Pastor de Adolescentes I: Introducción
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por elgoot.
Hay dos cosas en la vida que son importantes para mí, una siendo el sexo y la otra el gimnasio. Me encanta hacer ejercicio y sentirme vigorizado, porque mantiene mi cuerpo y mi mente en forma. El sexo es como el aire, mi verga siempre está dura y mi mente se acelera con cachondez sin parar, tal como me gusta.
He sido Pastor de Adolescentes para la iglesia local por siete años, y me gusta. No siento que sea un llamado y empecé a pastorear ya que era lo que se esperaba de mí. En el seminario aprendí que la iglesia no es todo lo buena que pretende ser. Quizá estoy cansado, pero es mi vida. Aunque mi corazón esté más dedicado a mi otra vida que a esto.
Soy Ferdinando del Valle todos me dicen Fer y mi familia Ferdi. Vivo en Monterrey, México. Estoy casado y tengo dos hijos. Con ellos soy el mejor padre del mundo y un excelente pastor, pero cuando estoy fuera, siempre busco sexo y quiero follarme todo lo que se cruce con mi pene. Me encanta mi cuerpo, siempre he ido al gimnasio y estoy marcado como un adonis, depilado siempre y mi mejor atributo es mi verga de veinte centímetros de largo y 15 de circunferencia con dos huevos grandes que cuelgan mucho y cuando me tengo que correr, lo hago a galones.
Ser un Pastor de Jóvenes no es pura diversión, tengo que organizar y planear actividades, ser mentor y consejero para ellos. Pero tiene sus beneficios, ¡hay demasiados chicos cachondos que necesitan un palo grande insertado en sus agujeritos!
Esta es la introducción a mi historia, espero que sea de su agrado.
———-
“¡Cógeme, pastor! ¡Cógeme duro!” me pedía el chico.
Ante mí tenía a uno de los chicos de once años más calientes de mi congregación juvenil. Alan estaba desnudo y chorreando de la comida de culo que le había dado. Su piel suave y lampiña me llamó cuando levanté sus piernas del sofá.
“¿Crees que te caben mis 20 centímetros sin que llores? Si lloras, ¡te cogeré más duro!”
Alan asintió y con un fuerte empujón metí toda mi verga en el putito. Cubrí su mano para callar sus gritos mientras mi pene follaba su anito tierno. Sus ojos se llenaron de lágrimas que solo me hacían follarlo más fuerte y mostrarle que iba a experimentar todo mi poder y mi hombría.
“Te encanta la verga, putito.” Le dije.
Alan solo gemía y gemía al sentir mi verga en sus entrañas. Su culito estaba rojo y apretaba mi verga con cada embestida. Metía más y más adentro de él, haciéndolo tambalear en mi palo.
“¡Oh, dios, Pastor! ¡Diooooooooos!” gritó mi joven amante.
“Sí, Alan, me encanta cuando me dices Pastor.”
Me puse muy cachondo y lo follé con más fuerza que el chico batallaba para mantener sus piernas en el aire. Me acerqué y besé sus labios para saborear su boca mientras mi falo entraba hasta lo más profundo de su ser.
Las partecitas de Alan saltaban junto con su cuerpo mientras lo seguía follando, el sofá estaba rechinando mientras Alan recibía su cogida. Cada embestida lo hacía jadear al sentir mi verga inundando su ser; veinte centímetros es demasiado para cualquier hombre, y un jovencito lo hace todo más placentero.
Saqué mi verga y lo dejé ponerse de pie y agarrarse del respaldo del sofá, y entonces, sin advertencia le metí todo mi largo pene en su culito hambriento. Nuestras pieles chocaban mientras yo mordía su cuello. Mis bolas estaban chocando contra su culo y sus bolitas de niño. El sudor nos invadía y Alan solo gemía y me rogaba que utilizara su cuerpo en todas las maneras posibles.
Follamos y nos llenamos de lujuria en el sillón, haciéndolo nuestro nido de amor. Al final, tenía sus brazos y piernas alrededor de mí mientras mi polla lo detenía en la pared. Alan besó mi rostro y mi boca, intercambiando saliva mientras cogíamos en un calor infernal.
“Me encanta tu verga, está súper dura”, dijo retorciéndose.
La pequeña erección de Alan se restregaba en mi abdomen porque se movía y se masturbaba en mí mientras yo me lo follaba duro. Pronto se va a correr y su cuerpo se torna duro y espasmos llegan cuando el orgasmo seco consume su alma. Esto hizo que su coñito se cerrara tan apretado en mi pene que en minutos estoy listo para correrme y llenar sus entrañas con mi paternal semen. Una embestida profunda y lleno su interior de tal manera que mi semen gotea y sale de su abierto hoyito.
Alan está casi inconsciente y recuperándose del evento y batalla para recuperarse cuando poso su cuerpo sobre el sofá. Abro sus piernas y con mi dedo meto lo más que puedo de mi semen a su agujerito. Pruebo mi propia leche y la comparto con su boca para besarlo y traerlo de vuelta a la vida.
En minutos está listo para follar de nuevo, pero tristemente no podemos para no levantar sospechas de nuestro demoniaco acto. Lo beso y acaricio mientras nos vestimos y ordenamos mi oficina. Odio verlo partir con la esperanza de que algún día mi verga estará de nuevo dentro de él.
———-
Continuará.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!