p) Intenso primer trimestre
En lugar de penetrarme como esperaba, me abrió el culo y empezó a lamerlo, chupaba con ganas sorbiendo su propia saliva, abriéndomelo con la lengua y luego con los dedos,.
Continuación de: ¿Decepción?
Todo estaba en marcha, funcionando a pleno ritmo, y un nuevo ejercicio nos esperaba, cada uno cargando con sus problemas y envueltos en nuestros afanes.
Había pasado un mes desde que Davy regresara y los chicos había llegado a cuenta gotas, primero Tuan el vietnamita pequeño y delicado de rasgos indudablemente asiáticos, y Érico de Portugal, fuerte y robusto para su edad, de tez morena, Miguel Angel, argentino aunque sus rasgos encerraban fundidos un crisol de razas, el último Misha, insignificante bielorruso de apariencia desnutrida y enfermiza.
Comenzaron a impartirles clases de español e inglés, resultaba muy difícil comunicarse con ellos, excepto con Miguel y algo con Érico, todo se reducía a señales y gestos y ese mes permanecieron en casa sin ir al conservatorio, las clases que recibían de música eran exclusivamente impartidas por Davy al que veía entregado y entusiasmado de su labor.
Les habían preparado los juegos para niños pequeños, más de los que sugerí. El enorme magnolio de flores rosas, situado en una esquina de la pista de basquet, había decidido ser útil además de hermoso, y de sus ramas colgaban columpios y anudadas cuerdas para que los niños simularan ser tarzanes o alegres monos en la selva.
Mi contacto con ellos se reducía a que aprovechaba sus clases de inglés para mejorar mis conocimientos de ese idioma. Tenían un profesor irlandés bastante joven y no le importó, con la autorización de Davy, que me incluyera en el grupo. Pronto me daría cuenta de la diferencia entre su capacidad de aprendizaje y la mía, ellos asimilaban en una hora lo que a mí me costaba días.
Por lo demás solo los miraba por la ventana, cuando salían a jugar acompañados siempre de Lara, la señora que los cuidaba, o de Kevin el profesor de inglés. Me di cuenta de que los consulados de sus países de procedencia cuidaban también de ellos. Aportaban diferentes cantidades contribuyendo a los gastos y si surgían complicaciones tenían que ser informados de inmediato.
De alguna manera, aunque fueran niños abandonados por sus padres, tenían quien se preocupara de ellos, en espera de recibir lo que su capacidad artística devolviera a la sociedad que los atendía. No entraba a hacer valoración alguna, solo que así era.
Mi relación con Óliver se mantenía estable, me tomaba cuando le apetecía y cada vez lo espaciaba más, suponía que habría alguna chica aunque no deseaba pensar en ello. Desde el principio del curso cambió respecto del año anterior y volvía a ser el muchacho estudioso de otras veces. Lo achacaba a que la dureza del trabajo en la sidrería del que se quejaba, influía en su decisión de esforzarse.
Cuando llegué a mis clases el primer día, pensaba que María habría cambiado su trato hacía mi, por lo que sucedió con su hermano al negarme a escucharle. Se comportó como si no hubiera pasado nada y se sentó a mi lado entre comentarios sobre las vacaciones veraniegas.
Davy no había vuelto pedirme mis servicios en la cama, aunque a veces trabajando le sorprendía mirándome y sus ojos lo decían todo, pero por lo que fuera no lo hacía. Tenía sesiones larguísimas con su fisioterapeuta y se lo notaba como recuperaba masa corporal en las piernas, continuaba usando el bastón y cojeando, seguramente se le notaría toda su vida.
Mi vida se había vuelto monótona, haciendo las mismas cosas todos los días.
Me contactó Paula para que pasara a recoger mi liquidación, lo tenía todo preparado y llamé a J.C. para saber si él estaría cuando fuera. Bajó donde la chica cuando llegué y me entregaron la liquidación en un abultado sobre de dinero.
No esperaba tanto según los cálculos que yo mismo había hecho y miré el detalle de la liquidación. Reflejaba los últimos trabajos y pingües flecos de anteriores y uno me llamó la atención, la fiesta en la quinta de Guillermo, no solamente nos pagaban por la noche que pasamos sirviendo de putos con los viejos, también por la publicación de un montaje de la fiesta.
