PATOLÍN Y JUANCITO. (6).
Cynthia y mi mamá entran por la variante y comulgan con mi modo de pensar, debo aprovechar eso….
Con la habitación en penumbras, casi a oscuras, junto al cansancio que me había ocasionado la descarga por la mamada de Cristian, cansancio mucho más mental que físico porque se aunaba con todo lo que pensaba referido a lo que me había enterado y lo que podía aprovechar, dio por resultado que, apenas me aflojé, me quedé total y absolutamente dormido.
No obstante, esa hora y un poquito más de sueño me había venido muy bien y ya me encontraba despierto cuando me di cuenta que entraba mi madre a mi cuarto, recordé allí que al ir a buscar el chocolate para Cristian había dejado sin traba la puerta interior que comunicaba con el local y ella aprovechó esto para ir a buscarme.
Abrí mis ojos separando apenas las pestañas y miré lo que hacía, ella no podía darse cuenta de que estaba despierto y mi cuerpo vestido sólo con un bóxer blanco descansaba boca arriba en la gran cama. Mi verga morcillona se inclinaba hacia el lado izquierdo de mi pelvis y me saqué todas las dudas respecto de la calentura que mi mamá tenía encima.
Entró silenciosamente y se paró al lado de la cama, miró como para cerciorarse de que dormía y llevó una mano hacía el bulto que la atraía, lo acarició primero con los dedos y luego con la palma, generando con esto que se expandiera en erección, ni hablar de formar una carpa porque el bóxer era muy ajustado, pero mi verga pareció estirarse hacia mi muslo. No podía ni tragar saliva por temor a descubrirme y se me hacía que había crecido en longitud y en grosor.
¿Cuánto fue?, quizás segundos, a lo sumo un minuto y casi me hace acabar cuando pretendió cerrar la mano sobre el ancho de la verga como para calibrar el grosor y eso pareció conformarla porque retrocedió un paso y luego me tocó en el hombro y alzó la voz… “Despertá dormilón, ya hace un rato que abrimos y tu padre te necesita. Levantate, dale, te podrías haber tapado, ¿no?”, -dijo con la voz un tanto ronca y se retiró dejando la puerta abierta-.
Me quedó claro que lo que encontró le había gustado, pero aún no me decidía a sacar provecho de eso y no precisamente por falta de ganas, lo mío pasaba por la forma de encarar el asunto, ni el pedo iba a decirle que la había descubierto tocándome la verga y opté por esperar a que fuera ella quien se decidiera a tomar la iniciativa.
Me levanté, me lavé la cara y, como el “paquete” ya se había normalizado, me puse la bermuda, una remera nueva, me calcé las zapatillas y me fui para el local con la cabeza caminando a mil por hora, tratando de buscar la oportunidad de tenerla en mi cama.
- Hola mamá, gracias por despertarme, los nervios con el primer alumno me jugaron una mala pasada y me cansé más de lo debido. A ver, dejame mirarte, que bonita estás esta tarde, esa pollera plisada te queda fenomenal, me voy a poner celoso de todos los que entren a admirarte.
- Callate loco, como si esta “veterana” llamara la atención de alguien.
- ¿Veterana dijiste?, si no fueras mi mamá te tendría encadenada a la cama, jajaja, ¿por dónde anda el viejo?
- Sos un salido total, -dijo con la cara arrebolada-. Tu padre está en el depósito, dale una mano que recién llegó un camión con mercaderías.
Me fui para la parte trasera del local y la dejé mirándome de un modo extraño, no podía ni imaginar lo que pensaba, pero mis “ratones” hacían ruido corriendo en mi cabeza y yo si me la imaginaba tendida sobre mis sábanas, es más, hasta las poses me imaginaba. Poco me importaba el tema de que era mi mamá y la parafernalia del incesto, los castigos divinos o los “cuernos” para mi padre, que se jodiera por no atenderla, lo único que me importaba era que, para mí, era la mejor hembra del mundo y podría llegar a gozar lo indecible con ella.
Transpiraba hasta por los ojos descargando y acomodando cajas y apareció Cynthia con una lata de gaseosa en la mano diciendo que me la mandaba mi madre. Me había sacado la remera y la saludé luego de secarme la cara con ella, a la par, noté que le brillaron los ojitos claros cuando me miró el torso sudado y perlado de gotas de transpiración, “gracias hermosa, me viene al pelo, me estaba deshidratando, ¿qué andás haciendo por acá?”, -le pregunté al besarla en la mejilla-.
