PATOLÍN Y JUANCITO. (3).
Arreglo con mis “viejos” para irme a vivir solo. Viene “al pie” una vecinita que quiere ser novia, pero tengo más presente a “mis” culitos y al de Andrés que, seguramente me va a sentir..
Mis “viejos” regresaron tarde el domingo y yo ya estaba durmiendo, mi hermano tenía para una semana más de campamento con sus amigos y por ahora venía zafando de la imposición de mi padre para que fuera a trabajar al negocio. Lógicamente, yo estaba muy “dormido” cuando se fueron a abrir el local y volví a quedar solo en la casa. Me levanté al rato de que se hubieran ido y fui a darme una ducha, mientras me caía el aguan en la espalda pensé en el culito de Patolín y…
Tras que me había despertado con una erección importante, pensar en las nalguitas duras y receptivas del nene y/o en su interior que me apretaba con fuerza el tronco de mi verga me pusieron a mil… Lo pensé, claro que pensé en una buena paja, pero, ¿y si llegaba a venir?… Lo solucioné con un par largo de chorros de agua fría y crucé los dedos, todavía quedaba un par de horas de la mañana… Terminaba el desayuno cuando golpearon la puerta trasera y me levanté a abrir portando una erección espontánea…
- Hola Javi, buen día, vine rápido porque mi abuela me va a llevar a la casa de Andrés, ¡huyyy, mirá como la tenés, está durísima!, -expresó cuando me vio con la verga en la mano-.
- Está así porque te estaba esperando, bajate el shorcito, voy a tratar de meterla sin crema.
- No puedo, mi abuela me está esperando, ¿querés que te la chupe?
Alcancé a cerrar la puerta y ya lo tenía arrodillado, me había bajado el short deportivo hasta media pierna y estaba prendido al glande, “tenés olorcito a jabón”, -dijo antes de engullirlo-. Una mano se aferró a mi glúteo y la otra tomó mis testículos, se apuró para tratar de meterla toda en su boca y se ahogó, pero, había salido buen mamador porque se recuperó enseguida y chorreando saliva y babas, se la volvió a meter en la boca hasta que la punta tocó su garganta, luego pasó al vaivén, el sólo se estaba cogiendo la boca y no tuve necesidad de moverme demasiado.
No duré mucho, no estaba en condiciones de aguantar y, luego de varias entradas en que su nariz tocó mi pubis, tomé su cabeza y me descargué en lo profundo de su garganta. El primer chorro pasó directo, pero retrocedió un poco para que todos los demás fueran saboreados y mamó como un ternero hasta que ya no hubo más que sacar, de seguido me la limpió toda y la sacó de su boca para mirarme, tenía los ojos llorosos y los cachetes enrojecidos, aunque su mirada brillaba de satisfacción.
- Tenías un montón de lechita, pero me la tragué toda, cada día está más rica, -dijo enjuagándose la boca en la pileta de la cocina-.
- Tengo ganas de metértela en el culito, -expresé apretándole las nalgas-.
- Yo también tengo ganas, pero mi abuela se va a enojar si no vuelvo rápido, vine para preguntarte, ¿querés que le diga a Andrés?
- Bueno, hablale, pero no le digas que yo te cojo, tratá de traerlo mañana a la tarde después de que se vayan mis “viejos” al negocio y vamos a ver si se deja.
- Se va a dejar, ya te dije que es putito, yo le voy a decir que tengo ganas de preguntarte si me querés coger y le pido a él que me acompañe para que me diga si hago bien y me explique cómo se hace.
- Es una excusa medio rara, pero vos sabrás, ¡ojo con hacer algo con Pedro!, tampoco le avises a Juancito…
- Sí, a Juancito no le voy a decir y, si Pedro me la quiere meter le digo que le voy a contar a mis padres, pero vos tenés que ver si me lo puedo coger a Andrés, ¿dale?
- Dale, si se deja te prometo que te lo vas a coger.
