PATOLÍN Y JUANCITO. (5).
Sofía y Cristian resultan ser toda una sorpresa, una agradable sorpresa que no puedo dejar pasar, sin olvidar que había otras más que rondaban..
La tenía vista del barrio, era una mamá relativamente joven, no era lógico preguntarle, pero creo que andaría en los treinta y cinco años y mediría un metro con setenta aproximadamente, tenía el cabello cortado como varón y su color era platinado, sin dudas, teñido, sus ojos negros eran inquietos, era una hermosa mujer y debí esforzarme para no clavar mi vista en las tetas que se adivinaban debajo de la remera ajustada de color celeste que llevaba, ni hablar de la calza negra que la cubría hasta casi la rodilla.
- Así es, pero le aclaro que no soy Profesor, estoy adelantado en la materia y como quiero seguir la carrera en el Profesorado, pensé que me vendría bien practicar con alumnos del nivel primario.
- Muy bien pensado lo tuyo, mi hijo Cristian, creo que lo conoces, a veces lo mando a comprar, tiene diez años y la Matemática es dramática para él, el padre lo tiene a los sopapos limpios, pero no hay caso, le cuesta aprender, ¿cuáles serían tus horarios y tus honorarios?
- Yo dispongo de tres horas al mediodía, cuatro si puedo arreglar con mi padre porque no puedo descuidar el negocio. Le daría una hora a cada alumno y tendría que ver lo que él está cursando en el colegio y por los honorarios, ni lo pensé, mi interés no pasa por el dinero.
- Está bien, eso no es importante, de alguna manera nos arreglaremos… ¿Vas a domicilio o tenés algún lugar?
- Como es poco el tiempo de que dispongo prefiero que vengan a mi casa, yo vivo aquí al lado.
- ¿Te lo puedo mandar hoy a eso de la una de la tarde?, en realidad lo traería yo porque es un poco tímido.
- Bueno, tráigalo, por lo menos para saber qué es lo que estuvo estudiando y vemos si congeniamos.
Quedamos así, se retiró contenta por la posibilidad de que su hijo aprendiera una materia que no le resultaba fácil y no me corté para admirar el culo apretado y firme que dejaba entrever la calza incrustada entre sus cantos. Efectivamente conocía al hijo, era un chico callado de cabello castaño y con un culito tan apetecible como el de la madre, además, por lo que dejó saber, un tanto maltratado. Me sorprendí al pensar en el conjunto de nalgas que me rodeaban.
Resulta que pensando en “mis” culitos infantiles había ideado el tema de las clases y con esto se me abría un sinfín de posibilidades como para explotar a mi favor, no sólo con los chicos, sino también con las madres, esto sin contar con Anabela y la posible desvirgación anal de Cynthia, ni mi madre se salvaba cuando mi libido salía a flote y buscaba de explayarse, parecía haberme convertido casi en un “depredador” y no me jodía intentar serlo.
- Te estaba mirando desde la puerta de la cocina cuando hablabas con esa mamá y me puse a pensar que mi bebé, casi sin darme cuenta, ya está hecho todo un hombre, -expresó mi madre poniéndome una mano en el hombro-.
- ¿Por qué lo decís, mamá?
- Por la mirada y las actitudes corporales de esa mamá que hablaba con vos y, además, por la forma en que la miraste cuando se iba. Te miraba como mujer y tu ojeada cuando se iba fue de varón.
- Vas a tener que dejar de mirar esas novelas televisivas a la noche, te hacen pensar en cualquier “verdura”, esa mujer sólo quería que le diera clases al hijo.
- Es una buena excusa para “escaparse” de la rutina de la casa y observar lo que le gusta y, si puede, todo lo demás… ¿Te gustan las maduritas?
- ¡Mamááá, estás un tanto cínica hoy!, pues sí, me gustan todas, pero, me da un “no sé qué” hablar de estas “cosas” con vos.