Me quedé boquiabierto por la sorpresa, eso no estaba previsto ni acordado.
-Quiero ver ese rodaje, esto no estaba en el programa y no se rodó con cámaras y focos, no hubo consentimiento de nuestra parte. -mi amigo se sorprendió al escucharme.
-Pensaba que Guillermo os habló de que se grabaría con cámaras nocturnas y ocultas, pero en todo caso no tienes que preocuparte, no hay escenas que os comprometan, sobre todo las íntimas, los distribuidores y vosotros estáis a salvo y a todos les ha parecido bien.
De todas formas, no estaba muy de acuerdo con el procedimiento y quería verlo, al menos saber lo que podrían pensar Óliver y Davy si lo veían y estaba seguro de que lo harían.
Subimos a su despacho y puso en funcionamiento el ordenador, tenía almacenada la producción en el disco duro. Las escenas primeras, de los juegos en la piscina, aunque resultaban altamente eróticas, más de lo que podía recordar, no tenían más misterio y solo salíamos los siete modelos, además de las voces de los espectadores.
Había algunas escenas de la cena y el baile, las caras de los señores estaban pixeladas y no se les reconocía, solo los actores aparecíamos bien nítidos. Seguía el montaje que prepararon de escenas sobre trabajos del año, ya en el mercado y conocidas por todo el gremio, y por último las escenas de como nos llevaban a los dormitorios, ahora entendía que hubiera tan poca luz, solo se veían siluetas, y escenas sobre mí no había muchas.
Aunque las imágenes no resultaban muy nítidas estaba convencido de que Óliver y Davy me reconocerían si es que las veían. Davy era seguro continuaba coleccionando mis trabajos, y de mi hermano había alguna duda ya que no se trataba de un trabajo exclusivo mío.
-Esto es todo, ya ves que se ha cuidado el detalle para evitar que se os reconozca. -J.C. enchufó un pen en el ordenador.
-Te voy a hacer una copia, te ha reportado un montón de dinero sin tener que hacer nada que no hubieras hecho, cógelo y gástalo en caprichos. -en parte tenía razón y no me importaba más que por la reacción de Óliver si lo veía.
-De todas formas creo que teníamos que haberlo sabido y ser conscientes de que se nos iba a grabar. -mi amigo me dirigió una sonrisa y me entregó el pen con la grabación.
-Puedes no firmar la liquidación, dejar el dinero y demandar a la empresa. Estás en tu derecho, está todo muy claro, pero sabes que tengo razón, olvida todo lo pasado y donde has estado trabajando un año.
-Si Óliver lo ve me reconocerá, igual que lo has hecho tu. -se puso de pie y vino a mi lado, me cogió de los hombros levantándome.
-¿Y qué importa si lo hace? ¿Se va a molestar y te dejará? Sería lo mejor que te podría pasar. Tu hermanito lo quiere todo, tu culito solo para él y que no le falte dinero para sus caprichos.
-No digas eso, Óliver no me pide nada.
-No, claro que no, tú se lo das comprándole ropa y aportando dinero en tu casa, no se dará cuenta, quizás, pero eso no le libra de ser una pequeña sanguijuela exigente. -se ponía más enfadado cada momento que pasaba y me sujetaba los hombros hasta lastimarme.
-Es igual, no vas a hacer caso a lo que yo te diga. -me soltó y se alejó hacia la puerta.
-Sí que voy a seguir tus consejos, firmaré la liquidación.
-Haz lo que quieras. -estaba molesto y no quería dejarlo así.
-Por favor Juancar, no te enfades conmigo, ¿a quién le voy a llorar si tú te molestas? -nos unimos en un abrazo y luego me cogió la cara con las manos y me besó los labios.
-¡Joder! Te quiero un montón enano, ¿lo sabes?
Tuve que coger un taxi para ir donde Davy, se me había hecho tarde y por esta vez me lo podía permitir.
En las vacaciones de Navidad, pasaba más horas en la casa de Davy, iba a la mañana para hacer el trabajo y algunos días a la tarde para jugar con los niños, de tanto verlos empezaba a cogerlos cariño, ya podíamos entendernos, mejor en español que en inglés por mi parte. Pude apreciar la labor de la buena mujer que los trataba como a hijos.
