Pasajes de un diario sexual
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
OCTUBRE 2009: He estado mucho tiempo fuera del país; allí era fácil encontrar sexo cuando venia el deseo, pero aquí resulta muy difícil. He tenido que salir de la ciudad, aprovechando un descanso en el trabajo, y he venido al sitio de siempre, al litoral, una zona de la costa cercana a la autopista, llena de árboles y mangles, buscando satisfacer una necesidad urgente; estuve varios días y este fue el resultado:
1. Primer día: Me desnudo, mostrando las nalgas a un negro de piel oscura, joven, mientras se masturba y derrama su leche en mi culo. Luego aparece un mulato medio tiempo, de nalgas y músculos duros, y un ramo de frutas tatuado en la ingle. Su pinga es larga y gorda, y le hago una buena mamada; acaba derramando su leche en mi cara mientras le como los huevos. Un chico blanco y fuerte me pide que me lo singue, pero aunque me corro dentro de el no lo disfruto mucho. Lo mejor llega al cierre de la jornada: un muchacho trigueño, de músculos duros, joven, oriundo de provincias; sexo calido, con besos, y un buen rabo; me da una buena templada que me hace correrme por segunda vez, mientras varios observaban desde un sitio cercano.
2. Segundo día: Estoy varias horas frente al mar sin conseguir nada, pero cuando va cayendo la oscuridad mi suerte cambia. Primero, un mulato joven, alto, al que luego se sumo otro trigueño más bajo; los dos con muy buenas pingas. El segundo me estuvo singando un buen rato, y se corrió como tres veces, incluso frente al mar, entre los riscos. Luego, cambie de zona y encontré a un blanquito de mi edad que cuando me ve siempre se vuelve loco por singarme, y estuvimos un rato en eso, aunque su rabo es pequeño. Luego apareció un gordito que tiene una pinga igual de gorda y me estuvo dando rabo hasta que solté la leche sin siquiera tocarme y a larga distancia. Espere un poco y volvió a cogerme, a la vista de un nuevo observador, hasta que se corrieron ambos.
3. Tercer día: Primero, un dúo, uno de ellos blanco y flaco, joven, con una pinga en curva, me singó brevemente. Después vino lo mejor: yo estaba entre los mangles, desnudo, y un negrito se acerco con la intención de mamarme la pinga, pero yo acabe comiéndosela a el. Estaba en eso cuando se acercaron dos y se pusieron a mirarnos. Luego sentí que otro llegaba por detrás y ese fue el que me metió el rabo. Era un negrito joven, y yo volvía la cara a cada rato para besarlo agradecido, pues me estaba haciendo disfrutar mucho; estuvo mucho rato dentro de mi y moviéndose muy a gusto, mientras yo besaba a uno o mamaba la pinga de los otros. Cuando acabo, otro, con una pinga gordísima, se puso detrás y me clavo, haciéndome gemir de dolor y placer al mismo tiempo. El otro ya se preparaba, y en cuando tuvo oportunidad la metió también. Finalmente llego un muchachon joven y bien parecido, que me puso a mamar y luego se corrió entre mis nalgas. Menos uno, los otros eran negros, gozando mis nalgas blancas como la leche.
4. Cuarto día: Memorable un negro todavía jóven que me estuvo dando vueltas mucho rato y al final consiguió abordarme; estuvimos singando mucho rato y en las mas creativas posiciones, además de besos y caricias. Gente cerca, que miraba, pero nadie se acerco. Me propuso una relación seria, pero no tenia donde ir . Luego, casi al irme, dos pingas jóvenes y rasuradas, con poco morbo.
Así transcurrieron estos días de descanso y elax..
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