dijo y continuando – Los orcos, el sexo, el hecho de que nos volvimos adictos a ser violados.
-Hmmmm.
– dubitó Teran.
-No es nada nuevo – habló Lesser con indiferencia- ya habíamos comido verga, no lo nieguen.
-.
Lesser yo.
Como fue que tú.
? – preguntó titubeante Wallace.
-Wallace Tu habla dormido y Teran lo escribió en su diario – confesó mientras se tocaba el ano con curiosidad.
-Y.
– Terán preguntó – Tú también.
¿cómo fue?
El elfo Lesser contó los pormenores de su descubrimiento sexual: cuando tenía cinco años vivía con mi familia en una acomodada viña exportadora de vinos mágicos, yo era el menor de nueve hijos, cuatro hermanas y cuatro hermanos (de ahí el nombre lesser = menor), mis padres tenían negocios en varias ciudades elficas por lo que dejaban todo en manos de sus hijos mayores.
Vivíamos en una propiedad decente, mis hermanos mayores eran muy apuestos y desarrollados de largas cabelleras rubias y rostros inmaculados, mis hermanas eran bellezas dulces y encantadoras de piernas largas y esbeltas también con rostros lisos como la porcelana; y yo era el centro de atención siempre debido a la lindura de mi rostro, piel tersa y encantos infantiles; Sin embargo mis hermanos mayores no pasaban mucho tiempo conmigo, ellos eran expertos arqueros y cazadores y gastaban su día en el deporte.
Mis hermanas solían jugar en casa conmigo, ellas preferían por encima de cualquier otro, un juego llamado "vestir a la muñeca", y pues.
Yo era la muñeca, disfrutaban de ponerme todo tipo de vestidos, maquillaje, joyas y peinados delicados, lo que a mí me gustaba puesto que recibía mucha atención y mimos.
Día tras día desfilaba para ellas mis conjuntos de princesa, aún a mis hermanos les encantaba verme ya que mi aspecto que de por si era muy bello, más bello aún que el de mis hermanas me cargaban haciéndome modelar, poniéndome y quitándome ropa frente a ellos hasta muy entrada la noche, cierta ocasión mis hermanos mayores volvían de una fiesta ya tarde, y como de costumbre me encontraron vestido de princesa, mis hermanas dormían luego de actuar como damiselas todo el días, es decir, cansadas de hacer nada, al llegar ellos a casa ellos me llevaron a la habitación de mis padres y lascivos como los adolescentes y jóvenes elfos que eran, me arrancaron el vestido rasgándolo y desnudándome en el proceso, Mi hermano Higher (el mayor) fue quien orquestó todo, dirigiendo quien iba a tocarme primero, a quien iba a chuparle el pene y con toda su autoridad primogénita me abrió el culito clavándome su rubia verga sin un ápice de condescendencia o piedad, su envite salvaje me arrancó gritos y sollozos que se hubiesen escuchado en toda la viña si no fuera porque la habitación de mis padres tenía un hechizo a prueba de sonido que les permitía su libertad sexual sin perturbar a sus hijos.
Higher depositó su semilla lleno de orgullo, luego le siguieron el resto por orden descendente hasta que cada uno hubo terminado, jamás había sentido un dolor tan desgarrador en mi corta vida, no solo porque me habían violado repetidas veces esa noche, sino porque se trataba de mis hermanos mayores quienes se suponía debían cuidarme, aquella noche tomaron a su hermanito y lo terminaron de convertir en princesa.
Me cogieron con todo gusto y sin reservas utilizándome sin miramientos durante cinco años sometido en secreto a la voluntad de cuatro elfos adolescentes llenos de semen a reventar, mis padres jamás lo supieron, yo quedé marcado por esta experiencia que me impidió comunicarme correctamente limitando mi capacidad del habla, decidí a superar la sombra de mis hermanos por lo que habiendo practicado la arquería mientras ellos no estaban me descubrí siendo muy bueno así que huí de casa.
-Creo que después de complacer a dos orcos al mismo tiempo, siento que he superado mi pasado -dijo confiadamente Lesser- así que aun quiero tener muchos penes dentro de mí.
-Pues -dijo Teran acomodándose sobre su nalga izquierda- mi historia es diferente pero aquí va:
El pequeño Teran, así me llamaban, Yo siempre había sido un hechicero prodigio, no era de extrañarse que fuese el mejor de la clase; pero debido a esto mis compañeros quienes me llevaban entre dos y cinco años me tenían celos y solían molestarme constantemente y de cualquier forma que podían, no es por presumir pero mi intelecto era muy grande, más que mi cuerpo.