Esa tarde los miraba jugar alegres, se llevaban bien entre ellos. Érico cuidaba mucho de Misha, como si fuera su hermano pequeño. Érico tan varonil y fuerte contrastaba con el enclenque muchachito de pelo casi albino.
Llegó Davy, venía con el pantalón corto de sus sesiones de rehabilitación y con un balón en las manos. Llamó a los chicos y se puso a jugar con ellos, la cancha se había convertido en campo improvisado de fútbol. Automáticamente Misha se sentó a mi lado en una de las gradas y el resto reía evolucionando con la pelota alrededor de Davy.
-¿No juegas Misha?
-No me gusta ese juego…, sí que me gusta pero me tiran al suelo. -enseguida se desdijo, y creo que sí que le gustaba pero se sentía más débil que el resto, no así su compañero Tuan que no era más grande y se movía más rápido que los demás.
-Te diré un secreto, a mi me pasa igual. -era un chico muy tierno, me sonrío con sus labios muy rojos. Davy nos miraba a veces y reía sonoro mientras se pasaban la pelota los unos a los otros y él fallaba al recibirla a propósito.
Cuando se cansaron Lara los recogió para llevarlos a bañar y me quedé solo con Davy, se acercó para sentarse a mi lado con la pelota entre los pies.
-Son muy inteligentes y se están haciendo muy bien a su nueva vida, resultan encantadores. -le miraba las fuertes piernas donde el vello volvía a crecer fuerte y duro cubriendo las recientes cicatrices.
-¿Va todo bien? -le señalé las piernas.
-Ya ves puedo jugar al fútbol…, de momento solo con niños. -me vio confundido cuando cambió de tema.
-¡Ahh! Perdona. Sí, todo va bien… Sabes una cosa ojos de cielo, los niños se irán algún día, quizá otros vendrán, pero todos los seres que queremos terminan marchando.
-Te entiendo Davy, pero son niños y es difícil no quererlos.
-Estoy de acuerdo, yo solo te aviso, cuando pierdes lo que amas desearías que no hubiera pasado y no haber llegado a querer, así puedes sobrevivir si estás blindado. -no estaba muy de acuerdo con él, el caso era que cada uno hablaba de las experiencias que ha tenido.
Sin pensarlo coloqué los dedos en su rodilla, sobre una de las numerosas cicatrices de las más recientes, imaginando lo que debía haber sufrido con tantas intervenciones quirúrgicas, los pasé a lo largo de la línea oscura notando como tensaba el cuerpo y abría la boca cogiendo aire.
-Lograras que me excite ojos de cielo. -deslicé la vista a lo largo de su muslo, hasta encontrar el pantalón y el bulto que se le formaba bajo la tela, subí la mano y la coloqué en ese punto abultado.
Davy adelantó un poco el culo sobre el asiento de cemento y el bulto sobresalió aun más, primero se lo oprimí y luego pasé la mano a lo largo de objeto hasta llegar al capullo que rodeé con dos dedos.
-Si sigues así voy a quererte follar. -literalmente jadeaba como un caballo de carreras.
-Pídemelo.
-No quiero que lo hagas forzado, me he cansado de tener que pedírtelo.
-Tú que sabes, ¿desde cuándo no tienes sexo?
-No lo recuerdo, quizá tú lo sepas mejor. -no cesaba de acariciarle la verga y su pantalón se iba humedeciendo.
-Pídemelo Davy, me pagas para eso, ¿o no?. -me cogió la mano y delicadamente me la retiró a pesar de mi oposición.
-Así no quiero, ya no. No volveré a cometer el mismo error.
-Es que quiero que lo hagas Davy, yo también lo deseo. -me desasí de su mano y volvía a colocarla en su polla y ahora agarrándola fuerte. Me miró un momento dubitativo y se levantó.
-¡Vamos! -con esa palabra aún vibrando en el viento avanzó hacia la puerta seguido a dos pasos por mí. Caminaba con rapidez llevándome a su habitación.
Nos desnudamos velozmente y subí a la cama colocándome arrodillado ofreciéndole el culo, si estaba sin follar desde la última vez que lo hicimos tenía que sentir unas ganas locas.