- Vine a hablar con vos, hoy al mediodía estuve con Anabela y me dijo, bueno… me dijo…
- ¿Qué habrá sido lo que te dijo que te hace estar tan dubitativa?
- Que, bueno… que ella no puede ser tu novia, pero que tratará de estar a tu lado y se acostará contigo todas las veces que desees. ¿Te acostaste con ella?…
- Eso es algo que nunca saldrá de mi boca, tendrás que preguntarle a ella, además, si lo hubiese hecho o lo hiciera no tengo porque rendirle cuentas a nadie, no tengo compromisos ni los quiero tener.
- ¿Y yo?, ¿qué soy yo para vos?
- Vos sos la chica más linda del barrio y alrededores, pero ya me di cuenta que no sintonizamos la misma música, me hiciste toda una historia por un beso y me saliste con el tema del noviazgo. ¡Ojo!, no digo que esté mal ni te juzgo, cada cual, con sus ideas, pero… no me interesa ser el prototipo del Príncipe Azul ni estar supeditado a celos, imposiciones o determinados remilgos.
- Entonces sos una especie de mierda de tipo que sólo quiere acostarse con todas las que puedas, ¿no?
- Ahí afloraron tus preconceptos e imposiciones… Mierda de tipo sería si te hago el verso del noviecito, logro acostarme con vos y después te dejo con cualquier excusa. De esos vas a encontrar a montones y luego será tarde y te quedará el mal gusto, la amargura y la bronca por no haber sabido elegir. No señorita, yo voy de frente y expongo mi forma de pensar, respeto a quien piensa distinto y no pretendo cambiar su modo de pensar y actuar, pero que nadie pretenda que me allane a pensar y actuar como el común.
- Pero, pero, yo te quiero a vos…
- Y yo también te quiero, para mí no sos un “cacho de carne” y jamás te usaría para luego descartarte, lo que sucede es que no pensamos igual y para estar a mi lado tendrías que cambiar un montón de modos que tenés incorporados, celos, escenas, imposiciones, interrogantes, absolutismo, son cosas del común de las chicas que no van conmigo. No sé qué puede pasar mañana, pero hoy por hoy, o se me acepta así o se camina por otra vereda y eso no implica que no te quiera o te trate mal.
- ¿Si yo acepto todo eso a rajatablas, vos saldrías conmigo?…
- Claro que saldría con vos, pero, aunque te trate bien y pretenda hacerte sentir bien, tendrás que tener presente que no serás la única, que los remilgos me molestan y que no contesto interrogantes.
- ¿También nos acostaríamos?
- Cynthia, eso se da por decantación, el problema es tu modo de pensar y esa idea de “guardar tu tesoro” que, en estos tiempos, no tiene mucha razón de ser.
- Anabela me dijo que se puede “hacer el amor” de distintas maneras y sin necesidad de “perder” nada, dijo que sólo hay que proponérselo.
- Está bien, te propongo algo, tratemos de ser “amigos con derecho a roce”, lo pasamos bien juntos, nadie decide por el otro y nos ponemos de acuerdo para juntarnos.
- Estoy de acuerdo, ¿cuándo empezamos?
Tenía cierto viso de ternura y de inocencia la forma de proceder de Cynthia, pero estaba dispuesta a dejarse moldear y a mí me iba a encantar moldearla a mi gusto. Quizás me estaba metiendo en camisa de once varas, pero me gustaba para tenerla siempre a mi lado y luego de la cháchara que le indilgué noté que tenía sus pezones erectos que parecían forzar la punta de sus tetas contra el sostén y no daba para dejarla ir así porque sí, entonces la abracé y le comí la boca con ganas.
Claro está que, de alguna o de muchas maneras estaba esperando por eso y me respondió el beso dejándome saborear la frescura de su boca. Estaba caliente, se notaba caliente y fue ella la que me abrazó y gimió aplastando su cuerpo contra el mío, sus tetas duras parecieron querer perforar parte de mi pecho y la erección que pretendía reventar la bermuda de jeans se apoyó decidida a la altura de su estómago.
Al sentirla hizo un pequeño amago de retirarse, pero no pudo evitar el gemido cuando, de inmediato, se apoyó decidida. “Esta noche no puedo, pero mañana puedo decir que paso la noche en lo de Adriana y podríamos vernos en tu casa”, -expresó con cierta esperanza por escuchar una respuesta positiva-. Por lógica, le di una respuesta que la satisfizo y me dijo que estaría en mi casa una media hora después de que cerrara el negocio.