Se fue contento luego de darme un beso de lengua y yo me quedé recaliente, pensando en verlo a Patolín tratando de meter su pitito en el culito de su primito. Era raro lo de ese nene, se resistía a verse como putito, aunque se comía mi verga como el mejor y, a la vez, quería adoptar un rol de “machito” pasándose por la piedra al primo menor. Como fuere, todo eso me daba vueltas en la cabeza y me mantenía excitado.
Después de que se fuera Patolín decidí hacer “buena letra” y me fui a ayudar a mis padres al negocio. Mi “viejo” se puso contento y me mandó a acomodar unas mercaderías en los estantes. Estaba de buen ánimo haciendo ese trabajo y apareció la vecinita que me había rechazado, se me hizo que “venía al pie” y no me equivoque.
- Hola Javi, ¿empezaste a trabajar en el negocio de tu papá?
- Hola Cynthia, sí, le voy a dar una mano y me va a pagar un buen sueldo por ello.
- ¿Estás enojado conmigo por lo de la otra noche?
- No, para nada, tenías razón, no sos mi novia y, además, sos muy chica y no entendés las necesidades de los muchachos más grandes.
- Sí que entiendo y también tengo ganas, pero vos querías, vos querías…
- Yo quería y vos no querías, está bien, no pasa nada, además, recién cumpliste los quince, sos menor y yo me evito problemas.
- ¡Ves que estás enojado!, yo quiero seguir siendo virgen, pero, pero, tengo ganas de estar con vos.
- Llamale “X”, pero, tendrás que buscar la manera, yo no quiero novia, a lo sumo, como se le dice ahora, una “amiga con derecho a roce”, Anabela tiene dieciséis y ya me dijo que no tiene problemas.
- Pero “esa”, “esa”, no le podés dar bola a “esa”.
- ¿Por qué no?, a mí nunca me hizo nada malo, además no busca “novio” y ella misma me dijo que se puede hacer de todo sin perder la virginidad.
Dio media vuelta y se fue bastante enojada, más que nada contrariada, lo que ella no sabía es que, a pesar de que estaba muy bien, que me gustaba, que era una rubiecita de ojos claros que tenía sus buenas tetas ya formadas y un culito respingón que atraía las miradas, yo venía muy bien “servido” y no necesitaba de agujeros extras para rellenar, tampoco era de aguantar exigencias, remilgos ni caprichos de nadie.
Había estado medio “cortante” y crudo con ella, pero, debido a lo experimentado con los nenes y a la mamada que me había dado Patolín hacía un rato, estaba en condiciones de no hacerme tantos problemas por una “noviecita” más o menos. Además, lo de Anabela era cierto, ella era otra de las vecinas del barrio y no habíamos podido concretar nada por la aparición de su hermanito que la vino a buscar mandado por sus padres, pero habíamos andado a los besos y nuestras manos se aventuraron sin problemas en nuestras humedades.
“Si me querés coger, yo no tengo problemas, pero no puedo perder la virginidad, mi mamá me mata si lo hago” … Me lo había dicho sin ningún tipo de tapujos y llevó una de mis manos a sus nalgas como para que la intención de lo que quería decir quedara clara. Se la había jugado y la aparición del hermanito me dejó dado vuelta y recaliente, para peor, se había ido de vacaciones con la familia y volvería en unos diez días. A mi favor estaba que, si no hubiera sucedido eso con ella y con Cynthia, quizás no se habría dado lo de Patolín y lo de Juancito.
- Esa Cynthia parece que está “muerta” con vos, ¿qué le dijiste que se fue contrariada?, -preguntó mi madre sacándome de mis pensamientos-.
- Está buscando un novio y ya sabés que yo no tolero imposiciones ni caprichos.
- Jajaja, mejor que yo no lo sabe nadie, ya te va a llegar tu “San Martín”, pero cuidate, no hagas macanas.
Mis “viejos” tenían sus exigencias y sabían poner los límites, pero conmigo, quizá porque era el menor, tenían un trato más de “compinches” y nunca me faltaron los consejos que yo supe siempre tomar como tales sin considerarlos órdenes, aunque, “tampoco la pavada”, sabían bien como “apretarme los tornillos” cuando hacía falta. Ese día estaban los dos de buena onda, evidentemente lo habían pasado bien en su “escapada” de fin de semana y en la cena aproveché para “tirarles” lo de “hacer mi propio camino” e irme a vivir solo al departamento.