- Tonto, soy realista y de tonta no tengo un pelo, por otro lado, ¿quién mejor que tu madre para escucharte y guiarte en algunas cosas?, de lo contrario voy a terminar por pensar que soy un florero y encima sin flores, tu padre está metido en las cosas del negocio y en las reuniones del Centro de Comerciantes, tu hermano se cree un “vivo” bárbaro saliendo con una u otra desorejada que lo único que les interesa es la cerveza, los porros y lo que creen que es buen sexo.
- ¡Epa!, como andamos hoy, ¿no?… ¿Hay problemas en casa?
- Apenas los del tiempo que uno pasa junto al otro y algunas indiferencias. Sucede que ellos dos son iguales y se me hace difícil hablar de cualquier tema con ninguno, vos sos igual a mí, me siento cómoda hablando contigo y aspiro a que te sientas igual, mirá, amigas no tengo a un Psicólogo no pienso ir, ¿qué pretendés, que me busque un amante para hablar de mis cosas?
- ¡Qué ni se te vaya a ocurrir!, conocerías a tu bebé, pero loco, vamos a hacer un trato, hablaremos todo lo que quieras y podés contar con “tu bebé”, pero, recordá que “tu nenito” está en un tiempo de aprendizaje y de experiencias nuevas, aparte de eso, soy celoso y muy reservado con mis cosas íntimas.
- Tal como debe ser y comportarse un hombre, prometo no inferir en tus cosas íntimas.
- Jajaja, no te creo mucho, dame un abrazo mami y quedate en la caja que tengo que ir a ordenar unas estanterías.
El abrazo fue sentido y la sentí abandonada en mis brazos, además de chiquita porque yo le llevaba más de una cabeza y mi tórax la cubría completamente. Para cualquiera que mirara desde el exterior, no había sido más que un abrazo entre madre e hijo, pero entre nosotros fue distinto, me pareció notar una especie de suspiro y un cierto temblor cuando pasó sus brazos alrededor de mi espalda y apoyó sus tetas duras en mí, por otro lado, no pude evitar el apoyar mi bulto en su vientre, sin erección, aunque lo notó y eso no pareció disgustarle.
“Andá, andá a hacer lo que tenés que hacer”, -me dijo soltándose suavemente, pero sin disimular sus mejillas encendidas-. Me puse a trabajar ordenando las cajas y llevando la mercadería a las estanterías, era la mejor manera que encontré para no comerme la cabeza pensando en la MILF de cuarenta y tres años que se encontraba atendiendo la caja y que parecía estar mal por un problema de atenciones como esposa, fundamentalmente, como mujer.
Lo que restaba de la mañana pasó rápido y al cerrar me fui a mi casa a darme un regio baño, me ayudaría con lo transpirado que estaba y también me haría bajar un tanto la calentura que traía y que debía mantener oculta. Me vestí con una remera ajustada que marcaba mis pectorales y una bermuda de jeans que yo mismo me había confeccionado, era holgada y eso me venía bien para disimular el bulto. Al mirarme en el espejo me sentí bien conmigo mismo, la altura, los rasgos y los ojos me ayudaban para verme bien.
La mamá con el nene fue puntual y los hice pasar, los saludé a ambos y me presenté con el nene que, con los ojos bajos, dijo llamarse Cristian, por mi parte le dije que era Javier, pero que podía llamarme Javi como lo hacían todos. Me había enfocado en el chico como para no mirar a la madre pues el par de tetas que había notado en la mañana seguía estando debajo de una remera que, a la par de ajustada, era escotada y dejaba al descubierto todo el canal de sus tetas y ella sabía que llamaban la atención.
Para mejor, o peor, tenía puesto un short de jeans con los forros de los bolsillos que se apoyaban sobre sus muslos e imaginé que su culo se vería espectacular porque, seguramente no cubriría sus nalgas en plenitud. Los invité a sentarse en la mesa que usaba en el comedor, de seguido le pregunté si quería tomar algo mientras yo charlaba con Cristian y me contestó: “Me gustaría tomar una gaseosa, pero no te preocupes, yo me sirvo, vos charlá con él”. Me fue evidente que no era de servicial, al ir hasta la heladera me daría la espalda y ella quería mostrar sus nalgas.