Terminé de acomodar las cajas que faltaban y regresé al interior del local, mi madre estaba en la caja y se moría de ganas de preguntar qué había pasado con Cynthia, le tiré un beso y me fui a lavar un poco. Mi padre no estaba, seguramente estaría metido con las facturaciones y al volver mi madre le dejó la caja a una de las empleadas de confianza y me dijo de ir a tomar algo a la cocina, fue lo mismo que si me dijera, “te quiero preguntar”. Puso el agua a calentar para tomar unos mates y preguntó:
- ¿Qué pasó con Cynthia?, vi que se iba chocha de contenta, ¿te pusiste de novio?
- Nada que ver mamá, de todos modos, Cynthia me gusta y arreglé con ella para ser un “amigo con derecho”, ya sabés que eso de ser novio, verla algunos días, que me pregunte cosas o que quiera imponer otras, no va conmigo.
- ¿Eso qué quiere decir, va a ser “palos y a la bolsa”?…
- No seas ordinaria mamá, eso quiere decir que cuando tengamos ganas haremos lo que nos surja, sin remilgos ni pelotudeces, ella está de acuerdo y a mí me viene re bien.
- Yo no te voy a poner trabas, pero tenés que recordar que es menor que vos y cuidarte.
- De paso me ponés la primera traba con la edad y lo que menos me importa es la edad. A mí lo único que me importa es que tenga ganas de pasarla bien y que no se escude en pelotudeces, en pruritos o en “eso no se debe”, las mujeres tienen tantas necesidades como los hombres y llegado el momento comienzan con idioteces, no sólo las chicas, las mayores son iguales.
- ¿También te pasó así con la madre del nene?
- Algo así, creo que se llevó una sorpresa conmigo, pero me cuesta hablar a “calzón quitado” con vos…
- Contame, contame, ¿qué pasó?, yo te puedo aconsejar y conmigo podés hablar sin tapujos.
- Bueno, pero no me salgas con pavadas. Viene toda melosa con un escote de aquellos y con medio culo al aire, además sabe que está bien y se hace la seductora con el pendejo, se te arrima, deja entrever que tiene ganas y enseguida pasa a decir: “estoy casada”, “no debería hacerle esto a mi marido”, “podría ser tu madre”, “estás bien dotado, pero no debería”, “soy mayor para vos” y etcéteras, etcéteras. ¿Entendés?, una mujer así defrauda, no como persona, como mujer, pretenden que el hombre vaya de frente y no las engañe y ellas viven poniendo trabas y remilgos a sus propias ganas.
- Lo que sucede es que la mujer está enseñada así desde chica.
- Eso es otra boludez, son melindres que van aprendiendo y al final terminan encerradas en un círculo de mierdas o haciendo cualquier cagada para sacarse las ganas, no conmigo, por supuesto, yo las elimino de mi consideración. No creo ser un tipo feo y me parece que tengo caricias y “algo” más para atenderlas bien, (“ya lo creo”, -dijo en voz baja, pero la alcancé a escuchar, aunque no hice referencia a eso-.), por eso, si no actúan en consecuencia con sus ganas, para mí pasan a ser un cero a la izquierda, allá ellas con sus infelicidades y sus idioteces.
- Parece que metieras a todas en la misma bolsa, ¿con tu madre pensarías igual?
- El título de madre no te exime de ser una mujer que puede llegar a dar pena, es lo mismo que cuando usan el título de casada, no saben poner los ovarios arriba de la mesa ni para un lado ni para el otro, no entienden eso de hablar con la pareja y solucionar o terminar sus problemas, primero son infieles con el pensamiento y a punto de dar el siguiente paso porque se lo piden las ganas y las necesidades, utilizan el título de casada o el de madre en algunos casos como para justificar sus ganas por alguien que la haga sentir bien.
- A vos te resulta cómodo y la vez fácil, sos muy duro, no entendés que puede pasar por la cabeza de esas mujeres.
- Puede ser, pero me basta con saber que tienen ganas de estar conmigo y yo no juzgo a nadie ni antepongo títulos, me limito, si se puede, a tratar de que la pasen bien y yo también, por supuesto. Ese es el caso de Cynthia, ella quiere estar conmigo y yo pongo las pautas, si las acepta está todo bien, trataré de dar lo mejor de mí mismo, sexo y atenciones no le van a faltar, si no las acepta también está todo bien, pero pasará a ser un cero a la izquierda, tampoco es que pasará a ser una leprosa, el “buenos días” o “buenas tardes” no se lo pienso negar.