En lugar de penetrarme como esperaba, me abrió el culo y empezó a lamerlo, chupaba con ganas sorbiendo su propia saliva, abriéndomelo con la lengua y luego con los dedos, estuvo así hasta que comencé a gemir sintiendo abrirse mi ano dándole paso a su lengua, deseoso de tenerla lamiendo por dentro. Se tumbó acto seguido a mi lado.
-Ven, colócate junto a mí. -me situé a su lado mirándonos de frente, agarré con delicadeza su polla y la apoyé en mi abdomen, latía con vida propia.
-Me gustas ojos de cielo, deseo que lo que hagas sea voluntario, tu otra vida quedó atrás y ahora eres libre para hacer lo que quieras. -por un instante pensé que no era tan libre como él pensaba, que era un preso de mis deseos por Óliver, él tampoco me obligaba con un arma, o yo no me negaba a su fuerza.
-Quiero hacerlo Davy, deseo sentirte dentro de mi. -atraídos por un imán invisible nos acercamos para unir nuestros labios, y gustarnos con suavidad antes de que su lengua me abriera y se metiera en mi boca, los besos nos enardecían pasando a buscar cada rincón de nuestras caras con los labios.
Él con las manos me exploraba metiendo los dedos en mis oídos, en las fosas nasales, en la boca, y después seguían sus labios haciendo el mismo recorrido.
Yo mantenía mi mano derecha en su nuca acariciándole el pelo y la izquierda abrazaba su polla apretándola contra mi estómago.
-Davy, ¡Ohh! Davy, me vuelves loco.
-¿Alonso? -agarró mi mano, la que sujetaba su verga, y entendí el mensaje.
-Sí, métela. -se colocó sobre mí, entre mis piernas abiertas y las recogí colocando las plantas de los pies sobre la cama, su polla resbalaba al ser tan larga y pasé las manos por debajo de mi para ayudarla a encontrar el camino de mi culo.
Davy había adquirido una fuerza hercúlea en los brazos y el pecho al haber tenido que manejar la silla de ruedas todo ese tiempo, y se sostenía sobre sus manos a los costados de mi cabeza, se bajó para apoyar los codos y poder hacer más fuerza y empujó contrayendo las caderas, haciendo que el glande entrara en mi cuerpo.
No dejaba de mirarme mientras avanzaba, a veces con pequeños golpes y parando, me gustaba sentirle la polla avanzando e invadiéndome. Su verga me producía sensaciones distintas a otras, ni mejores ni peores, diferentes, resultaba impresionante por su longitud, hacía cálculos y me negaba a admitir que fueran ciertos.
Sus testículos pegaban en mis manos, ya estaba toda la polla dentro, mejor dicho, toda no, tenía que quitar las manos que guiaban su falo para que entraran los últimos centímetros, esperé a que se metiera todo y entonces le agarré el escroto aplastándolo en el perineo.
-Estás todo dentro Davy. -fue volver a apretarle el saco testicular y sentirle como la verga se le endurecía aún más para comenzar a temblar, saltando sobre mí como si una corriente eléctrica le corriera por el cuerpo, eyaculaba sin parar llenándome de semen, apreté el culo para darle más placer y abracé su cuerpo estremecido, pasando las manos por los hombros hasta su cintura y tiré de él para que no se saliera. Sudaba a mares y le pasé la lengua por el cuello.
-No he podido aguantar, lo siento, lo siento ojos de cielo. -hablaba entrecortado, sin recuperarse todavía.
-Está todo bien, no importa. -le rodeé la cara con las manos y le besaba donde los labios caían.
-Estoy muy bien Davy. -era la pura verdad, sentir su polla moverse en mi vientre, en el recto, en la entrada de mi culo resultaba maravilloso, cualquier pequeño movimiento que hiciera era sentirla en toda su magnitud.
Comenzó a responder a mis caricias y besos levantándose sobre las manos, despegando nuestros pechos, coloqué la mano sobre la parte alta de mi abdomen.
-Muévete un poquito. -quería sentirla en mi mano, no se movió pero se contraía y sentía la punta de la verga moverse dentro de mí cuerpo, palpitando viva, me daba hasta miedo.
-Es increíble. -exclamé mirándole y sonriéndole.
-Nunca, nadie la ha podido tener así tan profundo, eres único pequeño ojos de cielo.