Efectivamente, no pude dejar de mirar su culo y aunque fue fugaz, la dureza de las nalgas que asomaban por debajo del short eran evidentes. Opté por dedicarme al nene y le pregunté:
- Me dijo tu que mamá que andás flojo en Matemática, a ver, contame…
- No es mi mamá, es la pareja de mi papá y se llama Sofía, -me contestó, aunque no noté inquina en su voz-.
- Cristian tiene razón, -dijo acercando una latita para cada uno-, disculpá que no me haya presentado, yo también estoy un poco nerviosa, me costó convencer al padre del nene, es un hombre muy exigente y quiere que aprenda o aprenda, yo estoy convencida de que es un problema de la maestra que no sabe hacerse entender.
- Suele pasar en la Matemática, pero, si no lo tomás a mal, dame unos diez minutos, me gustaría conversar a solas con Cristian y que me muestre lo que estuvieron aprendiendo.
- No hay problemas, me quedó en el sofá y espero, ¿puedo encender el televisor?
- Sí, movete con confianza.
El nene me mostró el cuaderno de ejercicios y me extrañó porque era muy aplicado, aunque se notaba que las cuentas de los ejercicios arrojaban malos resultados. La Matemática de primer nivel tiene algo de teoría que debe aprenderse sí o sí y luego tiene mucho de razonamiento para aplicar esa teoría. En ese entonces se pretendía que los chicos aprendieran las tablas hasta la del nueve y se machacaba con esto, pero no siempre funciona el tema de la memoria en todos y allí es dónde se impone el razonamiento.
- Lo que me cuesta mucho son las tablas y como no me las puedo aprender mi papá me castiga, -me dijo bajando la mirada dejando entrever una mezcla de sumisión y vergüenza-.
- ¿Cuántas tablas te sabés de memoria?
- Hasta la del 5 y algo de la del 6, pero las otras me cuestan mucho.
- Eso es porque nadie te explica algo que es lógico. Si te sabés bien la tabla del 5, ya tenés aprendidas la mitad de las restantes.
- ¿Cómo es eso?
- ¿Cuánto es 5×8?, me vas a contestar 40 y si te pregunto 5×9 me vas a contestar 45, eso porque le sumaste 5, lo mismo tenés que hacer con las otras tablas, si no recordás de memoria, recurrí a la suma, hasta que te fijes en la memoria la tabla correspondiente.
No resultaría muy pedagógico, pero a mí siempre me dio resultado y las cuentas no me fallaban. Le expliqué algo más, le di unos ejercicios y me fui a hablar con la mamá-pareja del padre. La encontré sentada sobre el sofá, casi acostada diría y miraba la televisión con cierta languidez mostrando las piernas sin ningún tipo de tapujo.
- Creo que tenía razón, hay una cierta falla de enseñanza, pero ni siquiera es culpa de la maestra, es por los programas de enseñanza, te marcan determinadas pautas que los maestros y alumnos deben seguir y nadie se calienta por enseñarles a razonar.
- Yo lo quiero mucho a Cristian, pero el padre es un idiota que lo único que hace es levantarle la mano y mi capacidad es muy limitada para enseñarle, nunca me gustó la Matemática. Tendríamos que hablar de tus honorarios.
- Respecto a eso, ya te dije que no es necesario hablar de dinero.
- Vos sos muy pillo, ¿cómo es que vas a querer cobrar?, -me dijo con una mirada pícara y sensual levantando y recogiendo las piernas sobre el sofá-.
- No soy un tipo experimentado, pero creo que la pilla sos vos, te propongo algo, primero vemos los progresos de Cristian, después hablamos de mis “honorarios”.
- Listo, te tomo la palabra, yo lo ayudo al papá de Cristian en la Inmobiliaria y entro a trabajar a las cuatro de la tarde, de doce a tres y media podemos “charlar” de lo que quieras, pero ahora, si no te enojás, tengo que ir a cambiarme, mandalo a casa cuando termines, él tiene llave, -expresó mientras se levantaba y poniéndome las manos en el pecho, me dio un piquito como si fuera algo natural-.