La llamada de mi padre interrumpió la charla o casi monólogo que mantenía con mi madre. Me salió así, en realidad era gran parte de mi modo de pensar, aunque en el caso particular de ella, le quise hacer ver que era quien tenía que dar el primer paso, paso que, de alguna manera ya había dado al acariciarme cuando estaba “dormido”. Quedaban dos caminos a recorrer o retrotraía todas sus ganas dejándome caliente y con la posibilidad latente de que buscara sus “alegrías” en otro lado o se la “jugaba” y se sacaba las ganas con “su bebé”, algo por lo que crucé los dedos pues parecía que ganas no le faltaban. Por lo pronto, salió primero que yo de la cocina y movió sus nalgas al caminar tal como lo había hecho Cynthia cuando se fue de mi lado, a mí eso me bastaba.
Faltaba poco para cerrar cuando apareció Sofía con Cristian y un tipo delgado, vestido de traje, de cara chupada y contextura esmirriada, tenía la misma altura de Sofía y se presentó como el papá de Cristian. Propiamente una cagada de tipo, su mirada era huidiza y su mano resultó blanda al estrechársela, pero eso no evitó que, aunque lo disimulé, me pusiera en guardia por lo que pudiera haber dicho el nene de mi “sesión de estudios”, por lo menos la cara del nene, si bien demostraba cierto temor y bajaba la vista por la presencia del padre, no demostraba preocupación y su madrastra tampoco.
- Buenas tardes joven, quería conocerlo porque es la primera vez que Cristian trae unos ejercicios sin errores y me dice que es porque usted le sabe explicar, aunque creo que no es Profesor.
- Ya le dije a su señora que no soy Profesor, enseñarles a los chicos de la escuela Primaria es una forma de aprendizaje porque pienso estudiar el Profesorado y. afortunadamente, encontré en Cristian a un chico muy despierto y aplicado, el problema que tiene es que los sistemas de aprendizaje tienen que ver con aplicar la memoria y no utilizar el razonamiento.
- ¿Usted me quiere decir que las maestras son malas?
- Tampoco es tan así, ellas utilizan un método de estudio que les viene dictado y lo tienen que aplicar con cuarenta chicos a la vez, no les queda tiempo para dedicarse a unos y a otros, entonces, el que lo entiende bien y el que no lo entiende penará con la Matemática, ya que todos los chicos no son iguales. Creo que todos pasamos por algo similar.
- Me gusta su forma de encararlo, a mí me saca canas verdes que no entienda las cuentas, otra cosa más, ¿cómo es eso de que no nos cobra?
- Es como le dije, yo no soy Profesor y, a la vez, me compensa porque me sirve como aprendizaje, me parece improcedente cobrarles algo, me basta con saber que lo que aprenda conmigo lo pueda aplicar para mejorar en la escuela, creo que así quedamos todos complacidos.
- Muy bien, yo no tengo problemas en que le enseñe. ¡Sofía, anda a comprar lo que necesites y vos Cristian andá a ayudar a tu madre!, -les ordenó a los dos y cuando se retiraron me habló con un tono de compinche-. Mi socia tiene un problema similar con su hijo, ella es separada y yo le hablé de los avances que me había mostrado Cristian, el tema es que quiere saber si puedes darle clases al hijo, es menor que mi hijo, pero me interesaría “apuntarme unos porotos” con ella, no sé si me entiendes, -asentí con la cabeza y aproveché a meter mi baza-.
- No creo tener problemas, pero le aconsejaría que me dé unos días más con Cristian solamente, después las clases podrían ser conjuntas y ese mismo nene notaría los avances que tiene su hijo sobre él, nunca está demás que Cristian sobresalga sobre el más chico.
- Usted sí que la tiene clara, eso le daría más confianza a mi hijo, ¿le parece bien tres clases más con Cristian?
- Me parece perfecto.
Ya se acercaban Sofía y Cristian y aproveché para saludarlos a todos, le dije al nene que lo esperaba al día siguiente y me fui para el depósito pensando que esas tres clases solos me darían la oportunidad de estrenar el culito de Cristian y, como el padre parecía ser de los que se lo merecían, aprovecharía la posibilidad para tratar de agrandar sus “cuernos” en base a los favores de la pervertida madrastra.