Mi madre fue un poco más reticente, después de todo, no dejaba de ser el “bebito”, rubio de ojos claros, alto, bien formado, de un metro con ochenta, pero, a fin de cuentas, “su bebé”, aunque el “para que te hacés tantos problemas, después de todo estará a dos pasos de nosotros, de paso nos cuida el negocio” que esgrimió mi padre, alejó las posibles dudas. “En una semana lo tenés listo, eso sí, te vas a tener que hacer cargo de ordenar las mercaderías y nosotros nos venimos todos los mediodías a casa”, -la completó mi padre-.
A mí me venía de parabienes, tendría unas tres horas todos los mediodías para mi uso exclusivo y para “usar” los culitos que se presentaran. En la mañana me fui con ellos dos al negocio y me quedé allí al mediodía para arreglar un poco los trastos del departamento que se solía usar como depósito, pero les dije que necesitaba la tarde para hacer otras cosas. Cuando regresaron a las cuatro y media de la tarde, yo me fui para casa, pues en cualquier momento llegaría Patolín con su primito Andrés.
Me dio tiempo a lavarme la cara y las manos y ya estaba golpeando suavemente la puerta trasera. Tal como me lo había dicho, vino con el primito, era apenas unos centímetros más bajo que Patolín, pero los físicos eran muy similares y, aunque no se lo diría a “mi putito” para no herir susceptibilidades, tenía un culito más paradito, redondito y apetecible. Se le notó en la cara a Andrés que mi presencia física no le disgustó y los saludé a ambos con un beso en la mejilla.
- Hola Pato, ¿te decidiste?, -le pregunté sabiendo que le había dicho al primo que viniera a ver la cogida-.
- Sí, ya me decidí, quiero que me cojas y Andrés va a mirar si lo hago bien.
- ¿Ya tenés experiencia en esto Andrés?, -dudó un poco al contestar-, no te hagas problemas, nadie va a saber nada de lo que me cuentes, -expresé sin disimular el bulto que se me había formado en la entrepierna y que el nene no se privó de mirar-.
- Sí, yo soy el putito de mi hermano, pero no le vayas a decir nada de que te conté.
- Ya te dije que no le diré nada a nadie, pero, ¿por qué no hacemos otra cosa? Nos vamos a mi cuarto y, en lugar de mirar participás vos también.
- ¿A mí también me vas a coger?
- Si vos no querés no, pero te puedo hacer sentir bien con caricias y besos, ¿vos aprendiste a besar bien?
- No sé porque mi hermano no me da besos, sólo me la mete, contestó habiendo entrado en confianza-.
Patolín ya no se pudo aguantar y me pidió que lo besara, “para que mi primo vea”, -dijo- y se prendió a mi boca como si fuera la última vez. Gemía y se retorcía mientras entrecruzábamos las lenguas y Andrés nos miraba tocándose el pitito, no podía disimular que ver lo que hacía el primo le gustaba y Patolín se dio cuenta de esto o ya lo había hablado porque le dijo que se sentía bien y que se acercara que yo le iba a enseñar.
Me puse de rodillas para “comerle” la boca al inexperto y se notó que no sabía, entonces le enseñé pidiéndole que abriera la boca y moviera la lengua. Ganas tenía y se notaba porque gemía cargado de satisfacción. Mi erección me dolía y lo levanté para poder apretarle las nalgas duras sin dejar de besarlo, posición que aprovechó Patolín para acariciarme con sus manos el miembro aún oculto. Me quería bajar el pantalón allí mismo y le dije de ir a mi habitación. A uno lo llevé en brazos y el otro caminó a la par sin dejar de acariciarme.
