OTRA VEZ DONACIANO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Lo veía diariamente y le miré el tremendo bulto que se cargaba en sus jeans ajustados. Un día fue al restaurant ya que se estaba cerrando y solicitó una botella de vino tinto yo ya estaba por cerrar pero lo atendí yo personalmente, ya se habían ido todos los empleados. Pidió que se la destapara y sin copa le dio un largo trago.
Sin preámbulos me dijo que sabía ya de mí y que un amigo de el le platicó lo que me gustaba. Yo me puse un poco nervioso pero lo oculté muy bien. Separó la silla de la mesa y estiró las piernas abriéndose el ziper y sacando aquello… “¿Te gusta?”
Sin decir nada me hinqué entre sus piernas para observar aquella feroz vergota, nunca había visto algo similar y vaya que sé de vergotas enormes. Pero aquella era especial, algo más corta que la de Josías pero de un grosor fantástico… “Esta si no me cabe”, pensé. Era casi del grosor de la botella de vino y con unas venotas gruesas y hermosas. Un vergononon moreno que dudaba que me pudiera caber. Lo preparé meticulosamente lamiéndolo, mojándolo y sobándolo, parecía de piedra de tan duro.
La sabrosa cabezota era casi del tamaño de mi puño, con un borde muy pronunciado que mordí muchas veces suavemente y la bolas ouhhhh… enormes, se sentían repletas de la leche que tanto me gusta.
El gran pene moreno escurría mucho líquido entre dulce y salado, tomé todo lo que salía. “No me puedo perder esto papi, quiero que me lo metas, espera un momento voy por lubricante…”. Fui rápidamente a traerlo, cuando regresé Ryle estaba totalmente desnudo y sentado en un sillón. Yo me desnudé rápidamente y empecé a untarme lubricante en el ano y embarré la vergota con mucho lubricante, “… me la tengo que comer por mi ano”, dije ya muy exitado.
Sentía que mi ano se abría y cerraba por la excitación, me puse de espaldas frente al vergudo joven que me tomó de la cintura sin decir nada y me acercó hacía el, yo abrí las piernas y fui sentándome. Me acomodó la cabezota en mi hoyo, la tenía bien caliente, pensé que me iba a reventar cuando me tomó de las caderas con una mano y con la otra abrió mis nalgas. Me moví circularmente para tragarme la sabrosa y dura carnota… “Dámela papito… méteme tu hermoso y delicioso miembro”.
No terminaba de decírselo cuando con las dos manos me bajó, introduciendo toda la cabeza, sentí que me partía. Le arañé los brazos y solté un grito de dolor y de un placer supremo, mi ano se cerró alrededor de la cabezota dándole apretones, aventé un chorro de semen sin tocarme siquiera. “Toda papi, damelaaaaaaaa… aggggg” Me fue bajando suave pero firmemente, creí perder el conocimiento al sentir que mi ano se abría desmesuradamente… goloso, ante aquella maquinota de coger. Me empezó a bombear rico, sentía la cabezota urgando mi punto g, fueron orgasmos interminables, era la verga más gruesa, más gorda que había tenido.
Ya me tenía todo desmadejado de tanta metida, pero bien caliente… sentí que la vergota crecía y la cabezota se inflamaba anunciando la gloriosa venida.
“Dame tu lechita papi… dame la mitad en mis entrañas y la otra mitad en mi boca… siiii papi la quiero tomar”. Sentí que abrió mis nalgas y me dio una metidota muy profunda que me hizo terminar otra vez; cuatro o cinco chorros de semen caliente y espeso que inundó mi interior, me separó de el rápidamente y me ordenó que me hincara;
Lo hice rápidamente y abrí lo más que pude la boca para recibir mi segundo vendaval de semen. Fue inmenso, otros cinco o seis chorrotes de semen, el primero me rebotó en una mejilla mojándome toda la cara y escurriendo por el cuello, rodee con mi boca el enorme glande que asomaba el segundo chorro, la aprisioné con los labios y cuatro o cinco chorros de riquísimo semen dulce, muy blanco y espeso cayeron en mi boca. Me los pasé casi ahogándome. Se la mamé hasta que se puso dura otra vez, me pidió que la siguiera mamando y la juventud del muchacho me dio su premio: otra enorme venida que también bebí de manera íntegra, no dejé ni una gota. Sonrientes y sin decir nada se vistió y se despidió de mi con un beso en mi verga, dejándome recostado en el sofá con el ano bien abierto pero satisfecho y escurriendo semen.
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