El día había estado pesado, caluroso, húmedo y no veía la hora de que cerraran el negocio para ir a darme un regio baño. No bien salían del negocio aproveché a saludarlos y me metí en mi casa, trabé la puerta interna y me zambullí en la ducha. Después de enjabonarme y enjuagarme me quedé un largo rato debajo del agua tibia y quedé como nuevo, limpio e hidratado, me sequé y me quedé vestido sólo con la toalla de baño anudada a la cintura, tanto como para no andar desnudo, calenté la comida que me había traído mi madre de la casa, cené y me puse a mirar un rato de tele.
Los extrañaba a Patolín y a Andrés, hoy la había visto a la señora que lo cuidaba, fue cuando se acercó para hacer las compras, pero ni mención al tema de las clases de Matemática, por otro lado, tampoco habían aparecido ni siquiera para hacerse ver y eso me resultaba, cuanto menos, raro. Pensaba en las nalgas duras, paradas y apetecibles de Andrés sabiendo que había resultado más receptivo a la hora de buscar que lo penetrara y me toqué añorando su presencia. No llegaba a estar erecto y me sorprendió el timbre de la puerta de entrada.
Di un salto y me acerqué a la puerta para ver quién era, pues si eran Anabela o Cynthia estaba salvado. Ninguna de las dos, resultó ser mi madre, le abrí pensando que habría algún problema y mi semi erección desapareció. Tenía un leve maquillaje, el cabello suelto y un vestido de verano que se ajustaba a todas sus formas y curvas que no eran pocas, las sandalias de taco medio hacían juego con el color del vestido… Entró y nos quedamos los dos parados frente a frente, alguno de mis “ratones” comenzaron a moverse, pero, pregunté aplomado…
- ¿Qué pasó mamá?, ¿algún problema?…
- No hijo, espero que no, pero tengo algo que preguntarte…
- Dale, preguntá, soy todo oídos, antes dejame decirte que estás hermosa y, no… mejor no digo más…
- Me cambié para venir a verte. Decime con sinceridad, ¿vos crees que yo puedo llegar a ser una mujer que te genere las expectativas que pretendés en una mujer?
- Vaya preguntita la tuya, a ver girá un poquito que quiero verte bien…
No dudó en hacerlo y en mi vista quedaron fijadas sus nalgas duras que el vestido parecía parar aún más. Se me hizo que las cartas estaban echadas y no lo pensé más, la abracé tomando sus tetas con mis dos manos y mis dedos se cerraron en sus pezones endurecidos, además, mientras le besaba el cuello y me deleitaba con su gemido de placer, le apoyé mi erección a la altura de la cintura y le dije cerca de su oído:
- Notá como me tenés, sos mi sueño hecho realidad, vos siempre cubrirás todas mis expectativas.
- Ay Javi, ay Javi, no debería, pero no sabés las ganas que tengo de que me hagas tuya. Ni te imaginás lo que hice hoy cuando vine a despertarte.
- Seguramente me habrás acariciado y apretado el miembro pensando que dormía, me encantó.
- ¿Estabas despierto? Si me hubieras dicho me hubiese tirado encima de tu cuerpo.
- Despierto y pensando en esto que ahora se puede convertir en una realidad.
No esperé a que me dijera nada más y la volví a girar para comerle la boca, besar los labios de mi madre se me antojó como un sueño mágico y su saliva me supo a néctar. Mi lengua estaba enloquecida recorriendo su interior y la de ella no se quedaba quieta, ni su lengua ni sus manos porque una de ellas pasó a mi espalda y la otra se aferró a mi verga inhiesta que ya no tenía toalla que la cubriera.
- ¡Qué verga que tenés hijo!, esta es una de mis fantasías y que sea de mi hijo la hace doblemente placentera.
- Creo que a partir de esta noche será toda tuya para cuando gustes.
- Me imagino que voy a ver las estrellas, tu padre es muy normal y hace rato que…
- Hoy, ahora, esta noche somos Silvia y Javier, no existe nadie más, esperá que voy a trabar la puerta.
Le di la espalda para trabar la puerta y cuando giré nuevamente me la encontré casi totalmente desnuda, salvo por la telita de la tanga y las sandalias, el vestido estaba caído a sus pies y me miraba esperando una aprobación, “sos una diosa y como diosa tendrás que ser adorada”, -le dije abrazándola y la levanté tal como había hecho con Anabela-. “Haceme feliz hijo”, -pidió como rogando y me echó los brazos al cuello-, en su cara se notaba la felicidad por lo escuchado y por lo que esperaba de mí.