“Ayudame Pato, vamos a ver si a Andrés le gusta que le chupen el culito”, -le dije a mi vecino y no tardó en sacarle la remera al primito, yo me ocupé del shorcito y pronto lo tuve totalmente desnudo. Andrés se dejaba hacer y adoptaba una actitud de sumisión que no me disgustaba, entonces le levanté las piernas y le dije a Patolín que lo siguiera besando, que yo me ocuparía de su agujerito.
Vi la cabeza de éste agachándose para besar al primito y yo me dediqué a usar la lengua en su asterisco contraído. El nene se movía como una culebra, gemía disfrutando de la atención que yo le brindaba a su culito y noté que ya estaba usado porque dilataba rápido y trataba de empujar las nalgas hacia mi cara pidiendo que lo chupara metiendo más adentro la lengua, pero abandoné un instante ese metiers.
“Pato, vos también sacate la ropa”, -le dije mientras buscaba la crema-. La idea era dilatarlo bien y hacer que Patolín se lo cogiera primero, además, sabía que si lo hacía me dejaría su propio culito desnudo a disposición. Con eso en mente regresé a poner mi boca nuevamente en su asterisco y aunque gemía y me pedía más, no hice mucho con la lengua pues mis dedos encremados se ocuparían y fue lo que hice.
Se quejó cuando el dedo medio se metió por completo en su interior y luego de un par de entradas y salidas con éste, se metió también el índice y ya no fueron quejidos, fueron gemidos y no se aguantó, me pidió que lo cogiera, “me gustan, con crema me gustan los dedos, métame el “coso”, yo me aguanto”, -dijo y le hice señas a Patolín para que se pusiera a mi lado. “Primero vamos a ver si te entra la de Patolín y después veré que hago yo”, -le contesté-.
“No, con mi primo yo no quiero”, -expresó y trató de rebelarse-. No le di tiempo, lo levanté de los pelos diciendo que en mi casa se cogía como yo quería y lo puse boca abajo en el borde de la cama, “primero vas con Patolín y después te la voy a meter yo y guay con que grites o no te aguantes”, mi voz sonó dura y no dejó lugar a dudas, hasta mi vecinito se asustó y a Andrés le faltó poco para ponerse a llorar de miedo. “Sí Javier”, fue lo único que contestó y adoptó la posición abriéndose las nalgas con las dos manos.
Al primo le brillaban los ojos y se puso detrás, tenía el pitito erecto y me pareció que estaba circuncidado porque el glande se veía en su plenitud. Lo apoyó como con miedo en el ano del primito y empujó moviendo las caderas, no hubo nada de resistencia, el hueco estaba acostumbrado a otro tamaño y la crema ayudó lo suyo para que el penecito cumpliera su función.
“Lo estoy cogiendo Javi, lo estoy cogiendo”, -decía y me miraba si parar de moverse. Era hora de hacer lo mío y tuve que agacharme un poco para eso, pero no jodió tanto, el glande encremado pronto encontró el camino y Patolín no pudo evitar el quejido de dolor cuando el ariete penetró su culito.
- Ayyy, me duele Javi, -dijo con voz temblorosa y quejosa, pero se calló enseguida cuando le tiré un poco del cabello y la aguantó toda cuando se la mandé hasta las bolas pues ya no existía tanta resistencia-.
- ¿A vos también te están cogiendo?, -le pregunto Andrés que acusó la entrada del pitito debido a mi estocada-.
- Sí, pero al principio me dolió y ahora me gusta, también me gusta cuando te la meto en el culito a vos.
- Movete un poco más y después hacemos al revés, ¿dale?
Me calentaba viéndolos coger y escuchando a los primitos, eso hacía que no dejara de entrar y salir del culito de Patolín, me encantaban esas nalgas paradas y duritas y estaba seguro que más me encantaría meterla dentro del culito de Andrés. Parecía más desenvuelto y se confiaba porque ya recibía la verga del hermano, pero no contaba con que yo había visto la pija de Pedro y no tenía nada que ver con la mía. La iba a sentir y no la olvidaría tan fácilmente, yo confiaba en la crema para evitar de rajarlo y trataría de que gozara para que volviera por más.