Lo fue a saludar al nene y le pidió que se portara bien y que no me desobedeciera en nada, “no quiero tener que contarle a tu papá que te portaste mal”, -le dijo- y Cristian no pudo disimular un estremecimiento al contestar que así lo haría. Abrí la puerta para que saliera y me encontré a mi madre en la puerta, ésta la saludó a Sofía e ingresó conmigo a mi casa.
- Me olvidé algo en el negocio y pensé en pasar desde tu casa, ¿qué quería esa?, -preguntó dejando entrever un cierto tufillo a celos-.
- La señora vino a traer al hijo que está en el comedor haciendo unos ejercicios. ¿Me parece a mí o estás controlándome?, ¿la mami está celosa?
- ¡Por favor, bebé!, no tengo nada que envidiarle a esa mujer, -dijo sacando pecho y dejando notar la tersura de sus pechos que, lógicamente, no me corté al mirarlos-.
- Para nada, ya te lo dije, “la más linda siempre es mi mamá”, pero…, -expresé abrazándola y esta vez notó más el bulto que se apoyó en ella-.
- Salí loco, me encantan tus abrazos, pero cualquiera que nos vea va a pensar que sos más que mi hijo…
- Ahh, claro, la famosa “cédula de filiación”, bueno, tendré que aprender todo lo que quiero aprender con mis compañeras de colegio o con las madres de mis alumnos, jajaja.
- ¡Sos terrible nene, sos terrible!, -dijo riendo y soltándose un tanto desganada de mi abrazo, después pasó al local luego de saludar al nene que estaba sentado-.
La actitud, los gestos y los acercamientos que tenía mi benemérita madre me daban a entender que estaba caliente conmigo, su forma de caminar, sus tetas y su culo tampoco ayudaban a que pensara en otra cosa y toda esa libido se trasladó a mi entrepierna. Como fuere, se me cruzó por la cabeza que debería mantenerme en mis trece e incentivarla con frases de doble intención o con piropos, pero sin dar el primer paso, lo que menos quería era tropezar y generar un entuerto difícil de solucionar después.
Esto de mi madre, como era lógico debido a mi edad y a las ganas que descubrí que le tenía, generó un endurecimiento de mi “paquete”. La semi erección me hacía sentir incómodo por la posición en que estaba mi verga dentro del bóxer y no podía ponerme a acomodarla frente a Cristian, entonces opté por acercarme a la mesa dejando que se notara. Se debe haber notado bastante porque el nene fue lo primero que miró y bajó los ojos sonrojándose.
“Vamos a lo tuyo Cristian, te voy a corregir los ejercicios”, -le dije sentándome a su lado y con una de mis manos le acaricié la nuca-. Fue un acto instintivo y no pensé en nada sexual al hacerlo, pero cuando el nene recostó su cara en parte de mi mano y se apoyó en ella, se me encendieron todas las luces, así y todo, me obligué a pensar que era una reacción que se podía catalogar como un “acto reflejo”, máxime, sabiendo por la madre, que no estaba acostumbrado a recibir cariños por parte del padre.
Mi madre salió enseguida del local y nos saludó con la mano, hice ademán de levantarme para acompañarla y me dijo que estaba bien, que siguiera con lo mío, entonces me enfrasqué en la corrección de los ejercicios.
- Cristian, te di diez ejercicios que podías resolver con facilidad, ¿qué fue lo que te dije de aplicar el razonamiento y las sumas?, hay seis cuentas que están mal y eso es por no prestar atención, -le dije con cara de enojo-.
- Por favor Javier, no te enojes, no me di cuenta, no entendí muy bien lo que me pedías, no le digas a mis padres, -expresó con los ojos llorosos y como rogando-.