Siendo siempre más pequeño que mis compañeros era natural que me hicieran todo tipo de bromas, a veces robando mi ropa y obligándome a recorrer por la escuela de magia desnudo; pero admito que si bien era mi infierno personal convivir con esos idiotas me gustaba la atención que me daban, especialmente cuando me apretujaban jugando a penetrarme, yo no podía evitar sentir un gustito en el estómago; pero todo se fue a pique cuando en una ocasión dentro de los baños tres compañeros (mis abusadores de siempre) me vieron desnudo e iniciaron desnudándose los toqueteos, caricias y frotamientos de siempre, me sentía en el cielo; pero no debía demostrar mi agrado frente a ellos, lamentablemente (o afortunadamente) pasó justo lo contrario, mi penecito se levantó y ellos descubrieron que me gustaba; sin embargo ellos se fueron dejando todo hasta allí.
Cierto día los tres chicos mayores me dejaron caer un poderoso hechizo que habían robado de la sala de profesores, el hechizo de "100 polvos", sin quererlo me lanzaría sin elección a tener sexo cien veces con cualquier persona que me encontrara hasta que el hechizo se acabara, Mis compañeros al verme tan vulnerable se aprovecharon de mi encerrándome en los baños antiguos, trancaron la puerta con llave y me penetraron fervientemente una y otra vez sin descanso y una vez saciado su apetito sexual comenzaron a llamar a otros compañeros grados escolares cada vez mayores a quienes cobraron la entrada por cada polvo durante el fin de semana, grité, gemí, jadeé y pedí que pararan pero era inútil, estaría allí hasta que pasara el efecto del hechizo, cuarenta y ocho horas más tarde el conserje e incluso algunos profesores con el pretexto de agotar el hechizo más rápidamente me penetraron en incontables ocasiones terminando el efecto el día domingo; pero había sido penetrado muchas más de cien veces debo decir, no quería admitirlo pero las demás las consentí yo pidiendo sin descanso ser sometido hasta que me llevaron ese lunes temprano a la enfermería con el culo destrozado.
Durante esos tres días fui la putita de media escuela de magia, me vi obligado a abandonar la escuela de hechicería ya que los masivos episodios sexuales se repitieron durante los dos últimos meses del año escolar; pero no pude volver a concentrarme en la magia después de haber descubierto el sexo y desde ese entonces a pesar de mi gran talento fallo en sus conjuros al ponerme nervioso.
-Yo también me siento liberado, es decir, haber soportado todo este sufrimiento en mi trasero me ha hecho perder el miedo, creo que nunca más volveré a fallar otro hechizo.
-Qué hay de tí, Wallace? – preguntó Lesser.
-Yo nací para esto! – dijo el niño guerrero ante la mirada de duda de sus compañeros.
No tuve una madre que se preocupara de mí, tampoco un padre que me cuidara, solo recuerdo haber vivido con mi maestro, en una pequeña casa alejada de toda civilización en medio de algún bosque; desde que era muy pequeño Mi maestro ha estado allí para mí, siempre que él llegaba a casa Yo lo recibía desnudo y él, que era un hombre barbado cano y fornido se despojaba de su armadura y justo allí en nuestra casa, o en el patio, el bosque, el rio o en donde quisiera me hacía el amor sin ningún tabú, así había sido incluso desde que tengo memoria, no recuerdo haber visto a otro ser humano a parte de mí y del maestro hasta años después.
A mí me había parecido normal beber leche del pene de mi maestro, la textura y el sabor, e incluso la rudeza con la que me hacía comerle la verga era algo tan natural como dormir o cagar, ser acariciado en mi cuerpecito por sus grandes y ásperas manos antes y después de nuestras sesiones de amor, cada que vez que mi maestro lo solicitara yo me entregaría dejándome hacer aun lo que tiempo después aprendí que eran consideradas barbaridades y aberraciones, para mí todo era aceptable, legal y absolutamente disfrutable siempre y cuando fuera con él; el maestro me sodomizaba a voluntad y esto nunca me había molestado, al contrario lo disfrutaba siempre que ocurría; llegándome a sentir solo e incompleto cuando él debía irse ya fuera a pelear en alguna cruzada o en busca de víveres y lo esperaba con ansias cuando volvía de sus largos viajes que podían extenderse de uno a dos meses.
Cuando él finalmente llegaba yo salía a recibirlo desnudo como a él le encantaba, atendiéndolo con una dedicación tal, como para que no me abandonaría nunca, lo que en realidad había sido siempre mi gran temor, quedarme solo en esa casa esperando a mi maestro sin que este volviera a aparecer.
Mi maestro también me enseñó valiosas técnicas de espada y combate, el valor del dinero y los protocolos sociales, enseñanzas sin las cuales no había podido sobrevivir luego de que él muriese.