La deposité en la cama y luego de besarla con pasión comencé a recorrer todo su cuello y torso, se agitaba, suspiraba, gemía y se movía por el placer que le ocasionaban mis besos y lamidas. Sus tetas calzaban justas en mis palmas y el pezón erizado y erguido parecía pedirme a gritos que lo chupara, entonces me puse a recorrer sus areolas ásperas y cuando chupé con ganas uno de los pezones y pasé al otro de forma alternada, experimenté la agradable sensación del primer orgasmo que mi madre obtenía conmigo.
Más se movía, se contraía y temblaba, más me aferraba a sus pezones, le quedaron rojos e hirviendo y apenas comenzó a recuperarse, seguí bajando por su vientre y no me gasté en sacarle la tanga, la tirita se hizo añicos entre mis dedos. “¡Ay, ay, ay, por Dios, esto es sublime!”, -decía con la voz enronquecida-. El gemido fue casi un grito cuando lamí el interior de sus muslos rodeando la vagina depilada y anegada, su aroma enardeció mis sentidos y pasé mi lengua por sus labios entrecerrados.
Esto fue lo que la llevó a levantar las piernas para que sus muslos apretaran los costados de mi cara y me dediqué a darle lengua. Contraerse, temblar, mojarme la cara y obligarme a tragar como desesperado fue una constante, amén de sostener firme a sus caderas para evitar que me partiera el cuello con sus movimientos. Ni cuenta me di cuando uno de mis pulgares se introdujo profundamente en su recto, no acusó ningún rechazo y si lo hizo no pude escuchar ni notar nada, sus muslos se apretaban como con furia en mis orejas y me dejaba completamente aislado.
Absorber y lamer el clítoris erecto que debía medir un centímetro me extasió y los saltos que daba con sus caderas me llevaron a cambiar el pulgar por el dedo medio y pronto fueron el medio y el índice los que jugaban en su recto, la tenía a mi merced y estirando mi otra mano me ocupé de apretar sus pezones o acariciar sus tetas. Estaba ido con todo esto y sólo el tirón de los pelos me hizo reaccionar, mi madre tenía la cara desencajada, los cabellos humedecidos le cubrían parte de la cara y abría la boca para hablar, pero no salían sonidos de ella. El placer y la suma de los orgasmos la habían superado.
Me senté apoyando la espalda en el respaldo y la atraje hacia mí, la abracé apretándola contra mi pecho, mesé sus cabellos, besé toda su cara con ternura y a medida que se recuperaba trataba de decirme algo, sólo le salía: “jamás, jamás…”, uno de mis índices cruzando sus labios impidió que siguiera hablando y la dejé, digamos que, volver… Luego de un rato me habló mientras me acariciaba el pecho…
- Estaba segura que iba a gozar, pero jamás pensé que iba a ser así, casi la matás a tu madre, hijo, fue como una serie de explosiones de placer.
- Disculpá mami, me dejé llevar, te prometo que no lo hago más, -expresé medio en broma y medio en serio-.
- Y yo te mato, en mi vida gocé tanto, -me decía mirándome a los ojos y una de sus manos se ocupó de acariciar a mi miembro que había perdido algo de su erección-. Esto es tan hermoso y causa tanto placer que no debería ser pecado o mal mirado.
- El pecado está designado por algo que decidieron otros por nosotros que, a la postre, somos los que nos auto condenamos, aunque creo que no es momento de Teologías.
- Tenés razón, dediquémonos a gozar y ahora quiero tratar de darte placer con la boca, si puedo…
- Dale, ponete invertida, me gustaría seguir haciendo lo mismo que hice hasta hace un rato.
- Ni loca, me muero de verdad, a lo sumo te dejo jugar otro rato con tus dedos en mi culito, nunca fui muy amante de usar ese hoyito, pero hoy quiero ser tuya de todas las maneras, grite, llore o patalee quiero ser una hembra total para mi macho elegido.
Me encantaba que hablara conmigo dejando de lado su condición de madre y la mía de hijo, era sólo una mujer que quería gozar, experimentar placer, sentirse querida y, ¿por qué no?, dominada y cogida. “No me agradan mucho los besitos y lamidas”, -le dije cuándo comenzó a lamer el glande y el tronco de mi verga-. No me contestó nada, se limitó a meterse el glande en la boca tratando de profundizar.