Nos seguíamos besando sin prisas, notando como el esperma resbalaba de mi culo y la verga se le aflojó un poco, se empujó ligeramente sobre las manos hacía arriba queriendo penetrarme más.
La podía sentir en la parte alta y a la izquierda del abdomen, volvió a su posición anterior y se hinco de codos, mirándome con la risa en los ojos.
-Estoy muy bien contigo Alonso, me gustas, me gustas mucho, ¿te lo he dicho alguna vez? -movió la cadera y volvía a tener la verga en su máxima dureza.
-Sí que me lo dicho y me encanta escucharlo, tu también me agradas y tu polla me cautiva, me tienes preso y herido, ahora atravesado por tu verga. -moví la cintura estimulando sus ganas.
-Fóllame Davy, ahora hazlo lento, lo que puedas, sin sacarla mucho. -era como más me gustaba y sin vergüenza se lo pedía, eran diez centímetros moviéndose dentro y fuera de mi culo, lo que me daba un placer increíble, así se doblaba un poco y resbalaba sobre la próstata.
Ahora el que jadeaba era yo, dejando que escuchara mis pequeños e infantiles grititos, salía un manantial de flujo de mi polla, y Davy dedicándose exclusivamente a darme placer como le iba indicando, y deteniéndose algunas veces para besarme.
-Ahora más rápido. -había encontrado las posiciones mejores moviendo las caderas, experimentando nuevas sensaciones, o iguales pero que yo confundía.
-Me voy a correr, ¿y tú?
-También yo estoy a punto, estás buenísimo Alonso.
-Te espero.
-No, quiero verte la cara cuando te corras.
-Me vengo Davy, no aguanto más. -era tanta la tensión que la liberé con un grito agudo empezando a temblar, a estremecerme convulso lanzando mi cuerpo hacía lo alto y derramando el semen entre nuestros cuerpos con fuertes golpes de pelvis, follándome yo mismo en su polla y oprimiéndola en mi culo.
Abrí los ojos después de unos segundos de infinito éxtasis, y me miraba plenamente satisfecho de su labor de macho después de dejar satisfecha a su hembra, pero al momento arremetió contra mi culo con fuerza, hasta empezar a llenarme otra vez de semen. Terminó desplomado sobre mí.
Le acariciaba con ternura besándole, queriendo que no terminara nunca el momento. Al cabo de unos minutos sacó la polla aún dura y tiesa chorreando esperma.
-Te estaba aplastando.
-No importa. -se colocó boca abajo, empinado sobre los codos y mirándome.
-¿Por qué eres siempre tan complaciente? -me había matado con la pregunta y no tenía respuesta.
-No lo se Davy. No lo se. -nos quedamos los dos pensativos un momento.
-Puedo usar tu baño, estoy lleno. -no me contestó parecía ensimismado y tomé su silencio como que si que podía. Con mis slips me tapé el culo para no manchar.
De mi abierto y estirado culo salía un chorro continuo de blanco semen, en una cantidad como nunca vi, ni en las ocasiones que me han follado dos o más hombres. Davy llevaba mucho tiempo a dieta y no lo podía permitir, no volvería a suceder. Me duché y salí para pedirle algo de ropa interior para ponerme.
-Ahora que vienes a la mañana y a la tarde podías quedarte a comer y evitarte dos viajes. -no se había movido de la posición que le dejé.
-Lo pensaré, hago la comida con mi padre todos los días y no me gustaría que se molestara creyendo que no quiero estar con él, pero quizá algún día lo pueda hacer.
-Debo marchar. -me acerqué a la cama, me arrodillé acercando mi cara a la suya.
-¿Puedo darte un beso? -hizo un gesto afirmativo, sin hablar, y le besé ligeramente los labios
-Hasta mañana. -tampoco me contesto, pero ya me estaba acostumbrando a sus raros y temporales silencios.
Sentía en la mano el grueso sobre con dinero que tenía en el bolsillo y sentí cierto temor de llevar tanto efectivo conmigo, mañana lo llevaría al banco apartando una buena cantidad para comprar lo regalos navideños.
“Todos terminan marchando”. Esa frase se me había quedado imborrable en la memoria. A veces Davy parecía una persona triste, seguro que tendría sus motivos, yo conocía poco de su vida, sabía que había perdido a sus padres, posiblemente a Alex que pudo ser amigo suyo o algo más.