Fue una tarde calurosa, llegó el maestro a la hora de la merienda, cargaba un costal lleno de todo tipo de víveres, así que ese día le cocinaría un banquete, después de todo hacía tres largos meses que no lo veía, lo que se resume en 90 días, a tres y cuatro polvos diarios, serían.
Mucho tiempo perdido, le atendí con premura y dedicación hasta que un grupo de forajidos irrumpió en el sitio asesinando al hombre que me había criado.
El maestro me confesó mientras moría desangrado con una espada bastarda en su estómago que en realidad lo había comprado a su madre al nacer, contratando a su padre y madre ya que este siempre había querido un niño que hiciese de esclavo sexual; aunque no lo crean eso nunca me importó, lloré al ver a ese hombre dar su ultimo aliento hasta que sus asesinos me tomaron mientras me encontraba en estado de shock violándome repetidamente durante varios días y noches sin poder emitir ninguna queja, respuesta o reacción, yo estaba perdido en mis pensamientos y francamente el dolor en mi cuerpo siendo ultrajado una y otra vez de todas las maneras posibles tanto con aquellos hombres como sus monturas, luego de usarme se marcharon dejándome abandonado en aquella casa sin comida ni más compañía que el cuerpo de mi maestro en descomposición, lo sepulté en el patio de la casa y tomando algunas monedas y provisiones regularmente escondía por la casa o los árboles vagué un par de semanas en el bosque y al llegar la aldea más cercana me labré una profesión como guerrero.
-Confieso que, desde que nos emboscaron no puedo imaginar mi vida sin una poronga gruesa partiéndome en dos – dijo Wallace sonriendo de felicidad.
La carreta comandada por Ather y dos de sus orcos había llegado finalmente a una enorme ciudad mágica que se elevaba por los frondosos y gruesos árboles tan grandes como un castillo, miles de todo tipo de criaturas que iban desde hadas, pixies, duendes, troles, goblins, ogros, mercenarios humanos, elfos, elfos oscuros, tritones, Taurens, centauros, jinetes de dragón, paladines, enanos, gnomos, orcos y demáses, se desplazaban cada uno en sus asuntos, los niños se maravillaron, nunca habían visto un lugar tan concurrido y a la vez tan alejado de la civilización.
El jefe orco caminó triunfante por las calles de césped fresco hasta llegar a un árbol más antiguo que los demás, encima una marquesina luminiscente ponía en varias lenguas simplemente "BURDEL".
Los orcos bajaron a los niños con cuidado colocándole ropas nuevas cuyo diseño era parecido a las que solían llevar dos semanas antes, Teran llevaba un sombrero de bruja,
Una pantaleta azul marino, un babydoll transparente que resaltaba sus abultados pezones y una sola media de rayas azul en el tobillo derecho; Lesser por su parte llevaba un peinado de diosa elfa, una trenza adornada con flores blancas, dos aretes de luna, una pantaleta turquesa con un pareo de piel de lobo café, vendas ornamentales en su pecho y brazos, además de dos delicadas cintas en ambos tobillos; por su parte el gran Wallace vestía su cabello flechudo mas recogido, su cola de caballo se amarraba con un broche de espada, usaba una armadura de niña algo acorazada en su pecho y hombros, una pantaleta roja brillante con delicados guantes y botas del mismo color.
Al terminar de vestirse les colocaron grilletes en el cuello y fueron conducidos por Ather dentro de aquel lugar.
Un segundo después de entrar toda criatura que allí se divertía volteó a ver a los orcos que escoltaban recelosos a los tres niños que les acompañaban encadenados sin despegar su vista de sus pequeños trajecitos, un ogro enorme los olfateó sonriendo con gusto, luego un goblin que disfrutaba su licor mágico acarició con fuerza las nalguitas descubiertas por la tanga que portaba Teran, el niño dio un salto al sentir aquella mano fría en su trasero y sin mediar palabra uno de sus orcos guardianes sacó de su silla al pequeño goblin que había luego de ese instante perdido media docena de dientes, los clientes de aquel lugar no dejaron de comérselos con la mirada mientras cruzaban la zona pública del burdel que constaba de una amplio espacio con paredes de árbol multicentenario, iluminado con pequeñas luces de colores parecidas a luciérnagas de gran tamaño que volaban por todos los rincones de una mesa a otra, en la barra y el techo, allí esperarían hasta que Ather terminara de concretar el negocio y la promoción de ventas.
Entiendo que este relato ha estado algo flojo, pero descuiden ya que para la cuarta y última entrega de esta saga se harán una paja mental cuando lo lean, y tal vez muchas pajas reales.
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