- Está bien, no te pongas mal, -le dije abrazándolo, lo que, de alguna manera, lo llevó a apoyar una de sus manos en mi muslo-. Hagamos un trato, todo lo que pase cuando estemos solos va a quedar como un secreto entre nosotros dos, no me importa si te equivocás, yo te corrijo y vos le vas a mostrar a tu padre los ejercicios correctos, pero… sí o sí, todo tiene que quedar como secreto, caso contrario, le cuento a él que vos no prestás atención, después él sabrá que hacer.
- No, no, te prometo que yo no voy a contar nada, yo aprendí a guardar secretos, eso se lo prometí a Sofía y a un compañero repetidor que está en sexto grado, -esto que dijo activó una espinita en mi morbo-.
- Me parece muy bien, pero ahora yo soy tu maestro y a mí si podés contarme esos secretos, un maestro particular es como un Cura Confesor, nunca cuenta los secretos de sus alumnos.
- Sí claro, pero… no, no, no puedo, lo prometí, Sofía me pidió que no dijera ni que era un secreto así nadie preguntaba nada.
- Bueno, por ahora me voy a guardar lo que me dijiste y no se lo voy a contar a Sofía ni a tu padre, pero entre nosotros debe existir confianza, ya me contarás cuando tengas ganas, -dije y fue cuando noté que Cristian apretaba mi muslo con su mano abriendo y cerrando los dedos-.
- Jajaja, parecés un gatito cuando me apretás la pierna con tu mano.
- Huyy, perdoname Javier, no me di cuenta, te prometo que no lo hago más, -dijo sacando la mano como si mi pierna quemara-.
- No hay problemas, si querés podés seguir haciéndolo, pero, eso sí, de paso vas a hacer otros ejercicios y yo te voy a ayudar a resolverlos.
- Bueno dale, esta vez los voy a hacer bien, pero… te puedo hacer una pregunta sin que te enojes…
- Preguntá lo que sea, prometo que te voy a contestar y no me voy a enojar.
- ¿A vos se te pone duro el “coso” cuando te toco?, -preguntó sonrojándose-.
- ¿Por qué lo preguntás?, ¿acaso a vos se te pone duro cuando me tocás la pierna?
- Sí, ahora se me puso muy durito, pero no como el tuyo que se ve que es grande y más duro, cuando te sentaste vi que estaba duro.
- No, no estaba duro, es que yo tengo un “coso” grande y se nota el bulto, pero, contestando a tu pregunta, sí, si me seguís tocando se me va a poner más duro porque me gusta que me toqués con tus manos chiquitas.
- ¿Y si te toco ahí se te pone más duro?
- Claro, porque me gusta, pero, ¿por qué lo preguntás?, ¿ya tocaste a alguno que se ponga duro?
- ¿Me prometés que no vas a contar?
- Te lo juro porque se muera mi mamá, contame, ¿a quién se la tocaste?
- A Gabriel, él tiene trece años y está en sexto porque repitió, una vez me llevó al baño y me hizo que lo tocara y me la mostró y otras veces, bueno, me da “cosa” contarte.
- Bueno, no me cuentes, igual yo sé que se la chupaste y te dijo que si abrías la boca iba a decir que te gusta chupar vergas, – ¿qué otra cosa le podría decir para extorsionarlo? –.
- Sí, ¿Cuándo te contó? y me dijo también que le iba a decir a la maestra para que le dijera a mi mamá, si mi papá se entera me mata a palos, -dijo sorprendido y no pudo aguantar las lágrimas-.
Cristian había entrado solito por el aro y yo, a esa altura tenía una erección de caballo que me tuve que acomodar sin que me importara que lo viera. Luego de esto me dediqué a consolarlo y levantándonos los dos de la silla, lo abracé y lo atraje sobre mi pecho, razón por la cual mi “paquete” quedó a la altura de su pecho y lo apreté contra él mientras le acariciaba la cabeza.