Andrés dijo que le venían los temblores, Patolín acusó las ganas de hacer pis y al sentir las contracciones de su culito en el tronco de mi verga no quise aguantar y le llené las tripas de leche deleitándome con los gemidos de satisfacción de mi vecinito querendón. Andrés se giró para salir de debajo del primo y luego se acercó a su culito para tratar de ver mi verga incrustada…
- ¡Ohhh, es muy grande, no me va a caber, la de mi hermano en más chiquita!, -expresó mirando el tronco que salía despacio del culo de Patolín-.
- Ahora me voy a lavar, cuando vuelva me la vas a chupar y vas a ver que con paciencia y cremita te va a entrar toda, -le dije con deleite al ver su cara de asombro-.
- Sí que te va a entrar, tu hermano no me la pudo meter porque es un bruto y Javi me la metió toda sin que me doliera mucho, bueno, un poquito me duele cada vez que me la mete, pero se siente lindo, -acotó Patolín abogando por las cogidas recibidas-.
- Está bien, yo me voy a dejar, pero entonces vos no me dijiste la verdad, ya te habían cogido antes, sos putito como yo.
- Fue para que vinieras, pero soy putito de Javi, es el único que me coge y cada vez me gusta más, -respondió ufano Pato.
Yo me fui a lavar y los dejé conversando sobre las cogidas que le daba Pedro al hermano y las que recibía Patolín de mi parte. Escucharlos me ponía a mil y mientras me lavaba la verga en el lavatorio del baño se me puso bastante alegre, casi en un 90% de su erección, pero yo sabía que apenas me apoyara los labios en el glande estaría a reventar.
Al regresar me senté apoyando la espalda en el respaldo de la cama y lo llamé a Andrés para pedirle que me la chupara. Comenzó con timidez y era evidente que el tarado del hermano no le había enseñado mucho sobre chupar y mamar una verga, incluso me rozó con los dientes y me tenté para tirarle de los pelos, pero decidí hacer de “maestro” y le fui indicando como hacerlo. Tuve un Ayudante de Cátedra fenomenal porque Patolín le mostró como me gustaba y se la volvió a tragar hasta la garganta.
Andrés tenía los ojos abiertos dejando ver la sorpresa por la capacidad de Patolín y cuando quiso imitarlo se atoró, pero se empecinó en lograrlo. A todo esto, como estaba de costado, yo me dediqué a acariciar las nalgas duras, paradas y apetecibles del chiquilín. Le gustó cuando le fui metiendo el dedo medio, se movió aceptando esa penetración y apenas se quejó cuando le metí dos. Yo los giraba ayudando a su dilatación y gemía retorciéndose con la verga en la boca.
Con la mamada no me haría terminar nunca, no pasaba de la mitad y estaba a años luz de lo que había aprendido Patolín, pero no importaba, lo que yo pretendía era sentir como mi carne penetraba ese culito apretado y no tardé en preguntarle cómo le gustaba que lo cogieran…
- Yo me pongo boca abajo y me abro el culito con las manos, mi hermano empuja y me la mete, pero me duele y a veces me pone en el borde de la cama, ahí me duele menos, -me dijo con los ojos llorosos, por la verga que no pudo tragar y, posiblemente, por el dolor que esperaba sentir en el culito-.
- Yo te la voy a meter de varias maneras y cada una de ellas te va a gustar más, eso sí, si te gusta te vas a convertir en mi putito y vas a venir a coger cuando yo quiera, ¿estás de acuerdo?
- Bueno, pero es muy grande y me va a doler mucho, -contestó y, aunque las ganas se le notaban, el dolor que pensaba que experimentaría no le gustaba demasiado-.
Opté por penetrarlo de “patitas al hombro”, de esa manera podía “manejar” la penetración a gusto y me iría deteniendo cuando su cara acusara dolor. Le pedí a Patolín que le chupara el pitito poniéndose de costado y, suficientemente lubricado, manejé el ariete con la mano metiendo el glande despacio y moviéndolo para que entrara suavemente. Se le notó en los ojos cuando el glande traspasó el esfínter, pero su único gesto fue un resoplido y enseguida volvió a cerrar los ojos.