Jugaba con la lengua en todo el glande y aspiraba carne en barra, sólo hasta la mitad, los ahogos y las arcadas no le permitían continuar, aunque continuaba insistiendo y gimiendo de placer. Yo ya tenía mis dos dedos dentro de su estrecho conducto anal y aparte de entrar y salir trataba de hacerlos girar para que el esfínter se dilatara, algo lograba, pero mi verga sería implacable por más dolor que acusara, necesita cogerme a mi madre por todos sus huecos a como diera lugar y ella se encontraba más que dispuesta.
Tener ante mis ojos el movimiento de ese culo soñado cuando mis dedos lo penetraban estuvo a punto de sacarme del contexto del aguante, apenas si pude contenerme y ella se dio cuenta de esto, tal que, sacando el miembro de la boca me pidió: “forzame”. Nos pusimos de costado para eso y mientras empapaba los dedos de una mano con sus jugos y trataba de meter tres en su ano, mi otra mano atrapó su cabeza y el caderazo hizo el resto. Aplasté su nariz en mi pelvis por dos veces sin hacer caso de sus arcadas ruidosas y ya no me aguanté más.
El primer “lechazo” pasó directo a su garganta, luego salí un poco para que pudiera respirar mejor y tragar, le costó, pero no me defraudó, a la vez me regaló sus contracciones y sus temblores nuevamente. De seguido me limpió con su lengua y lamió el tronco de modo delicado, sabiendo, aunque no era mi caso, que la verga queda sensibilizada para seguir recibiendo mimos y la mayoría de los hombres no los aceptan.
Luego giró la cara para mirarme esbozando una mezcla de pasión y dulzura, aun con sus ojos enrojecidos y llorosos, esto motivo una sonrisa en mi cara que por poco no se convierte en risa. Mi leche se veía salir por sus fosas nasales y por parte de la comisura de su boca, me apresuré a limpiarla y fue ella la que tomó mi mano para llevarse los dedos a su boca y dejarlos limpios, lo que me llevó a comerle la boca con más ganas que nunca.
No me gustaba sentir el olor del semen en la boca de quien recién se lo había tragado, pero en este caso no me importó, era la boca de mi mamá-mujer o mujer-mamá y la hubiera besado así tuviera mierda en ellos. Me lo devolvió abrazándome y un beso bien dado y con ganas influía directamente en mi entrepierna, este no fue la excepción y pronto estuve en “pie de guerra” nuevamente. “Bendita juventud hijo, ¿me puedo sentar?, me quiero coger yo con tu verga”, -pidió-, jamás se lo negaría, además, me encantaría ver su cara y sentir sus tetas en mis manos mientras se penetraba.
Pronto estuvo posicionada y llevó el glande a su cavidad, lo que siguió fue un compendio de gestos, suspiros, gemidos, quejidos y de avances y retrocesos. Sentir que sus carnes se abrían y que el glande tocaba sus rugosidades haciéndola gemir, en realidad, haciéndonos gemir, es difícil de explicar con palabras. El conducto natural era estrecho no cabían dudas, pero dos partos ayudaban lo suyo y se abrió a medida que el ariete avanzaba, mi mamá se estaba cogiendo ella sola con la verga de su hijo y cuando la cara de dolor daba paso a la de placer, era impagable.
Finalmente quedó sentada, sus nalgas mullidas quedaron asentadas sobre mis muslos y comenzó a moverse, no entraba y salía, se movía estando sentada, sentía y me hacía sentir su interior penetrado, tampoco usaba sus músculos vaginales, estaban saturados de verga, hasta que poco a poco comenzó a moverse hacia arriba y hacia abajo a la vez que tocaba mi estómago y parte de mi pecho con sus manos, era el pecho de “su hombre” y lo quería retener en la palma de sus manos, del mismo modo en que yo lo hacía con sus tetas endurecidas.
Estuvo un rato así y el orgasmo fue arrollador, contracciones y temblores parecieron conjugarse, pero sabía dónde estaba y se tiró sobre mi cuerpo para gritar su placer en mi boca, por eso, sólo por eso, fueron gemidos altos, de lo contrario hubieran sido gritos como para alarmar al vecindario y ella lo sabía.
Se aflojaba cuando decidí ir por más y me levanté con ella aún ensartada, ella dejó las piernas abiertas a mis costados y le apoyé la espalda casi en los pies de la cama, allí si esgrimió un grito un poco más fuerte, mi estocada había llegado a su matriz y lo sentimos los dos, pero tampoco importó mucho que digamos, el placer era mayor.