“No te hagas problemas, yo no voy a contar nada, pero vos me tenés que contar todo, todo lo que yo te pregunte, lo de Sofía incluido, ¿estamos de acuerdo?”, aun sollozaba y me abrazaba por la cintura cuando me dijo que me contaría todo porque yo era muy bueno con él. Todo estaba bien y tenía ganas de sacarme la verga y ponérsela en la boca, pero opté por tranquilizarme y pedirle que se calmara.
Lo que no me pude aguantar de hacer fue agacharme y tomarlo de las nalgas, algo que pareció gustarle porque movió complacido las caderas, se las apreté comprobando su dureza a la par que lo levantaba y lo sentaba sobre la mesa diciéndole al oído, “está bien Cristian, no llores más, estos secretos van a ser sólo nuestros”, aproveché la posición para besarle las mejillas y acercarme despacio a la comisura de su boca.
Bastó con que mis labios rozaran los suyos para que el nene torciera la boca y buscara los míos sacando la punta de su lengua, pero no lo besé y le pregunté: “¿También te enseñó a besar ese chico de la escuela?”. La contestación fue rápida, no dudó, ya había depositado su confianza en mí…
- No, eso me lo enseñó Sofía porque me dijo que a la gente buena hay que darles besos ricos y vos sos bueno, pero no lo puedo hacer con todos”, -escuchar eso de los labios de Cristian casi me hace acabar en el bóxer sin siquiera tocarme-.
- ¿Por qué fue que Sofía te enseñó a dar besos con lengua?
- Porque un día yo la vi cuando le daba besos, así con lengua, al muchacho que vino a arreglar la línea telefónica y como me vio que la había visto me pidió que no le dijera a mi papá y me explicó que esos besos eran lindos y que sólo se les daban a las personas buenas, después me enseñó cómo había que hacer y ahora lo hacemos siempre y ahora me pide que también le chupe las tetas como si fuera su bebé.
- ¿Qué hace ella mientras tanto?
- Se toca entre las piernas hasta que tiembla y da gemidos, pero no digas nada porque este es un secreto que tenemos con ella.
- No voy a decir nada, pero vos tenés que prometer que tampoco vas a decir nada, ni siquiera a Sofía, lo único que le podés decir es que hicimos cuentas y te explico la materia, ¿entendiste?
- Sí, no voy a decir nada de nada, ¿me vas a mostrar cómo es tu pito grande?, -preguntó y se me hizo que se relamía-.
- Sí, pero sólo si te animás a chuparla y a tomarte la leche que salga.
- Yo te la chupo, pero no me gusta mucho la leche, Gabriel me hizo tragar la de él y era agria, ¿la tuya es más rica?
- Hay una sola forma de averiguarlo, -le dije y me levanté como un resorte para trabar las puertas, no se iría de casa sin que me descargara y no quería sorpresas-.
Regresé a la mesa con la verga al aire y Cristian se sorprendió cuando me la vio, “es enorme Javier, no me va a entrar mucho en la boca”, -expresó abriendo grandes los ojos-… “Algo va a entrar, vos chupá todo lo que puedas y tenés cuidado con los dientes”, -le dije y tomándolo de la mano lo llevé al sofá-. Me saqué los jeans recortados, me senté y lo dejé que se cruzara con mi cuerpo para poder tener acceso a sus nalgas.
Tomó la verga con una de sus manos y lamió todo el líquido pre seminal, luego hizo lo mismo con toda la circunferencia del glande y se la metió en la boca abarcando toda la cabeza palpitante. Una de mis manos no se quedó quieta y pasó por debajo del elástico del pantaloncito que traía y del slip para depositar toda la palma en sus nalgas paradas. No le disgustó para nada y movió las caderas aceptando la caricia.
El temblor y la satisfacción fue evidente cuando el dedo medio incursionó en su asterisco cerrado, pensé enseguida en la crema, pero me resultó más fácil la saliva y saqué mi dedo para ensalivarlo bien y llevar algo más de saliva en la yema de los dos dedos juntos, luego trabajé sólo con la yema del dedo medio y éste no tardó en tratar de introducirse en la cavidad, “despacito Javier, me gusta, pero me duele el culito cuando querés entrar”, -me dijo sacándose el glande de la boca-.
