Pase de ser el macho de la casa a ser la putita de mi hijastro 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Cuando salgo del gimnasio, me sentía extraño pero bien, me había gustado más de lo que yo mismo pensaba tener esa enorme polla dentro de mi culo.
Me dolía, pero que gusto sentía.
Cuando llegó a casa estaba mi hijastro, «y mamá», le pregunté, «no está», me.
respondió.
«Cariño, te gustaría que me depile adelante y el culo», le dije besando sus labios, «sí, vas a quedar mucho mejor», me dijo sonriendo.
«Bueno, voy al baño a depilarme adelante y luego le depilas el culete a tú mujer?», le dije volviendo a besar sus labios y pasé mi mano sobre su polla.
«Vale», me dijo mi hijastro.
Cuando terminé de depilarme adelante, me acosté desnudo boca abajo en la cama y lo llamé.
Con mucho cuidado mi hijastro me afeito el culo, y cómo no es tonto me dijo quien me había follado, ya que vio lo abierto que tenía mi ano.
Le conté todo como había pasado, sintiendo sus manos acariciar mis nalgas.
«No vas a follar a tú mujer?», le dije abriendo yo mis nalgas, ofreciéndole mi culo a mi hijastro.
Cerré mis ojos notando como mi hijastro se subía sobre mí y acomodando su polla me la metió toda haciendo que gima de placer.
Me encanta sentir a mi hijastro sobre mí, moviendo su cintura, sacando y metiendo su polla de mi culo.
«Mmmmmmm, que delicia es sentir como te follas a tú mujer», le digo imitando la voz de mujer y disfrutando su polla follando mi culo.
Estuve dos días sin ir al gimnasio, atendiendo a mi hijastro y haciendo cosas pendientes que tenía.
Cuando regrese al gimnasio, estaba nervioso, quería ver a mi desconocido amante, ya que después de haberme follado en el sauna se fue y ni su nombre le pregunté.
No lo vi en la sala de ejercicios y fui al vestuario a cambiarme.
Cuando entro lo veo, casi doy un grito de felicidad.
Nos miramos y lo saludo, él me responde el saludo y se acerca a mi, «té apetece ir a mi casa?», me dijo al oído.
«Encantada», le dije también en voz baja sonriendo.
Yo salí y lo esperé en la calle y a los pocos minutos sale él.
Empezamos a caminar como dos amigos, sin que nadie note nada.
Llegamos a su casa, entramos y me besó en la boca metiendo su lengua.
Estábamos abrazados basándonos, sentía su polla dura contra la mía, sus manos acariciando mi culo.
Nos fuimos al dormitorio, nos desnudos y volví a ver.
esa tremenda polla, dura, con una cabeza que parecía una ciruela.
Sin decirle nada, me agache y se la empecé a chupar.
La metía hasta mi garganta, la chupaba con desesperación.
Sus manos acariciaban mi espalda, llegaban a mis nalgas y las apretaba.
Me hizo poner en cuatro patas en el borde de su cama, sacando mi culo para afuera, siento que me empieza a besar las nalgas, a darles mordiscos, pasaba su lengua por la raja de mi culo.
Me dice que abra mis nalgas, di un tremendo gemido de placer al sentir su lengua en mi ano.
Me sentía expuesto así como estaba, en cuatro patas, abriendo mis nalgas.
Siento una de sus manos apoyarse en mi espalda y como acomoda la ciruela que tiene en la punta de su polla contra mi ojete.
«Haaaaaaaaa», gemi cuando siento como su polla empezaba a entrar en mi culo, como volvía a abrir mi ano.
La iba metiendo despacito, haciendo que disfrute cada centímetro de su polla metiéndose en mi culo hasta tenerla toda adentro.
Era tanto el placer que sentía con su polla metida bien adentro de mi culo que sólo podía gemir de placer.
Sólo se escuchaban mis gemidos de placer.
Él la empezó a sacar despacio, y la volvía a meter tan despacio que sólo me daba placer, no me dolía nada, sentía únicamente placer.
Cuando la metía toda, la movía en círculos, para los costados, me estaba abriendo bien el ojete y yo sólo podía dar ayes de placer.
«Más, más, quiero más», le decía con apenas voz, no podía hablar de tanto placer.
Siento que la saca toda y me hace poner boca arriba, levantándo bien mis piernas.
Vuelve a acomodar su polla contra mi ano y vuelvo a gritar de placer sintiendo como la volvía a meter toda en mi culo.
Sólo nos mirábamos, no nos decíamos nada, solo sentía su polla entrar y salir de mi culo, sólo sentía un placer tremendo al sentir como me follaba mi desconocido amante.
La volvió a sacar toda, yo pensé que íbamos a cambiar de posición, pero no, para mi sorpresa me la volvió a meter fuerte, toda de una, haciendo que abra mis ojos y de un largo gemido de placer.
Me empezó a follar así, la sacaba toda y me la metía bien fuerte.
No podía creer el placer que sentía, era increíble.
Mi ano estaba tan abierto que no me dolía cuando le metía tan fuerte, sentía sus huevos chocar contra mi ojete.
Me di cuenta que cuando estaba muy excitado, me follaba más despacio, como para alargar el tiempo y no correrse y me follaba tranquilo, despacio.
No se de que tamaño tendría mi ojete, lo abierto que estaba, que sólo sentía su cabeza de ciruela moverse dentro de mi culo.
Me lo estaba destrozando a gusto, abriéndolo todo lo más que podía y yo feliz que me lo destroce, que lo dilate todo lo que quiera o pueda.
«Ven, haz que me corra en tú boca», me dijo sacando su polla de mi cuño y haciendo que me ponga de rodillas frente a él y metí su polla en mi boca, chupando, lamiendo esa enorme cosa que segundos antes la tenía bien adentro de mi culo.
Yo chupaba moviendo mi cabeza para adelante y para atrás, haciendo que su polla entre y salga de mi boca.
Ahora sí que el que gemia de placer era él, acariciando mi cabeza mientras no paraba de chupar su polla.
«Sigue, sigue», escuché que decía y empecé a chupar más fuerte, hasta que escucho un fuerte y largo gemido y sentí los chorros de leche que salían de su polla llenando mi boca.
Caliente, espesa.
Me volví loco, tragaba su leche sin dejar de chupar.
Quería sacar hasta la última gota de leche de sus huevos y tragar toda esa delicia de leche.
Los chorros de leche que salían de su polla se fueron haciendo más débiles, yo no paraba de chupar ni de tragar, la saqué de mi boca y le pasé mi lengua por todos lados, por la cabeza, por el tronco, la volví a meter en mi boca, le di unas buenas chupadas más, la volví a lamer toda.
Estaba feliz, bien follado y con el estómago lleno de leche.
«Quiero que me sigas follando, me encanta tú polla y como me follas», le dije mientras me vestía.
Me toqué el ano con mis dedos y al tacto estaba enorme.
Nos dimos nuestros números de teléfono, él me dio un nombre cualquiera, me di cuenta que lo inventó en el momento, a mí ni me lo preguntó, y así quedamos que me iba a llamar para que volvamos a quedar.
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