¿Pero la frase era un aviso de lo que sucedería un día con los niños, o era para mí? Me dolía pensar en esa posibilidad cierta, se me arrugaba el ya maltrecho corazón, no debía permitir que sucediera lo que empezaba a vislumbrar en mi cabeza.
Yo estaba enamorado de mi hermano, amaba a Óliver, sin futuro alguno, eso ya lo sabía, sí, pero amarlo a él tampoco lo tendría. ¿Y por qué se me ocurrían esas ideas? Pensaba que al dejar mi trabajo con Guillermo sería todo tranquilo y seguro y resultaba al revés.
Esa noche mi hermano me tomó montándome por detrás como si fuera una perra, era una de esas veces que cada vez se volvían más esporádicas, lo de Davy estaba reciente y podía comparar, y me quedé como estaba, con la misma opinión que ya tenía. El sexo con mi hermano me encantaba, esa mezcla de brutalidad y exigencia, con algún instante de ternura y amor resultaban una explosión de placeres para el cuerpo, haciéndome que gritara sin importarme que los mellizos y nuestro padre nos oyera. Aspectos menores eran que Óliver era más guapo que Davy, varonil y dominador como ninguno, y con la verga mas chica aunque suficiente.
Davy, aparte de lo físico resultaba un misterio, también era viril y macho, amable y comprensivo, pendiente de los demás, generoso, y gozaba del sexo con él, aun no como con Óliver, pero sospechaba que sería hasta mejor cuando estuviera totalmente recuperado, si para ese momento seguía deseándome. Aunque fuera muy cínico lo que pensaba, debía reconocerme a mí mismo, que de distinta manera y motivos, me encantaba ser follado por los dos.
Había pensado emplear el sábado para ir de compras, tener preparados con tiempo los regalos de Navidad y despreocuparme. Pedí permiso a Davy para comprar un pequeño juguete a cada niño y que pudieran utilizarse en el grupo.
Le hablé a Óliver de mi intención y si quería acompañarme. No lo dudó un segundo y se le alegró la cara, tenía una larga lista de cosas que deseaba, ropas principalmente, cada vez se volvía más presumido. El sábado aprovecharíamos cuando mi padre acompañara a los mellizos al entrenamiento, no quería que ellos estuvieran para que lo que les comprara resultara una sorpresa. También me ilusionaba poder salir con mi hermano, nuestra relación se limitaba, desde hacía tiempo, a lo que hacíamos en la casa, y en la cama.
A la mañana me ayudó amablemente a preparar el desayuno y recoger la casa cuando los demás se fueron, estaba nervioso e ilusionado y aprovechaba cualquier aproximación para besarme y decirme que me encontraba muy guapo, dándome algún cachete cariñoso en el culo. No le veía tan dedicado a mí desde hacía mucho tiempo, deseando agradarme y esa actitud me seducía. En ese momento resultaba un apetecible bombón para comérselo.
Primero compramos los regalos para los niños, sencillos y no muy caros, esos se los dejaba a Davy y encargué que se los llevaran a casa, había hablado con Juan para que los guardara. A los mellizos les compramos zapatos deportivos y dos gorras rojas con rayitas blancas de visera, a los dos iguales y evitar así que discutieran, a papá un móvil, el que tenía era viejísimo y no cargaba bien, llegó el momento de Óliver, se estaba aburriendo e impacientando.
Había notado, en la calle y haciendo las compras, como mi hermano resultaba objeto de deseo de la mayoría de las chicas, algunas mirándole descaradamente el paquete que marcaba en la entrepierna, algún chico también lo hacía. Óliver lo sabía y ese culto, envuelto en admiración y deseo, le agradaba y ensoberbecía devolviendo miradas displicentes disimulando lo que sentía.
Compramos un montón de ropa, pantalones, polos, y tuvimos que volver a por unos zapatos, como los que habíamos comprado a Rafa y José, para él. No se cansaba, también se lo merecía, había sacado unas notas en el instituto como nunca, tuvimos que encargar que enviaran a casa algunas de las compras, sobre todo los zapatos que resultaban voluminosos.
Comimos en un KFC y casi me había gastado todo el dinero que reservé de la última liquidación de “Oliva Producciones”. Pasamos un buen día y lo disfruté a su lado viéndolo contento y alegre.
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