Sentía cuando se metía una cuarta parte de mi verga en la boca, se esforzaba con eso y chupaba el glande como si lo absorbiera, se esmeraba en lo que hacía y no le disgustaba, aun a pesar de que no tenía mucha experiencia. En un momento estuve tentado de forzar su garganta empujando su cabeza, pero preferí no apurar el tema y me dediqué a su huequito anal. Poco a poco logré introducir la mitad de mi dedo y aunque esbozó una queja al principio, al moverlo entrando y saliendo de su culito se aflojó totalmente.
El movimiento de mi dedo se hizo más reiterado y no tardé en tener todo el dedo en su interior mientras mi palma cubría la mitad de sus nalgas. A Cristian no le disgustaba esto y gemía con placer, lo que me llevó a entrar y salir con más ritmo lo que provocó que levantara sus caderas buscando más penetración hasta que lo sentí temblar y moverse con ganas aplastando el vientre contra el asiento del sofá.
Entendí que había terminado y metiendo el dedo lo más profundo que pude, puse la otra mano sobre su cabeza y le llené la boca de leche, el primer chorro lo tragó, los restantes, no pudo hacerlo en su totalidad y tosió llenándome la verga y los huevos de leche escupida por su boca. “Me ahogué, me ahogué”, -dijo al dejar mi verga y giró la cabeza para mirarme con los ojos llorosos y desorbitados-. Le saqué lo que colgaba de su nariz y se lo metí en la boca a la par que le decía, “limpiame bien la verga”, -mi voz fue seca y no lo dudó-, quedó reluciente y luego de eso me habló:
- Tu leche no es agria, pero era mucha y no la pude tragar enseguida, por eso me ahogué.
- No importa bebé, estuviste maravilloso, ya vas a aprender a mamar mejor.
- ¿Me vas a dejar que te la chupe otra vez?
- Si mi cielo, igual que vos me vas a dejar jugar con tu culito.
- Me gustó cuando entrabas y salías con el dedo, ¿también me vas a querer meter la verga en el culito?, creo que es muy grande y me va a doler mucho. Gabriel quiere que vaya un día a la casa para poder cogerme porque en el colegio no se podía, dijo que tiene que ponerme aceite de bebé.
- Si vos querés que yo te coja y te haga más caricias, olvidate de Gabriel, tu culito pasará a ser sólo mío y yo te lo voy a agrandar de a poquito para que no te duela cuando te meta mi verga.
- Sí, yo quiero que me cojas vos porque sos más bueno, pero, igual la veo muy grande.
- Te prometo que te va a entrar toda y te va a gustar, pero ahora vamos a hacer unos ejercicios para que lleves a tu casa.
De buena gana hubiese intentado entrar en su culito, pero decidí no apurar los tiempos, además, quedaba poco tiempo. Me vestí y le pedí que se fuera a enjuagar la boca y a lavar la cara, yo aproveché a ir hasta el negocio y le traje un chocolate y unos caramelos para que no le quedara gusto a semen en la boca. Luego de esto y mientras degustaba el chocolate le puse unos ejercicios y se los resolví dejando que él sólo los copiara. “Te quiero dar muchos besos”, -dijo cuándo lo despedí en la puerta de casa, pero se tuvo que conformar con el único que le di cuando estábamos adentro y guardaba sus cosas en la mochila.
Me quedaba una hora y media para que mis padres volvieran a abrir el negocio y, después de lavarme bien, me tiré en la cama a descansar, había estado como dos horas con Cristian, pero había valido la pena, me había enterado de un montón de cosas y parecía que, en el barrio, los nenes con ganas de experimentar el sexo sobraban y se me acercaban como mosca a la miel, pero también pensé que con lo que había me alcanzaba, además, no me olvidaba de las mujeres, entre ellas, mi mamá y pensando en ella me quedé dormido…
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Excelente! La trama se torna interesante con varios frentes abiertos…
A ver cómo sigue
Muy, muy bueno👍