“Voy por tu cola”, le dije mirándola de frente a los ojos y me respondió muy segura, “rompela, no me tengas piedad, metela toda”. Claro que del dicho al hecho… cuando apoyé el glande en el hueco anal se contrajo y apretó los dientes, entonces esperé con el glande apoyado que parecía latir. Crema no iba a necesitar, lubricación había para repartir y como no empujé pareció que se abría dándome la bienvenida, desde luego, comencé a entrar… “Ay, mi Dios, ay mi Dios, no te pares, la puta madre, seguí, llename las tripas”, -decía- y no paré aun cuando unas lágrimas se escapaban por el costado de sus ojos.
El recorrido hasta tocar mi pelvis con su vagina me pareció corto, ella me diría luego que le pareció una eternidad y que había sentido un dolor similar al del parto, pero se aguantó mi verga como toda una verdadera hembra, sin saber, claro está, que los nenes la gozaban y aguantaban mejor. Le había roto el culo a mi mamá y ya no daba para seguir esperando por mucho más, entonces me moví un rato entrando y saliendo con cierta violencia sin importarme que se quejara quedamente por mis embestidas.
Mis huevos me pedían a gritos una descarga y, aunque buscaba que terminara, sólo lo conseguí cuando sintió mi leche caliente invadiendo el interior de sus tripas, “sí, sí, sí, dame tu leche por el culo, sí, hijo, sí”, -expresó temblando como desaforada y después quedó laxa con los brazos en cruz. Le bajé las piernas y salí despacio de su interior, luego la levanté en brazos para acomodarla en la cama y se removió como una víbora, “mi culito está rebalsando y pondré la cama a la miseria, voy a lavarme”, -dijo y saltó de la cama tapándose el culo con la mano-.
Yo ni siquiera estaba sucio y respeté su intimidad, hasta que me llamó preguntando si me iba a bañar con ella. Tardé segundos en estar a su lado y, en realidad, fue ella la que me bañó a mí, su cara de felicidad era indescriptible y se reía abiertamente cuando me dijo: “Hacía mucho que no te bañaba, creo que has crecido bastante y tu verguita se convirtió en enorme, pero a mis agujeritos le encantó sentirla. Esto fue increíble Javi, todavía te siento y quiero más”.
Y sí, tanto enjabonar y enjabonar con miradas de ganas de por medio dio por resultado a mi madre apoyando su espalda en las cerámicas, abrazada con sus dos brazos en mi cuello y las piernas abiertas recibiendo más de su verga deseada. Me costó contenerla cuando se movió agitándose ante el orgasmo y me temblaron las piernas cuando dejé lo que quedaba de mi leche en su vagina, a esta altura, totalmente inflamada.
Nos secamos juntos y, ya recuperado, me senté en la cama y me puse a observarla cuando se secaba el cabello con el secador, estaba desnuda y su culo parado incentivaba mis ganas, podría haber seguido toda la noche y ella se dio cuenta de mi mirada…
- Yo también tengo ganas, me quedaría a dormir con vos, pero debo volver a casa, tu padre debe estar por regresar.
- Tu cuerpo, tu mirada y tu esencia de hembra me enloquece, ¿cómo vamos a hacer desde ahora en más?
- Todavía estoy entre nubes, pero ya buscaremos la manera, de última nos conformaremos con “rapiditos”, ¿te parece?
- ¿De verdad crees que me vas a conformar con “rapiditos” y al pasar?
- No tonto, sos un amante tremendo, superás cualquier expectativa y a mí tampoco me conformaría, pero no quiero que demos lugar a sospechas.
La noche había sido fantástica como para ponerme a cambiar impresiones sobre una cosa u otra. Yo había logrado lo que quería, mi madre había entrado por la variante con las cosas que le dije sobre las mujeres que se escudan en tapujos y subterfugios y había venido decidida a obtener lo que quería, por ende, a que yo también lograra lo que quería y esto era tenerla ensartada por todos lados.
Ahora habría que ver como vendría la mano para seguir disfrutando de su cuerpo, pero, por el momento se imponía el descanso, al mediodía vendría Cristian y eso me llevaría a otro intento para incursionar en su culito predispuesto. Me fui a acostar pensando en Patolín y en Andrés, ¿qué habría pasado con esos dos?…
GUILLEOS1 – Continuará… Se agradecen comentarios y valoraciones.
Maravilloso incesto👍