Gozaba también con la mamada del primo y cuando llegué a meter la mitad se contrajo todo y su voz sonó a ruego, “esperá, esperá, me duele, sacala, me está doliendo”. Ni en pedo la sacaba, tenía más ganas de penetrarlo a fondo que otra cosa, pero me quedé quieto esperando que se acostumbrara y fue bastante rápido, el mismo comenzó a mover las caderas como empujando para que siguiera.
Mis movimientos se hicieron constantes y, de vez en cuando, escuchaba un “ayyy” al avanzar por el interior de su recto, hasta que lo escuché decir. “Dale, dale, cogeme, metela más, ahora no me duele”, -pidió, sin percatarse de que ya la tenía toda adentro y más no podría entrar-. Patolín se reía porque tenía la mano en mi verga y controlaba lo que entraba, era por el mero morbo de saber cuánto le entraba al primo y se dio cuenta enseguida que había entrado toda.
- Ya te la metió toda, viste, viste que no era tan doloroso, tu hermano te hace doler porque no sabe coger, -acotó Patolín hablando como si fuera el dueño de las verdades-.
- ¿En serio entró toda?, ¿Me metiste toda la verga Javier?
- Sí, entró toda y ahora te voy a coger con ganas.
- Dale, dale, cogeme con todo, no me duele nada.
Patolín sabía cómo venía la historia, sabía que al entrar y salir con ganas la sentiría mucho más y se corrió para besarlo, lo hacía como devorando su boca y evitaba que se quejara ante los pijazos que lo hacían emitir quejidos entremezclados con suspiros y gemidos. Andrés me demostró que le gustaba la verga porque, aunque no podía hablar sus caderas se movían siguiendo el ritmo que le había impuesto a mis cogidas. Dos veces tuvo contracciones anales y su pitito endurecido se movía como si quisiera pegar contra su vientre.
Me estaba “comiendo” un culito fabuloso y escuchaba que, zafando de la boca del primo me decía levantando la voz, “cogeme Javier, dame con todo”. Más no podía y mis huevos me pedían una descarga urgente, por eso lo toqué a Patolín para que le dejara la boca libre, quería escuchar lo que decía cuando mi leche tibia le inundara las tripas y no me defraudó… “Ahhh, está caliente, me gusta, tu leche me gusta cuando está dentro de mi culito, qué rico, qué rico”, -repetía y se había aferrado de mis antebrazos para hacer más fuerza y sentirla más adentro.
Yo no quería más, las piernas me temblaban, habían sido dos “polvos” casi al hilo y cuando Patolín me preguntó, “¿a mí no me vas a coger de nuevo?” fue como si me pegaran un cachetazo. Me tiré boca arriba sobre la cama y me la toqué un poco pidiéndole que se sentara encima. Si la tenía fuerte apretándola con la mano entraría una cuarta parte y eso fue lo que sucedió, a más, cuando la tuvo adentro tomó un poco más de consistencia que le bastó para, nuevamente, tener un orgasmo seco de los que lo caracterizaban.
Yo no pude terminar, pero había cumplido, lo único que faltó fue la penetración de Andrés al culito de Patolín, pero éste no lo dejó pasar de largo y se pusieron de acuerdo para hacerlo en la casa aprovechando que estarían solos.
Fueron al baño de a uno y cuando me quedé con Andrés le recalqué lo del secreto y le pedí que tratara de no coger con el hermano. “No, nunca más, sólo voy a coger con vos y si se pone malo lo voy a amenazar con contarle a mi papá, él tiene mucho miedo a que yo cuente”, -me contestó-, dejándome claro que no era miedo al hermano, era amor a la verga lo que sentía y la mía lo enamoraba más.
Se fueron cuando comenzaba a caer la tarde y me quedó tiempo para darme un regio baño, para ordenar mi habitación y para comenzar a planificar mi vida desde el momento en que me iría a vivir solo. Los culitos de los nenes me fascinaban, pero me las imaginé también a Cynthia y a Anabela pasando por mi departamentito de soltero.
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
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